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Carmen Fernández de la Cigoña: "Sobre el aborto y las leyes LGTBIQ hay mucha agenda y mucho complejo"

Es Carmen Fernández de la Cigoña, directora del Instituto CEU de la Familia y, desde hace poco, secretaria general de la Asociación Católica de Propagandistas. En estado puro, a bocajarro.
José Mª de MoyaMiércoles, 5 de octubre de 2022
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Es una de esas pocas entrevistas en las que el periodista disfruta porque sabe que el entrevistado dice lo que piensa, sin corrección política, sin adornarse, sin anestesia… No hay que tirarle de la lengua. Habla sin agenda y sin complejos, a diferencia del modo de operar de buena parte de nuestra clase mediática, social y política del país, según dice. Defiende la familia tradicional, natural, clásica… incluso, medioambiental. Vamos, la de toda la vida. Y critica, sin perder la sonrisa pero con energía, todo lo que la amenaza como el aborto o las leyes LGTBIQ. Tiende la mano a todos pero no se casa con nadie, sólo con sus principios. A Sánchez, ni agua; Feijoo le ha decepcionado y para Ayuso, tirón de orejas.

¿Qué hacéis desde el Instituto CEU de la Familia?
—Tenemos tres campos de acción. Por un parte, nos dedicamos a la investigación sobre la familia, a elaborar estudios dirigidos no solo al profesorado, sino también a toda persona a la que interesen estos temas. Al final te encuentras que la familia interesa a todo el mundo. Organizamos seminarios, charlas, coloquios… y procuramos, como no podía ser de otro modo [sonríe], que tengan un ambiente muy familiar.

Realizamos actividades directamente con los chicos integradas en lo que llamamos «la sabiduría del corazón». Y es que están absolutamente necesitados de que les hablen de estos temas. Procuro que no vayan los profesores, para que los alumnos se sientan con toda la libertad de preguntar al ponente cualquier cosa, que no se sientan cohibidos porque esté su profesor. Funciona muy bien.

Luego está la tercera pata que es la relación con la sociedad y con distintos entes que no son universitarios pero que están directamente interpelados en cuestiones de familia. Ahí también tenemos una serie de actividades que aportan valor tanto a la universidad como a estas otras instituciones. Por ponerte un ejemplo, tenemos un relación estupenda con FAFCE (la Federación de Asociaciones de Familias Católicas Europeas). Y es que tenemos que estar pegados a la realidad para poder actuar sobre ella. No es solo conocer esa realidad sino trabajar con otros para poder transformarla. Esas son las tres líneas de acción que tenemos.

Este año en la entrega de Premios por la vida aunamos también esas tres patas de forma bonita y actual. Premiamos la labor del presidente del Colegio Oficial de Médicos de Madrid, el doctor Martínez-Sellés, premiamos también a los Rescatadores Juan Pablo II y a Cuarenta días por la vida.

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Realizamos actividades directamente con los chicos integradas en lo que llamamos "la sabiduría del corazón". Y es que están absolutamente necesitados de que les hablen de estos temas

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Pasemos a cuestiones más espinosas. ¿La sentencia del Supremo de EEUU sobre el aborto va a a suponer un antes y un después?
—Creo que sí, que no se va a quedar ahí. Esa sentencia provoca una esperanza y fue la razón de que la manifestación del 26 de junio tuviera el éxito que tuvo. ¿Por qué va a suponer un antes y un después? Porque vuelve a hacernos la pregunta incómoda de fondo: ¿el niño que viene es una vida humana o no? Porque si lo es (y toda la ciencia te dice que sí lo es y desde el principio) entonces claro que tenemos un problema, porque estamos decidiendo que unos sí tienen derecho a vivir y otros no.

Esa sentencia reconoce que, efectivamente, los estados pueden legislar acerca de una realidad como esta. Vuelve a poner el acento en la cuestión fundamental, en si podemos acabar con vidas humanas o no. Aunque digamos que somos muy progresistas, la realidad es que queremos decidir quienes tienen derecho a vivir y quienes no.

EEUU en su momento fue pionero en la defensa del aborto y el resto del mundo siguió esa estela. ¿Se podría producir ahora el efecto contrario?
—Bueno, de momento Macron, después de la sentencia, volvió a insistir en que el aborto tiene que ser un derecho fundamental en la Unión Europea. Europa va a rebufo, va a la cola en todas la cuestiones: economía, geopolítica… y en esto también. Yo sí creo que también Europa será capaz de asumir que si es un ser humano tenemos que tratarle como tal… y lo es. El aborto no puede ser un derecho –como quieren proclamar– sino un fracaso de la mujer. La mujer del del siglo XXI, en una sociedad occidental, que se sigue viendo coaccionada por diversas circunstancias. Creo que estamos en un momento de inflexión, que queda muchísimo camino que recorrer, pero que se recorrerá.

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¿Por qué va a suponer un antes y un después? Porque vuelve a hacernos la pregunta incómoda de fondo: ¿el niño que viene es una vida humana o no?

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¿La opinión que aparece en los medios (la opinión publicada que diría Felipe González) se corresponde con la opinión pública real?
—Hay un empeño mediático, salvo excepciones, en postergar a la familia y en promocionar el aborto. Cuando la realidad es que tenemos un problema descomunal con la pirámide poblacional. Por ejemplo, en ese documento de «España 2050» no hay medidas sobre el fomento de la natalidad, pero se aborda el problema de la España vaciada. Incomprensible. Hay que ir al fondo de la cuestión y el fondo es que se tomen medidas reales de políticas familiares, que desarrollemos una narrativa medioambiental que ponga en valor la familia. Muchas campañas publicitarias nos dicen que tener hijos es insolidario, que es insostenible. Eso no es cierto y la gente sabe que no lo es.

Has hablado del documento «España 2050». ¿Te parece que hay ahora mismo una gran diferencia entre la posición sobre el aborto de los dos partidos mayoritarios?
—Sí hay diferencias, aunque me consta que hay gente en el PSOE que no es proabortista. Me consta –y colaboro con ellos– que hay gente del PP que no solo no es proabortista, sino que es claramente provida. Pero es cierto que institucionalmente o políticamente no se toman medidas que apuesten nítidamente por la maternidad, por la vida, por la familia. Aunque hay que reconocer que en la Comunidad de Madrid Ayuso ha implementado medidas de promoción de la maternidad, de la paternidad y de la familia.

No sé hasta que punto esas medidas van al fondo o simplemente tratan de solucionar algunos problemas coyunturales como el de la conciliación familiar y laboral que es necesaria y lo quiere todo el mundo.

Debe ser más coyuntural que otra cosa porque precisamente Ayuso se desmarcó recientemente del PP y se pronunció a favor de que las menores pudieran abortar sin el consentimiento paterno…
—Es cierto y creo que se equivoca. Pero también es cierto que en esas declaraciones destacó que era fundamental que esas menores hablasen con sus padres y ofrecerles una buena educación afectivo-sexual, una buena orientación para que tomaran una decisión bien informada y formada. Hay que decirlo todo.

¿..y las declaraciones de Feijoo a raíz de la sentencia del Supremo de EEUU?
—Absolutamente decepcionantes, aunque no sé si esperables o no. Y realmente no sé lo que pueden opinar, ya no te digo muchos votantes del PP, sino la gente que dentro del partido tiene clarísimo que la vida de todos los seres humanos importa. No te voy a decir que me sorprendiera, sí que me dolió.

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Es importante ir al fondo de la cuestión y el fondo es que se tomen medidas reales de políticas familiares, que desarrollemos una narrativa medioambiental que ponga en valor la familia

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¿El Instituto de la Familia tiene también una posición clara respecto a la llamada «ideología de género»?
—Nosotros no creemos que haya distintos modelos de familia, creemos que hay muchísimas realidades familiares pero que no todas ellas son un modelo. Creemos, además, que la familia real es una institución que sirve al bien común, que supone un beneficio para la sociedad en su conjunto y no todas esas otras realidades familiares lo hacen. Una institución familiar en la que hay padre, madre, hijos, se les educa, se les enseña, no solo en lo particular, sino también en lo social. Es el mismo modelo que defiende la Iglesia, el de la Sagrada Familia: padre, madre e hijo.

Nosotros creemos que solo hay un modelo de familia, que pensamos que es el bueno porque reúne una serie de virtudes. Pero realidades hay muchas y, por supuesto, a cada persona hay que ayudarla en cualquier circunstancia.

¿Qué opinas de las acusaciones de homofobia hacer cuando defendéis ese modelo de familia o criticáis las leyes LGTBIQ?
—Todas nuestras leyes LGTBIQ incorporan una neolengua en la que las fobias proliferan; cada vez hay más fobias y más diversas. Con toda esa neolengua, esas leyes invierten la carga de la prueba, con la presunción de culpabilidad, con nuevos delitos en los que con solo mirar ya pueden juzgar cómo estás mirando… Y esto va calando en la opinión pública a base de repetirlo cuando realmente es una falacia y contrario a la realidad. ¿Por qué? Porque la persona tiene un valor en sí misma, no la define ni su sexualidad, ni sus opciones vitales, ni sus ideas… Hay quien dice que sí, que solo vales cuanto defiendes determinada posición ideológica, la suya, claro.

Porque no es cierto en absoluto que esta realidad que nosotros representamos, defendemos y queremos, sea en absoluto agresiva o excluyente.

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Nosotros no creemos que haya distintos modelos de familia, creemos que hay muchísimas realidades familiares y que no todas ellas son un modelo

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¿Crees que los políticos, las organizaciones sociales y empresariales, algunos personajes públicos… sienten presión para apoyar esta causa en la que quizás ni ellos mismos creen?
—Yo creo que aquí hay mucha agenda y mucho complejo. La agenda no sé hasta qué punto la manejan ellos o les viene dada y el complejo es muy español. Porque creo que tenemos muy poquitas cosas de las que acomplejarnos: por nuestra historia, por nuestros logros… Hay una manipulación social, política y mediática, que avanza como un rodillo, con prisa y que se manifiesta en la forma de legislar. No sé si porque quién está ahora en el gobierno está nervioso porque piensa que le queda poco tiempo, pero tienen mucha prisa.

Cuando yo estudiaba Filosofía, nos decían que el hombre empieza a filosofar cuando tiene las necesidades primarias cubiertas. Yo veo que la gente empieza a estar preocupada por esas cosas que de verdad importan, por lo que es verdaderamente importante para ellas. Por tanto, vamos a dejar las ideologías y los sesgos para otros tiempos.

En concreto, ¿qué lleva a los medios en general a alinearse en favor del aborto, la ideología de genero…?
—Los tiempos son los que son y las subvenciones públicas también son las que son. Repito, hay agenda y hay complejo. Yo creo que miden mal y hay tal saturación que socialmente están provocando la reacción contraria. Además, España es muy pendular y vamos de extremo a extremo, cosa que es perjudicial. Las conversaciones que mantiene la gente no son en absoluto lo que reflejan los medios de comunicación.

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Hay una manipulación social, política y mediática, que avanzan como un rodillo, con prisas, que se manifiesta en la forma de legislar

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¿Qué otros temas os preocupan?
—Nos preocupa poner en valor qué es realmente una familia, qué supone para la persona y para la sociedad. Por ejemplo, entender qué es la paternidad es esencial porque, por los avances tecnológicos, se puede ser madre sin un varón al lado, cosa que incluso en ocasiones se fomenta. Hay quien ha llegado a decir que la figura del padre es una figura a extinguir. Nosotros creemos que es fundamental y que además es esencial para la Educación de los menores: el padre cumple su función y la madre cumple su función.

Otro tema que nos obsesiona es que juntos podemos más. Por eso, buscamos todas las sinergias posibles, todas las contribuciones que desde distintas instituciones, áreas, universidades… podamos encontrar para trabajar juntos y para ser más fuertes y eficaces. Hay muchos institutos de la familia y con todos nos gustaría trabajar. Es muy importante porque refleja que las preocupaciones son las mismas, no solo en España, también fuera de nuestras fronteras porque los problemas que tienen las familias son los mismos y la manera de afrontarlos, parecida.

En efecto, veo que siempre vais junto con otras organizaciones, ¿por qué?
—Tiene mucho que ver con el carisma de la Asociación Católica de los Propagandistas desde su fundación. Para mi ese es el motivo fundamental, pero es que además es mucho más eficaz. Que la unión hace la fuerza es una realidad. No se trata de colgarse medallas, sino abordar los temas importantes. Todo el que quiera colaborar con nosotros, encontrará colaboración por nuestra parte.

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