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La pandemia ha multiplicado el interés de colegios y familias por la Educación emocional

Según un estudio, el 70% de los padres han observado que sus hijos experimentaron emociones negativas en la pandemia y casi el 50% se muestra de acuerdo en que esta situación ha producido cambios en el estado de ánimo de sus hijos, entre los que destacan, en más de la mitad los casos, el aumento de la irascibilidad y de la desobediencia.
RedacciónJueves, 3 de marzo de 2022
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© Ksuklein

El interés por la Educación emocional ha sido creciente durante los últimos años, pero la pandemia desatada por la covid-19 ha incrementado sustancialmente ese interés por el impacto que ha tenido sobre la salud mental de niños, niñas y adolescentes. Según un estudio publicado en Mendive, Revista de Educación por investigadores de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), el 70% de los padres han observado que sus hijos experimentaron emociones negativas en la pandemia y casi el 50% se muestra de acuerdo en que esta situación ha producido cambios en el estado de ánimo de sus hijos, entre los que destacan, en más de la mitad los casos, el aumento de la irascibilidad y de la desobediencia.

“La pandemia ha sido un punto clave para hacernos todavía más consciente de la necesidad de educar en emociones”, afirma Gema Fuentes, doctora en Psicología y psicóloga en los Centros Crece Bien de Madrid, pioneros en la enseñanza y el desarrollo de Habilidades Emocionales, Sociales y de Aprendizaje, que explica que tras los confinamientos, las medidas de distanciamiento social y las restricciones a la movilidad obligadas por la pandemia “los niños se han mostrado más nerviosos, irritables y tristes”, algo que, en su opinión, nos ha hecho ver como sociedad “la importancia que tiene disponer de herramientas que nos ayuden a gestionar nuestras emociones”.

La prueba, según la experta, es el aumento de la demanda que han recibido en los Centros Crece Bien, un aumento que, además, proviene tanto de padres y madres, como de profesores y colegios, de empresas e, incluso, de los propios adolescentes y jóvenes. “Tantos profesores como padres han realizado cada vez más esfuerzo por llevar la Educación emocional a las aulas y los hogares. En esta pandemia los recursos psicológicos han cobrado mucha importancia ya que realmente dependemos no tanto de la realidad que vivimos, sino de cómo interpretamos y afrontamos esta realidad”, argumenta.

En esta pandemia los recursos psicológicos han cobrado mucha importancia ya que realmente dependemos no tanto de la realidad que vivimos, sino de cómo interpretamos y afrontamos esta realidad

De los colegios e institutos, señala Gema Fuentes, en el centro especializado en la enseñanza y el desarrollo de habilidades emocionales han recibido muchas peticiones para llevar la Educación emocional a las aulas, tanto en forma de actividad extraescolar, como de talleres en horario lectivo, charlas para familias y/o formación para profesores y personal de comedor. “Además, muchos centros nos demandan una ayuda más específica para niños y adolescentes que tienen problemas emocionales, de conducta o de aprendizaje y que requieren una intervención y un seguimiento más concreto e individualizado. De hecho, algunos colegios han llegado a cedernos espacios para trabajar individualmente con los casos que más lo necesitan”, añade.

Qué puede aportar la Educación emocional en el aula

Tal y como explica Gema Fuentes, la Educación emocional enseña a identificar las emociones y a que los niños, niñas y adolescentes se conozcan mejor a sí mismos. Además, añade, ofrece estrategias para gestionar lo que sentimos y para poder sobrellevar las situaciones difíciles de la mejor forma posible. “En un contexto como el actual, en el que hay tanta incertidumbre y en el que hemos pasado por momentos tan desagradables, contar con estas herramientas nos ayudará a sentirnos mejor”, afirma la doctora en Psicología, que argumenta que las emociones tienen su propia función y son unas aliadas, aunque cuando se desbordan puede llegar a ser disfuncionales y a convertirse en enemigas: “Son como el fuego, un poco nos mantendría caliente, alejaría animales peligrosos y hasta nos ayudaría a cocinar, pero si ese fuego se descontrola puede arrasar con todo. Hasta con nosotros mismos”.

Para la miembro de los Centros Crece Bien, la ayuda de un profesional puede ayudar a “reconducir” estas emociones desbordadas con el fin de que vuelvan a ser saludables y vuelvan a cumplir sus funciones, algo para lo que muchas veces basta simplemente con hacer pequeños cambios de hábitos, aprender a pensar de manera más constructiva o a guiar nuestra atención, afianzando la seguridad en uno mismo y proyectando nuevos objetivos que sirvan de aliciente.

La ayuda de un profesional puede ayudar a “reconducir” estas emociones desbordadas con el fin de que vuelvan a ser saludables y vuelvan a cumplir sus funciones

“Muchos adultos lo ven difícil, pero es como aprender un idioma o a tocar un instrumento musical. Cuando “entrenamos” nuestra manera de pensar, aprendemos a manejar las emociones y practicamos las habilidades sociales, el éxito está asegurado, ya que nos orientaremos mejor en el mundo y asimilamos lo que nos acontece de mejor manera”, explica.

Dado el creciente interés y la importancia de la educación emocional, que según la experta ha demostrado ser necesaria “para que los niños puedan desarrollar todo su potencial intelectual, puedan defenderse, ser más empáticos y, en definitiva, ser más felices”, Gema Fuentes considera que este tipo de formación debería integrarse en el currículo académico, una opinión que concuerda con los resultados de un estudio realizado por la Universitat de Barcelona, según el cual, tras la pandemia, cada vez más profesores revindican la necesidad de “incluir la Educación emocional en los planes de estudios de todas las etapas educativas, considerándola una competencia más a desarrollar de forma curricular y transversal”.

“Si un niño estudia mucha química, pero no se trabaja su empatía, ¿qué uso puede llegar a hacer de sus conocimientos en química? En el colegio aprendemos cosas muy valiosas, pero es la Educación emocional la que nos enseña a vivir sintiéndonos mejor con nosotros mismos y con los demás, a estar más motivados, a conocernos, a superar situaciones adversas, a relacionarnos mejor, a respetarnos y a valorar a los demás”, concluye Fuentes.

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