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Eliseo García, el maestro que "personalizó" la enseñanza en aulas de 100 alumnos

Eliseo García Barrio fue maestro de escuela en el País Vasco, Asturias y Zamora durante la dictadura de Primo de Rivera, la Segunda República y el Franquismo y aplicó con sus alumnos la "cucología", un término acuñado por él mismo que consistía en personalizar los aprendizajes en aulas multinivel donde llegó a tener 100 estudiantes.
Carme PicartLunes, 9 de enero de 2023
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La nieta del Eliseo García, la pedagoga catalana Pilar Morral (derecha), recuerda la figura de su abuelo en el libro "Cucología del maestro Eliseo", editado por el Colegio de Pedagogos de Cataluña.

La nieta del Eliseo García, la pedagoga catalana Pilar Morral, recuerda la figura de su abuelo en el libro Cucología del maestro Eliseo, editado por el Colegio de Pedagogos de Cataluña, en el que reivindica la figura de este profesor a partir de testimonios de familiares y exalumnos. En una entrevista con Efe, Morral explica que «cucología» era la «particular palabra clave» utilizada por su abuelo para describir el tipo enseñanza que le permitió impartir una educación personalizada para sus alumnos, y que a ella le ha «dejado huella».

La pedagoga detalla que el vocablo nace de una doble inspiración etimológica: por un lado se refiere a ser «cuco» en el sentido de «hábil», y por otro a «tener pedagogía y psicología» en el trato hacia los alumnos con el fin de «establecer una conexión muy empática con ellos» de modo que «sean protagonistas en su enseñanza». El libro surgió porque «la visión del abuelo como maestro formaba parte de un pasado que no llegué a vivenciar» y «alguna vez había imaginado cómo habría sido ser su alumna», confiesa la pedagoga.

El maestro inició su recorrido como interino en 1923 en la localidad vasca de Pasai Antxo y a partir de 1928, con plaza por concurso por oposición, siguió ejerciendo en Cedemonio (Asturias) y en Fuentespreadas (Zamora), donde recaló en 1934 para ejercer la docencia hasta su jubilación en 1966, con 70 años de edad.

El libro recorre la función del profesor en esos tres entornos rurales, en una España pobre y marcada por una convulsión política que condicionó la educación y la labor de los maestros. Según testimonios recavados por Pilar Morral, su abuelo, «no solamente era referente a la hora de formar a los alumnos, sino que representaba una figura central y polivalente en caso de emergencia en el pueblo o a la hora de pedir consejo».

Ser maestro «significaba mucho, consistía en ser ejemplo, guía y modelo para el conjunto de la comunidad» cuando «no se recompensaba su reconocimiento con un salario acorde», recuerda la pedagoga. Subraya la huella dejada por su abuelo sobre todo en Fuentespreadas, donde ejerció más de 30 años, y rememora que, por iniciativa de uno de sus exalumnos, en el actual ayuntamiento, situado donde estaba la antigua escuela, colocaron una placa en honor al maestro con el mensaje «Don Eliseo García Barrio. Maestro ejemplar durante 32 años. El pueblo de Fuentespreadas agradece su labor».

Dos años después de instalarse Eliseo García en el pueblo, estalló la Guerra Civil y el 10 de marzo de 1937, en plena contienda, el maestro sufrió un expediente de depuración que determinó que podía seguir con su actividad docente dado que «se ha ganado el aprecio de todos, cumple con los deberes de su cargo y observa buena conducta en los aspectos sociales y particulares», recoge el libro de Morral. «Mi abuelo era religioso, pero no trató de inculcar la fe a los alumnos y encontró rendijas para hacerles pensar sin cuestionar al régimen, lo que no debía ser nada fácil», dice la nieta.

En cuanto a los testimonios, el exalumno Pablo Diéguez afirma: «Si alguien no se entendía con don Eliseo, es que no se entendía con nadie. Era un señor. Me acuerdo mucho de él», gracias al maestro, subraya, «conseguí becas de la universidad laboral». Otro exalumno José María González relata que, a diferencia de otros profesores que «sólo se hacían respetar con la vara y eran muy brutos», don Eliseo «se notaba que sabía de verdad».

El maestro «reformó lo que era la escuela» ya que en 1935 «implantó excursiones fuera del horario escolar durante las tardes de los jueves, y manualidades» y «fue el primero en comprar libros de lectura y de consulta», resalta el exalumno. La clase, donde había más de 70 alumnos, «se organizaba en secciones y los que aprendían rápido las lecciones los ponía para ayudar a otros», añade J.M. González, que recuerda que el profesor «estaba siempre pendiente de todos y enseñando cosas».

La relación entre alumnos y maestro «no era distante o jerárquica, sino próxima y distendida», ya que «se le podía preguntar» e incluso «muchas noches iba a jugar a cartas a su casa, en familia», recuerdan. Cuando Eliseo García llegó al pueblo, «todas las casas lo invitaban el día de la matanza, cosa que cumplió hasta que, al no poder atender a todos por igual, dejó de ir», añade el exalumno.

Por su parte, Jesús González recuerda a Eliseo García «como un maestro bonachón que trataba de inculcar buenos hábitos de lectura, escritura y aritmética y dar buenos consejos». «No me imagino yo dando clase de la forma que él tenía que hacerlo, con más de 60 alumnos de todas las edades, intentando que todos aprendieran y tuvieran algo que hacer», confiesa este exalumno que, como otros muchos, siguió los pasos de Eliseo García y se dedicó a la docencia.

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