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Un Congreso real surfeando obstáculos

Manuel Carmona
Profesor universitario
10 de marzo de 2020
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Empezamos a celebrar el I Congreso Internacional Artistas y Técnicos en el Aula hoy martes 10 y mañana miércoles 11 de marzo. La calidad humana y profesional de los ponentes es extraordinaria: los arquitectos Nicolás Maruri y Andrés Cánovas; la dramaturga, actriz y directora de teatro, Yolanda Mancebo; el diseñador de interiores y empresario, Diego Rodríguez; y el artista y pintor, Dis Berlin.

Todos ellos desde el principio cuando les propuse su participación aceptaron encantados. Y desde entonces todo han sido facilidades y generosidad hacia los organizadores de este evento (la Dra. María Luisa Walliser, los estudiantes Eva Gutiérrez, Lidia Soler, Óscar Moreno y Zenobia Pérez, y un servidor). También hemos de agradecer la ayuda del equipo de hombres y mujeres conserjes del Campus de Aranjuez (Pilar, Javier, Begoña, Marisa, Diana, José Carlos, María José…) facilitándonos las tareas que hemos ido necesitando por el camino.

Y como ya apunté en esta columna la colaboración maravillosa del Centro Cultural Isabel de Farnesio de Aranjuez cuando la inscripción superó los 210 estudiantes, viéndonos obligados a buscar un auditorio con mayor capacidad. Así da gusto trabajar y desarrollar sinergias con cualquier entidad pública o privada. Esto es un claro ejemplo de tener altura y profundidad de miras, y actuar en beneficio de la mayoría, de la sociedad civil en su conjunto.

Esto es un claro ejemplo de tener altura y profundidad de miras, y actuar en beneficio de la mayoría, de la sociedad civil en su conjunto

Sin embargo, no todo han sido facilidades por el camino, normal por otra parte, así es la vida. Y algunas personas y alguna entidad no han estado a la altura de las circunstancias, sin aceptar el cambio de unas clases que se les ofreció mirando por el conjunto de los implicados y del que se hubieran beneficiado el 80% de los alumnos, la Facultad y la propia URJC, ojalá recapaciten para el futuro. Y es que cualquier creación humana o cualquier institución, no crece, no madura y no alcanza sus potenciales capacidades si no es capaz de remar todo su equipo en la misma dirección. Ejemplos tenemos millones a lo largo de la Historia de la Humanidad. Como muestra un botón: la mejor Facultad de Filosofía y Letras de la Historia de España y de Occidente en el siglo XX, que fue la Universidad Central entre 1910 y 1936, fue posible entre otros motivos porque todos los hombres y mujeres que trabajaron en ella actuaron como un auténtico equipo, como una afinadísima y genial orquesta en la que cada músico interpretaba su instrumento en pro de la obra común. He ahí el tomo I de Una vida presente de Julián Marías o Viaje por el Mediterráneo para quien quiera conocer esa historia de grandeza, humildad y genialidad humana y universitaria.

Se habla, se escribe, se divaga, sobre las carencias del modelo universitario español. Se publican rankings nacionales e internacionales. Estadísticas, números y más números cada año. Papeles mojados, que sólo sirven a unos para justificar sus puestos de trabajo, y para cubrir huecos y egos. Si de verdad se quiere hacer de cualquier institución universitaria en este país o en cualquier otro un lugar de sapiencia al servicio de sus miembros y de su sociedad, tomemos los ejemplos sabios del pasado para seguirlos como referentes, y mejorémoslos en todo aquello que sea necesario y en función de las circunstancias de todas las personas y colectivos implicados en pleno siglo XXI.

Durante estos dos días no solamente vamos a conversar sobre la arquitectura, el teatro, el diseño de interiores y la pintura y el arte, sino también sobre todas las circunstancias de la vida que estos excelsos ponentes con carreras internacionales labradas desde la vocación, el compromiso, y la coherencia, han tenido que lidiar para llegar hasta aquí. En síntesis como posibles ejemplos de escuela de vida.

Para concluir esta meditación haré una acotación personal, surgida de una grata y grave conversación con dos estudiantes inteligentes y comprometidos el pasado viernes al finalizar la clase. Esto tampoco es nuevo: así actuaban los peripatéticos griegos hace casi 3 milenios cuando crearon su Escuela. Lo normal cuando se ejerce por ambas partes la realidad de docente y de estudiante en su plenitud. Cuando por ambos lados se busca mejorar el discurrir de un curso académico. Me centro en lo nuclear de la misma: hoy en día, cualquier actividad humana, como las cuatro que nos reúnen estos dos días, requieren de tesón, voluntad, constancia y autenticidad si se quiere hacer una carrera profesional y humana que merezca la pena, y conciliarla con el resto de avatares cotidianos. Y cualquier acto y obra necesitan de eventos para darles difusión y presentarlos al gran público. Por tanto exigen comunicación y visibilidad. Por último, también implican que la institución que se ve beneficiada por su celebración ponga todos los recursos imprescindibles para llevarlo a buen puerto.

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