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El reto de cambiar nuestra mentalidad

El libro ofrece una nueva perspectiva desde la que programar los cursos escolares: hacerlo de forma conjunta y poniendo los criterios de evaluación en el centro.
Raquel OsornoViernes, 24 de junio de 2022
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Cambiar de mentalidad es necesario para educar de una manera competencial | ©RUDALl30

El próximo curso incorporamos nuevos currículos en algunos niveles y nos vemos abocados a rehacer nuestras programaciones. Podemos ver este hecho como un obstáculo o como una oportunidad: yo me inclino por lo último. Esto me ha llevado a volver a acercarme a la programación con el deseo de mejorar cosas que, año tras año, vamos viendo que no nos llevan a un aprendizaje significativo por parte de los alumnos.

En este escenario he releído el libro Programar al revés. El diseño curricular desde los aprendizajes, en el que se plantea una nueva mirada al currículo desde uno de sus elementos clásicos: los criterios de evaluación. Para ello, el autor empieza justificando que el hecho de poner como piedra angular de construcción del currículo los contenidos, e incluso las metodologías, nos ha ayudado poco o nada a que nuestros alumnos realmente aprendan. Por eso su alternativa es poner los criterios de evaluación como piedra angular de la construcción del currículo si queremos que realmente sea competencial.

Programar en conjunto

El autor nos ayuda a construir nuestra programación desde los criterios, que se constituyen como punto de partida para colocar el resto de las piezas ya conocidas (indicadores, contenidos, metodologías…) y punto de llegada para medir de una forma más real y objetiva el avance de nuestros alumnos. En este sentido me vinculo con la propuesta del autor cuando él se pregunta “cómo pasar de unas programaciones que no son sino meras listas de contenidos o cronogramas de realización de tareas, a percibir el sentido pedagógico de todo ello desde una perspectiva sistémica y efectiva”.

En este término, sistémica, hallo otra de las propuestas atractivas de este libro, porque el autor va más allá de la programación de cada asignatura o cada profesor y mira la propuesta curricular del conjunto del centro desde el perfil de salida del alumno, es decir, desde la marca personal de cada centro. Así el currículo no es un sumatorio de unidades y programaciones de distintos cursos y asignaturas, sino una red articulada de relaciones competenciales en que todos juntos trabajamos en el centro para aportar desde nuestra especificidad a formar ese alumno que soñamos.

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Confieso que ya he intentado empezar a “programar al revés” y es verdad que los viejos hábitos juegan malas pasadas

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Dos propuestas atractivas: los criterios de evaluación como piedra angular y el perfil de salida del alumnado como elemento aglutinador de la propuesta curricular; y un reto: cambiar nuestra mentalidad. Confieso que ya he intentado empezar a “programar al revés” y es verdad que los viejos hábitos juegan malas pasadas. En esto, como en tantas otras cosas en Educación, de nuevo con persistente optimismo  contamos con el apoyo de nuestros compañeros, solo juntos lo conseguiremos.

  • Raquel Osorno Gil, orientadora del Colegio «Bética-Mudarra» (Córdoba)
Programar al revés
Miguel Ángel Jiménez
Narcea
16,50€ / 112 págs.
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