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Infantil y Primaria prefiere promoción automática, ESO y Bachillerato autonomía y ajustar el currículo

Los maestros de Infantil y Primaria quieren evaluación positiva con y sin condiciones este curso. En Secundaria y Bachillerato se da la tendencia contraria, ya que los profesores de estas etapas preferirían tener más autonomía y ajustar el currículo.
Diego FranceschMartes, 12 de mayo de 2020
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Es difícil que una solución única para la evaluación de este curso pueda ser bien entendida y recibida por todos los docentes. © ANDRII SYMONENKO

Según el estudio de los cuatro escenarios de evaluación preferidos por el profesorado este fin de curso (autonomía del centro, adaptación curricular, evaluación positiva con condiciones y evaluación positiva sin condiciones), mayoritariamente, las maestras y maestros de Infantil y Primaria preferirían un escenario de evaluación positiva con y sin condiciones. En Secundaria y Bachillerato, sin embargo, se observa una tendencia contraria, ya que los profesores de estas etapas preferirían un escenario alternativo a una evaluación positiva.

En concreto, el 64,4% de los maestros de Infantil prefieren evaluar positivamente a todos los alumnos, lo mismo que el 54,1% de los docentes de Primaria. En Secundaria, el 62, 3% prefieren ajustar el currículo y tener más autonomía cada centro a la hora de decidir, por el 54,7% de los profesores de Bachillerato.

Pros y contras

En todos los escenarios hay pros y contras. En el primero de ellos, por ejemplo (autonomía del centro), los docentes encuentran que es «una dejación de funciones por parte de la Administración y resaltan que esta pretende ‘echar la pelota’ al tejado de los docentes sin necesidad de definirse legalmente».

Además, los docentes señalan desigualdades de todo tipo en este escenario (contenidos, contextos, situaciones personales, etc.) con los consiguientes problemas para la realización de una evaluación justa y eficaz.

62,3%
Secundaria

En Secundaria, el 62,3% prefiere ajustar el currículo y tener más autonomía cada centro a la hora de decidir, por el 54,7% de los profesores de Bachillerato

Entre los factores positivos de la autonomía, el profesorado afirma que este escenario representa «la mejor manera de atender la desigualdad ya que cada centro y cada docente conoce mejor que nadie las realidades de su alumnado». También un número alto de comentarios enfatizan y agradecen que, por fin, si este fuera el escenario elegido, la Administración «conceda autonomía real a los centros y lo destacan como un acto de confianza hacia el profesorado».

En el escenario de ajuste de currículo, el profesorado detecta problemas también, como que resulta «imposible garantizar la homogeneidad de los contenidos mínimos entre centros» y de que existen «enormes dificultades para la calificación justa y eficaz en un contexto virtual».

En este escenario se requieren «cambios en los criterios de evaluación y promoción legalmente establecidos de tal forma que el profesorado tenga un marco legal al cual atenerse».

También existe un problema de tiempos y plazos para una adaptación rigurosa del currículo, lo cual implica un trabajo de coordinación intra e intercentros que puede ser complicado o imposible en la situación actual.

Un número amplio de opiniones afirma que el rango de calificación presente en la normativa «no se adapta a la situación actual, mostrándose especialmente en desacuerdo con la posibilidad de un suspenso que se derivara de la imposibilidad de conectarse a la docencia en línea u otras situaciones de desigualdad por motivos socioeconómicos, familiares o incluso sanitarios».

Un número amplio de opiniones afirma que el rango de calificación presente en la normativa no se adapta a la situación actual

En positivo, algunos participantes en el estudio opinan que este escenario permite «reforzar y mantener el hábito de estudio del alumnado y trabajar con autonomía a los centros». Esta opción se percibe como “la más justa” por parte del profesorado, aunque el concepto de justicia se repite en respuestas antagónicas.

Algunos docentes creen asimismo que este escenario podría permitir «consensuar unos objetivos mínimos» y cambiar el sistema hacia un modelo “más competencial” y que incluyera otro tipo de contenidos (“transversales”) que los docentes consideran que son más relevantes dada la situación actual.

Polarización del profesorado

Donde existe más polarización entre el profesorado es en los escenarios 3 y 4 (evaluación positiva condicionada o no). Además, a diferencia de los dos primeros escenarios, los docentes detractores de los escenarios 3 y 4 demuestran un alto nivel de respuesta emocional, en algunos casos incluso mostrando cierta agresividad verbal respecto a la puesta en práctica de estos escenarios, mientras que las opiniones favorables suelen utilizar un lenguaje conciliador y argumentativo.

Donde existe más polarización entre el profesorado es en los escenarios 3 y 4 (evaluación positiva condicionada o no)

Los docentes que se muestran desfavorables a este escenario plantean que la evaluación positiva se considera un aprobado general y esto choca con la llamada “cultura del esfuerzo”. Los docentes que no optan por este escenario dan un valor importante a la calificación y consideran que esta medida no permitiría certificar los aprendizajes de manera adecuada.

Los que apoyan la evaluación positiva condicionada creen que es el escenario que «mejor garantiza la equidad y la justicia de la evaluación». Y que en este escenario se pueden contemplar y tratar las situaciones excepcionales que viven el alumnado y las familias en este momento. Los docentes que apoyan este escenario la definen como una medida “sencilla”.

Por último, en el escenario 4 (evaluación positiva sin condiciones) la responsabilidad es asumida por la Administración, e implicaría la promoción automática. El análisis de este escenario es parecido al análisis del escenario 3 en cuanto a percepciones favorables y desfavorables.

Lo que hay detrás de cada escenario de evaluación

  1. La concepción del proceso de enseñanza como transmisión de contenidos (escenarios 1 y 2) ligados a un tiempo concreto (2019-20) frente a la enseñanza como construcción de conocimiento (escenarios 3 y 4) que puede ser llevada a cabo en momentos distintos (cursos 2020-21 y siguientes).
  2. La definición de la evaluación como certificadora de aprendizajes y calificaciones (escenarios 1 y 2) o como mecanismo de regulación del aprendizaje y búsqueda de soluciones ante los problemas (escenarios 3 y 4).
  3. El concepto de justicia respecto el alumnado: los docentes que apoyan los escenarios 1 y 2 parecen estar alineados con un concepto “distributivo” de justicia vinculado a la llamada “cultura del esfuerzo” y “ser justos” en relación con el mérito anterior a la situación de confinamiento, mientras que los docentes que apoyan los escenarios 3 y 4 parecen estar en sintonía con un concepto “conmutativo” de justicia más preocupado por garantizar que ningún estudiante se vea perjudicado de ninguna manera por la situación de confinamiento.
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