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La educación del carácter, clave para la felicidad

Más de 1.200 padres y madres de toda España han participado en un congreso en Zaragoza en el que han reflexionado sobre su papel de primeros educadores.
RedacciónJueves, 30 de marzo de 2023
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El encuentro ha sido organizado por FEPACE, la Federación de Asociaciones de Padres y Madres de los colegios de Fomento de Centros de Enseñanza, en colaboración con las APA de los colegios Montearagón y Sansueña, de Zaragoza.

La capital aragonesa ha acogido este fin de semana a más de 1.200 padres y madres de toda España, reunidos en un congreso de familias para reflexionar sobre la importancia de la educación del carácter como aspecto esencial para ayudar a los hijos a ser felices.

Organizado por FEPACE, la Federación de Asociaciones de Padres y Madres de los colegios de Fomento de Centros de Enseñanza, y en colaboración con sus centros educativos en Zaragoza, Montearagón y Sansueña, el evento incluía sesiones plenarias y talleres, para abordar los retos de las familias como primeros educadores de los hijos.

El encuentro de familias, que marcó el número 40 en la historia de FEPACE, se celebró en el Palacio de Congresos de la capital aragonesa, y comenzó con un homenaje a Tomás Aróstegui -profesor de Montearagón-, a su esposa, Inés -antigua alumna de Sansueña-, y a sus hijos Kike y Pepa, fallecidos en un accidente de tráfico el pasado 27 de enero. Los representantes de las familias de los 35 colegios de Fomento los recordaron con gran cariño, dedicándoles un sobrecogedor aplauso.

El equilibrio emocional, la adquisición de hábitos y virtudes que ayudan al crecimiento personal y profesional o aprender a relacionarse con los demás, con un carácter abierto y solidario, son algunos aspectos esenciales de la educación de los hijos acerca de los que se habló. Durante las ponencias, la gestión de las emociones sobresalió como una de las principales claves para la educación del carácter y para el desarrollo de la persona.

Junto a la familia, la escuela emergió como segundo ámbito propio de la educación del carácter, donde ofrecer de manera natural respuestas y modelos positivos a los jóvenes. Ideas y reflexiones argumentadas en un congreso que, en su inauguración, contó con la música del violinista aragonés Pablo Navarro, que emocionó al público con un gran repertorio. Un encuentro de familias que, además, estuvo salpicado del buen humor que ofrecieron de forma virtual José Mota, Leo Harlem y Natcher.

Carácter bien formado para asumir las dificultades

Los temas fueron desarrollados por once expertos de distintos ámbitos, incluyendo la educación, la sociología, la psicología, la tecnología y el deporte, gracias a Toni Nadal, que clausuró el congreso. Entrenador de Rafa Nadal durante 27 años, explicó cómo su sobrino, gracias al esfuerzo, llegó a ser el número uno del mundo en tenis profesional.

Nadal comentó el papel que juega el carácter para sobreponerse a las dificultades. El talento se construye en la calma; el carácter, en la tempestad. Adversidades en las que reside un gran aprendizaje vital. “En la vida hay que aprender a fracasar, a perder, y eso no tiene por qué dañarte la autoestima”.

La frustración muchas veces viene por falta de ánimo, por una búsqueda de la inmediatez y por una sobrevaloración personal, añadió. Frente al desánimo, la certeza de que “la actitud tiene la capacidad de modificar la aptitud”, teniendo claro que “la mejora es siempre necesaria y es siempre posible”.

También destacó Nadal la importancia de lo ordinario en la educación y en la familia en toda circunstancia. Y reveló: “Rafa era el número dos del mundo y su padre le ponía hora para llegar a casa” (el tenista tenía 18 o 19 años).

Ricardo Piñero, profesor de Filosofía en la Universidad de Navarra, fue el encargado de inaugurar las sesiones plenarias. La clave de la educación del carácter es ser por otros, ser con otros y ser para otros”, explicó. Un objetivo que, para poder lograrse, requiere muchas veces de un trabajo previo de los padres.

“Para orientar a los hijos, primero tenemos que estar centrados nosotros, sabiendo que el centro de nuestro mundo son ellos”, dijo. Y, después, entender que “el carácter se ve, pero lo importante del carácter es invisible; es aquello que hace que seamos lo que somos. No es algo que te pones encima, es lo que eres”, añadió.

De ahí la necesidad de buscar la verdad de las cosas y de asumir la realidad de lo que somos, como plataforma necesaria para entender el carácter, continuó el también catedrático de estética. Una afirmación con la que coincidieron el resto de ponentes.

“La verdad es que mejorar, cuesta”, dijo Toni Nadal. “Mi compromiso con Rafael fue decirle en todo momento la verdad, aun sabiendo que, a veces, le iba a doler”. “¿Quién necesita engañar a sus alumnos? Quien no tiene confianza en ellos”, señaló ante el riesgo de familias y profesores de “hacerles creer que son más de lo que son”. “Quien bien te quiere, no te hará reír siempre: fui duro con mi sobrino porque le tenía gran estima”.

La felicidad de los padres, clave para la de los hijos

Esa búsqueda de la verdad como punto de partida para la felicidad, en un contexto social en el que se sobredimensionan las emociones, llevó a otro de los ponentes, Javier Vidal-Quadras, a profundizar en el cimiento de la familia: el vínculo de los padres. 

El barcelonés experto en familia se adentró en la arquitectura del sentimiento y su papel en la forja del carácter. Habló de la importancia de separar los sentimientos físicos –“el mal humor que sigue a un dolor de cabeza”– y psíquicos –“el canto de sirena de una vida mejor con otra persona”– de aquellos sentimientos que son auténticos.

En el extremo de los sentimientos psíquicos, opera un “corazón tiránico, que usurpa el papel de la inteligencia”; el que lleva a no negarle un capricho a un hijo, porque le puede más el sentimiento de compasión que el daño que sabe que le hará. En los sentimientos verdaderos, se manifiesta “la respuesta auténtica de un corazón noble y profundo”; suponen “una respuesta objetiva a la realidad: ver lo bueno como bueno y lo malo como malo”, ahondó el conferenciante experto en familia.

“El papel de la voluntad en el amor consiste en recrear esos sentimientos auténticos”, añadió. Así, poco a poco, se adquiere la libertad emocional, que Vidal-Quadras definió como “la adaptación de nuestro temperamento a la verdad”; ver y querer las cosas como son. Por eso argumentó que la persona emocionalmente libre hace siempre lo que le da la gana, porque siempre le da la gana de hacer lo que es bueno y, encima, disfruta haciéndolo. Un ser así es indestructible.

Libertad, voluntad y afectividad van generando sentimientos auténticos que conducen al “éxtasis de la intimidad, la esencia del amor, que se da cuando dos intimidades salen de sí mismas y se funden”. “Si hacemos eso, los hijos tendrán muchas más posibilidades de ser felices, porque lo que más necesitan para ser felices es ver y vivir en la felicidad de sus padres”, concluyó.

El carácter de los padres, decisivo para la autonomía y la autoestima de los hijos

¿Cómo ayudar a los hijos a ser personas felices? Ocho talleres profundizaron en esta cuestión desde múltiples perspectivas. Desde un enfoque positivo y esperanzado, los ponentes ayudaron a los padres a reflexionar y compartir experiencias.

Por su parte, Mercedes de Lucas, psicóloga experta en desarrollo del carácter, habló de autoestima y autonomía. El temperamento son las cosas que se heredan. Pero el carácter se modela, con las experiencias que se van teniendo a lo largo de la vida”.

“La autonomía, esa capacidad de desenvolverse, se construye desde el carácter de los padres. Por tanto, si los padres transmitimos confianza y seguridad, va a influir en su carácter. Cuanta más capacidad tenga el niño, más autoestima va a tener. Cualquier ayuda innecesaria es un obstáculo para su desarrollo”, afirmó la experta en psicología.

Y añadió: “Sobreproteger es desproteger, porque cuando sobreprotegemos, generamos una espiral de dependencia. El mensaje de fondo es ‘te ayudamos porque tú solo no eres capaz’. Así, el niño no está generando tolerancia a la frustración si no le sale bien, o de afrontar ese miedo. Esa espiral hace que tenga una baja autoestima, porque no se ve capaz de hacer algo que ve que sus iguales sí están siendo capaces de hacer”.

De Lucas también se refirió a los límites y, una vez más, al rol educativo de los padres. Los límites sanos tienen que partir de la realidad, de lo que el niño necesita, no de nuestros miedos. No puedo tener a mi hijo encerrado porque me dé miedo que monte en bicicleta. El límite tiene que ser un equilibrio entre firmeza y cariño. Por eso, cada niño, en función de cómo es, puede necesitar límites distintos”.

Unas líneas rojas que, a su vez, evitan que niños consentidos se conviertan en “déspotas desvalidos porque no generan sus propios recursos”. Frente al miedo al enfado de los hijos, recordó que “no dejarán de querernos si hacemos las cosas bien y les cuidamos”. Y explicó cómo los propios menores necesitan ese perímetro de acción claramente delineado, que les da seguridad al percibir que sus padres tienen la situación bajo control.

Al mismo tiempo, previno de exigir a los hijos por encima de lo razonable. “Tenemos que liberar a los niños de la presión de tener que ser perfectos”. Y habló de cómo padres muy centrados en resultados puede acabar traduciéndose en adolescentes con miedo a crecer por temor al fracaso. Cuestiones que resumió contraponiendo el “hijo ideal, que está solo en nuestra cabeza, al real, que tiene sus emociones, que tiene sus angustias, que está esperando que lo aceptemos como es”.

Enseñar a ser libres para ser felices

En sentido parecido habló en su taller Isabel Rojas Estapé, psicóloga y periodista, que animó a los padres a aprender a conocerse y a conocer a sus hijos para enseñarles a ser libres. “Saber si son perfeccionistas, si son maniáticos, si son creativos. ¿Qué YouTuber le gusta? ¿Qué tik-toker le gusta? ¿Qué música escucha? Tienes que conocerlo. Y saber cuáles son sus miedos. ¿Qué le bloquea? ¿Miedo al rechazo, al qué dirán?”.

También alertó contra los pensamientos rígidos, que “nos llevan a un nivel de exigencia y de control que, a la larga, nos llevan a una insatisfacción vital”. Duchas, cenas, zapatos, uniformes… “ojo con ir en modo check-list, sin conectar con la persona que tenemos al lado”, apuntó la psicóloga.

Si quieres realmente sacar lo mejor de tus hijos, enséñales lo que es la libertad. Una libertad sana que les hará valientes y capaces de conseguir aquello que realmente les hará felices”. Por eso, “en una sociedad esclava del perfeccionismo y de la imagen, educar la libertad se convierte en un apasionante reto para los padres”, dijo.

“Educar en libertad también es enseñar a vuestros hijos que hay cosas que están bien y que están mal. Enseñarles a vivir alegres y optimistas, aunque la vida a veces sea un drama. Vosotros sois la clave del alma y los corazones de vuestros hijos”, añadió Rojas.

Educación del carácter desde la fragilidad

En esta amplitud de temas sobre los que formarse, y de tareas para ayudar a los hijos en la educación del carácter, emerge otra realidad apuntada al inicio por Piñero: la fragilidad. Sobre ese querer y no poder, por la propia debilidad y la de los demás, habló Javier Cabanyes, neurólogo de la Clínica Universidad de Navarra, en otro de los talleres.

“Educar el carácter es partir de la realidad de que somos únicos e irrepetibles. Por eso, no hay fórmulas mágicas, sino personas con sus historias, con la base con la que venimos al mundo: nuestro temperamento, que se puede reforzar o contrarrestar”.

La sana autoestima, la autonomía bien desplegada y una confianza en sí mismo basadas en un conocimiento que se ajusta a la realidad de la persona, desde su fragilidad, facilitan avanzar hacia el compromiso, la búsqueda de esa libertad sana que permita a los jóvenes realizar lo que deseen, de dar respuesta a su deseo profundo de sentirse queridos.

Desde este enfoque positivo, Javier García Manglano, Doctor en Sociología por la Universidad de Maryland, planteó potenciar los ideales de los hijos, esas ganas de hacer cosas y cambiar el mundo que son apasionantes. E invitó a hacer un uso de las realidades del siglo XXI, como la tecnología, desde la magnanimidad, aprovechando las capacidades técnicas para potenciarla. Por eso, en su opinión, el gran peligro de las novedades tecnológicas es la mediocridad, que impide la amplitud de horizontes y el servicio a la sociedad.

¿Por qué quiero complicarme? Porque estoy haciendo algo bueno, no fácil. Y porque lo bueno, requiere esfuerzo. El bien es arduo. Cuando los jóvenes se han acostumbrado a lo fácil [por las facilidades que ofrece la tecnología], lo arduo es tan grande que dejan de ver el bien”. Por eso, invita a conseguir que el bien les atraiga tanto, que lo arduo se minimice.

La gran aventura del amor

El papel educativo de los padres es también importante en esta fase: ayudarles a arriesgar y enseñarles a amar sin miedo, con todas sus consecuencias, apuntó Micaela Menárguez en su taller. Nuestro deseo para nuestros hijos debería ser: Sólo quiero que te quieran. ¡Y eso es algo que depende de los padres!.

Y, a la vez, educando con el ejemplo, viviendo una realidad que refleje lo apasionante del amor: “El tema no es aguantar, ni ir tirando, hay que ‘pasarlo de miedo’”, explicó con ilusión y entusiasmo el médico y conferenciante Pep Borrell en su taller.

“Merece la pena comprometerse, que los jóvenes necesitan tener ejemplos. Que después de veros, vuestros hijos y sus amigos digan: ‘Quiero ser como ellos’”. Y ofreció consejos prácticos para dar relieve a cada momento: “Hay que quedar un día a la semana para hablar de nosotros (el matrimonio); ¡los dos solos! Para eso es importante estar acostumbrados a hablar”. “Por la mañana, de los hijos nos despedimos. ¡Nos achuchamos! Deben saber que los queremos. ¡Hablamos y nos escuchamos!”.

Educación afectivo-sexual y carácter

En su intervención, Piñero mencionó la importancia del cuerpo como un ámbito propio del carácter. Sobre esta cuestión profundizó Rafa Lafuente, experto en educación afectivo-sexual, en otro de los talleres.

Habló de la importancia de educar para amar con el cuerpo. Y explicó que es fundamental hablar con los hijos en intimidad de temas como la amistad o el amor. “Porque las cosas que nos dan la auténtica felicidad son las que ocurren de la puerta de nuestra casa hacia dentro. Y los chicos de hoy necesitan a sus padres cerca, dando ejemplo y formándose para poder ayudarles. Ahora más que nunca”.

Entre los consejos prácticos que brindó, sugirió “aprovechar vivencias que nos rodean o nos brindan los medios de comunicación para conversar y darles criterio” sobre estas cuestiones.

Por su parte, María Calvo, investigadora de la Universidad de Harvard, afirmó que “en un momento histórico en el que la pregunta ¿quién soy yo? es el aullido emocional más extendido en la sociedad actual, niños y jóvenes necesitan referentes para conocerse a sí mismos”. “La libertad sin vínculos es una forma inédita de esclavitud”, añadió.

Padres muy satisfechos con el congreso

Los asistentes mostraron su satisfacción por este encuentro de familias. Nos vamos convencidos de la educación del carácter para que nuestros hijos sean felices y hagan felices a los demás”, afirmó Alberto Forcano, presidente de la Asociación de Padres del Colegio Montearagón.

“Hemos disfrutado y aprendido muchísimo. Tanto las ponencias y sesiones que hemos recibido estos días, como las actividades que se realizan durante el curso en el cole, son una verdadera escuela para los padres”, afirmó otro participante del congreso.

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