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Un septiembre enfocado a la Educación emocional

La vuelta a las clases presenciales tras la pandemia debe priorizar un apoyo emocional previo y continuado.
Adrián ArcosMartes, 16 de junio de 2020
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Los contenidos tratan el refuerzo socioemocional y de la autoestima. © RAWPIXEL.COM

Es necesario hacer “una gran reflexión”, y en lugar “de arrancar a lo loco y recuperar el tiempo perdido, es mejor centrarse en lo emocional con las familias, el alumnado y el propio profesorado”. Es la reflexión que realiza Beristain, director del Colegio Público “Labastida”, en la población del mismo nombre, en la provincia de Álava.

Beristain cree que a partir de septiembre se debe ir a un modelo híbrido, que combine lo presencial con lo virtual, pero opina que lo realmente importante es hacer un análisis global del sistema y permitir a los centros que pongan en marcha sus propuestas transformadoras, sobre todo si tienen que ver con la Educación emocional.

No es el único responsable de centro que opina de esta forma. Marta Pérez Ximénez de Embún, subdirectora de Secundaria y directora de Desarrollo del Carácter de “Hastings School”, considera que “como profesores, nuestro trabajo es favorecer que los niños y jóvenes puedan cubrir sus necesidades psicológicas básicas –autonomía, competencia y relación– a pesar del largo periodo de confinamiento que han vivido”.

También los expertos del programa Recurra, de la Asociación Ginso, animan a fortalecer el vínculo entre el profesorado y el alumno, fomentar mensajes de cercanía, de ánimo y tranquilidad y, sobre todo, de pertenencia a un colectivo.

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Es imposible que un docente que no se sabe gestionar a sí mismo gestione un aula

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Susana García Mangas, profesora de Historia del Arte y directora de Secundaria y Bachillerato en el Colegio “Alcaste-Las Fuentes” de Logroño, pone el foco en el profesor: “Es imposible que un docente que no se sabe gestionar a sí mismo gestione un aula. La Educación tiene que empezar por el profesor”.

Para ella, el sistema educativo tiene “una grandísima laguna respecto a la gestión emocional, que debería aparecer en todos los currículos porque con la Educación nos jugamos el futuro de la sociedad”.

Esta profesora aragonesa explica que, según ese modelo, el profesor tiene que estar en emociones “CASA”, que responde a las palabras “curiosidad, admiración, seguridad y alegría, ya que en esas emociones sí que se puede aprender”. Mientras que en las emociones “TRAM”, que son “tristeza, rabia, asco y miedo, no se puede aprender porque el cerebro se bloquea”.

Según García Mangas, “el profesor tiene que ser un acompañante en el proceso, un facilitador, y, dependiendo de cómo mire al alumno, ese es el resultado que obtendrá, de tal forma que si confía en la capacidad del estudiante, este responde”.

Trabajar la Educación emocional a través del arte

Esta docente trabaja la Educación emocional a través del arte, que asegura que es “un medio para cultivar la interioridad en un mundo en el hay una avalancha de estímulos y el pensamiento es, a veces, un poco superficial”. Y en concreto emplea el arte abstracto para el autoconocimiento, ya que esta técnica artística “hace visible el pensamiento y abre vías de expresión que, a veces, son imposibles para el lenguaje verbal”.

Por otra parte, una investigación liderada por la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) en colaboración con otras universidades, que se titula Las consecuencias psicológicas de la Covid-19 y el confinamiento, subraya que sería “recomendable dotar de más personal para la atención psicológica cualificada en lugares críticos donde se prevé que exista en el futuro próximo mayor necesidad de apoyo psicológico, como centros escolares de Infantil, Primaria y Secundaria”.

¿Por qué un apoyo emocional?

AulaPlaneta recoge los principales beneficios de la Educación emocional:

  1. Favorece el desarrollo de cualquier persona, especialmente las más jóvenes, y fortalece la adquisición de conocimientos de cualquier tipo.
  2. Mejora la autoestima, proporcionando la sensación de tener el control sobre sí mismo, evitando situaciones de temor sin fundamento y facilitando una tolerancia a la frustración.
  3. Mejora la convivencia con aquellos que compartimos espacio físico, generando seguridad y confianza en nuestras relaciones.
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