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EBAU 2020: Una selectividad distinta a todas las demás

¿Será más fácil aprobar? ¿Aumentará la disparidad entre comunidades? Analizamos las repercusiones que puede tener una EBAU excepcional.
Saray MarquésMartes, 9 de junio de 2020
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Entre el 22 de junio y el 10 de julio, será el primer acto académico multitudinario tras el estado de alarma. © CHUUGO

El 21 de junio finaliza el estado de alarma y el 20 arranca la selectividad en la primera comunidad que la celebra, el País Vasco. La EBAU 2020 se trata del primer acto académico multitudinario que se celebra este verano. Y el único, dado que las oposiciones han sido aplazadas.

En su momento se plantearon alternativas a su realización presencial, como la evaluación continua, un ajuste de la nota de Bachillerato en base a la variación de las medias de cada centro antes y después de la EBAU o que solo se presentasen los alumnos que aspiraban a carreras con más demanda que oferta. Finalmente será presencial, con más sedes y en algunos casos en más días para que se respeten las distancias, y acompañada de un protocolo de seguridad elaborado por Sanidad, Educación y Universidades adaptado por cada comunidad.

Las medidas para prevenir contagios de Covid-19 serán las protagonistas en esta ocasión. Las comunidades ya las han ido aprobando y muchas universidades, como la de La Rioja, la Pública de Navarra, la de Zaragoza o la Autónoma de Madrid cuentan con vídeos o guías explicativas. En Murcia, los estudiantes y sus familias recibirán esta información en su móvil.

Sin opción A y opción B

En los vídeos y guías se detalla también cómo será el examen, con mayor optatividad, de forma que el estudiante puede sacar la máxima nota aunque se ciña al 75% de los temas dados en clase hasta el cierre de los centros.

Si en los criterios de evaluación, promoción y titulación este curso la Comunidad de Madrid, Castilla y León, Andalucía y Murcia mostraron su desacuerdo, por considerar que una orden no puede modificar una ley orgánica, y el PP incluso presentó recurso un mes después que la Audiencia Nacional ha admitido a trámite, en la EBAU van todos a una. Será el fin del modelo de opción A y opción B, y con él, del «¿Qué ha caído este año?». También del «En Matemáticas han ido a pillar», parece.

Ángela Alcalá es profesora en la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad de Zaragoza, pero además es la vicerrectora de estudiantes y también secretaria ejecutiva de la Conferencia de Rectores (CRUE), donde dirige el grupo de trabajo creado hace un año para lograr una selectividad más homogénea en España, un grupo que ha servido en el actual contexto para poner en común las medidas sanitarias de cada comunidad. Alcalá cree que este año no va a haber la oportunidad de que los estudiantes se quejen de la dificultad de un examen en esta o aquella comunidad.

Alcalá cree que este año no va a haber la oportunidad de que los estudiantes se quejen de la dificultad de un examen en esta o aquella comunidad

Para ella, estamos ante una selectividad «garantista» que permite que se evalúen todas las materias sin flexibilización curricular pero también que, siendo el estudiante el que elije las preguntas, este pueda sacar un 10. No cree que veamos exámenes «superfastidiados», sino que estos servirán para ver «que los alumnos han interiorizado lo que han estado trabajando». Los criterios de corrección se mantienen y «los correctores serán tan responsables como siempre, sabedores de lo que hay en juego, de que muchos estudiantes necesitan una nota determinada para poder acceder a los estudios elegidos».

Según cómo funcione este año, no descarta que este examen único pero con más preguntas para elegir se mantenga y no se recupere el modelo de opción A y opción B. Y se felicita de que finalmente, «gracias al trabajo de todos por encima de sus posibilidades», la EBAU pueda ser presencial cuando en las universidades se está en modalidad no presencial. No oculta que entre lo que más le preocupa está el calor. En Aragón se han ampliado las sedes de 14 a 84 para mantener las distancias, con lo que habrá menos personas congregadas, pero nada garantiza que del 7 al 9 de julio no puedan estar en plena ola de calor.

¿17 selectividades?

Cristina Rueda es catedrática de Estadística en la Facultad de Medicina de la Universidad de Valladolid. Fue autora del Informe Manu, que evidenció que los estudiantes de unas comunidades lo tienen más fácil para lograr la nota de selectividad que les permite cursar sus estudios deseados después, en un distrito único universitario. Para ella, este año «aumenta la incertidumbre y la probabilidad de que haya más diferencias, lo que va a ser un problema para los buenos estudiantes, pues lo es a la hora de discriminar quién es mejor en carreras con competencia».

Para Rueda, este año aumenta la incertidumbre y la probabilidad de que haya más diferencias, lo que va a ser un problema para los buenos estudiantes

«Por las circunstancias excepcionales, yo puedo poner la prueba fácil en mi comunidad, pero si la de al lado la pone siete veces más fácil…», reflexiona Rueda, que añade: «Seguramente en Castilla y León por mucha manga ancha que se aplique no va a ser tan ancha como la de Canarias». Ella es partidaria de cada comunidad ordene a sus alumnos y se les junte después con un criterio de justicia e igualdad de oportunidades, de modo que tengan preferencia primero los estudiantes con mejor nota de las 17, después los segundos, los terceros y así sucesivamente, dado que para la profesora «más que evaluar, la EBAU ordena».

El año pasado, Cristina López Jarrega, que hoy cursa Medicina en la Universidad de Navarra, obtuvo un 13,5 en selectividad. Reconoce que en la recta final en las asignaturas más prácticas (Matemáticas, Física y Química) estuvo haciendo los exámenes de los últimos años en la Comunidad de Madrid, donde se presentaba, y en Castilla y León, «donde me dijeron que eran más complicados». Aunque se centró en las cinco últimas ediciones, tenía a mano todos los exámenes desde 2001 en la web FiQuiPedia: «Yo creo que en Lengua, Inglés e Historia se mantiene el nivel, pero que en Física y Matemáticas eran más difíciles cuanto más antiguos», relata.

Esta percepción avala la tesis de Cristina Rueda, en la que insiste: «Cada año es más fácil. Esta vez lo que pregunten algunas comunidades puede ser de risa. Aunque el temario fuera igual en todas no resolveríamos el problema, porque hay comunidades que están por ponérselo más fácil a los chicos y otras, por examinar con un criterio lógico y coherente».

Para Rueda, la prueba de que el listón ha bajado, aunque no por igual en todo el territorio, es la abundancia de notas altas (la máxima es 14) o  el hecho de que, de unos años a esta parte, las matrículas de honor de los centros incluso se tengan que rifar.

¿Más 14 o más suspensos?

Precisamente la evaluación previa preocupa al sindicato de inspectores USIE, que advierte de que para el 36,5% del alumnado de Bachillerato en España regirán los criterios de promoción y titulación establecidos por el Ministerio durante el estado de alarma y para el 63,5%, la Lomce vigente. Los alumnos de Andalucía, la Comunidad de Madrid, Cataluña, el País Vasco y Murcia lo tendrán más difícil, pues en sus comunidades sí deberán tener todo aprobado para lograr el título, como determina la Lomce.

Esto hace que, aunque se esté dando la cifra de 200.000 alumnos en la EBAU este año, esta pueda variar al alza, pues en 11 comunidades autónomas podrán concurrir estudiantes que en otras circunstancias no lo habrían hecho, por no haber aprobado Bachillerato. «Al sumarse estos alumnos puede ser que no solo no mejoren las notas medias este año, con una selectividad con mayor optatividad y por lo tanto más fácil, sino que el porcentaje de suspensos, de en torno al 4% otros años, aumente», plantea Felipe de Vicente, de la asociación de catedráticos de instituto Ancaba.

«En Murcia tenemos los criterios que teníamos, no sé qué pasará en otras comunidades. En teoría, si el alumno ha sido evaluado sobre lo que había hecho hasta marzo y luego ha tenido dos meses largos para  repasar y reforzar le será más fácil aprobar el curso y superar una prueba que además se ha adaptado, pero si ha logrado el título de Bachillerato sin esfuerzo dudo que en la EBAU triunfe. En cualquier caso, el pleito porque la EBAU no es uniforme este año, según cómo se desarrollen los acontecimientos, puede ir a más», plantea el presidente de la federación de asociaciones de directivos de centros educativos públicos (Fedadi), Raimundo de los Reyes.

Las siete diferencias entre las 17 EBAU

  1. Denominación. EBAU, EvAU, PevAU, PAU… El nombre difiere según la comunidad. Por selectividad se entienden todas.
  2. Dificultad. Castilla y León ha hecho bandera de una EBAU única. Considera que otras ponen el listón más bajo. En 2019 se entregaron 180.000 firmas de alumnos en el ministerio y Celaá reconoció «dificultades distintas». Creó un grupo de trabajo.
  3. Presencialidad. Este año se añade el hecho de que unos alumnos han podido ir más días a sus centros para repasar y exponer sus dudas a sus profesores, por los distintos ritmos de la desescalada educativa. Los primeros en incorporarse fueron gallegos y vascos, el 25 de mayo.
  4. Evaluación. El 63,5% de alumnos se rigen este curso por la Lomce y el resto, por la orden que no hace necesario tener todas aprobadas para lograr el título.
  5. Seguridad. Algunas pautas se repiten en todas las comunidades (no se puede ir con acompañante, no habrá corrillos), pero otras varían. En Madrid la distancia entre puestos es de un metro, no dos, y se usará una mascarilla por prueba y en Andalucía los exámenes pasarán cuarentena antes de su corrección.
  6. Sedes y fechas. La EBAU se celebrará en universidades, pero también en institutos y polideportivos (Asturias). En la Comunidad Valenciana, cada uno en su centro. En Navarra y Cataluña, en otro distinto. La duración varía de tres a cinco días.
  7. Tasas. El año pasado Canae detectó una diferencia de 60 euros según la comunidad. Este año en La Rioja no se paga.

Una generación marcada por la incertidumbre

A los nacidos en 2002 no es la primera vez que la incertidumbre les acecha. Sus primeros años de escuela transcurrieron con una LOE recién aprobada. A partir de 5º de Primaria empezaron a notar los recortes, recuerda Lucía Domingo, asturiana de 17 años que el 30 de junio se enfrentará a la selectividad y ha estudiado toda su vida en la Pública. Cuando cursaba 1º de ESO se implantó la Lomce y surgió la duda de si las reválidas les afectarían. No fue así y terminaron la ESO con una evaluación diagnóstica.

Este trimestre Lucía se ha adaptado bien a la Educación a distancia, que en su centro ha consistido sobre todo en tareas de ida y vuelta, salvo dos clases semanales. El pasado viernes 5 de junio volvió a las clases presenciales, hasta el 23. «Daremos el contenido del tercer trimestre aunque sea por encima y cada alumno decidirá cómo lo quiere preparar, si todo o centrarse en sus puntos fuertes», explica.

Reconoce que ha sido un tercer trimestre caótico en un curso de por sí superestresante «en que te repiten tantas veces EBAU que acabas aborreciendo la palabra casi más que la propia idea». Ella sopesa estudiar Lenguas Modernas y sus Literaturas en la Universidad de Oviedo y tampoco sabe cómo será ese grado el curso que viene, aunque no tiene ninguna duda de que lo preferiría presencial: «Espero que se pueda».

Pertenece a la generación Z y reconoce que necesita tener el móvil para sentirse conectada, aunque al tiempo lee mucho. La ministra Celaá aseguró en una entrevista reciente que estos estudiantes han avanzado en dos meses más en destrezas emocionales (organización, responsabilidad, equilibrio) que otros en años.

Salidas a la 'nueva normalidad' en la recta final

Amaya Vizmanos, estudiante de Derecho y ADE bilingüe en la Universidad de Navarra, creó el pasado mes de marzo la iniciativa @yoteayudoconlasele, en la que universitarios y profesores voluntarios echan una mano a los estudiantes que se presentan este año a la prueba.

Hoy suman 724 voluntarios y 5.846 estudiantes a los que asesoran en una edición para Vizmanos muy diferente, «porque se pierde el contacto en un evento tradicionalmente casi más social que académico, en que abrazabas a tu profesor si te había salido genial o llorabas en el hombro de tu amigo si habías tenido mala suerte».

Cristina López Jarrega es una de las universitarias voluntarias y da algunas pautas para la recta final. En asignaturas como Matemáticas recomienda realizar muchos ejercicios de otras ediciones, para descubrir los patrones que se repiten y coger «manejo». En otras como Historia o Lengua, no tratar de estudiarse los temas al pie de la letra, sino tener muy claras las ideas generales en forma de esquema (a ser posible con el tiempo calculado para repasar cada uno) para después poder adaptarlas con tus palabras a la extensión y el tiempo disponible al tener el examen delante.

De su edición recuerda algún que otro ataque de ansiedad (que este año con mascarilla sería un problema) y su afán por evadirse justo antes de entrar (con ruidos blancos en su playlist y haciendo un último repaso, más para ganar confianza que otra cosa). «Siempre puede haber alguien que en el último minuto saque un ejercicio del que no tienes ni idea y ya entras mal», apunta (algo que esta vez es más difícil, con las entradas escalonadas).

A quienes se presentan esta vez Cristina, defensora de una EBAU única, les recomienda que aprovechen las horas de estudio (este año tendrán más), en función de cuándo rinden más, haciéndose un horario o teniendo por lo menos un plan mental en el que haya tiempo también para otras cosas, por higiene y salud mental. Y que salgan a la calle, al parque, a una terraza, para familiarizarse con la «nueva normalidad».

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