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Brechas lingüísticas, justicia social y otras causas perdidas

Julián Palazón
Doctor en Ciencias de la Educación
5 de septiembre de 2023
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Aunque el determinismo no es una opción, engañarse nunca llevó a nada bueno. Los datos son claros: los niños de entornos pobres acceden a los centros educativos con un menor vocabulario y menos capital cultural que las familias de niveles socioeconómicos más elevados. Cuando estos niños entran en los centros educativos la brecha se abre de manera desconcertante. Unos años después es ya inabarcable.

La sinopsis de la trama es la que sigue: mal vocabulario a edades tempranas, mala comprensión lectora unos años después y un mal empleo en la próxima década. El bajo desempeño en lectura y los problemas para una adecuada empleabilidad o la baja salud mental también se encuentran fuertemente asociados. Entre los niños y ese abismo parece haber lo de siempre: unos cuantos centros educativos que cuentan con menos recursos humanos y materiales de los deseables para tratar de cerrar esa brecha. Se enfrentan, además, a una segregación por clase social que aumenta año a año.

La escuela no lo puede todo, aunque su deber sea no dejar de intentarlo. Comienza un nuevo curso. Habrá muchos maestros en sus aulas que aun enseñan por esa justicia social, muy conscientes de esas brechas lingüísticas y de algunas otras causas perdidas. Esos profesionales son necesarios para todos los niños, pero especialmente para los más vulnerables. Por ellos es por lo que hay esperanza. Las causas solo están realmente perdidas cuando no queda nadie que las defienda.

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