Niños de aprendizaje lento

Se eternizan haciendo problemas e intentando memorizar una lección y, al día siguiente, llegan desmoralizados del colegio porque lo tenían todo mal y eran incapaces de recordar la información que aprendieron. ¿Por qué hay niños que, siendo inteligentes, tardan tanto en aprender? ¿Cómo les ayudamos a seguir el ritmo de sus compañeros de clase?

Cuando un niño suspende dos o tres asignaturas, los padres piensan que sus hijos tienen dificultades con las materias o no logran conectar con los profesores. En otras ocasiones, atribuyen los suspensos a que su hijo es vago y no quiere estudiar, o piensan que quizá esté pasando una mala temporada y algún problema emocional le está impidiendo concentrarse. Hasta aquí, la situación puede considerase como normal. Pero cuando un niño suspende todas o la mayoría de las asignaturas, a pesar de poner empeño en las clases y los deberes, los progenitores suelen plantearse otras causas.
“Es comprensible que se preocupen, pero para tranquilizarse deben convencerse de que los niños de aprendizaje lento no presentan deficiencia mental, sino unas peculiaridades que les dificultan la tarea de seguir el mismo ritmo académico que sus compañeros”, explica la psicóloga infantil Elena García. “No se trata de una falta de madurez, como muchos padres creen, puesto que a los 7 años la maduración neurológica ha finalizado, pero tampoco de una falta de inteligencia”, corrobora Gema Martí, psicopedagoga del Centro Alai de Madrid.
“En realidad, lo que subyace son trabas en las funciones que acompañan a la inteligencia y que hacen que ésta marche bien, pero no de la inteligencia en sí. Estos niños suelen tener problemas de memoria, de atención, de comprensión del lenguaje y de baja velocidad de procesamiento. En cualquier caso, conviene llevarles a un psicopedagogo para que les realice un diagnóstico, pues los mismos escollos aparentes pueden tener diferentes causas y por lo tanto, distinta solución.

Por ejemplo, en nuestro centro tratamos a un niño que no se concentraba nada en clase y al final su problema radicaba en que era celíaco y llevaba una dieta inadecuada. El cambio de alimentación trajo consigo más tranquilidad y unos resultados escolares mucho mejores. Otras veces, sin embargo, el origen de los problemas de atención de nuestros pacientes ha sido un TDAH [Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad]”, prosigue la especialista.

El rol del profesor
Ante un niño de aprendizaje lento, debemos tener paciencia con su ritmo de aprendizaje y interesarnos por su trabajo. Asimismo, es recomendable pedir cita con su tutor para establecer un sistema de trabajo coordinado entre el hogar y el colegio. Profesores y padres tienen que formar un tándem para motivar al niño con sus estudios y ayudarle a progresar, pero esto no significa que estudien por él ni que le hagan los deberes.

“El profesor, en clase, debe asegurarse de dos cosas: de que la información le llega y de que la entiende”, recomienda Gema Martí. “Para ello, debe emplear un lenguaje sencillo y utilizar apoyos visuales que aclaren el contenido de su mensaje. Debe encomendar a su alumno tareas cortas y con pocas órdenes a la vez, estar muy pendiente de lo que hace, seguir su secuencia y reforzarle mucho cuando los ejercicios le salgan bien. Otras pautas muy aconsejables son: animar al niño a que se dé autoinstrucciones, para así saber lo que está pensando, y pedirle un feed-back de vez en cuando, para confirmar que se está enterando”.

La ayuda de los padres
“En casa, la habitación de estudio debe estar recogida (el desorden no ayuda) y a ser posible, en silencio. Una vez dispuesto este escenario, los padres deben recurrir a técnicas de enseñanza elementales, como la repetición y las tarjetas de repaso con mensajes muy escuetos, sin imágenes ni colorines que puedan desviar su atención”, aconseja la psicóloga infantil Elena García.

“El fallo más común es apoyarles tanto que acabamos realizando el trabajo por ellos, cuando lo que debemos hacer es guiarles para que puedan hacerlo solos y así vayan ganando confianza en sí mismos”, afirma Gema Martí. “En nuestro plan diario de deberes debemos ir por pasos: primero, centrarnos en la compresión lectora. Aunque les lleve mucho tiempo deben ser ellos los que lean: frase a frase, párrafo a párrafo… ¡Ellos! El segundo paso es pedirles que nos cuenten lo que han leído; el tercero, explicarles lo que no han entendido; el cuarto, animarles a que nos lo repitan de nuevo y el quinto, felicitarles efusivamente por su esfuerzo y su logro. Junto a todo ello hay que tener siempre en cuenta que la constancia, el hábito de trabajar todos los días un poquito, da resultados mucho más alentadores que el pegarse la gran paliza un par de días a la semana”, concluye.

PREGUNTAS HABITUALES
Nuestras especialistas responden a las dudas que con más frecuencia les plantean los padres:

  • ¿Los niños de aprendizaje lento pueden ir a un colegio normal? Por supuesto, pueden y deben. Si los profesores trabajan con ellos respetando su propio ritmo y ofreciéndoles la atención y el apoyo necesarios, estos niños mejorarán hasta igualarse con sus compañeros. Son capaces de aprender lo mismo que sus compañeros, pero más despacio.
  • ¿Es buena idea que repitan curso? Depende, hay que analizar muchos factores: los resultados académicos, si el niño va evolucionando o está prácticamente estancado, si se siente a gusto o no con sus compañeros de clase, si se está acomplejando por su bajo rendimiento… Cada caso es diferente y la repetición de curso no se puede considerar la solución definitiva para todos los niños con dificultades para aprender.
  • ¿Conviene ponerles un profesor particular? No, como norma general. Si hacer los deberes con los padres es un suplicio, ¡fuera padres!, pero si el sistema de trabajo conjunto profesores del colegio-padres funciona, no hay por qué recurrir a un docente particular.

MOTIVA Y ESTIMULA A TU HIJO
Los niños con aprendizaje lento presentan un problema añadido: la baja autoestima. Por ello, es importante que los padres y los profesores les ayuden a ir adquiriendo más seguridad en sí mismos.

  • No les compares nunca con sus vecinos o compañeros de clase, sino con ellos mismos. Los padres deben fijarse en los progresos que han realizado cada semana, al margen del resto.
  • No les riñas por sus malas notas. Si han mejorado respecto a la evaluación anterior, aunque sea poco, hay que premiarles. Los padres deben centrarse en los progresos, en lugar de en las bajas calificaciones, para reforzarles en su idea de completar los estudios.
  • Evita decirles generalizaciones como “no lo vas a conseguir nunca”, “no vales para estudiar” o “no prestas atención”. Este tipo de frases son hirientes, les inmovilizan y minan su confianza, es decir, consiguen justo lo contrario de lo que los padres pretenden y dificultan aún más sus avances.
  • No les presiones. Ellos mantienen su ritmo debido a que no pueden ir más deprisa, lo importante es valorarle por su esfuerzo.

“La Educación personalizada es una expresión vacía y tonta”

La voz templada y dulce de Inger Enkvist, con su acento foráneo, no resta un ápice de énfasis a sus afirmaciones más contundentes, fruto de décadas de investigaciones sobre la enseñanza y de saber que se alza contra las tendencias que imperan en la Educación occidental, cada vez más abducida por los postulados de la OCDE. Le enfada que nos estemos abandonando en Europa, que deje de exigirse esfuerzo a los niños, que se extienda la idea de que con Internet ya no hace falta aprender nada, que se eduque para un empleo… Vino a Madrid recientemente para presentar su último libro, Educación para Perplejos, de Ediciones Encuentro.

-¿Qué ha encontrado en los padres españoles en los foros que ha mantenido con ellos en Madrid?
-La necesidad de hablar de Educación, alejándose de consignas. También mucho compromiso y la pregunta de cómo ser un apoyo para su rendimiento escolar.
-¿Y de qué manera pueden los padres contribuir a la educación escolar de sus hijos?
-Primero, eligiendo un buen colegio. Segundo, pensar en el ambiente en casa: una casa tranquila y ordenada ayuda al hijo a hacer las tareas. Y tener silencio y orden cuando van a la cama: se trata de cosas muy sencillas, como apagar la televisión, pero que sólo pueden hacer los padres. Ahora hay niños con serios problemas para dormir, que tienen mucha excitación. Lo tercero que podemos hacer quizá sea lo más importante: hablar mucho con el hijo; mantener una estrecha relación humana con el hijo. Ya sé que suena ridículo tener que decir eso de relación humana… Hay que hablar con él de los temas importantes y mejor hacer preguntas concretas, por ejemplo: “¿Qué habéis hecho hoy en Biología?” Es mejor ir más allá de un simple “¿qué tal en el colegio?”. Es mejor hacer preguntas concretas sobre las clases para estimular su desarrollo intelectual.
-Usted considera que en la actualidad hay serio problema con la capacidad para expresarse y con la pobreza de vocabulario.
-Para muchos chicos es un obstáculo tener un vocabulario tan restringido. No entienden a la gente, adivinan…, y muchas veces desconectan porque no entienden.
– ¿Y qué deben tener en cuenta los padres a la hora de elegir un buen colegio?
– Yo miraría el tronco esencial del colegio, que son los profesores, y si tienen buenos resultados en las materias principales. De vez en cuando, los padres se fijan mucho en los extras… Todo esto está muy bien, pero como complemento.
– Pero los padres se encuentran con muchos inconvenientes para conocer la formación del profesorado, o los resultados en el colegio.
-Creo que dentro de muy poco ya vamos a ver cómo los colegios anuncian en sus páginas web cuál es el nivel de su profesorado y qué tipo de formación continua tienen. Falta muy poco para eso. También es muy posible que tengan que poner en su web el resultado promedio del colegio. Vamos en esa dirección.
– Ahora está muy de moda entre los colegios presumir de Educación personalizada y aseguran que a cada uno se le exige en función de sus capacidades. ¿Eso es posible con 35 alumnos y profesor?
– No. No se puede creer. Es hablar por hablar. Son expresiones vacías y tontas. Primero, es imposible. Además, no es seguro que sea mejor porque el profesor trabaja frente a un grupo y con un grupo. Es mucho más fácil hacer que estudien 35 alumnos diciéndoles al grupo entero: “Para el martes, esto”. Y el martes la mayoría lo habrá hecho. Pero convencer a cada uno de lo que tiene que hacer tiene menos probabilidades de que resulte.
– Pero el colegio no es todo; no podemos delegar en él toda la Educación. ¿Qué depende exclusivamente de nosotros?
– Así es… Los padres pueden ayudar, pero no tanto en relación con las materias escolares, sino con otros aspectos, como hemos visto antes; por ejemplo, asegurando el descanso de los niños. También hay una cuestión preocupante que he aprendido trabajando con médicos a propósito de la salud de los escolares: a muchos chicos el ruido les vuelve agresivos y golpean; también genera otra reacción, sobre todo en las chicas, que es la de apocarse para no ser visto, quedarse callado, esconderse…
– Los informes de la OCDE y los expertos afirman que la formación en España no prepara bien para el mercado laboral.
– La Educación no sirve únicamente para poder trabajar. Sirve para darnos un equilibrio, una manera de vivir juntos, nos enseña una manera de ver el mundo… Además, los que se preocupan por el mercado laboral del futuro no saben cómo va a ser. Es mejor ir a lo que es más general, pero sólido. Una buena formación troncal es una excelente preparación para un futuro que no conocemos.
-Se habla mucho hoy de que el papel del profesor ha cambiado, pero ni los propios profesores saben hacia dónde. ¿Cómo debe ser un buen profesor?
– Muchos niños dudan ante el hecho mismo de aprender: piensan que es demasiado difícil, que no sirve para nada… Si ellos dudan, necesitan tener una presencia, a veces la única, una voz. Un profesor es un modelo.

Descubriendo el mundo con tus hijos

Cada vez más padres preparan las maletas y se lanzan a recorrer el mundo con sus hijos con el objetivo de enseñarles otras culturas y vivencias. Tres familias nos desvelan los secretos y las anécdotas de sus escapadas por el globo.

virginia madrid
Viajar ha sido siempre una de las grandes pasiones de esta familia, pero envueltos en el trabajo y el colegio de sus hijas, solo podían hacerlo durante las vacaciones. Sin embargo, hace seis años, esta familia madrileña se lanzó a recorrer los cinco continentes. Y así, estos intrépidos trotamundos visitaron treinta y siete países a lo largo trescientos treinta y tres días. Luis Muñiz cuenta cómo surgió esta aventura: “Este viaje surgió allá por el 2005 estando un día en casa, soñando delante de un gran mapa los países que nos gustaría visitar. Y los cuatros fuimos colocando chinchetas sobre cada destino. Nos salieron muchos países y así fue como les planteé a mis tres chicas dar la vuelta al mundo”. Tomada la decisión, tocaba organizar el tema de los trabajos, el colegio y los preparativos. “En la primavera del 2008 hubo cambios en la empresa en la que trabajaba como ingeniero en telecomunicaciones y llegué a un acuerdo con la dirección para dejar mi empleo. Fue el momento perfecto para tomarme un año sabático y poder llevar a cabo nuestro sueño. Y como Amaya imparte clases de inglés en empresas y es un trabajo mucho más flexible, no tuvo problema en aparcar la enseñanza por un tiempo”, apunta Luis. El asunto de las clases de las niñas tampoco supuso una traba. Luis y Amaya hablaron con la directora del colegio de su viaje y les animó a realizarlo, pues consideró que era una vivencia más enriquecedora para las niñas que el aprendizaje a través de los libros de texto y la asistencia a clase. “De todas formas – explica Amaya Quintero– como desde el principio, tuvimos claro que no queríamos que las niñas, Sara y Ainhoa, perdieran el curso escolar, fuimos nosotros los que nos encargamos de enseñarles las asignaturas correspondientes de cada curso. Además, a lo largo del viaje, cada semana nos comunicábamos a través de internet con el colegio y sus profesoras nos enviaban los deberes escaneados de cada materia y los hacían con nuestra ayuda”.
Tras dedicar tres años para preparar la ruta y ahorrar el dinero necesario (unos catorce mil euros por persona) para llevarlo a cabo y además, tener un colchón económico tras la vuelta a casa, salieron el 29 de agosto de 2008 de Madrid con el objetivo de recorrer treinta siete países y lo consiguieron. “Partimos con destino Nueva York y entre otros recorrimos la costa este de USA, Guatemala, Perú, Bolivia, Nueva Zelanda, Australia, Japón, India, China, Tanzania, Jordania, Palestina y Egipto. Y la verdad, nos supo a poco”, cuenta Amaya. ¿Qué aprendisteis de esta gran experiencia? Luis asegura: “Que podemos vivir y ser mucho más felices prescindiendo del noventa por ciento de las cosas que poseemos o creemos necesitar”. Y para Amaya la mayor lección de este viaje es: “La apertura de mente. Descubrir otras culturas y otras gentes me ha enseñado a mirar con otros ojos. Además, hemos vivido siete vidas condensadas en un año, porque fuera, todo se experimenta con más intensidad y plenitud”.
Sin embargo, los padres intrépidos y soñadores deben recordar que el viaje debe adaptarse siempre al niño y no al revés. Fernando Miralles Muñoz, psicólogo clínico y profesor de psicología de la Universidad CEU San Pablo considera que: “Cuando se empieza a viajar con niños es aconsejable, al principio, elegir destinos cercanos, por nuestro país y después ir alejándose poco a poco del punto de partida. Y en esa planificación, los progenitores deben saber dónde está el hospital más próximo, farmacias y lugares de recreo”. Nadie duda de que el viaje es la mejor escuela en movimiento para esos locos bajitos que pululan por nuestras casas, pero no es la única. “Los campamentos de verano y las colonias urbanas son dos opciones estupendas para que los chicos aprendan a adaptarse a otro estilo de vida y a otros cuidadores y cumplan horarios y responsabilidades”.

“Desde que nuestro hijo viaja se ha vuelto más generoso”
Montse Balagueró. Está casada y es madre de un hijo. Es la editora del blog www.unmundopara3.com . Su hijo Álvaro de trece años ha recorrido ya 35 países.
“Siempre hemos sido muy viajeros y cuando tuvimos a nuestro hijo decidimos incorporarle a nuestros periplos, aunque nuestras familias nos dijeron que estábamos locos. Así fue como visitamos Grecia con Álvaro a cuestas y con tan sólo once meses de vida. Una hazaña preciosa e inolvidable. Lo cierto es que desde que nuestro hijo viaja se ha vuelto más generoso, más tolerante y confiado y no tiene prejuicios. A lo largo de nuestros viajes ha jugado al fútbol descalzo con niños indígenas en Chiapas (México), ha compartido sus galletas con otros que no tenían nada. Estas vivencias le han abierto la mente y le han enseñado que hay muchas más formas de vida más allá de la que él lleva cómodamente en nuestro país. Nuestra última gran escapada fue este pasado verano. Aprovechamos los tres meses de vacaciones de Álvaro y hemos recorrido Europa en furgoneta. Hemos visitado Francia, Alemania, Italia, Hungría, Austria y Eslovaquia. Llevábamos nuestras bicis y hemos visitado ciudades y pueblos a golpe de pedal y ha sido muy divertido. El año anterior recorrimos Asia, desde Corea del Sur hasta Singapur. Como Álvaro perdía días de clase, antes de realizarlo, hablamos con sus profesoras y como es un buen estudiante, nos apoyaron, porque consideraron que era una experiencia en la que iba a aprender muchísimo”.

“El viaje es un máster en valores para los niños”
Pau García. Está casado y es padre de dos hijos Teo de cuatro y Oriol de casi dos años. Relata sus viajes en www.elpachinko.com
“Para nosotros viajar forma parte de la Educación de nuestros hijos, algo que no se aprende en los libros. Además, aprenden otras realidades y descubren que el mundo no se acaba en su barrio.
Teo y Oriol juegan con otros niños sin tener en cuenta el color de piel, su religión o idioma. El viaje es un máster en valores para los niños, aprenden a respetar, a saber estar, a compartir…Viajar es mi gran pasión. Una afición que comparto con mi mujer Verónica y ahora con mis dos hijos. Nuestro primer viaje con el pequeño Teo fue a Copenhague, cuando solo tenía seis meses y resultó una experiencia tan fantástica que decidimos repetir. Eso sí, adaptando el destino y los planes a nuestro hijo. Islandia, Francia y Noruega fueron los siguientes destinos que visitamos con el pequeño. Y cuando cumplió los dos años visitamos Corea del Sur, una aventura muy enriquecedora. Cuando viajamos en avión, intentamos volar de noche para que el pequeño vaya dormido y aprovechamos las vacaciones para que no pierda colegio. Pero también disfrutamos del turismo nacional. Nos entusiasma Cantabria y Cataluña y todos los años cae alguna escapada.
Aunque mi hijo Teo es todavía pequeño para reconocer los lugares que ha visitado en las fotos, ya nos pregunta: “Papá, ¿Cuándo nos vamos de viaje?”.

"Algunos profesores me enseñaron a vivir"

Hace muchos inviernos que conozco a uno de los rostros más queridos del mundo de la interpretación. Su mirada amable, pausada, conocedora de importantes secretos casi nunca desvelados, es la responsable del descubrimiento de las verdaderas leyes de la vida. Escuchando la maravillosa voz de su esposa Carmen, que nos prepara un café con un gusto exquisito, comenzamos un tiempo de recuerdos en el que la infancia, los valores, la educación y los afectos son los verdaderos protagonistas.

-¿Cómo valoraría la Educación que recibió en su etapa infantil?
-Soy hijo de padres separados y en aquella época, cuando terminé el Bachiller, ni me atrevía a comentarlo. Estamos hablando de los años cincuenta cuando las cosas eran muy distintas. Recuerdo con horror la falta de entendimiento entre los dos y las discusiones. Luego, empecé a entender, pero en aquel momento no comprendía nada. Así que mi recuerdo es el de un niño muy querido por una madre que me educó en la responsabilidad.
-¿Cree que por esas circunstancias estuvo sobreprotegido?
-Sí, efectivamente, debería haber sido un niño miedoso porque mi madre estaba demasiado pendiente de lo que me pudiera pasar. Ella entendía que debía suplir así la ausencia de mi padre
-En esos años la relación entre padres e hijos solía ser más distante, pero, por lo que usted cuenta, su experiencia fue otra…
-Mi madre no tenía muchos amigos que entraran en casa, y yo, cuando oía a mis compañeros decir que si llegaban amigos de sus padres se tenían que ir a otros cuartos, me sorprendía porque no tenía esa lejanía con las conversaciones de los mayores. Mi madre me hacía participe de todo y me consultaba cualquier cosa. Recuerdo que yo siempre le decía que no quería hacerme mayor porque, cuando me levantaba ella ya estaba trabajando y cuando me acostaba exactamente igual.
-¿Antes se educaba a los niños intentando hacerles muy responsables desde pequeños?
-Era una época muy dura y se luchaba mucho. Todas aquellas cosas hacían que tu perspectiva de niño fuese muy concreta respecto al concepto de lo que significaba vivir. Entonces se valoraban a las personas honradas, buenas, trabajadoras, palabras que casi ni se usan en estos momentos.
-Efectivamente, la escala de valores ha cambiado de manera sustancial en la sociedad…
-Sí, la sociedad ha dado un giro radical en sus intereses. Estamos en un momento demasiado materialista y superficial. Creo que antes se formaba en la responsabilidad en el trabajo. Era unos años en los que se valoraban mucho más las cosas bien hechas.
-Con lo que usted me cuenta, ¿piensa que le educaron en libertad?
-Mi madre quería que yo ascendiese en la escala social y trabajó mucho para que fuese a un buen colegio e insistió en que tuviese buenas amistades. Todo eso en aquel momento era fundamental y podía marcar lo que sería tu vida.
-¿Ha sido usted más transigente con sus hijas?
-Yo tuve a mis niñas con cuarenta y tantos años y en esa época trabajaba mucho, así que mi preocupación fue siempre que tuviesen una Educación importante en lo cultural, pero no excesivamente rígida porque yo ya había vivido mucho tiempo en Italia y tenía otra visión del mundo. Nunca he querido presionarlas demasiado. Piense que cuando yo formé mi familia estaba ya en un momento maduro y que, realmente, tampoco pensaba que podría tenerla. Lo que sí puedo garantizarle es que aquello fue una bendición, porque cuando las veo y vienen a casa me hacen muy feliz. Yo siempre tuve mucho miedo al después, y a nivel educacional eso hay que medirlo mucho. Lo único que me obsesionaba era que pudiesen defenderse solas.
-¿El orden en la vida cotidiana es una de las claves para alcanzar el éxito?
-. Sí, ahora está muy infravalorado, pero el orden está dentro de ese espacio tan importante en la vida de los seres humanos que es la voluntad. Así que una de las cosas que más agradezco es haber conocido a aquellas personas que me enseñaron la necesidad de la competición con uno mismo para mejorar en cualquier aspecto de la vida. Los que hemos sido deportistas lo tenemos mucho más claro. Hay que darle a cada cosa su tiempo para obtener los mejores resultados y, sobre todo, saber contemplar lo bueno de cada situación y disfrutar.
-Sin embargo, usted ha sido un gran sufridor en el trabajo…
-Es verdad, yo no hace tantos años que empecé a divertirme con el trabajo. He de confesar que casi sufría porque me preocupaba mucho no saber hacer las cosas como deseaba. Ahora ya busco otras perspectivas, pero esa voluntad te ayuda a vivir y a mantenerte en un lugar en el que la reflexión te permite saber elegir en muchas ocasiones con acierto. Como me transmitió mi madre, la disciplina te ayuda a salir en la vida de la mejor forma posible.
-¿Recuerda como algo vital para su vida cosas que le enseñaron algunos profesores?
-Sí, tengo el recuerdo de algunos profesores que me enseñaron a vivir. Creo que los conocimientos no fueron lo más importante sino las enseñanzas para poder abordar diferentes aspectos de la existencia con éxito. Creo que los profesores de antes formaban mucho más a la persona.
-En estos momentos sigue trabajando y está con una función, El hijo de la novia, con la que recorre España…
-Estoy muy contento con la función y también con la compañía. Me llevo fenomenal con mis compañeros y lo pasamos estupendamente. Juanjo Artero, Tina Sainz… se an convertido en mi familia y disfrutamos de muchos momentos juntos.

Didakids organiza el VI campeonato Didakids de cálculo mental para alumnos de Primaria

Comienza la cuenta atrás para la sexta edición del campeonato online de cálculo mental, que se celebrará en México y España los días 27 y 28 de abril, respectivamente. Universal Didactics, empresa barcelonesa especializada en e-learning, pretende fomentar el interés y la motivación por el cálculo mental entre los niños de Primaria con un evento internacional, que cuenta con colaboración de la revista Padres y Colegios (Grupo Siena).

La participación en el campeonato es gratuita y está abierta a centros educativos con alumnos de entre 6 y 12 años, que competirán con otras clases y alumnos del mismo curso. Los estudiantes recibirán tanto premios colaborativos, que reconocen el esfuerzo global de la clase y el colegio, como premios individuales. Por ejemplo, los alumnos más rápidos calculando serán premiados con una de las 18 tabletas de 7 pulgadas que se repartirán. El listado completo de premios se puede consultar en campeonatodidakids.com.

Los estudiantes que dispongan de una licencia Matematics podrán participar directamente con su nombre de usuario y contraseña, sin necesidad de inscripción previa. Los profesores podrán solicitar una cuenta personal para sus alumnos en la sección “Inscribe a tus alumnos” de la web oficial del evento. Además, cuando el profesor reciba las claves, los alumnos podrán disfrutar de un mes de prueba de la plataforma de contenidos complementarios para el aula Didakids.

El objetivo de los campeonatos Didakids es ofrecer a los centros educativos una herramienta de motivación para sus alumnos y dar a conocer los recursos educativos de Universal Didactics. La participación en los campeonatos es gratuita y no compromete a los centros a ningún tipo de acuerdo sobre los recursos digitales de Universal Didactics. Los datos personales suministrados por los participantes serán tratados confidencialmente y recogidos en una base de datos automatizada.

Más información: http://www.campeonatodidakids.com

La empatía como asignatura

Para la formación íntegra de un alumno, tan importante es el desarrollo de sus habilidades sociales como su preparación académica. Por eso es tan acertada la idea de incluir la empatía como una asignatura más del curso puesta en marcha por la Consejería de Educación de Canarias.

El año pasado, en su visita a España, Marc Prensky, uno de los profesores más influyentes y reconocidos de Estados Unidos, autor de Educar a nativos digitales (Ediciones SM), insistía en la necesidad de introducir en los planes educativos asignaturas que ayuden a los alumnos a desarrollar sus habilidades sociales. Marc Prensky estará muy satisfecho, pues el Gobierno de Canarias ha implantado por primera vez en sus colegios, en el curso 2014-15, la asignatura Educación Emocional y para la Creatividad, obligatoria y evaluable para los alumnos de 1º a 4º de Primaria. Según Montserrat Gálvez, responsable del Servicio de Ordenación Educativa de la Consejería de Educación de Canarias: “Las emociones forman parte del ser humano y por ello, éstas deben estar presentes de forma explícita en el currículo de los alumnos”.
Esta nueva asignatura persigue como primer objetivo la alfabetización emocional. Consiste en que los alumnos aprendan a reconocer sus propios sentimientos, a la vez que reflexionan sobre las emociones de sus compañeros, se ponen en su lugar y tratan de comprenderlos. “Pero aún hay más. Es muy importante que los niños descubran que es posible comprender al otro sin estar de acuerdo con él”, explica la psicóloga especializada en desarrollo infantil Isabel A. Wagener.

Otro objetivo es la regulación emocional. Pretende que los niños aprendan a manejar sus emociones y a relacionarse de forma eficaz. “Cuando un niño crece teniendo normas y límites a su alrededor, se habitúa a contenerse y a no dejarse llevar por sus emociones, y este entrenamiento se traduce en una notable reducción de la violencia en las aulas”, afirma Isabel A. Wagener.

La creatividad es otro objetivo que trata de alcanzar la empatía como asignatura es que los niños resuelvan las dificultades de su día a día echando mano de su creatividad y apoyándose en las habilidades aprendidas en los dos puntos anteriores. Cualquier recurso imaginativo que al niño le sirva para regular sus emociones es válido. En los colegios canarios, por ejemplo, los alumnos se sientan en el suelo y hablan de situaciones que les dan miedo y así, poniéndoles nombre y arropados por un grupo, les resulta más fácil enfrentarse a ellas.

Educar las emociones
“Los seres humanos somos empáticos por naturaleza. La prueba más evidente de ello es que desde bebés tendemos a imitar al otro. Es verdad que a medida que vamos creciendo nos volvemos más herméticos, pero nuestra capacidad para empatizar sigue estando ahí”, dice Isabel A. Wagener.

Ana Sáenz de Miera, directora de Ashoka en España y Portugal, la mayor red internacional de emprendedores sociales, es otra experta que conoce muy bien la importancia de la empatía: “Está comprobado que los niños que reciben clases de empatía son más felices y equilibrados y tienen más éxito en la escuela y en la vida”, declaraba recientemente en la Cadena Ser. Prueba de ello son programas como Roots of Empathy en Canadá o la asignatura sobre empatía existente en Finlandia. De ahí la iniciativa de Sáenz de Miera (startempathy.org).

¿Cómo pueden los niños y niñas aprender a comprender mejor a sus iguales?
– Con un cuento. El objetivo de Mapache y Osito juegan a las carreras es acercar a los niños al sentimiento de frustración de otra persona y enseñarles a acoger su dolor, además de descubrirles que el diálogo es la manera más adecuada de expresar la cólera y la rabia. http://edukame.com/un-cuento-para-comprender-las-emociones-de-los-demas
– Con un juego on line. Gracias a Me pongo en tu lugar a los pequeños les resultará más fácil comprender y respetar los diferentes puntos de vista, aunque no los compartan, lo que les ayudará a mejorar sus relaciones sociales.
http://www.educayaprende.com/juego-educativo-empatia/
– Con una App. ¿Qué tal estás? es una aplicación educativa que pretende ayudar a los niños a relacionarse sin dificultad. Los niños pueden jugar a esta aplicación educativa de dos formas: observando diversas caras para tratar de reconocer las emociones que representan o haciéndose una foto en la que se reproduzca la emoción sobre la que están trabajando.
https://itunes.apple.com/es/app/que-tal-estas/id616728832?mt=8

Tienen de todo y se aburren

Los padres tendemos a no dar opciones a su aburrimiento. Sea porque llenamos su tiempo, sea porque presentamos rauda alternativa en cuanto presentan síntomas de aburrirse.

Un atasco: los cuatro metidos en el coche… Una sala de espera del pediatra: cinco por delante de nosotros y el cansancio acumulado de las cinco de la tarde… Es tan natural exclamar un “puf, qué aburrimiento”, o un “esto es insoportable”… Por no hablar de nuestro gesto de disgusto, agobio, angustia…
Así es cómo nuestros hijos aprenden que no saber qué hacer es algo negativo, indeseable y frustrante.
“Los niños aprenden qué es aburrirse porque nosotros se lo decimos”, afirma Consuelo Coloma, psicóloga educativa coordinadora de la Universidad de Padres, de José Antonio Marina. “Asocian una palabra a un estado de ánimo”. Por eso, ante todo, debemos ser conscientes de que el hecho de que les resulte frustrante “no encontrar nada alrededor a lo que prestar antención” –que es lo que vendría a reconocerse como aburrimiento– “depende de la Educación y del aprendizaje”. Así que he aquí el primer consejo: “Desdramatizar el aburrimiento y convertirlo en una situación enriquecedora”.
Por otro lado, no olvidemos ni desaprovechemos que el “deseo” natural con el que nacen los niños juega en nuestro favor y en el suyo. Catherine L’Ecuyer, la conocida autora del best-seller Educar en el Asombro, expone que ese “deseo de conocer” que “viene de serie” en el niño y “no hace falta motivar” puede mantenerse vivo con el paso de los años.
“No es normal que los niños pequeños se aburran, porque su creatividad es infinita y, en principio, todavía está poco contaminada; buscan naturalmente retos, sus juegos, ajustados sus capacidades”, señala la investigadora y divulgadora. Además, subraya: “El aburrimiento es un motor; puede ser el preámbulo del juego y la creatividad”. Y recuerda: “Tolstoi decía que aburrirse es ‘desear desear’”.
Así que si nuestros hijos ya han descubierto el aburrimiento y de vez en cuando pronuncian el “me aburro”, no hay que preocuparse demasiado. La británica Teresa Belton, investigadora del comportamiento infantil, en especial del aburrimiento y la imaginación, decía en un reciente artículo (mumsnet.com): “Si tu hijo se aburre, alégrate; no te sientas culpable”.
Coloma observa que “el aburrimiento bien gestionado es un buen comienzo, porque obliga al sujeto pasivo a volverse activo, a hcer lo que no hacía, a pensar lo que no pensaba, a imaginar lo que no imaginaba”. Eso sí, advierte: “Un niño enrabietado porque se aburre no va a hacer nada y hay que esperar a que se le pase; tal vez, necesite atención o compañía, tal vez estar solo…”.
L’Ecuyer sugiere realizar a nuestros hijos “la prueba del aburrimiento”: “Dejémoslos jugar libremente unas dos horas con sus hermanos, sin juguetes, sin colchonetas, sin cromos, sin pantallas, sin bicicleta, en espacios abiertos en la naturaleza, y observemos cómo se desenvuelven. ¿Se entretienen solos, tranquilamente, imaginándose juegos, o bien se aburren y experimentan ansiedad y hiperactividad? Si vemos que nuestros hijos se aburren, entonces hemos de preguntarnos, ¿por qué ocurre?“
Una pregunta frecuente entre los padres es ¿por qué los niños no encuentran nada que hacer, estando, como están, rodeados de estímulos, de juguetes, de actividades?
La psicóloga de la Universidad de Padres ratifica que “cuantas más cosas, más aburrimiento” porque “es más difícil percibir algunas de ellas”. “De hecho, cuando ponemos a los bebés en las alfombritas con juguetes, se recomienda no ponérselos todos a la vez, sino un día uno, otro día otro, para que puedan prestarles atención”.
Por la misma razón, es muy recomendable, con niños mayores, practicar la rotación de juguetes: retirar unos cuantos, sacarlos al cabo de un tiempo y guardar los otros. “Un entorno saturado no les ayuda a decidir ‘me apetece éste’”, advierte la experta.
L’Ecuyer advierte de que “un ser que hace todo por inercia es un ser muerto interiormente, incapaz de tener una existencia verdaderamente personal”. “Podemos decir que el producto de una educación conductista lleva al aburrimiento continuo, porque no hay deseo (no hay estados internos), ni hay nada que desear”.
Igual que el niño necesita tiempo de juego no estructurado, necesita tiempo y oportunidades para hacer creces el espacio interior. El aburrimiento es un buen alimento del espacio interior. Y, por otro lado, cuanto más rico sea el mundo interior, menos expuesto estará un niño al aburrimiento, tanto en la infancia como en la adolescencia. La psicóloga de la Universidad de Padres explica cómo “darles a los niños herramientas interiores”.
Además, debemos favorecer el autoconocimiento del niño: para que sepa identificar cuándo está aburrido -–hay veces que simplemente está cansado– y reflexione por qué lo está.

Se estrena la película El maestro, inspirada en hechos reales

El viernes 4 de septiembre se estrena en España una película que es todo un homenaje a la profesión docente. Se trata de El maestro, que narra la emotiva historia de Alberto Manzi, un profesor que logró llenar de esperanza la vida de un grupo de jóvenes delincuentes desahuciados por la sociedad.

Avalada por la calidad tras las cámaras del lombardo Giacomo Campiotti, especialista en narrar ejemplares historias reales rebosantes de humanidad, como Moscati, el médico de los pobres o Prefiero el paraíso, llega a las salas El maestro, la historia de un profesor que devuelve su dignidad a un grupo de chavales encerrados en un reformatorio.

Nunca es demasiado tarde

Es el propio Alberto Manzi quien recuerda sus inicios en la enseñanza, cuando en 1946, acabada la guerra en Italia, encuentra un difícil empleo de maestro en un férreo reformatorio de jóvenes en Roma. Manzi luchará con denuedo para que sus alumnos –rateros, ladrones, asesinos– aprendan a leer y a escribir. Les dará confianza, creerá en ellos y poco a poco los chicos empezarán a sentirse queridos e iniciarán el camino de la transformación.

Como otras películas inspiradoras de grandes maestros como El Club de los poetas muertos, Profesor Holland, Profesor Lazhar, Diarios de la calle, La profesora de historia, etc., el film muestra la importancia del ejemplo y del convencimiento de que se puede y se debe creer en las personas. Es encomiable en este sentido la tozudez con la que el protagonista Alberto Manzi (magnífico personaje creado por los guionistas Claudio Fava y Monica Zapelli) lucha una y otra vez ante los elementos para lograr aportar un futuro de esperanza a unos alumnos prácticamente desahuciados por la sociedad. Precisamente, ese no tirar la toalla es de lo que habla el título original: “nunca es demasiado tarde” para dar a los jóvenes una guía, un norte para su futuro, para sentirse queridos y creer así en ellos mismos, de modo que la sociedad cuente con la esperanza de un mundo mejor.

Tradición neorrealista

Inspirado en hechos reales, el film bebe mucho de la tradición neorrealista italiana, tanto por su puesta en escena (convincente la recreación de la época) como por el material de fondo con el que trabaja. Hay en los años cuarenta del siglo XX en Italia unas tremendas dificultades para salir adelante, la Segunda Guerra Mundial ha hecho estragos no sólo en lo material sino en el optimismo del corazón humano. Pero, siguiendo la tradición de Roberto Rossellini y demás, Campiotti ofrece un retrato de personajes entrañables, seres sufrientes pero de corazón grande y de admirable fortaleza. En este sentido cobran mucha importancia la mujer del protagonista (Nicole Grimaudo), así como el director del reformatorio (Giorgio Colangeli), un hombre sufridor, cuyo duro caparazón no podrá impedir que su nobleza enterrada por el pesimismo gane finalmente la partida.

Al final queda una enseñanza universal, centro argumental de la película: si tratamos a las personas como seres humanos, sea cual sea su situación, su historia y sus tragedias, daremos el primer paso para que su dignidad tome las riendas y su libertad encuentre responsablemente el camino para que lleguen a encontrarse a sí mismos y convertirse en buenas personas.

Ficha

El maestro
T.O.: Non è mai troppo tardi
Dirección: Giacomo Campiotti
Guión: Giacomo Campiotti, Claudio Fava, Monica Zapelli
Intérpretes: Claudio Santamaria, Nicole Grimaudo, Giogio Colangeli, Gennaro Mirto, Lorenzo Guidi
Música: Stefano Lentini
Fotografía: Fabricio Lucci
Distribuye: European Dreams Factory
Estreno: 4 de septiembre de 2015

El entusiasmo favorece el aprendizaje

La ciencia asegura que el cerebro está íntimamente ligado al sentimiento y que los estados emocionales positivos favorecen su desarrollo. Por eso, es fundamental que los niños mantengan la ilusión por aprender desde que empieza el curso hasta que termine, porque ese entusiasmo les ayudará a superarlo.

Salvo raras excepciones, los niños comienzan el curso encantados: la emoción de reencontrarse con sus amigos, la satisfacción de pasar a un nivel superior, la curiosidad por descubrir los libros nuevos… Son alicientes que contribuyen a que las primeras semanas escolares transcurran como la seda. Lo malo es que este espíritu positivo no se mantiene siempre tan en alza. A medida que pasa el tiempo y las lecciones van siendo cada vez más complicadas, los ejercicios más difíciles y los deberes más abundantes, ese entusiasmo va desapareciendo y en algunos casos termina siendo sustituido por la desilusión, el aburrimiento, la apatía… ¡Hay que actuar! Debemos intentar evitar por todos los medios que los estudiantes lleguen a esta situación de desidia. Primero, para que no lo pasen tan mal (cuanto más desanimados estén, más cuesta arriba se les hará el curso) y segundo, porque numerosas investigaciones médico-científicas aseguran que el entusiasmo es un estimulante para el cerebro, que regenera las neuronas y facilita las sinapsis entre ellas, favoreciendo los procesos de aprendizaje. En esta misma línea, Alfred Sonnenfeld, doctor en Medicina y en Teología y catedrático de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), afirma: “Todos tenemos un potencial mucho mayor de lo que nos imaginamos, pero debemos contar con una motivación que nos empuje a actuar con entusiasmo, porque sólo si estamos entusiasmados podemos alcanzar lo que pretendemos”. “Efectivamente es así y los chicos que estudian sin ilusión se encuentran con un enorme impedimento para avanzar en clase”, corrobora la psicóloga Concepción Ocaña. “Por eso, siempre que los adultos veamos a nuestro hijo o alumno apático debemos convertirnos en su motor e impulsarle a interesarse por lo que tiene que aprender. ¿Cómo? Transmitiéndole ilusión, contagiándole nuestras ganas de descubrir algo nuevo cada día y explicándole que lo que tiene que estudiar en realidad no es tan aburrido como a él le parece y seguro que consta de apartados, aunque sean mínimos, que merece la pena escudriñar”.
“buenos aprendices”
El psicólogo Guy Claxton, experto en aprendizaje, insiste en su obra Vivir y Aprender (Alianza Editorial) en la enorme relevancia que tiene que los adultos dejemos ser “buenos aprendices” a nuestros hijos y alumnos. Explica este autor que para despertar el interés de los chicos por saber y lograr que se entusiasmen con lo que están aprendiendo debemos seguir las siguientes pautas:
–Incitarles a debatir sobre los temas que tienen que estudiar, pero también por los que les inquietan o atraen fuera del ámbito académico.
–Dejarles participar y colaborar en su formación activamente.
–Darles oportunidades de desarrollar sus propios gustos y criterios, así como su imaginación.
–Enseñarles técnicas de relajación para que no se angustien al comprobar la extensión de los temas que tienen que estudiar ni lo complicada que puede resultar una materia.
–Incitarles a buscar soluciones por sí mismos y a evaluarlas tranquilamente después, para que se conviertan en analistas.
¿Y qué ocurre si al comportarnos de esta forma con ellos, se equivocan? Según Claxton, no pasa nada. Darles un margen de tiempo para que reflexionen y permitirles que metan la pata varias veces, hasta dar con el resultado correcto, son otras de las condiciones básicas que deben reunir los “buenos aprendices”, pues estas experiencias son, precisamente, las que les llevan a entusiasmarse con lo que tienen delante.

Descubrir “in situ”
Además de tener en cuenta las pautas recomendadas por Claxton, la psicóloga Concepción Ocaña señala que para mantener el interés de los niños por saber, tanto los padres como los profesores debemos acompañar nuestras explicaciones teóricas con vivencias prácticas; es decir, llevarles a exposiciones, bibliotecas, teatros, museos de diferentes tipos (arte, ciencia, naturaleza)… También son muy buenas costumbres dejarles hacer experimentos controlados en casa y en el laboratorio del colegio y llevarles al campo de excursión a menudo, para que se deleiten observando y explorando la naturaleza en estado puro. Según nos explica la especialista: “Cuando el estudiante experimenta y descubre cosas por sí mismo se impregna de sensaciones agradables muy positivas, que le motivan y potencian sus ganas de aprender. No es palabrería, esto ocurre así por una explicación muy sencilla: en el tálamo se elaboran los estímulos visuales y auditivos y cuando al niño le resulta interesante lo que está experimentando, esas imágenes y sonidos actúan como impulsos que estimulan sus neuronas y las conexiones entre ellas, algo que a su vez favorece la asimilación y la memorización de lo que está descubriendo”.

En cuanto a la motivación, es otro aspecto a aclarar. Sin ella, el rendimiento escolar baja, pero ojo, el niño también rinde por debajo de sus posibilidades cuando está tan sumamente motivado que estudiar le produce ansiedad. Esta situación se presenta cuando el alumno es muy perfeccionista y se exige mucho a sí mismo y también cuando se siente presionado por sus padres, pues le piden notas altísimas y él no quiere decepcionarlos. “La clave para motivar a un estudiante moderadamente, sin transmitirle angustia ni permitir que él mismo se estrese cada vez que se pone delante de los libros radica en explicarle que su meta no es convertirse en el número uno de la clase, sino en ir superándose a sí mismo poco a poco. Debe ir construyéndose como persona, al ritmo que sus posibilidades le permitan, ni más ni menos”, afirma Concepción Ocaña. “Y en este proceso no caben las comparaciones ni los castigos. Las comparaciones, porque sólo conllevan situaciones negativas: rivalidad, enemistades, complejos… Y los castigos, porque enseñan a los niños que el entusiasmo debe proceder de un factor externo (conseguir el premio y huir del castigo) y esto no es verdad. El entusiasmo debe nacer del interior de cada uno. Para el estudiante no hay peor castigo que ver que no progresa y con eso ya tiene bastante. Por el contrario, comprobar que sabe resolver por sí mismo las dificultades que se va encontrando en su camino es el mejor aliciente para que continúe manteniéndose ilusionado y con un buen nivel de autoestima. Y para que finalice el curso con las mismas ganas de saber y el mismo entusiasmo con que lo ha empezado”, concluye la psicóloga.