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La Educación en España: Ni al nivel que le correspondería ni el origen de todos los males

Dos catedráticos de instituto reflexionan sobre el punto en que nos encontramos y plantean posibles soluciones. Recuperar el valor del esfuerzo y diferenciar enseñanza obligatoria de unificada, entre las salidas que proponen.
Saray MarquésMartes, 24 de septiembre de 2019
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Enrique Baca, J. A. Marina y Ricardo Moreno, en el encuentro organizado por la Fundación Ramón Areces y Deliberar en Madrid. JORGE ZORRILLA

¿Cualquier tiempo pasado fue mejor? Cualquier hijo de la Logse ha oído en innumerables ocasiones que sus hermanos mayores salieron mejor preparados de BUP y COU (LGE). Y el profesor Ricardo Moreno no oculta sus nostalgia por esos tiempos en que un hijo de pescadores, de agricultores, de familia humilde, sabía que sus padres no le iban a poder ayudar con lo de clase, pero que por las tardes la casa se quedaba en silencio y se apagaba la tele para que pudiera hacer sus tareas y llegar donde ellos no habían llegado, esos tiempos en que a la escuela se iba «a aprender», en que «no se engañaba a los alumnos, no se les decía que lo importante son las emociones, la creatividad», en que buena parte de los catedráticos de instituto integraban el plantel de intelectuales del país…

¿Cuándo se torció todo?

Como Ricardo Moreno, José Antonio Marina es catedrático de instituto. El primero, de Matemáticas. El segundo, de Filosofía. Un gremio que –reconocido por los propios artífices de la ley socialista de 1990– fue uno de los olvidados por la Logse: «No tuvimos en cuenta la cultura de estos profesores», confesaba Álvaro Marchesi a MAGISTERIO.

A ambos, a Moreno y a Marina, les duele la Educación en España, pero de diferente manera. Para Moreno, «La LGE era mala, pero a los 14 años los alumnos salían mejor preparados que hoy a los 16. Sin saber escribir correctamente ni el sistema métrico decimal, se les está ofreciendo un título que es un carnet de pobre. Las universidades, por su parte, compiten a la baja para no quedarse sin alumnos, y no puede haber controles externos ni reválidas, porque son competitivas». Marina matiza: «Tenemos un sistema educativo mediano, ni muy bueno ni muy malo, en la media de los rankings internacionales, no tan bueno como lo necesitamos, pero nunca estuvo tan bien como hoy, pues en nuestra época, en los sesenta, un 18% de la población era analfabeta, el 90% tenía como máximo Educación Primaria, y un 10% tenía una formación estupenda. La selección era brutal».

Galería de problemas

Marina y Moreno comparten sus diagnósticos en el marco del debate organizado la semana pasada por las fundaciones Ramón Areces y Deliberar en Madrid bajo el lema La educación en España ¿Un problema irresoluble? con el psiquiatra Enrique Baca, presidente de la Fundación Deliberar, como moderador.

Este presenta la Educación como un «problema perverso» en que las soluciones parciales o precipitadas pueden empeorar más las cosas, al que se atribuyen toda suerte de problemáticas sociales, en que las noticias positivas son la excepción y en que lo racional se ha supeditado a las ideologías de unos y otros. «Cualquier ciudadano español piensa que la Educación es importante y tiene tendencia a pensar, a tenor de lo que le dicen, que la Educación en España es un fracaso», introduce.

Ante esto, Marina detalla los principales problemas que nos aquejan: la descoordinación entre el sistema educativo y laboral, el «estrepitoso» abandono educativo temprano, la excesiva diferencia entre los buenos y los malos alumnos, el desinterés de los Gobiernos por la formación de los profesores, la existencia de 17 sistemas educativos distintos… y la contaminación de la Educación por parte de las ideologías: «La ideología es a la Educación lo que la mixomatosis al conejo, la deja morir».

José Antonio Marina: "

La ideología a la Educación es lo que la mixomatosis al conejo, la deja morir

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El filósofo no tiene problema en disparar a derecha e izquierda. No ve de recibo que el profesor Alberto Royo en Contra la nueva educación (2016) asevere que «La izquierda hace tiempo que asumió la defensa de la estupidez en la escuela» o que el intelectual Antonio Muñoz Molina le secunde con un «La izquierda política y sindical decidió misteriosamente que la ignorancia es liberadora», pero tampoco que José Moya exponga en La ideología del esfuerzo (2014) que si todo el éxito radica en el esfuerzo del alumno se descarga de responsabilidad al sistema.

Si Moreno asegura que hay problemas de Matemáticas que antes correspondían a Bachiller y hoy no se pueden plantear en una facultad, Marina insiste en que «No está demostrado que los alumnos antes salieran mejor formados», aunque concede a Moreno que ciertas cosas han cambiado –»Antes, al volver de la escuela no nos preguntaban «¿Has sido feliz?» sino «¿Has sido bueno?». En la visión de Marina, en las generaciones anteriores se tenía una clara conciencia del sentido del deber y de la obediencia, pero sin una conciencia de los derechos ni una valoración de la libertad. «Ahora se trata de valorar estas, pero sin descuidar las otras», expone.

Ambos perciben un posible riesgo, y es que decaiga el valor social del conocimiento. Una amenaza para Moreno es el hecho de que se pase de curso «por imperativo legal», que cunda entre los padres la idea de que «No será tan importante aprobar, pues mi hijo suspende y pasa de curso». La otra, que lo es para ambos, es que la Educación deje de verse como una manera de mejorar las perspectivas sociales. «Ante generaciones de chicos y chicas que han desarrollado una muy buena carrera pero no han tenido la progresión económica y social que se les auguraba surge el «¿Para qué esforzarse?», reconoce Marina.

Frente al desaliento

«Los padres han perdido esa idea de la Educación como salvación. Por tanto, hay que convencerlos de que si un título universitario no da posibilidades, carecer de él da muchas menos. Pero yo creo que a este descuido llegamos por esa idea de la Nueva Pedagogía de que el conocimiento no era lo importante, de que lo importante era la empatía, que el niño fuera contento… «, relata Moreno. «Por esto y por la desvalorización de la FP. Yo mantendría la enseñanza básica hasta los 12 años y a esa edad los chicos que quisieran podrían decantarse por la rama de FP hasta los 16», reflexiona Moreno, que diferencia Educación obligatoria de Educación unificada. «En los institutos necesitamos buenos profesores, pero no héroes», asevera el profesor, que compara a los alumnos que permanecen en clase hasta los 16, sin querer estar ahí, con los pacientes que no hacen caso del consejo de su médico, con lo cual da igual lo bueno o malo que sea su facultativo.

Ricardo Moreno: "

Yo mantendría la enseñanza básica hasta los 12 años y a esa edad los chicos que quisieran podrían decantarse por la rama de FP hasta los 16

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Para Marina, la existencia de itinerarios diferenciados desde los 13 años, para luego unirse y conceder un mismo título a los 16, plasmada en la Ley Pilar del Castillo o LOCE (2002), que no entró en vigor, sería una buena salida a uno de los principales escollos que legó la Logse al sistema. «Se trata de que todos los alumnos aprendan todo lo que puedan, que lleguen al máximo. Entonces la que metió la pata fue la izquierda, que dijo que eso era discriminar a los alumnos antes de tiempo», concluye el filósofo.

Marina o la sensación de predicar en el desierto

En 2015, José Antonio Marina pronosticaba que el sistema educativo español podría ser de alto rendimiento en cinco años. Elaboró una propuesta con su equipo, que incluía el incremento del PIB hasta un mínimo del 5%, pero no se tuvo en cuenta. En 2016, el libro blanco de la profesión docente que le encargó el ministro Íñigo Méndez de Vigo acabó en un cajón y en 2017 vio cómo la confección del pacto educativo recaía en una subcomisión en el Congreso: «No quise asistir como experto, indignado porque creo que una subcomisión es la solución cuando no se quiere solucionar nada», explica.

El pacto fracasó en 2018, pero Marina sigue insistiendo en que o mejoramos nuestro sistema o veremos mermar nuestro nivel de vida, por la que él llama la ley universal del aprendizaje: «Cualquier persona, empresa o sociedad necesita aprender al menos a la misma velocidad a la que cambia su entorno para poder sobrevivir en él, y a más velocidad si quiere progresar».

Vamos tarde, si atendemos a sus pronósticos, pero Marina se fija en cómo lo están haciendo algunas comunidades autónomas, ya al nivel de Finlandia, o en nuestro sistema sanitario –el tercero mejor del mundo, en Educación estamos en el puesto 17– y cree que hay esperanza. Eso sí, Marina no se casa con nadie, como puede comprobarse en su libro El bosque pedagógico, y lo mismo defiende que se recupere el valor del esfuerzo que se valore la comtencia de «aprender a aprender», al tiempo que rechaza que calidad o equidad en Educación deban ser patrimonio de la derecha o de la izquierda. Por último, se muestra muy crítico con las aportaciones de la Psicología a la Educación, por introducir la idea de que el carácter no se educa, por trocear al ser humano con teorías como la de las inteligencias múltiples o por pretender desterrar la memoria, «cuando no se puede ni aprender ni inventar ni crear ni recordar sin memoria; esta lo es todo», proclama.

Ricardo Moreno: Contra el buenismo (y el sindicalismo) educativo

Ricardo Moreno sabe que sus posiciones son polémicas. «Yo no puedo entrar en una facultad de Educación sin escolta», bromea el profesor.

El autor de Panfleto antipedagógico, con prólogo de Fernando Savater; de De la buena y la mala educación, introducido por Eduardo Mendoza, y de La conjura de los ignorantes, prologado por Arcadi Espada, arremete durante el debate, entre otros, contra los sindicatos y echa de menos aquellas oposiciones de acceso duras pero serias –»No como ahora, en que ha habido oposiciones en que el que tenía puntos entraba con un 2, y el que no tenía puntos no entraba aunque tuviera un 6″–. «Si CCOO y UGT no hubieran existido en la enseñanza esta sería muchísimo mejor. No les importa la Educación sino sus afiliados. Antes en el cuerpo de catedráticos había intelectuales helenistas, matemáticos, escritores… pero los sindicatos acabaron con esto. Les parecía que el hecho de que esta gente estuviera en los institutos era elitista», critica.

El profesor, que asegura que siempre se consideró «de izquierdas», no está solo. En su mismo barco están Fernández Liria (Escuela o barbarie), Mercedes Ruiz Paz (La secta antipedagógica), la hispanista y pedagoga sueca Inger Enkvist o la actual presidenta del Consejo Escolar de la Comunidad de Madrid, Alicia Delibes.

Motivación, autoestima y frustración

  • El fin de la voluntad. Para Marina, la motivación siempre debe ir acompañada del deber. La autoestima debe ir ligada, del mismo modo, a un comportamiento adecuado para no encontrarnos, como sucedió en California, con delincuentes juveniles pero con récord de autoestima. «Que desapareciera la noción de voluntad en los años veinte y se sustituyera por la motivación nos ha llevado a un callejón sin salida en la escuela. Con la motivación, el motivo tira de todo. Con la voluntad, yo tiro de todo. Aunque no tenga ganas tengo que hacerlo, es mi obligación», razona.
  • Rebajas del esfuerzo. Para Ricardo Moreno, términos como motivación o autoestima resultan falaces: «El alumno debe estudiar esté o no motivado, pero estamos transmitiendo la idea de que en tiempos de internet el conocimiento es reaccionario y el de deber, frustrante». A su juicio, rebajar la exigencia con el fin de reducir el fracaso escolar es un error y supone «enterrar vivo al alumno en sus limitaciones».
  • La frustración. El psiquiatra Enrique Baca recuerda cómo el ilustre pediatra americano Benjamin Spock transmitió el siglo pasado que el principio general de la Educación Infantil estaba en evitar sistemáticamente la frustración del niño. «De aquellos polvos vienen estos lodos ¿Tenemos que volver a reivindicar el valor del esfuerzo en la escuela?», cuestiona. «Se les protege: «Que el niño no sufra», y quizá por no estar mal ahora pueden estar mal el resto de su vida», reflexiona José Antonio Marina.
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