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Anna Morató: “Los niños y las niñas aprenden más de lo que nos ven hacer que de lo que les decimos”

Con la colección 'De mayor quiero ser… feliz', Anna Morató se ha convertido en una referencia en la educación en valores tanto para padres y madres como para docentes. Más de 300.000 ejemplares vendidos de sus títulos anteriores avalan su éxito. Ahora presenta Mis primeros hábitos positivos, una nueva serie en formato cartoné dirigida a pequeños lectores que arranca con dos títulos centrados en el lenguaje positivo y la autoestima.
Adrián CordellatMiércoles, 16 de noviembre de 2022
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Autoestima y Lenguaje Positivo. ¿Hasta qué punto son dos hábitos importantes?

–Para mí son dos conceptos fundamentales. Cuanto antes empezamos a hablar de ellos, a interiorizarlos, a incluir hábitos relacionados con ellos en nuestra rutina, mejor. Como siempre digo, nunca es demasiado pronto.

¿Cómo definirías el lenguaje positivo?

–Igual que en mi primer libro para mí era importante definir bien qué significa la felicidad (ser feliz no es siempre estar contento) también creo que es importante definir bien que es el lenguaje positivo. Para mí el lenguaje positivo es ser consciente de la fuerza y la energía que hay detrás de las palabras que decidimos utilizar. Eso no significa que solo puedas decir cosas positivas, porque eso no es real ni sano. El lenguaje positivo también es saber expresar y hablar de tus emociones. El lenguaje positivo es construir con palabras.

¿Nos cuesta por regla general a los adultos interiorizar ese lenguaje positivo para trasladárselo a nuestros hijos? A veces parece que con tanta mala noticia vivimos anclados en la negatividad…

–Igual que es importante alimentarse con comida sana, también es muy importante con que nutrimos nuestra mente. Aunque haya mucha negatividad en las noticias, al final somos nosotros mismo los que decidimos cuántas horas le dedicamos a escucharlas. Además de las noticias también nos podemos nutrir de libros, reportajes, entrevistas, videos, webinars, charlas que nos aporten. Sé que es más fácil sentarse delante de la televisión y el móvil y simplemente ver lo que echan o lo que el algoritmo quiere que veamos, pero por suerte hoy en día tenemos también acceso a muchísima información interesante que nos ayuda a crecer como personas, y que nos aporta valor.  Nosotros somos los que decidimos realmente lo que vemos. No se trata de meterse en una burbuja ni evitar todo lo negativo, se trata más bien de elegir mejor que es lo que consumimos.

En la infancia, la imagen que los pequeños tienen sobre ellos mismo viene muy marcada por cómo les ven sus padres y madres

¿Por qué es tan importante ese lenguaje positivo en la infancia?  

–Entender el poder de las palabras es muy útil y te prepara para la vida. El lenguaje positivo nos ayuda a trabajar la confianza, la empatía, la gestión de la frustración, entre muchas otras cosas.

El interiorizar ese hábito del lenguaje positivo, ¿tiene un impacto sobre la autoestima?

–Por supuesto, porque cómo nos hablamos a nosotros mismos tiene un impacto directo sobre nuestra autoestima.

¿Cómo se puede trabajar la autoestima desde casa?

–Hablarse bien y con respeto es fundamental. También es importante recordar que en la infancia, la imagen que los pequeños tienen sobre ellos mismo viene muy marcada por cómo les ven sus padres y madres. Por eso es importante medir bien las palabras que utilizamos cuando hablamos con ellos, sobre todo cuando estamos enfadados. Una de las cosas más difíciles que afrontamos los padres y madres también es aprender a gestionar nuestras propias emociones para ser un buen modelo. Y muchas veces ocurre que a muchos adultos nadie les enseñó a hacerlo, aunque nunca es demasiado tarde para aprender. Los niños y las niñas aprenden más de lo que nos ven hacer que de los que les decimos.

¿Y desde el aula, cómo trabajar la autoestima y el lenguaje positivo en un mundo tan marcado por la competitividad?

–Es importante también enseñar que cuando hablamos de “esforzarnos más” o “hacerlo mejor” nos estamos refiriendo a hacerlo en comparación a uno mismo, no comparándonos con los demás. Cada uno tiene su ritmo. Y para ello es importante que los adultos no comparemos tampoco.

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