El boom de los blogs de maternidad y paternidad

Dice el sociólogo polaco Zygmunt Bauman, Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades (2010), que la sociedad moderna destaca por el auge de la precariedad, la transitoriedad y la volatilidad de nuestras relaciones. La premisa también se puede aplicar a  las familias, que viven en cierta medida la maternidad en soledad, sin lazos fuertes ni una tribu que las sostenga. En ese contexto, podríamos pensar que internet mantiene ese modelo de lazos relacionales que no exigen compromiso. Pero, por otro, también podríamos pensar que ha venido a cubrir, en cierta forma y salvando las distancias, esa necesidad de tribu. El ejemplo más paradigmático es el auge de los blogs de maternidad, que pone de relieve la necesidad humana de expresar y compartir emociones, de encontrar conexiones, de sentirse comprendido y acompañado.

Por Diana Oliver / Adrián Cordellat

Sabe sobre ello Mónica de la Fuente, CEO de Madresfera, la mayor comunidad de blogs en español, que empezó su andadura en 2011 con un puñado de bitácoras. Hoy son más de 3.500 los blogs registrados en su plataforma: “En la maternidad y la paternidad vivimos una experiencia en la que necesitamos una comunidad a nuestro alrededor, una tribu. Antes teníamos a la familia y amigos a nuestros alrededor, a la comunidad 1.0, los vecinos, la familia extendida, para ayudarnos y darnos apoyo. Pero ahora estamos cada vez más solos. Y ante un cambio vital tan arrollador necesitamos abrir ventanas al mundo y encontrar nuevos vínculos”

Vanesa Piñeiro, por su parte, es autora de  uno de los blogs de maternidad en castellano con más tirón en la red. Gallega y madre de dos hijos, estuvo casi un año leyendo otros blogs de maternidad hasta que la necesidad de expresar también sus sentimientos y su punto de vista la llevó a abrir su propio espacio. Así nació ‘Una madre como tú’, una bitácora que ha aportado a Vanesa gente con la que conectar y una puerta para dar rienda suelta a una de sus pasiones: la escritura: “es maravilloso tener un espacio donde descargar frustración y sentirse comprendida, además de poder ofrecer apoyo a otras madres en el camino de la maternidad”.

¿Y qué le aporta a una madre leer otros blogs de maternidad o paternidad? Mucha información, reflexión y una aproximación a otras realidades. “Si sabes elegir hay blogs que son verdaderas maravillas, con mucho trabajo detrás y con información que cuesta encontrar por otras vías. Hay otros blogs que me hacen pensar sobre temas que en principio no me plantearía, como la gestación subrogada, por ejemplo. Leer a otras madres te hace entender otras maternidades y otras vidas y replantearte muchas cuestiones. Me parece un ejercicio muy sano y necesario”, cuenta Vanesa a Padres y Colegios.

La evolución de la blogosfera maternal

En el año 2015, Madresfera y la agencia Best Relations publicaban el II Estudio de la Blogosfera Maternal en Español. Según el mismo, el perfil que está detrás de la blogosfera maternal es el de una mujer de entorno a 35 años, con estudios universitarios y con una familia, “que dan un giro a su vida y se reinventan en torno a un blog”. Asimismo, destaca que muchas de esas madres son “profesionales que se han visto expulsadas del mercado u obligadas a salirse del sistema tras su maternidad”. A diferencia de otras blogosferas, en la maternal la motivación principal de quienes abren un blog de este tipo es la de la búsqueda de la expresión de necesidades personales. Es decir, desahogo. Por tanto, aún es habitual observar cierta falta de profesionalización; lo que dificulta a muchas madres la posibilidad de convertir el blog en un medio de generación de ingresos siendo solo el 15% las blogueras de maternidad que tienen su blog como principal actividad profesional.

Una percepción que comparte en cierto modo Vanesa Piñeiro, que asegura que la blogosfera maternal “ha madurado bastante” ya que, a su juicio, antes la mayoría de blogs “nacieron como espacios personales sin pretensiones”, mientras que en la actualidad “cada vez son más los blogs que se han profesionalizado, incluso muchos ya nacen pensados para ser blogs monetizables”, extremo que en opinión de gallega ha restado cierta “frescura” a la blogosfera.

“Se avanza lentamente hacia la profesionalización”, corrobora por su parte la CEO de Madresfera. La prueba, para Mónica de la Fuente,  es que son cada vez más los blogs que “buscan salir adelante como proyectos profesionales o ser una herramienta para conseguir trabajo”, además del interés creciente de las marcas en estos espacios que provoca “que se vaya generando más y más negocio”.  El grueso, no obstante, “seguirá siendo personal y no comercial”, una ventana por la que seguir buscando a nuestra tribu 2.0.

 

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Los papás blogueros piden paso

 Buscando “respuestas y experiencias” en el camino de la paternidad, Joaquín Montaner creó en 2011 un listado de blogs de paternidad en castellano. Sólo encontró 16. A inicios de 2016 el listado ya suma más de 120 blogueros, lo que da una idea del salto dado en este ámbito por los papás blogueros: “Ver cómo ha ido creciendo todo este asunto relacionado con los ‪‎papas en la web es algo muy emocionante para mí. Los papás (pocos aún) han entrado en la blogosfera de paternidad y no lo han hecho como algo testimonial o para robar ningún espacio a las mamás, lo están haciendo porque lo viven así, con la importancia que tiene participar de forma activa y presente en la crianza y en el desarrollo de sus criaturas”, asegura Joaquím.

Uno de estos papás es José María Ruiz, el bloguero que se esconde detrás de La parejita de golpe, un espacio en el que este padre sevillano de mellizos, Premio Madresfera 2015 al mejor blog de paternidad, cuenta sus vivencias personales acompañadas con toques de humor o de reivindicación: “El cambio más significativo que he visto en la blogosfera, a menos a ojos de un padre, es que la balanza empieza ahora a dejar de estar un cien por cien inclinada del lado materno, y los papás estamos empezando a ser visibles, y lo más importante, a tener voz”.

La iniciativa Papás Blogueros, fundada por Joaquim Montaner y de la que ya forman parte más de 100 blogueros de habla hispana, es una prueba de ello. De ella forma parte José María Ruiz, que asegura que escribir y “masticar de nuevo las experiencias” a través de las palabras le ayuda a mejorar: “Darme cuenta de errores y aciertos es una forma estupenda de seguir aprendiendo, y mejorando. No soy un buen padre por tener un blog, pero sí estoy convencido de que soy mejor padre de lo que sería sin él, con todo lo que he vivido y aprendido”

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“La anorexia se oculta bien, se confunde con cosas buenas”

Bullying, depresión, anorexia nerviosa… Belén Olías, con 20 años, ya es una auténtica luchadora y ganadora que sabe lo que es vencer estas enfermedades que comenzó a encadenar desde los 13 años. Ahora lo cuenta en su libro, Clara frente al espejo (Arcopress), para que sirva de ayuda tanto a jóvenes como padres y educadores. “Si este libro puede servir, al menos, a una persona me daré por satisfecha”, asegura. En España unas 400.000 mujeres padecen anorexia nerviosa, una cifra estable desde los años 90, pero que se adelanta en edad; desde los 13 años o antes. 

Antes de anorexia nerviosa sufrió bullying. ¿Sus padres no detectaron nada?

Belén Olías Ericsson: Mis padres sabían que algo me pasaba, porque cambié de forma de ser. Me llevaron al médico, y me dijeron que los dolores de estómago eran psicosomáticos, también fueron a preguntar, varias veces, al colegio. Los profesores les decían que tenía muy buenas notas y que estaba muy integrada en la clase. Pero eso no era cierto, me quedaba los recreos en clase, leyendo, porque me daba miedo salir al patio.

Gema Eizaguirre: ¿La anorexia fue consecuencia del bullying?

Belén Olías Ericsson: Fue consecuencia de bullying y de más cosas. El quedar apartada me hizo creer que quien tenía algo malo y a quién se podía odiar, era yo. Entonces, verme tan repulsiva me hizo querer controla esa parte de mi vida que era mi físico. Era capaz de tener las riendas de ello, de lo que comer y dejar de comer.

GE: En el colegio pasó desapercibido su enfermedad.

Belén Olías Ericsson: En muchos casos la anorexia se disimula muy bien, porque se confunden con cosas buenas. Un alumno con trastorno de alimentación suele ser perfeccionista, se toma en serio los estudios… Y cuando las notas van bien y en clase no hay problemas importantes, nadie se plantea que haya algo detrás. Pero si el alumno cambia, se vuelve retraído… Tendrían que mirar más allá, y preguntarse ¿por qué tanta exigencia?

GE: ¿Qué pueden hacer los profesores?

Belén Olías Ericsson: Es difícil que los profesores se den cuenta, porque nos volvemos muy manipuladoras y astutas a la hora de enmascarar todo lo que nos pasa. Creo que hay que enseñar a los alumnos a abrirse, para que cuenten lo que les pasa. Esa confianza que se puede crear entre profesor y alumno, es clave para detectar este problema.

GE: Y sus padres ¿les reprocha que no lo detectaran antes?

Belén Olías Ericsson: No, mis padres hicieron todo lo que pudieron. Aunque cuando estuve muy enferma eché de menos que me cogieran y me dijeran claramente: “Estás enferma y tenemos que pedir ayuda”. Aunque, es cierto, que cada uno es diferente, y para algunos puede ser mejor dejar que se estrelle, para poder reaccionar.

GE: ¿Cómo pueden detectar los padres esa situación?

Belén Olías Ericsson: Dos cosas son fundamentales, primero observar muchísimo. Ellos conocen mucho a su hijo, y saben cómo reacciona ante las situaciones. Si ven que hace cosas que no les encajan: se cierra en banda, no quiere hablar… Eso tiene que alertarles. Y segundo, la comunicación. Este problema es hablar y hablar, aunque sea todo el rato repetir las mismas cosas. Tienes que hablar de eso porque hay algo que te duele, y cuando lo saques dejará de dolerte.

GE: ¿Qué tal es su relación con ellos?

Belén Olías Ericsson: Muy buena, y ha mejorado con el tratamiento. Ahora soy más abierta, cuento lo que me pasa…. Es todo más cercano. También he ganado en madurez, seguridad y confianza en lo que hago. Antes me juzgaba por lo que veía en los demás; ahora el juicio que me vale es el mío. Respeto el de los demás, pero ya no me echa por tierra cualquier crítica que recibo.

GE: ¿Hubo algún punto de inflexión que le hiciera ponerse a luchar?

Belén Olías Ericsson: Fueron varias pequeñas cosas que se juntaron en mi cabeza, y por las que vi que de ahí no podía pasar. Una de ellas fue cuando me ingresaron en Málaga, durante 10 días. Había una mujer, de unos 40-50 años, con una depresión muy grave que se había intentado suicidar cinco veces. Entonces vi que mi depresión no podía ir a más, porque no quería encontrarme con esa edad en una clínica buscando maneras de suicidarme. En ese momento decidí que iba a luchar por salir.

GE: ¿Qué papel jugaron sus amigos?

Belén Olías Ericsson: Ayudaron por el mero hecho de estar cerca, más que por decirme que comiese. Sabía que los tenía ahí, que podía llamarles y ponerme a llorar, sabiendo que no me iban a juzgar.

GE: ¿Hizo amigas con el mismo problema?

Belén Olías Ericsson: No, pero echaba de menos a alguien que tuviera mi problema. Primero, por el lado negativo, para hacer carreras de perder peso; por motivarte a seguir enferma. Luego, también necesitaba a alguien con quien desahogarme. Con una chica, que conocí en Málaga, hice carreras. Decíamos: “Hoy no vamos tomar nada, sólo Coca Light y chicles sin azúcar”, y nos íbamos contando cómo lo hacíamos.

GE: ¿En qué fase está de recuperación?

Belén Olías Ericsson: Ya duermo en casa y hago mi vida normal. Recibo el tratamiento en hospital y voy a unas terapias tres días a la semana. Estoy bien, feliz, estoy recuperando mi vida y eligiendo lo que ahora quiero hacer de verdad, que es cambiar de carrera, dejar AD y Matemáticas, y comenzar Psicología.

GE: Precisamente en su libro es muy crítica con estos especialistas de los que pasó por 15 psicólogos y psiquiatras.

Belén Olías Ericsson: En este tema no hay muchos psicólogos que sepan de verdad lo que es esta enfermedad. A mí me fue muy difícil encontrarlo. También he conocido a muchas chicas con el mismo problema. Muchos psicólogos se quedan en la superficie porque quieren abarcar todos los temas. No profundizan en lo que es de verdad esta enfermedad.

GE: Esta sociedad tampoco ayuda mucho: culto al cuerpo, la imagen, estar a régimen…

Belén Olías Ericsson: Hay que ir a la raíz del problema. Hay que intentar que la gente aprenda a quererse y a aceptarse cómo es, sin buscar imitar modelos a los que sólo es posible llegar por medio de una enfermedad. En estos momentos, estoy contactando con firmas de moda para regular las tallas, y que una 40 sea la misma en todas la firmas. Está muy bien que en los desfiles se exija un peso a las modelos, pero hay que ir más allá.

Salidas laborales para el Grado en Ingeniería de Sonido e Imagen

Hola, mi nombre es Fátima y me gustaría saber algo más sobre del Grado en Ingeniería de Sonido e Imagen, creo que es una carrera que tiene muchas salidas y me estoy planteando estudiarla el próximo año, cuando vaya a la Universidad. Según he visto en vuestra página web tenéis muy buenas instalaciones para practicar. Gracias.

Fátima (17 años)

Hola Fátima, efectivamente el sector audiovisual cada vez tiene más proyección hoy en día manejar equipos y sistemas se hace imprescindible en un mundo en el que la realidad no es tal hasta que no es vista por millones de personas, permanentemente conectadas.

Por esta razón, en la UAX se imparte el Grado en Ingeniería de Sonido e Imagen, título que habilita para el ejercicio de la profesión de Ingeniero Técnico de Telecomunicación, en lo que respecta al sonido y a la imagen. El perfil de un estudiante que se decanta por esta carrera es de aquel que cuenta con una buena base matemática y física, con vocación por su futura profesión, capacidad de concentración y de estudio, así como para trabajar tanto individualmente como en equipo.

La Universidad Alfonso X el Sabio cuenta con un programa académico que equilibra la teoría con la práctica, en el que los estudiantes comienzan adquiriendo una base sobre las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones para después centrarse en los sistemas de audio y video e incluso acabar realizando prácticas con alguna de las más de 7.500 empresas con las que la UAX mantiene convenios de colaboración.

Esperamos que te haya servido toda esta información para contestar a tus preguntas, pero si necesitas saber más acerca de este grado y de la UAX, puedes llamar al teléfono 918 109 200.

 

Retrato de Malala, heroína de la Educación

Que el acceso a la Educación es un derecho básico del ser humano es una convicción que tiene muy clara la joven Malala Yousafzai (Pakistán, 1997).

Tanto es así que se ha jugado la vida por defender la Educación de las niñas en todo el mundo. La película Él me llamó Malala nos proporciona una visión profunda de la vida de esta extraordinaria joven, desde su estrecha relación con su padre, quien inspiró su amor por la Educación, hasta su apasionado discurso ante las Naciones Unidas, y su vida cotidiana junto a sus padres y hermanos.

Una historia familiar
El prestigioso director Davis Guggenheim, ganador del Oscar por su documental Una verdad incómoda, ofrece una visión honda, emotiva y realista de esta joven estudiante que desde muy joven decidió dedicar su vida a luchar por la justicia y la igualdad. Muestra a una chica normal, a la que le gusta divertirse como a los demás jóvenes de su edad, con un valentía asombrosa y una gran compasión por las necesidades de los demás.

Rodada a lo largo de 18 meses, que Guggenheim pasó con la familia Yousafzai tanto en Reino Unido como viajando por países de África y Oriente Medio, la película da a conocer a Malala, a su padre, Ziauddin, su madre, Toor Pekai, y sus hermanos, Khushal y Atal. Se puede entender así como la historia de una familia que dijo no a la tiranía y las imprevistas consecuencias de un evento demoledor que convirtió a una audaz colegiala en una firme defensora de la Educación, famosa en todo el mundo.

Narrado por medio de entrevistas e imágenes del actual Pakistán, con la inclusión de una original animación, el film se centra sobre todo en la lucha actual de Malala, incansable en su objetivo de hacer ver el poder de la Educación, como medio necesario y configurador de la igualdad entre los géneros e inestimable aliado en contra de cualquier violencia.

Joven extraordinaria
Él me llamó Malala deja muy clara la fortísima unión familiar de los Yousafzai. Fue el padre de Malala –activista y educador– quien decidió ponerle ese nombre a su hija, en honor a Malala de Maiwand, poetisa y heroína pastún del siglo XIX. Malala nació el 12 de julio de 1997 en Mingora, Pakistán. A los 11 años la joven sintió que debía poner voz a las mujeres y denunciar la injusticia en que vivían bajo el régimen talibán. Comenzó un blog para la BBC en donde de forma anónima expresaba sus opiniones acerca de la Educación y la vida en Swat Valley, región en donde los talibanes habían prohibido escuchar música y ver la televisión, y puesto en marcha tremendas restricciones a la Educación de las niñas. Su batalla frente a la opresión y la exclusión educativa tuvo gran repercusión en la opinión pública, y recibió el Premio Nacional de Paz en 2011.

Luego llegó el trágico 12 de octubre de 2012, cuando a sus 15 años Malala fue objeto del fanatismo talibán al ser tiroteada en el autobús escolar donde viajaba. Salvó la vida y dejó claro que seguiría luchando por sus ideales: “Ellos pensaban que la bala nos haría callar. Pero no cambió nada en mi vida excepto esto: la flaqueza, el miedo y la desesperanza murieron. Y nacieron la fuerza, el poder y el coraje”. La repercusión de estos hechos trascendieron todas las fronteras y tal fue su impacto que en 2014 la joven Malala recibió el Premio Nobel de la Paz con solo 17 años.

La opinión del director
“La de Malala es la increíble historia de una chica que arriesgó su vida por alzar la voz por lo que es justo”, dice el director Davis Guggenheim. “Sin embargo –prosigue–, al hacer esta película, mi primera intuición era hablar mucho sobre una familia, sobre el amor de un padre y sobre una chica que siente que tiene poder para hacer cosas increíbles. Hubiera sido fácil contar esta historia de una forma sensacionalista. Pero eso no es lo que a mí me motiva. Lo que me motiva es un padre que vio en su hija a alguien que podría hacer cualquier cosa y que creía en ella. Lo que me motiva es una madre que dijo: ‘Es importante que nuestra hija vaya a la escuela’. Lo que me motiva es una hija que vio a su padre denunciando injusticias y dijo: ‘Yo también quiero hacer eso’. Lo más extraordinario de la historia de Malala es su familia, su relación y las decisiones que tomaron a lo largo de sus vidas”.

“Después de hacer esta película tengo más esperanza”, concluye Guggenheim. “He conocido a una familia que se ha enfrentado a muchísimos obstáculos y, sin embargo, su fuerte convicción en denunciar la injusticia sigue siendo su inspiración. Durante la realización del filme, mucha gente me abordaba y me preguntaba ‘cómo es Malala y cómo podría hacer yo lo que ella hace’. La oportunidad de proporcionar a la gente esa historia fue lo que me motivó”.

La ficha

He Named Me Malala
Año: 2015
País: EEUU, Emiratos Árabes Unidos
Género: Documental biográfico
Duración:88 minutos
Dirección:Davis Guggenheim
Música: Thomas Newman
Fotografía: Erich Roland
Distribuye: Fox
Estreno: 6 noviembre 2015

Pedro Poveda, defensor de la no violencia

Un film retrata la vida del fundador de la Institución Teresiana. Natural de Linares (Jaén), Pedro Poveda, fundador de la Institución Teresiana, canonizado en 2003, destacó por su defensa de la no violencia y por su labor pedagógica, cuando estalló en España la Guerra Civil.

La contienda sobrevino cuando llevaba 15 años establecido en Madrid, donde este sacerdote trabajaba estrechamente con educadores y los más desfavorecidos. A pesar de los episodios de violencia contra la Iglesia que acontecieron entonces, seguía aferrado a sus principios: «La mansedumbre, la afabilidad, la dulzura, son virtudes que conquistan el mundo». Decidido a dejar testimonio de su fe, aunque le costara la vida, fue detenido el 27 de julio de 1936, por milicianos, en su casa de la calle de La Alameda, cuando acababa de celebrar la Eucaristía. Se dice que no ocultó su identidad, y que afirmó «Soy sacerdote de Cristo». Y que incluso consoló a su hermano, que le acompañó, cuando le separaron de él: «Serenidad, Carlos, serenidad. Se ve que Dios, que me ha querido fundador, también me quiere mártir». A la mañana siguiente, una doctora y una profesora encontraron su cadáver en el actual cementerio de La Almudena.

El biopic, que reconstruye su vida, hace especial hincapié en la fundación de la Institución Teresiana, y en su impulso a la formación femenina, en tiempos en los que no estaba bien visto. El film ha sido dirigido por Pablo Moreno, que ya dio muestras de su habilidad para reconstruir el drama de los mártires de la Guerra Civil, en Un Dios prohibido. Raúl Escudero interpreta al protagonista, si bien en el film destaca la presencia de Elena Furiase, como Pepita Segovia, colaboradora del sacerdote.

Las mejores películas de santos

A lo largo de la historia del cine, han sido muchas las películas que han repasado las vidas de los más ilustres miembros del santoral católico. Repasamos algunos de los títulos más significativos.

En tiempos del cine mudo Carl Theodor Dreyer rodó una de sus obras maestras, La pasión de Juana de Arco, de 1928, que reconstruye el procesamiento de la Doncella de Orleáns. Su figura ha dado lugar a otros títulos, como Juana de Arco, de 1948, de Victor Fleming, con Ingrid Bergman en el papel principal, la versión de 1999, de Luc Besson, con Milla Jovovich, y la televisiva de ese mismo año, de Christian Duguay, con Leelee Sobieski.

Franco Zefirelli condensó la vida de San Francisco de Asís, en Hermano Sol, Hermana Luna, con Graham Faulkner en el papel principal. En La canción de Bernadette, la estrella Jennifer Jones interpretó a Bernadette Soubirous, pastora francesa a la que se le apareció la Virgen María en Lourdes, en 1858.

El incomparable Richard Burton dio vida a Santo Tomás de Canterbury, en Becket. Paul Scofield protagonizó uno de los mejores títulos sobre este tema, Un hombre para la eternidad, de 1966. El actor daba vida a Santo Tomás Moro, que se enfrentó a Enrique VIII por su pretensión de divorciarse de la reina.

Menos conocida, pero interesante, Thérèse, de 1986, de Alain Cavalier, con Catherine Mouchet, reconstruye el periplo de Santa Teresa de Lisieux. Margarethe von Trotta dirigió Visión, sobre Hildegard Von Bingen, que fue la actriz Barbara Sukowa. San Pedro, con Omar Sharif, cuenta la vida del personaje histórico desde la crucifixión de Cristo.

El polaco Kryzstof Zanussi glosó la vida de un ilustre héroe de la II Guerra Mundial en la angustiosa Maximiliam Kolbe. También reconstruyó la vida de otro de sus compatriotas más carismáticos, Juan Pablo II, en De un país lejano. La televisión ofreció el periplo de este último en dos partes Karol, y Karol II: El papa, el hombre.

En España, se ha rodado algún film de interés, como la popular Fray Escoba, de Ramón Torrado, donde René Muñoz fue San Martín de Porres. Concha Velasco encabezó el reparto de la memorable Teresa de Jesús. Ahora llega a las carteleras Poveda, de Pablo Moreno, donde Raúl Escudero interpreta al mártir y fundador de la Institución Teresiana.

El trepidante mundo de la imaginación

Un homenaje al inmenso universo creativo de la mente humana. Eso es El inventor de juegos, cuarta película como director del argentino Juan Pablo Buscarini –Pérez, el ratoncito de los sueños–, especialista en cine para todos los públicos. En este film ofrece un derroche de imaginación y no cabe de duda de que el planteamiento de la historia –adaptación de una novela de Pablo De Santis– es a priori muy atractivo.

La película –coproducida por Argentina, Italia y Canadá– narra las aventuras de Iván Drago, un chaval que no está hecho para la acción. Aunque su padre le empuja a salir de su cuarto, a hacer deporte al aire libre, a él le gustan más los juegos de mesa, la tranquilidad de su habitación. Pero no se crea el espectador que es un niño aburrido: la imaginación de Iván es desbordante. Y gracias a ella resultará ganador de un concurso de invención de juegos entre más de 10.000 participantes. Recibirá por ello el sello de la Compañía de los Juegos Profundos y a partir de ese momento su vida será una continua aventura.

Desde luego, la trama es una verdadera montaña rusa de sucesos. De hecho, hay tantos que en ocasiones cuesta ver hacia dónde nos dirigimos, cuál es el objetivo del protagonista. Destinada claramente a un público familiar, en El inventor de juegos asistimos así a un rocambolesco conjunto de aventuras fantásticas, muy diferentes, según donde tenga lugar cada episodio: en el sórdido colegio, en la enigmática ciudad de Zyl, en los dominios feriales de Morodian, etc.

Sorprende desde luego el universo creado por Buscarini, con una puesta en escena de pura fantasía, aunque sin eliminar nunca el terreno realista y dramático. Por eso, lo mejor del film es seguramente la cuidada ambientación de los escenarios, con unos decorados a la altura de una narración fantástica que traslada el mundo de los juegos infantiles a los objetos reales. El uso de la iluminación y de los colores tiene así mucho protagonismo. En cuanto a las interpretaciones, el chaval debutante David Mazouz hace un brillante trabajo y se le puede augurar un buen futuro, pero también destacan las composiciones del manipulador Joseph Fiennes y del veterano Edward Asner.

Para más información edreamsfactory.es.

Ficha

El inventor de juegos.

Título original: The Games Maker.

País: Argentina, Canadá, Italia.

Año: 2014.

Género: Aventuras

Director: Juan Pablo Buscarini.

Guión: Rudi Rosenberg.

Intérpretes: David Mazouz, Joseph Fiennes, Edward Asner, Megan Charpentier, Tom Cavanagh, Valentina Lodovini, Robert Verlaque, Alejandro Awada, Sean Mathieson.

Duración: 111minutos

Distribuye: European Dreams Factory

La belleza de las matemáticas según el cine

El hombre que conocía el infinito (The Man Who Knew Infinity) es una de esas películas que puede despertar el interés por las matemáticas en más de un chaval. Pues nos habla de la belleza y la armonía, a través de una relación maestro-discípulo, que acabará siendo también de amistad. Se estrena en cines de toda España el 13 de mayo.

La apasionante historia de un genio de las matemáticas, el indio Srinivasa Ramanujan, que sin contar con recursos ni con una Educación ad hoc, se formó de modo autodidacta en Madrás, en la segunda década del siglo XX, hasta plantear complicados teoremas y ecuaciones. Su talento natural llamó la atención del profesor G.H. Hardy, cuando el otro le escribió enviándole parte de sus investigaciones, de modo que se lo trajo al Trinity College en la elitista Universidad de Cambridge, en vísperas de la Primera Guerra Mundial. Aunque contaba con la comprensión de otro colega, Littlewood, las autoridades académicas recibieron a Ramanujan con prejuicios no exentos de connotaciones raciales.

El desconocido Matt Brown escribe y dirige un film que atrapa, a partir de la biografía de Robert Kanigel. Aunque su puesta en escena no sea deslumbrante, tiene entre manos un material magnífico, al que dan alma dos actores magníficos, Dev Patel (que se dio a conocer con Slumdog Millionaire) y, sobre todo, Jeremy Irons, un actor que nunca defrauda, aunque a veces se involucre en películas que no están a la altura de su talento (por fortuna, no es el caso de la que nos ocupa).

La película obra el milagro de que el interés no decaiga, con un tema de entrada tan abstracto como son las matemáticas. Lo consigue no enredándose en mil complejos teoremas, pero al tiempo se arriesga ofreciendo discusiones académicas que pueden herir el ego de los implicados, y alguna sencilla explicación muy pedagógica, como la relativa a las particiones. De modo que entendemos la belleza y la pasión por los números que subyugan al piadoso Ramanujan, que encuentra en ellos a Dios, y que también encandilan al en principio ateo Hardy, que no puede dejar de reconocer algo extraordinario en esa armonía objeto de su estudio, de la que su pupilo es un estudioso asombroso.

Los que saben hacer un buen uso de la curiosidad a la hora de aprender no dejarán de vibrar con un film que recuerda que en la ciencia no basta la intuición, por muy genial que ésta sea, sino que hay cultivar también una metodología que justifique los hallazgos, que no basta simplemente enunciar.

La cuestión profesional convive con la relación humana, aspecto bien trabajado. Lo que podría ser una relación de conveniencia profesor-discípulo va a crecer, gracias también a la calidad humana de Ramanujan, que lo pasa mal lejos de India, sin su esposa, que ha dejado de momento atrás, y con un mentor que se muestra demasiado frío y rigoroso. En tal sentido Littlewood, amigo de Hardy, bien interpretado por Toby Jones, hace de eficaz contrapunto que puede humanizar el trato. Todos los personajes secundarios ofrecen interés, incluido el famoso Bertrand Russell, al que da vida Jeremy Northam. Además se encajan bien en la narración las penalidades de la guerra, la delicada salud del protagonista, y lo que ocurre en la India mientras él está fuera.

Explica Patel sobre su personaje, Ramanujan, que «fue sacado de la oscuridad de la India y traído al Trinity College, Cambridge, una de las mayores instituciones de Gran Bretaña, donde trabajó junto al gran matemático G. H. Hardy, que es interpretado por Jeremy Irons. Ramanujan era muy religioso y pensaba que las matemáticas eran como pintar sin colores; creía que toda ecuación era una expresión de Dios. Hardy, por el contrario, era ateo y creía en la forma práctica de hacer las pruebas para explicar teoremas, que es lo que trató de inculcar en Ramanujan».

Ficha técnica

El hombre que conocía el infinito (The Man Who Knew Infinity)

Drama biográfico. 108 min. 2015. Reino Unido

Dirección y guión: Matt Brown. Intérpretes: Jeremy Irons, Dev Patel, Toby Jones, Jeremy Northam.

Importancia de saber idiomas para estudiar el Grado en Turismo

Hola, me llamo Lucía, estoy terminando 2º de Bachillerato y el próximo año iré a la Universidad. Por eso, estoy buscando información sobre el Grado en Turismo, ya que me encantaría estudiar esta carrera. Se me dan muy bien los idiomas y me gusta mucho viajar, por eso creo que se me puede dar bien. ¿Podríais darme más información sobre cómo lo tiene planteado la UAX? Gracias.

Lucía (17 años)

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La tiranía de las notas

Llega junio y con él llegan los planes de vacaciones, el fin de curso y… sí, las notas. Es un momento complicado para nuestros hijos, que ven con miedo cómo un número puede traerles nuestra mejor sonrisa o el peor de los castigos. Y aunque nosotros tenemos asumido que esa nota nos dice si nuestro hijo se ha esforzado o no durante el curso, ¿es posible que un número nos diga todo lo que necesitamos saber de nuestro hijo? Y lo que es peor: ¿Y si el hecho de recibir siempre el mismo número hace que él/ella crea que merece recibirlo para siempre?

Por Ana Veiga.

 

[dropcap font=»arial»]E[/dropcap]mpecemos por hacer un apunte: las notas son números. Y aunque parezca algo obvio, a veces olvidamos que es una medición cuantitativa del trabajo de nuestros hijos pero que hay vida más allá del suspenso.

Tendemos a exigir a nuestros hijos aprobados, notables y sobresalientes pensando que eso significa que van por el buen camino, que hacen lo que tienen que hacer y que serán adultos de provecho. Pero ¿es justo medir su trabajo con un número que presupone que todos son lienzos en blanco con las mismas oportunidades, ritmos de aprendizaje y contexto social y familiar?

“Las calificaciones son clasificaciones de los estudiantes en buenos, malos y regulares. Es un mandato que se le ha hecho a la escuela. Ahora bien, el profesor puede reproducir ese mandato tal cual –que no deja de ser una reproducción de las desigualdades sociales– o adaptarlo”, argumenta Ignacio Calderón, doctor en Pedagogía, profesor del Dpto. de Teoría e Historia de la Educación de la Universidad de Málaga y padre.

Calderón se muestra totalmente convencido de que las notas reflejan las aptitudes del alumno pero también en gran medida su contexto. “Si yo me voy a un barrio, voy a encontrar mayoritariamente un tipo de calificaciones que muchas veces están relacionadas con el nivel socioeconómico. Así que las calificaciones están reproduciendo las desigualdades y convirtiéndolas en un problema individual, que es el expediente; porque la nota te la ponen a ti, no a tu barrio o ciudad”.

Eso acaba provocando exclusiones sistemáticas, como “el fracaso escolar acumulado de personas gitanas o de clase social humilde o de personas con discapacidad”, señala. El pedagogo considera que hay algo en la estructura de las escuelas que, por un lado, está continuamente condenando las diferencias y, por otro, enseña a los niños/as a ser individualistas y competitivos.

Así, le otorga a las calificaciones una connotación que quizá se nos había escapado: fomentan la competición en el grupo. “Recibir un ‘sobresaliente’ no tiene sentido si no es porque ‘sobresales frente a otras personas’. Cada calificación tiene sentido en la medida en que hay gente por debajo”.

Compara el sistemas de calificaciones escolares con el típico sueño americano donde te dicen que ‘puedes conseguir lo que tú quieras’. Sin embargo, incide en que no partimos todos de la misma situación y por tanto, la dificultad de alcanzar nuestros objetivos variará. Y lo mismo pasa en el colegio. “Hay niños y niñas con diferentes historias personales, orígenes y capacidades y eso afecta a que obtengan unas calificaciones u otras. Así que calificar puede ser un acto de injusticia o justicia social”. E insiste: “El fracaso escolar sin escuela no existe, es una construcción hecha por los adultos”.

 

Aprender o repetir

Como padre, Calderón conoce la perspectiva de los alumnos/as sobre nuestro modelo educativo. De hecho, cuenta que su hija -actualmente en Quinto de Primaria- le decía mientras estudiaba un examen: “Tengo que estudiar bien lo que está en negrita’. Y esto que parece una frase inocente pone de manifiesto para el pedagogo que “ella ya ha entendido el mensaje: lo importante es lo que vas a tener que reproducir en el examen; pero no se está cuestionando que, aunque apruebe el examen, lo que estudie con simple afán de reproducirlo se le habrá borrado de la mente en dos semanas”.

Según opina, hoy en día no se motiva a los niños a aprender sino a reproducir contenidos para intercambiarlos por una buena nota. “Si no fuese obligatorio ir a clase, veríamos un escenario muy diferente: o niños huyendo despavoridos o profesores estimulándolos para que tengan ansias de saber”.

Bajo su punto de vista, el sistema se ha acomodado y aferrado a esas evaluaciones cuantitativas de final de curso o trimestre, sin incidir en las otras muchas posibilidades que existen, como la autoevaluación, de la que, dice, “las veces que la he aplicado, la gran mayoría de los alumnos universitarios han resultado ser muy justo y creo que se podría aplicar en la etapa escolar como un ejercicio de análisis propio”.

De hecho, Calderón hace un llamamiento al profesorado y les recuerda que “parece que no hay más opción que hacer exámenes pero eso es una creencia; el profesorado puede hacer uso de cualquier herramienta que sirva para entender cómo están funcionando los procesos de enseñanza y cómo se están generando los procesos de aprendizaje”.

Es más, insiste en que cuando hablamos de notas, deberíamos distinguir entre calificar y evaluar. “La evaluación es un proceso enfocado a la mejora y la calificación es un proceso de clasificación. Se está tratando de poner nota a un proceso que es imposible de medir, como es el caso del aprendizaje”.

 

Examen: ¿ángel o demonio?

Ignacio Calderón está convencido de que el examen “no es ni un ángel ni un demonio” y que puede ser de utilidad en determinados momentos, como una herramienta más de evaluación. Sin embargo, cree que el fallo está en ver al examen “como la gran herramienta para evaluar cuando no lo es”, ya que no te permite mejorar el proceso de enseñanza-aprendizaje ni saber si el niño ha conectado sus experiencias con lo aprendido, creando un aprendizaje significativo y relevante.

Tira de filmografía y repasa algunos de los títulos que hablan de problemas en las aulas como Mentes Peligrosas, Diarios de la Calle o El club de los poetas muertos y señala una cosa en común en todas ellas: “Vemos un conflicto en clase que empieza a resolverse cuando el profesor dice ‘cerrad los libros’ o ‘tiradlos a la papelera’. Y es por que hay una ruptura con el mandato de hacer caso a un texto y, de repente, el profesor es capaz de salir de ahí y conectar el nuevo aprendizaje con su vida personal. Ahí es donde se produce el aprendizaje realmente valioso”.

Y añade: “Tenemos la tradición de que el examen es individual y que el maestro tiene que hacer de juez y policía para que la persona no copie. ¡Imagínate qué sinsentido porque hoy en día estamos rodeados de información a la que tenemos acceso!”. Calderón cree que lo interesante no debería ser que el niño/a acumule mucha información sino que sea capaz de acudir a la fuente que le ofrezca la información y saber comprenderla y usarla; pero “seguimos anclados en que no se copie y que lo importante es que tenga la información en su cabeza, repitiendo lo que dicen otros en el libro de texto. Pero ¿qué dices tú?”

En cambio, los trabajos son investigaciones sobre la realidad que permiten al niño indagar, buscar y poner en común lo que ya sabías con lo que has aprendido. “En la medida en que el proceso de calificación se hace más participativo – a través de trabajos, autoevaluaciones o actividades en clase-, empieza a cobrar más sentido. Si yo hago que mi alumnado se ponga a pensar en el proceso de evaluación como parte del proceso formativo, de enseñanza-aprendizaje, ellos le darán sentido a esa evaluación”. Es decir, cuanto más participativa y personal es la evaluación, más significativo es el aprendizaje y mejor se refleja en la nota.

 

Pedagogía Waldorf: ¿un aula sin exámenes?

Uno de los talleres artísticos en la “Escuela Libre Micael”.
Uno de los talleres artísticos en la “Escuela Libre Micael”.

La pedagogía Waldorf es uno de los métodos de enseñanza alternativos, aunque no es nueva. Nació en 1919 de la mano de Rudolf Steiner cuando creó una escuela para los hijos de los trabajadores de la fábrica de cigarrillos Waldorf Astoria, en Stuttgart (Alemania).

Actualmente, disfruta de un gran en auge en España. Cuentan ya con cerca de 40 centros en nuestro país y basan su sistema en la educación integral del menor, desarrollando en el niño todas las cualidades que tiene y las que puede tener, respetando los ritmos de cada niño/a.

Como explica Antonio Malagón, presidente de la Presidente de la Asociación de Centros Educativos Waldorf y profesor en la Escuela Libre Micael, en la metodología Waldorf se tiene en cuenta “el proceso evolutivo del niño, la antropología y el momento en que el niño-adolescente va adquiriendo capacidades diferentes que le ayudan a comprender el mundo de otra manera”, aclara.

Las evaluaciones en los centros Waldorf se hacen en base a tres tipos de pruebas:

Pruebas de estudio cotidianas. Hacen una investigación y la presentan a la clase para trabajar la dicción, hacer un guión y explicar el tema a los demás.

Cuadernos de clase: En base a los conocimientos expuestos por el docente y libros de referencia, los alumnos hacen su cuaderno propio que muestra la construcción de su conocimiento en cada materia y lo que han anotado en cada clase.

Pruebas objetivas, es decir, exámenes. Sin embargo, estos exámenes se elaboran en base a preguntas abiertas como, por ejemplo, construye un esquema sobre la economía de Asia. En esa pregunta, los niños/as tienen que conectar conocimientos y se les incite a elaborar pensar por ellos mismos.

“Nosotros tenemos todas las asignaturas oficiales y además algunas añadidas, que son asignaturas artísticas y de proyectos prácticos para la vida donde se trabajan materiales naturales como cobre, madera o lana así como clases de canto, teatro o canto”. Malagón aclara que estas materias permiten ayudan a “desarrollar habilidades y trabajar la voluntad, como un impulso transversal a lo largo de toda la educación – infantil, primaria y secundaria-”.

Al contrario, se elimina el contacto con los ordenadores e Internet hasta Secundaria, para aprender a buscar la información con su propio esfuerzo y crear si propio criterio. “Así los chicos son los propios hacedores de su conocimiento porque le damos tiempo para que digieran; porque un conocimiento que se digiere, se convierte en capacidad”.

 

Las notas, para los padres

Es importante resaltar que esta pedagogía no es totalmente libre como sucede con Montessori o Summerhill donde cada niño decide qué asignatura estudiar en cada momento. En Waldorf, se siguen las pautas la enseñanza tradicional y está por supuesto dentro de la Ley de España, es decir, entregan notas a final de curso.

Aunque en algunas escuelas, los niños no lo sepan, como sucede en la Escuela Libre Waldorf Meniñeiros (Lugo) donde Diego Taboada es tutor de Tercero de Primaria y profesor de Educación Física de todo Primaria.

“En Primaria no hay ningún examen del centro porque cualquier maestro sabe cómo va su alumno sin necesidad de examen. Ponemos notas porque lo exige el Ministerio de Educación pero solo lo saben los padres que además reciben informes cualitativos de sus hijos”, explica. Los niños viven sin exámenes tal y como los entendemos en los colegios tradicionales y reciben solo la parte de reporte cualitativo que tiene una parte dedicada exclusivamente para que lean ellos, con un poema sobre lo que tienen que mejorar a nivel individual.

En lo referente a la nota, hace hincapié en que lo importante para ellos no es ese dato numérico sino cómo llegan a ella, teniendo en cuenta su situación y transmitiéndola al niño/a en positivo. Es decir, no se fomenta el miedo a suspender sino que, si no alcanzan el nivel, se le anima a reforzar su conocimientos con un trabajo y a esforzarse en las áreas que son más difíciles para el alumno. “Es una metodología muy comprensiva con los diferentes ritmos de cada niño”, resalta.

Ese fue precisamente uno de los factores que hizo que, tras años de trabajo en escuelas convencionales, Taboada se interesase por las escuelas Waldorf. “No me gustaba lo que veía porque se le hacía mucho daño a los niños enviándolos a refuerzo educativo porque no sabían multiplicar o ‘poniéndoles etiquetas’. Cuando me llamaron para este colegio Waldorf, me gustó el especial respeto que hay hacia al niño y a sus ritmos”.

Reconoce que esta pedagogía “da mucho trabajo porque tienes que crear tu propio material –cada docente construye el libro de texto para su grupo-, tienes muchas reuniones con las familias, en el cole siempre hay muchas actividades… pero merece la pena”.

 

El choque entre pedagogía tradicional y Waldorf

En la metodología Waldorf original, se plantean tres sextenios: siete cursos de infantil, siete  de primaria y siete  de secundaria. En España no se mantiene esto sino que se han adaptado a la Ley de Educación y mantenido las etapas educativas habituales.

Lo que no han querido perder es mantener al mismo tutor en un grupo a través de todos los cursos de una etapa, como es el caso de Taboada, que está con su clase desde Primero de Primaria y estará hasta Sexto. Por eso, conoce muy bien a sus alumnos/as y ha visto las incorporaciones de nuevos niños al grupo.

Como anécdota, Taboada cuenta cómo se vivió en su clase el examen obligatorio que existe en tercero de primaria, al estilo de la antigua reválida. “De 10 niños, vinieron solo dos a hacer la prueba porque los padres no querían meterles esa presión. Por parte de los niños, aquellos que llevan años en esta escuela, querían hacerlo porque no se les ha inculcado ese miedo al examen sino que lo ven como un juego. Pero es llamativo ver que la niña que se ha trasladado este año desde una escuela tradicional, estuvo toda la semana sin dormir y llorando en casa del agobio. Para ella es una tortura”.

De forma general, lo principal que notan en los alumnos que vienen de educación convencional, es que llegan con un comportamiento extremadamente correcto que pierden a los pocos días, cuando entran en una fase de locura; y después se calman y recuperan el equilibrio.

Según Taboada, esto sucede “porque que la norma era algo impuesto y rígido, algo que es así y punto pero porque ellos entiendan el porqué”. Por ejemplo, no se puede pegar  pero no es porque sí, sino porque le haces daño al otro, llora y se siente mal. “Y para entenderlo, alguna vez van a pegar porque se tienen que equivocar y aprender de forma vivencial”, dice el docente, que insiste: “Para nosotros, es la forma de enseñar es primero despertar el interés, segundo manipular lo aprendido para entenderlo y tercero aplicarlo al mundo. Y en la última parte de voluntad es donde fallan más porque están acostumbrados a que les den todo hecho, pero no a hacer”.

 

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El boli verde: subrayando los aciertos.

¿Qué pasaría si, al corregir un examen, marcáramos los aciertos del alumno en vez de los errores? Esto es lo que se ha planteado el sistema del boli verde, que empezó en 2013 una redactora del blog ruso Real Parents de nombre Tatiana Ivanko.

La periodista publicó un post donde explicaba cómo enseñaba caligrafía a su hija, marcando con bolígrafo verde sus aciertos, en vez de utilizar un boli rojo para redondear sus errores. Es decir, aplicando el refuerzo en positivo.

Y se dio cuenta de que su hija se interesaba por aquellas letras que le habían salido mejor y se esforzaba por repetirlas. “La fuente de motivación es completamente diferente: ya no intentamos evitar los errores, sino que nos esforzamos por repetir lo que está bien”, explica Ivanko, que cree que esto muestra un cambio en la estructura del pensamiento.

El método no es nuevo sino que ya se había hablado de algo similar en un libro sobre educación del pedagogo soviético Chalva Amonachvili en 1983. No obstante, incluso en el actual  2016, este método sigue siendo considerado novedoso.

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*Más información:

Libro ‘Fracaso escolar y desventaja sociocultural’, de Ignacio Calderón.

http://colegioswaldorf.org

http://www.escuelamicael.com

http://escuelawaldorf-lugo.org