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¿Qué ocurre cuando se da sin esperar nada?

Gema Eizaguirre (Periodista)
Existe un proverbio chino que dice: «Si quieres ser feliz durante una hora, duerme la siesta. Si quieres ser feliz durante un día, ve a pescar. Si quieres ser feliz durante un año, hereda una fortuna. Si quieres ser feliz durante toda la vida, ayuda a los demás».
En Sus ZapatosJueves, 25 de mayo de 2023
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La sabiduría es muy sabia, y la mayoría de las veces es corroborada por la ciencia. Así es en el caso de la relación entre altruismo y felicidad. Cada vez más estudios e investigaciones demuestran la interacción existente entre las áreas del cerebro responsables de la generosidad y la felicidad cuando el individuo se muestra altruista. Es más no solo cuando da lo que le sobra o no necesita, sino cuando ese acto supone un esfuerzo y un coste para uno mismo. Así lo señala un estudio realizado por expertos de la Universidad de Lübeck (Alemania), publicado en la revista científica Nature.

Hasta hace poco, esta relación de generosidad y felicidad se explicaba por las recompensas que envía el cerebro a corto plazo para así estimular conductas a largo plazo y así asegurar la supervivencia; esto es lo que sucede al comer o al practicar sexo. Sin embargo, se ha demostrado que en esta relación entran en interacción dos áreas cerebrales: la unión temporal parietal y el estriado central. “Cuando la gente se compromete a realizar una acción generosa –como invertir el dinero recibido en otra persona–, la unión temporal parietal desempeña un papel esencial en superar los motivos egoístas personales, incluso aunque la generosidad tenga un coste para uno”, aducen los investigadores.

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Cuando la gente se compromete a realizar una acción generosa –como invertir el dinero recibido en otra persona–, la unión temporal parietal desempeña un papel esencial en superar los motivos egoístas personales, incluso aunque la generosidad tenga un coste para uno

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El altruismo al igual que la empatía son términos que están en auge. Las grandes empresas muestran y presumen de su departamento de RSC (Responsabilidad Social Corporativa) y aparecen con grandes campañas en los medios de comunicación. Pero cada vez más, multitud de personas anónimas y pequeñas empresas dedican tiempo y recursos económicos –aunque no les sobre‑ a apoyar pequeñas iniciativas que se hacen grandes gracias a esos muchos pocos.

Este es el caso Embalajes Hurtado SL, una empresa familiar ubicada en Torrejón de Ardoz (Madrid), que dirige Elena Hurtado. Elena explica: “Es algo que he tenido claro desde siempre, el ayudarnos los unos a los otros con lo que podamos cada uno, ya sea tiempo o dinero…”.

Así lleva años colaborando con diversas ongs como son: “Mujer y Madre”, que trabaja por la salud de la mujer en Guinea-Bissau; “Manos Mundi”, que ayuda a las familias con personas con discapacidad y con “Acnur”. Además, Embalajes Hurtado también apostó por ayudar al programa de convivencia escolar contra el acoso “En Sus Zapatos: Un Espacio de Empatía Activa”, cuando tan solo se había realizado el piloto, allá por el 2017. A fecha de hoy “En Sus Zapatos” ha llegado a 85.000 personas (alumnos, docentes y familias) en más de 100 centros escolares. “Considero que estoy siendo coherente con mis principios y mis valores, y eso me hace sentir bien conmigo misma, que soy la única persona a la que tengo que rendir cuentas”, señala con gran autenticidad.

Razones que mueven

Precisamente, fue un caso de acoso escolar que vivió ella de cerca lo que le hizo no dudar en contribuir con este proyecto de convivencia escolar a través de la educación emocional y el teatro de conciencia. “Valoré que se centraba en la Educación, y para mí todo se reduce a eso: a recibir una buena educación desde pequeños. Pero me gustó mucho que se centrara en las emociones. Creo que es fundamental para relacionarnos comprender cómo funcionamos en ese aspecto. Desde pequeños nos enseñan cómo funcionan todos los órganos del cuerpo, pero ¿qué pasa con las emociones? ¿qué pasa con eso que «no se ve» y que también forma parte de tu día a día?”, explica Elena.

Aunque la sociedad actual intenta vendernos a toda costa los parabienes de una competitividad agresiva y mal sana, este ayudarnos y cooperar los unos con los otros es algo innato en el ser humano y, precisamente, lo que ha hecho desarrollarnos y avanzar como especie y como sociedad.

Las investigaciones muestran que esta forma de estar en el mundo, predispuesto a dar desinteresadamente produce una cadena de beneficios concretos que lleva a ese sentirse bien y feliz como son: mejora nuestra confianza y optimismo, autoestima, capacidad relacional e integración social… ¿Qué más se puede pedir por tan poco?

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