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Otra educación es posible: 51 propuestas y un propósito

Algunos de los participantes del Encuentro de Docentes por la Inclusión y la Mejora Educativa, celebrado el sábado pasado en Fuenlabrada, realizan un balance de lo que dio de sí la jornada, así como de los retos por delante.
Colectivo DIMEViernes, 22 de septiembre de 2023
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Ilustración del orientador educativo David G. Gándara sobre el I Encuentro DIME, celebrado el 16 de septiembre en Fuenlabrada. © MR ROOKES

El pasado sábado día 16 tuvo lugar en Fuenlabrada (Madrid) un encuentro de docentes de todas las etapas y áreas educativas, convocados por el Colectivo de Docentes por la Inclusión y la Mejora Educativa (Colectivo DIME). A este encuentro acudieron en torno a medio centenar de personas con la pretensión de compartir y aprender de las experiencias educativas de profesionales de cada rincón de España y debatir sobre cómo conseguir una educación más inclusiva. Un evento al que también estuvieron invitadas familias con hijos e hijas en edad escolar. Con su presencia se pudo abrir un campo de colaboración entre agentes de la comunidad educativa, indispensable para cualquier avance en materia de derechos educativos.

¿Pero qué lleva a que docentes de diferentes lugares se reúnan para debatir y construir propuestas para mejorar la escuela? Desde el pasado mes de noviembre de 2022, el Colectivo DIME viene participando en medios de comunicación y redes sociales en la construcción de una perspectiva de la escuela como institución pública que proteja los derechos de todo su alumnado. Frente a discursos apocalípticos y negacionistas que parecen resurgir en torno a la educación (al igual que en otros sectores), a comienzos de verano, y coincidiendo con la campaña electoral, el Colectivo DIME lanzó el documento Otra educación es posible: 51 propuestas abiertas para una educación inclusiva de calidad, que pretendía estimular el debate educativo desde una perspectiva propositiva y constructiva. Así, se invitaba a toda la comunidad educativa a plasmar cómo imaginamos la educación que deseamos.

Pero este documento necesitaba y necesita seguir siendo enriquecido y un paso imprescindible era encontrarse offline, para conocer diferentes realidades y recoger propuestas que puedan ser útiles en centros educativos tan diversos como podemos encontrar por todo el territorio.

Contextos diversos

De este encuentro surgieron variedad de propuestas propias de contextos educativos muy específicos (escuela rural, escuelas de idiomas, centros de Educación Especial, centros experimentales de comunidades autónomas, entre otros) lo que supuso a la vez un reto y un enorme potencial para alcanzar acuerdos dialogados: una docente de Aragón comentaba las dificultades que tiene la escuela rural para permanecer abierta y lo duro que es para los pueblos asistir al cierre de sus escuelas; otros dos de Almería narraron cómo un centro descartó los libros de texto y usó el dinero del cheque libro para otros materiales que veían más idóneos para sus circunstancias; un docente de Barcelona explicó que trabaja en un centro experimental en el que no hay notas ni asignaturas y el propio alumnado participa de forma democrática en el funcionamiento del mismo; otro profesor, en cambio, trabaja en un instituto de una de las zonas más desfavorecidas de Andalucía. ¿Cómo se podrían concretar 51 propuestas para una educación pública cuando se juntan docentes que viven realidades tan distintas? ¿Qué podrían tener en común? El hecho en sí mismo de encontrarse en Fuenlabrada fue un enriquecimiento de las propuestas y un primer paso para el acercamiento y la construcción.

Siete ejes

Poniendo en marcha estrategias propias del aprendizaje cooperativo, los asistentes se dividieron en grupos de trabajo en torno a siete ejes que estructuraban las 51 propuestas: Educación pública; Educación de calidad; Profesión docente digna; Educación inclusiva, intercultural y antirracista; Educación feminista; Educación ecosocial; Educación libre de maltrato y malestar infantil. De esta forma, tras el debate de los grupos de trabajo se trasladaron al gran grupo algunas propuestas de consenso que permitían enriquecer el documento. En ese momento, surgieron nuevas ideas, nuevas propuestas, por lo que se emplazó a futuras reuniones telemáticas que permitieran concretar aún más cómo queremos que sea nuestra escuela pública.

Terminado un debate que supo a poco y que dejó la sensación de que hay elementos que requieren de mayor reflexión y al que el colectivo y toda la comunidad docente deberá prestar más atención, se pusieron en común los acuerdos surgidos en cada uno de los grupos. No hubo votaciones, sino que se practicó un método de consenso-disenso, de manera que si una propuesta obtenía el consenso del plenario era incorporada y si, por el contrario, generaba dudas o discrepancias, el colectivo se comprometía a abordar de manera monográfica ese asunto. Un ejemplo de esto último fue la jornada escolar, sobre la que se escucharon opiniones en diversos sentidos, no necesariamente contradictorias. ¿Cuál es la mejor jornada para el alumnado y cómo la podemos establecer respetando los derechos laborales del profesorado y atendiendo a las necesidades de conciliación de las familias? Desde el colectivo DIME nos proponemos abordar este debate durante el iniciado curso escolar para obtener propuestas consensuadas dirigidas a mejorar la calidad y el bienestar social y educativo.

En cualquier caso, el colectivo no da por cerrado ningún debate. Estas 51 propuestas pueden revisarse todas las veces que haga falta, siempre abiertas a la crítica y con el afán de tener el mayor alcance y consenso posible. Hay debates en educación que requieren pausa, y ser cocinados a fuego lento, con un propósito firme, pero atendiendo a la necesidad de pararse, tomar perspectiva, hacer zoom out para ver todo mejor.

Si la mañana estuvo llena de intensidad debido al debate sobre las 51 propuestas, la tarde no le fue a la zaga con los talleres que se realizaron. La finalidad de los mismos fue plenamente educativa: implicar al alumnado, convertir en fortaleza su diversidad y ofrecer distintas alternativas de representación, acción y expresión, en línea con favorecer un diseño universal y una educación accesible a todos y todas. Se organizaron en tres fases: «Cómo se diseña una situación de aprendizaje», «Cómo se organiza la evaluación formativa» y «Taller de reparación de «situaciones de aprendizaje».

Colectivamente reflexionamos sobre la tarea de programar las enseñanzas, el sentido de esta programación como arquitectura curricular frente a la necesidad de planificar los diferentes elementos para facilitar la improvisación «como si de un concierto de jazz se tratase», pensamos y repensamos en la calificación frente a la evaluación, en cómo conseguir que todo nuestro alumnado obtenga un 10 o si el mero hecho de «hablar de dieces era situarse en un marco equivocado». Aprender debe ser un proceso en el que sentirse acompañado, aprender «no debe doler» a ningún miembro de la comunidad educativa. Todo ello alejado del ruido que con frecuencia se vive en las redes sociales y que entorpece el debate educativo, y con el claro objetivo de lograr un modelo de trabajo que procure la inclusión con el mayor de los éxitos.

En definitiva, el día giró en torno a la idea de ensanchar ideas, formar un círculo, cada vez más grande, en el que cada uno tenga voz y escuche pacientemente a los otros, que cada una tenga la posibilidad de callarse y no sentirse obligada a participar. Un espacio en el que las voces de todas las familias también tengan cabida. Un espacio, al fin y al cabo, en el que nos presida el propósito firme de que todos nos sintamos incluidos.

  • Artículo escrito por María Montero Román, María Cañete Barcenilla, Rafael Navarro Zaá, David de la Rosa y Pedro C. Mellado Moreno.
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