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Andreas Schleicher: “Tenemos que empezar a ser más creativos a la hora de evaluar”

Para Schleicher, PISA debe evolucionar para adaptarse a los retos de un mundo global e intercontectado.
Saray MarquésMiércoles, 4 de noviembre de 2020
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Andreas Schleicher es el 'padre' de PISA. OCDE

20 años no es nada. O sí. PISA hoy es algo distinto a aquella evaluación internacional creada en 2000 para comparar los sistemas educativos de los distintos países. Su máximo responsable explica el por qué de esta evolución.

¿Cómo y por qué se decidieron a evaluar la competencia global de los alumnos?
—Tomamos como un punto de partida los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), pues aportan una visión compartida.

Los hallazgos de la primera evaluación de la competencia global ponen de manifiesto que los centros y los sistemas que mejor promueven el conocimiento, las competencias y las actitudes globales entre sus alumnos son aquellos que ofrecen un currículum que valora la apertura al mundo y que aportan un aprendizaje positivo e inclusivo del entorno, que dan oportunidades para relacionarse con personas de otras culturas y que tienen profesores formados para enseñar esta competencia global.

La competencia global de nuestros jóvenes puede conformar nuestro futuro de una manera tan profunda como su competencia lectora, en matemáticas y ciencias. Además, las sociedades que valoran crear puentes y fomentar el pluralismo serán capaces de extraer lo mejor de cada uno, de construir desde perspectivas distintas y serán también las mejor posicionadas en creatividad e innovación.

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La competencia global de los jóvenes puede conformar nuestro futuro de una manera tan profunda como su competencia lectora, en matemáticas y ciencias

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¿Es más difícil medir esta nueva competencia que las tradicionales?
—Sí, es ciertamente más difícil, porque la competencia global conlleva no solo conocimiento y competencias sino actitudes y valores. Hemos trabajado con los países que participan en PISA durante años para desarrollar un marco conceptual y también unos instrumentos de evaluación de la competencia global.

Hemos propuesto cuatro dimensiones. En primer lugar, para hacerlo bien en esta nueva evaluación de PISA los estudiantes deben demostrar que pueden combinar su conocimiento sobre el mundo con el pensamiento crítico. Pero también tienen que entender y valorar las formas de pensar y las perspectivas y visiones del mundo de otros. Han de adaptar su comportamiento y su comunicación para interactuar con individuos de distintas tradiciones y culturas. Y, finalmente, hacemos muchas preguntas para descubrir cómo de preparados están los jóvenes para un futuro sostenible.

¿Qué le responde a quienes consideran que los valores y actitudes no pueden ser evaluados?
—Creo que tenemos que empezar a ser más creativos a la hora de evaluar. Automáticamente asociamos evaluar con una prueba escrita en la que cada pregunta tiene una serie de posibles respuestas y donde la suma de respuestas correctas nos da la nota final. Claro, esta perspectiva no funciona con un constructo multidimensional como la competencia global. Pero, como se ha podido comprobar, hemos encontrado una respuesta metodológicamente robusta a este desafío.

¿Estamos ante un ensayo o los resultados son fiables?
—Los resultados son fiables y nos ofrecen las bases para un mayor desarrollo posterior.

¿Es la prueba PISA hoy algo distinto de lo que fue en sus orígenes?
—Sí, PISA ha evolucionado considerablemente. Hoy podemos evaluar formas complejas de razonar y de trabajar y podemos extraer aspectos sociales y emocionales del aprendizaje. Todo esto no era posible cuando se creó en 2000.

(Esta es solo una parte de las cuestiones enviadas por correo electrónico a Andreas Schleicher. El resto —sobre España en la edición de 2018 o sobre la viabilidad de medir las soft skills— se quedaron sin contestar «por no tener suficiente evidencia por el momento para responder»)

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