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Recuperando la agenda coeducativa

Las feministas sabemos desde hace cientos de años que el orden establecido, aunque ofrezca la ilusión de ser lo natural, lo normal, oculta una organización social y económica que perjudica gravemente a las mujeres y a las niñas.
Docentes Feministas por la CoeducaciónJueves, 18 de enero de 2024
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Trabajamos con un currículum educativo completamente androcéntrico en el que el hombre y lo masculino se han asimilado a lo universal. © ADOBE STOCK

Hoy por hoy tenemos perfectamente claro que bajo una legalidad que en teoría defiende la igualdad entre hombres y mujeres sigue subyaciendo una poderosa jerarquía sexual en la que las mujeres ocupan un lugar de perpetua desventaja, de falta sistemática de reconocimiento y de exposición extrema a la violencia y la pobreza.

Por eso, cuando se conmemora el Día Internacional de la Educación –cada 24 de enero para destacar el papel de la educación en la paz y el desarrollo– las profesoras feministas quisiéramos, más que celebrar, alertar sobre la necesidad de una verdadera coeducación.

Las docentes feministas conocemos bien cómo el derecho a la educación de las niñas –que no por casualidad sigue conculcándose en gran parte del planeta– no es por sí mismo, ni por asomo, suficiente para disolver esa jerarquía. El derecho a la educación de las niñas figuraba ya como una de las vindicaciones de las pensadoras ilustradas pues respondía a la urgente necesidad de autonomía y ciudadanía de las mujeres. Pero la simple presencia de niñas y niños en los mismos espacios educativos no produce por arte de magia igualdad de trato ni de oportunidades. Sabemos que el sexismo permea todas las instituciones e individuos que las constituyen y por tanto la escuela, sin una verdadera coeducación feminista que lo remedie, funciona tal como hacen tantos otros mecanismos sociales, como perpetuadora de la desigualdad y el machismo.

Trabajamos con un currículum educativo completamente androcéntrico en el que el hombre y lo masculino se han asimilado a lo universal mientras que los logros de las mujeres se han ido borrando de la genealogía humana o bien se han registrado como saberes menores, inferiores, superfluos o secundarios. Las profesoras nos vemos obligadas a trasmitir este currículum sesgado y distorsionado y cualquier intento de corregirlo o completarlo es interpretado como una intromisión, una incursión ilícita en un terreno vedado o bien una exageración, un empeño caprichoso o una tontería.

En los colegios, nos dirigimos a niñas y niños que se socializan desde que nacen inmersos en un bombardeo impenitente de sexismo salvaje a través de juegos, juguetes, ropa, actividades y productos audiovisuales y culturales. ¿Qué tipo de imaginario igualitario podrán extraer de las princesas Disney, de Barbie, de los jugadores del Real Madrid o de Fornite? En los institutos, debemos educar a chicas y chicos adolescentes que dedican ingente cantidad de horas a mirar una pantalla desde la que se les satura mental y sensorialmente de contenido machista y pornificado –la música, el cine, los videojuegos, las redes sociales– cuando no directamente de pornografía. ¿Qué relaciones afectivas pueden establecer chicos adolescentes cuya idea de lo erótico es violentar a mujeres y cuyo valor como hombres depende de su capacidad de agresividad y dominación? ¿Qué imágenes de sí mismas podrían elaborar chicas que son la parte humillada de la historia y cuyo valor como mujeres depende de su capacidad de sexualizarse e incluso de vender su “capital” sexual?

En los colegios, nos dirigimos a niñas y niños que se socializan desde que nacen inmersos en un bombardeo impenitente de sexismo salvaje a través de juegos, juguetes, ropa, actividades y productos audiovisuales y culturales

Creímos que con la paulatina implantación de la coeducación –exigida por la ley de Igualdad de 2007– seríamos capaces de compensar en parte los efectos terribles de una socialización patriarcal pero la realidad es que a la feroz resistencia a cualquier  cambio hecho con perspectiva feminista se ha añadido en la última década una vuelta de tuerca perversa del sexismo de siempre: la  coeducación ha sido suplantada por los discursos de la diversidad y las identidades. El género como concepto analítico para categorizar aquellos comportamientos y expectativas impuestas a hombres y mujeres como sostén de la injusta jerarquía sexual ha sido reformulado como “identidad de género”, un concepto extremadamente individualista y vacío de la materialidad del cuerpo humano y por tanto ajeno a la violencia ejercida en base a esa corporalidad.

En un mundo en que la prostitución, la pornografía y los vientres de alquiler –negocios criminales de esclavitud sexual y reproductiva de las mujeres– son industrias multimillonarias, hay quienes legitiman estas prácticas –las nombran con expresiones como trabajo sexual, gestación subrogada y otros eufemismos– mediante el argumento falaz de la libertad sexual y la intencionada confusión entre deseos y derechos, apropiándose del discurso de lo inclusivo y lo supuestamente progresista. En un mundo donde la violencia machista alcanza cifras propias del terrorismo y la violencia sexual es cada vez más frecuente y en edades cada vez más tempranas, cala profundamente el falso mito de la libre elección y proliferan legislaciones que validan jurídicamente las llamadas identidades de género o identidades trans. Si el sexo desaparece como categoría jurídica y registral, ¿cómo prevenir  y erradicar la violencia contra las mujeres? Si la educación afectivo-sexual se convierte en promoción de la diversidad sexual y las identidades de género, ¿cómo prevenir y erradicar la creciente violencia sexual ejercida por chicos adolescentes contra sus compañeras?

Pero expresar estas preocupaciones y alzar nuestra voz ante las incongruencias y los peligros de esta nueva ofensiva contra las mujeres ha recibido la respuesta clásica, la que siempre hemos obtenido las mujeres feministas cuando hemos querido hablar alto y claro de lo que nos incumbe: la mordaza, el silenciamiento en forma de chantaje. La acusación de puritanismo y transfobia se han convertido en los argumentos únicos, insultos que zanjan toda polémica. Y cuando el chantaje no ha bastado, se ha impuesto la cancelación.

Lo que las docentes feministas queremos es coeducar. Queremos impugnar un canon histórico androcéntrico y recomponer para todas las disciplinas el legado de las mujeres. Queremos impugar los estereotipos de género y educar a niñas y niños y chicas y chicos, en libertad, en el reconocimiento y respeto de su propio cuerpo y el de los demás. No podemos aceptar las infancias trans porque nos parecen un invento nefasto que imposibilita una educación que desactive los estereotipos sexistas. No podemos dar cabida al cruel discurso de los cuerpos equivocados entre nuestro alumnado adolescente porque asumir que la solución a sus malestares pasa por la hormonación y la cirugía sería fallarles y constituiría un fracaso educativo flagrante. Sabemos que la violencia machista es un grave problema estructural y por eso nos negamos a permitir que se valide cualquier imaginario que erotice la violencia en aras de la libertad sexual. Por eso consideramos el consentimiento como un concepto dañino e inútil. Queremos que la educación sexual sirva para sentar las bases de una sexualidad sana que tenga como valores primordiales el placer y la comunicación. Queremos que la educación sirva para alejar a las niñas de la pobreza y la violencia. Queremos una profesión docente que luche por conseguir, en palabras de nuestra maestra y compañera Amparo Tomé, “desmercantilizar el cuerpo de las niñas y las mujeres e infundir en los niños y los hombres ternura y sensibilidad”. Y queremos hacer nuestro trabajo sin que se nos persiga, sin que se nos amenace y sin que se nos calle.

En nuestro II Congreso Internacional DoFemCo (17 y 18 de febrero de 2024 en Riba-Roja de Túria, Valencia) expertas y profesoras nos reuniremos para seguir construyendo los cimientos del sistema educativo que queremos: una escuela que recupere la agenda coeducativa.

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Comentarios

  1. Nina Infante Castrillo
    19 de enero de 2024 10:27

    Gracias por el artículo, por pensarlo, por escribirlo y compartirlo. Ojalá sirva para concienciar a sociedad, a todo el universo decente y a quienes tienen la tarea de poner en práctica mecanismos y recursos para caminar hacia estos objetivos, emancipatorios.

  2. Amparo Tomé
    21 de enero de 2024 18:31

    Muchas gracias por el artículo. Y hacer referencia a mi deseo para el 2.024 en Dofemco

  3. Marilé Calvo García
    22 de enero de 2024 08:49

    Gracias por el articulo. Gracias por compartilo. Lo seguiré compartiendo es muy válido y necesario.