Ser joven y migrante en España plantea una desigualdad de partida a la que se añaden otros obstáculos, una doble carga: las barreras estructurales que afectan a toda la juventud –precariedad laboral, dificultades de emancipación, problemas de salud mental– y las derivadas de su origen: racismo, estigmas, discriminación institucional y trabas administrativas.






