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Dolly Montoya: "En Colombia hemos conseguido que la Universidad sea un espacio de paz"

Desde 1867 a 2018, la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) nunca tuvo una mujer a su cargo, hasta que llegó a ese despacho Dolly Montoya (Pereira, 1948), una mujer que puso bocabajo un sistema que necesitaba 'engrasarse', y que tenía, entre otras cosas, sedes universitarias en zonas de conflicto armado, a la vez que consiguió un facultad de Medicina en menos de un año de gestiones.
Fermín CabanillasLunes, 24 de julio de 2023
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La rectora de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), Dolly Montoya.

Su llegada al cargo fue considerada un hito en la historia del país, además de un merecido reconocimiento a su liderazgo y a la gran cantidad de mujeres que a lo largo de la historia han destacado en los distintos campos del conocimiento, las ciencias, la cultura y las artes, aunque ella lleva con la humildad de su experiencia vital todos los halagos.

En una entrevista con Efe en la sede de La Rábida (Huelva) de la Universidad Internacional de Andalucía (UNIA) , donde ha participado en un encuentro de docentes, Montoya asegura que no tiene “ningún problema en la vida” y defiende que las universidades deben ser, “sobre todo, un espacio de paz”, un argumento de especial importancia en su país, donde su institución es clave «contra la guerra y la corrupción». Para ella es sumamente importante “porque digamos que somos un país que siempre ha vivido en guerra, y yo siento que hay factores muy importantes porque la guerra se origina por las dificultades de incluir a toda la sociedad y, por falta de gobernanza, hay gente excluida que es marginada y que se cansó de estar marginada”. “Entonces, ellos dicen con toda la razón: ‘yo quiero ser incluido a la fuerza o no a la fuerza, pero quiero inclusión”, y la Universidad comienza a ser un factor clave para ello, de forma que la educación le gane a las armas, en un país donde, afirma, se pueden hacer reformas tributarias para conseguir mejoras en algunas zonas basadas en la economía, pero “la corrupción es tres veces más que una reforma tributaria cualquiera”.

Montoya asegura que no tiene “ningún problema en la vida” y defiende que las universidades deben ser, “sobre todo, un espacio de paz”, un argumento de especial importancia en su país, donde su institución es clave "contra la guerra y la corrupción"

Así que la Universidad Nacional de Colombia decidió atacar el problema desde abajo, “y lo primero que hacemos es establecer un centro de investigación, con gente que se instala en cada región, y cuando ya conocemos la región podemos saber qué es lo que sucede, cuál es el problema social existente, qué tipo de población la habita”. A partir de ahí se comienza a trabajar en unos programas especiales “donde los estudiantes, si se presentan en Bogotá, no van a pasar nunca”, y se profundiza con el trabajo en la sede de frontera, mediante “un programa de admisión especial en el que ellos compiten, presentan el examen de la Universidad pero compiten entre ellos, no con Bogotá, ni con Medellín, ni grandes ciudades”, consiguiendo acceder a la Universidad con una media de 200 puntos, cuando en la sede de Bogotá es de 800. “Se trata de nivelarlos al nivel de Bogotá, Medellín, Manizales y Palmira, analizando cada zona”, dando acceso a las aulas a gente “que sabe leer y escribir, pero no tiene comprensión de lectura de verdad, así que hay que enamorarlos del conocimiento”, con la premisa de que el trabajo es desde abajo, porque “en algunos sitios ellos no saben en medio de esa violencia qué deben hacer y qué es lo correcto y qué no, ni les importa”.

La labor, que no es sencilla, tiene sus premios, con alumnos que se convierten en líderes regionales (ya tienen a 24), “muchachos que trabajan con organismos internacionales con cuatro frentes desmovilizados de las FARC”, entre otros logros. Se ha conseguido que indígenas de algunas zonas terminen siendo doctores universitarios, que sus líderes regionales fuesen una guía para su gente durante la pandemia, y que, en definitiva, las aulas sean una alternativa a la violencia, y todo desde una universidad pública, donde esta química farmacéutica -su currículum es imposible de resumir- ha puesto un punto y seguido en una gestión rectoral que es ejemplo a seguir en medio mundo.

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