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Covid-19: Una emergencia también en Educación

Distintas organizaciones llaman a priorizar a los alumnos más vulnerables en la desescalada educativa. Piden un trienio 2020-23 para impulsar la equidad.
Saray MarquésMartes, 19 de mayo de 2020
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Campamento de verano de Save the Children en La Carlota (Córdoba) en su última edición. © SAVE THE CHILDREN

Cada vez más informes alertan del impacto de la crisis sanitaria en la equidad educativa. La semana pasada, dos trabajos, de Save the Children y la Fundación Cotec, analizaban el efecto de la Covid-19 en la continuidad educativa. Sobre todo de los más vulnerables, dado que son los alumnos de origen migrante y entornos sociales desfavorecidos los que más se benefician del tiempo lectivo.

Save the Children recuerda que la vinculación emocional con la escuela blinda contra el abandono escolar,  que es 10 veces superior en hijos de madres que no terminaron la ESO que en hijos de madres universitarias.

17,1%
es la tasa de Abandono Educativo Temprano en España

en el primer trimestre de 2020, según la Encuesta de Población Activa

O que la pérdida de empleo de los padres repercute en el rendimiento académico, mermando las posibilidades de lograr el graduado en ESO, algo que, como demostró la anterior crisis, es más notorio a menor nivel de estudio de los padres y mayores periodos de desempleo. De las más de 1.700 familias que la ONG atiende en su programa A tu lado, el 60% vio afectada su situación laboral ya en la primera semana de confinamiento.

Ante ello, propone una batería de medidas que pasan por dos momentos: verano de 2020 y curso 2020-21. Para la ONG, en la desescalada educativa debe tener prioridad el alumnado más desfavorecido. Si la vuelta es gradual, este debe volver antes y pasar más tiempo en las aulas, considera Save the Children, que anima a fijarse en las experiencias educativas en contextos de emergencias humanitarias.

Francia ha entendido bien que en este periodo de transición en que la Educación no puede ser para todos, solo para algunos, se ha de tener en cuenta quiénes están acusando más la falta de escuela estos meses.

También en nuestro país, junto con la lógica preocupación sobre cómo abordar la enseñanza de forma segura, este fue un tema en la última Conferencia Sectorial. Comunidades como Canarias –preocupada por el incremento de la pobreza infantil–, Baleares –que reclamó un fondo específico para Educación por los efectos de la Covid-19– o Murcia –que mencionó el necesario incremento de la plantilla para abordar desdobles y refuerzos– lo pusieron sobre la mesa.

Salvar el verano

Las comunidades trabajan en cómo va a terminar este curso, pero también en cómo será el que viene. Intentan, de paso, salvar sus programas de refuerzo educativo en verano. En Murcia se espera que los alumnos de 6º de Primaria y 4º de ESO que lo soliciten puedan acudir a las clases de refuerzo voluntario en julio. En Andalucía, la primera comunidad que decidió no abrir las aulas este curso, se intentará por todos los medios salvar su plan de refuerzo estival y que llegue no solo a Primaria, también a 1º y 2º de ESO. Será gratuito. Aragón mantendrá su programa Abierto por vacaciones en los centros que lo soliciten. En Baleares la Conselleria está trabajando con los ayuntamientos para poner en marcha las escuelas de verano y prepara un plan de acompañamiento escolar para el mes de julio. Se ampliará el presupuesto y el número de alumnos para poder cubir las necesidades de aquellos que más lo necesitan. La coletilla es siempre la misma: «Si las condiciones sanitarias lo permiten».

En Cataluña, el propio Quim Torra ha encargado una propuesta a los gestores del Plan Territorial de Protección Civil de Cataluña para que las colonias y casals de verano puedan funcionar, después de un documento muy restrictivo que hizo temer al sector que este verano serían inviables.

El verano es clave para Save the Children porque durante él se produce una «brecha de actividad«: Los niños y niñas de familias de renta alta participan más en actividades organizadas y pasan más tiempo leyendo y menos viendo la televisión.

Esto tiene una incidencia tal en el desarrollo cognitivo que, según apunta Miquel-Àngel Alegre, responsable de proyectos de la Fundació Bofill, «al final de Primaria los alumnos con menos recursos en casa pierden dos cursos escolares en comparación con el resto solo por las vacaciones de verano».

La Fundació Bofill tiene sus propias propuestas para paliar los efectos de la Covid-19, Obrim l’Educació, similares a las de Save the Children. Entre ellas, apunta la necesidad de un trienio 2020-23 de impulso de la equidad en Educación (atención a la diversidad, inclusión, itinerarios de diversificación, recursos para las escuelas con más dificultades, debate curricular, formación del profesorado…).

«En el actual contexto, deberíamos poner un poco por delante el valor de la equidad, frente a otros más universales, como la conciliación. Si puede haber unas pocas semanas de presencialidad, tendrá más efecto que vuelvan los alumnos que más lo necesitan, que más dificultades tienen para trabajar telemáticamente, frente a la conciliación del conjunto, pues será un plazo muy breve. En verano, si no se va a poder atender toda la demanda, se debería priorizar también la participación de los colectivos más perjudicados por la desconexión», reflexiona Alegre.

Desde la Fundació Bofill se ha especificado que este «verano enriquecido«, fruto de la colaboración de distintas entidades y valiéndose de espacios como escuelas, bibliotecas o centros deportivos debe tener tres componentes: recuperación educativa competencial, apoyo y mentoría socioemocional y enriquecimiento cultural.  Entre los perfiles, monitores de ocio y tiempo libre, educadores sociales, técnicos de integración… «y docentes voluntarios, a los que se les certifica su dedicación por parte del Departamento de Educación; que sean voluntarios no significa que no cobren nada», añade Alegre, que midió el impacto positivo de un programa, Èxit Estiu, en este caso a cargo de estudiantes universitarios en prácticas.

A Alegre le preocupa el «absentismo telemático, forzado» en muchos alumnos, para los que la ruptura de la actividad presencial ha conllevado la ruptura del vínculo educativo, y teme que este degenere en absentismo el curso que viene. Por ello, llama a «exprimir al máximo los espacios que deja lo sanitariamente aconsejable para aprovechar esos resquicios de cara a la Educación, porque estamos en una emergencia educativa también».

La brecha escolar
El informe de Cotec analiza la brecha escolar, la capacidad de reacción de la escuela ante esta situación sobrevenida. Restringido al ámbito de Cataluña, Xavier Bonal y Sheila González,  del grupo Globalisation, Education and Social Policies de la UAB, acaban de publicar los resultados de una investigación (con datos de 35.937 familias y 59.167 niños de tres a 18 años) en las dos primeras semanas de confinamiento. En ella se aprecia cómo en oportunidades de aprendizaje –un indicador en base al trabajo escolar en casa y comunicación online con el profesorado– el 7,7% del alumnado logró el máximo de oportunidades, el 89,2% 60 puntos sobre 100 y el 28,3%, cero oportunidades, con gran disparidad entre alumnos de centros públicos y concertados y privados. Sobre todo en la Educación obligatoria, con 34 puntos en la Pública frente a 58 en la Concertada y 77 en la Privada en el último ciclo de Primaria y 56 frente a 71 y 85 en la ESO.
Donde la escuela no llega

Marta Buxó es la directora de la asociación La gresca, que trabaja hace 26 años en el barrio de Pont Vell-Tiana i Quatre Cantons de Cerdanyola del Vallès i Ripollet (Barcelona), con gente mayor, niños y jóvenes. En la actual crisis está dando apoyo a unas 200 personas, que en el caso de los alumnos puede ser desde ayudarles a que se descarguen la aplicación para poder conectarse con sus profesores a facilitarles material escolar.

Habla de familias para las que el confinamiento no ha sido en una casa, sino en una habitación, y de dificultades que se agravan por el idioma (el 75% del perfil con el que trabajan es población extranjera). Buena parte de su labor es como intermediarias: «Recibimos las tareas que les mandan los profesores, se las enviamos a las familias, les ayudamos y las mandamos de nuevo a la escuela ya hechas. Llegamos donde el Departament y la escuela no llegan».

Cada verano acogen a unos 650 niños y niñas de 4 a 17 años en sus casals, ahora en el aire. Buxó espera que «con actividades presenciales diferentes a las que conocemos» este no sea una excepción.

También lo espera Fathia Benhammou, directora de la Alianza Educació 360: «Esas actividades no son un tema menor. Son claves para que los niños puedan volver a relacionarse con los iguales, se sientan seguros de sí mismos y en relación con los otros. En esos espacios de tiempo libre se adquieren muchas competencias transversales, y sería interesante que los docentes pudieran orientar a las familias y a los niños sobre un plan educativo, son quienes mejor pueden hacerlo».

«Negar esa posibilidad augura un septiembre más complicado para muchos niños y niñas. En verano o ya en septiembre, antes del inicio del curso escolar, han de plantearse actividades orientadas a fortalecer la confianza de los niños en su capacidad de aprendizaje«, prosigue Benhammou, que anima a ver los ecosistemas educativos locales como un terreno con grandes oportunidades a la hora de responder a las desigualdades educativas y optimizar recursos y espacios. «Con la crisis actual se ha ampliado el número de niños y niñas que van a necesitar medidas extraordinarias. Es muy importante abordar con los ayuntamientos y las entidades de tiempo libre cómo llegar a los que más las necesitan, cómo salvar barreras como las culturales, que en este caso se suman a la ruptura del vínculo escolar y dificultan que estas propuestas lleguen donde más falta hacen».

Medidas de Save the Children para "cerrar la brecha"

  • Verano educativo. Desarrollo de programas educativos con financiación del Ministerio de Educación y las comunidades autónomas, con una oferta que alcance al menos al alumnado desfavorecido, en coordinación con el profesorado, vinculando excepcionalmente la no repetición a la asistencia a estos programas, sobre todo en las transiciones de etapa. Con comedor. «En una situación extraordinaria como esta, lo ideal sería llegar a un 20% del alumnado de Primaria y ESO que tiene más dificultades educativas, riesgo de repetición y de desconexión, unos 975.000 alumnos y alumnas. Sería importante que sea atractivo, combinando actividades de refuerzo competencial con otras de ocio, culturales, científicas o deportivas. Pero todo esto depende de que lo permita la situación sanitaria», analiza Álvaro Ferrer, técnico de Incidencia Política-Equidad Educativa de Save the Children.

    En cuanto al coste: «Depende mucho del diseño y calidad del programa pero el coste total, con un mes de duración incluyendo alimentación, podrían ser unos 290 millones. No serían solo asumidos por Ministerio y las comunidades autónomas, sería necesario poner en común y reorientar fondos europeos, recursos de las comunidades autónomas (los programas de comedor de verano, por ejemplo), de ayuntamientos y diputaciones que ya tienen oferta educativa estival y de entidades del tejido social. Se puede partir de la experiencia y de los recursos del Programa VECA que puso en marcha el Alto Comisionado de la Lucha Contra la Pobreza Infantil y el año pasado tuvo 15 millones de euros de presupuesto», prosigue.

  • Curso 2020-21. Reedición del PROA para que alcance al 25% de alumnos en riesgo de fracaso y abandono (1.200.000) y al 10% de centros gueto (1.800). En el programa se priorizaría la etapa de Educación Primaria. Incluido dentro de un Plan o Estrategia de Éxito Escolar Equitativo e Inclusivo alineado con la Agenda 2030 y ET2020 que sustituya al Plan de Abandono Escolar 2014-2020. Fijándose en experiencias como la gallega, con sus contratos programa para reforzar las competencias básicas, la asturiana (también contratos programa) o el Plan de Mejora de Centros Educativos de Cataluña. También en Andalucía, que ha continuado desarrollando el PROA, o en Castilla y León y el País Vasco, «con planes de refuerzo para alumnado y centros educativos en desventaja interesantes», según Álvaro Ferrer. «Hay que poner en común todas estas experiencias a la hora de poner en marcha un nuevo programa. Creemos que es importante no multiplicar programas de apoyo y burocracia y hacérselo fácil a los centros, estableciendo objetivos e indicadores de mejora, sobre todo de reducción de la repetición», explica.
  • Más plantilla de profesores, sobre todo en los centros con alumnado desfavorecido, para que si lo permite el espacio o por turnos pueda acudir la mayor parte del alumnado el máximo tiempo. Más profesorado de apoyo, trabajadores sociales, orientadores y psicólogos. Planes de bienestar psicosocial para el profesorado y el resto del personal.
  • Dotación tecnológica de los hogares y formación del profesorado en Educación a distancia o semipresencial. Según un estudio de la UNED de la semana pasada 45 millones bastarían para acabar con la brecha digital. 301.566 hogares con menores cursando Educación obligatoria no cuentan con ordenador o conexión a internet.
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