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Ser un alumno perfeccionista, ¿garantiza logros académicos?

El perfeccionismo adaptativo resulta un factor de protección de salud mental y física, mientras que el desadaptativo favorece la fobia escolar, la ansiedad temprana, así como otros trastornos.
Inés Peña BerenguerMartes, 3 de octubre de 2023
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© TATIANA

La respuesta no es tan sencilla, ya que podemos identificar un tipo de perfeccionismo desadaptativo, que limita el rendimiento y otro de tipo adaptativo, que lo fomenta. 

Para diferenciar en nuestros alumnos qué tipo de perfeccionismo es el que predomina nos tendríamos que fijar tanto en sus metas propuestas y en el nivel de autoexigencia que se imponen para cumplirlas como en si disfrutan a la hora de conseguir sus logros y en la actitud a la hora de cometer un error.

El perfeccionismo adaptativo destaca en personas que saben conocer sus limitaciones, pero sin dejar de tener un concepto positivo sobre sí mismas. Tampoco magnifican las consecuencias a la hora de errar. Son alumnos que confían en sus cualidades para vencer las adversidades, poseen sentimientos de satisfacción personal y se dirigen hacia metas más realistas y posibles a su alcance.

Por el contrario, quienes se identifiquen más con el perfeccionismo desadaptativo, además de seguir metas poco realistas, tienden a frustrarse con más facilidad, interpretan el error como un fracaso, no disfrutan de las actividades y poseen mayor nivel de exigencia y autocrítica. Muchas veces se ven atrapados en un ciclo negativo de pensamientos perfeccionistas como “no puedo cometer errores”, “tengo que hacer todo perfecto”, lo que favorece que, al cometer un error, lo asocien como algo inconcebible. Ese “fracaso” suele venir acompañado de emociones desagradables como culpa, ansiedad y vergüenza, lo que los llevará a hacer esfuerzos sobrehumanos para no volver a equivocarse y evitar el error a toda costa.

Asimismo, buscan agradar a las figuras de autoridad constantemente, son sensibles a la opinión de los demás, se preocupan en exceso por las exámenes y evaluaciones a lo largo del curso y les cuesta exteriorizar sus emociones. El resultado es que su autoestima puede verse mermada y toleran menos la frustración que aquellos compañeros con un perfeccionismo más realista.

El perfeccionismo adaptivo resulta ser un factor de protección de salud física y mental, mientras que el desadaptativo favorece la fobia escolar, la ansiedad temprana, así como otros trastornos emocionales y de alimentación. Igualmente, pueden sufrir consecuencias a nivel social (debido al propio aislamiento) o dificultades a la hora de concentrarse. Por ello, es importante conocer las causas del tipo de perfeccionismo más perjudicial, para poder prevenirlo. En muchas ocasiones, viene impulsado por las expectativas sociales, ya que el destacar frente a otros les aporta seguridad sobre sí mismos, mejor valoración sobre su persona, al mismo tiempo que les permite conectar con el entorno por verse útiles y capaces.

En muchas ocasiones el perfeccionismo más perjudicial viene impulsado por las expectativas sociales, ya que el destacar frente a otros les aporta seguridad sobre sí mismos

Otra variable decisiva en la formación del perfeccionismo es el ámbito familiar y las expectativas de los padres, ya que metas muy estrictas, un excesivo control y la asociación de resultados a la valía personal, resulta perjudicial para los hijos. En muchos casos, los niños se someten a un alto grado de estrés para agradar a sus padres y no decepcionarles.

¿Qué podemos hacer nosotros?

Como vemos, el perfeccionismo desadaptativo es un claro limitante del desarrollo del menor. Y no solo podría afectar al rendimiento académico, sino también a la satisfacción de sus logros, ya que, una vez conseguidos, puede conllevar una sobrerresponsabilidad para mantenerlos, que, muchas personas no saben gestionar.

Existen estrategias para poder gestionar el perfeccionismo “contraproducente” de los estudiantes, como, por ejemplo, evitar hacer comparaciones entre alumnos, incluso entre hermanos, no emitir comentarios negativos acerca de sus logros y ayudarles a comprender que los errores son parte del proceso de aprendizaje. También sería conveniente mostrar a nuestros hijos y alumnos un apoyo constante, que no varía en función de los resultados finales, sino que va de la mano de su esfuerzo durante el curso. Fomentar la confianza, potenciar las emociones positivas y enseñarles a tolerar las sensaciones negativas, son otras estrategias que podrían servir de ayuda para orientales hacia un perfeccionismo más flexible. Y, por último, fomentar un diálogo interno con ellos mismos menos crítico y más objetivo.

Con lo cual, vemos que es importante centrarnos en llevar a cabo un aprendizaje que no deje secuelas negativas, que les motive y fomente la actitud positiva ante el error. Enseñar a tolerar la frustración y no dejar que una nota determine la valía personal de alguien. Educar en disfrutar del proceso. Ser ambiciosos, pero con cabeza y corazón.

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