La madre del siglo XXI

El número ideal de hijos sigue siendo la “parejita”. Tres de cada diez mujeres deciden tener menos hijos de los que les gustaría debido, sobre todo, a la escasez de tiempo y de medios económicos. Además una de cada tres mujeres cuida al bebé sin ninguna ayuda de su pareja.

Las mujeres españolas siguen queriendo en su mayoría ser madres. De hecho, ya lo son más de la mitad –un 45%– entre los 18 y los 45 años y hasta un 87% tiene intención de tener hijos en el futuro. Sin embargo, un 13% declara que ni tiene ni piensa. Son datos que arroja el primer Informe sobre la Infancia y la Maternidad en España, realizado por Chicco.

En cuanto a los motivos para tener hijos, las mujeres aluden a la importancia que tiene el hecho de tenerlos para su realización como mujer  (7 de cada 10), la relevancia social que se le da al hecho de tenerlos (4 de cada 10), y el efecto positivo que ejerce sobre la relación de pareja (4 de cada 10). Pero la razón citada con mayor frecuencia por las mujeres –incluidas las que no son madres– es la idea de que para los niños es importante tener hermanos.

El número ideal de hijos sigue siendo la “parejita”. Así el 73,5% aspira a tener 2 hijos de media, un 13,5% más de 2 y un 13% ninguno. Si bien estos son los deseos, la realidad es que las madres reducen el número final de hijos que tienen por la falta de recursos económicos para educarles y de tiempo para atenderles adecuadamente, así como la difícil conciliación entre la vida laboral y la familiar y la perspectiva del cambio drástico de vida que conlleva la llegada de un hijo.

 

Madres de 40

Actualmente se accede tarde a la maternidad, situándose la edad media por encima de los 30 años. Como consecuencia, hoy casi la mitad –el 45%– de las mujeres que son madres entre 39 y 45 años, tiene hijos menores de 10 años, y un 20% de ellas, hijos menores 5.

Esto además de confirmar que  las mujeres españolas tardan en convertirse en madres, también sugiere que las segundas uniones, cada vez más frecuentes, pueden asimismo estar propiciando la existencia de hijos pequeños a edades tradicionalmente consideradas como avanzadas.

 

 

 

 

Salud, Dinero y Amor

 

 

 

Las mujeres son conscientes de la importancia que tiene traer un hijo al mundo, de la responsabilidad que genera y de las dificultades que conlleva. Por eso suele ser una decisión largamente meditada y muy planificada. En consecuencia, un 84% de las madres elige el momento en que su estado de salud y su relación de pareja son satisfactorios.

Otro pilar fundamental es la situación económica. La mayoría de las mujeres que tienen un hijo está en situación de asumir los gastos durante los dos años siguientes al nacimiento de ese hijo (83%) y los de su educación futura (79%).

 

 

 

 

Un antes y un después

 

 

 

La llegada de un bebé provoca una auténtica revolución en la vida de la mujer. Las madres aseguran que no sólo cambia aspectos muy concretos de su vida cotidiana tales como horarios, hábitos de sueño y actividades de ocio, sino también sus relaciones personales y hasta sus valores y su visión de la vida.

Según se desprende del Informe, el 77% de las madres se dedica al bebé en exclusiva, por lo que no es de extrañar que el 92% de ellas  afirme haber adaptado sus horarios a los de su hijo. Como consecuencia, el 86% relega talmente el ocio a un segundo plano por falta de tiempo libre y por el cambio en sus horas de sueño. Entre las actividades de ocio a las que las madres renuncian están, en primer término, salir por las noches a cenar o a bailar; asistir a espectáculos, practicar sus aficiones favoritas, relacionarse con sus amigas y viajar los fines de semana. Estar con la familia y ver la televisión son las actividades de ocio que practican con mayor asiduidad dado que no requieren salir de casa.

 

 

 

 

Los mayores miedos

 

 

 

Otro de los efectos que se deja sentir tras las llegada de un hijo es la aparición de temores que antes no existían. El mayor y más generalizado es el miedo a que no esté perfectamente sano, siendo mencionado por el 82% de las madres. También aparece el miedo a morir demasiado pronto y no poder cuidar del hijo (53% de las madres), dudas acerca de su capacidad para saber cuidarle (30%) y temor a no poder ser buena madre y tener capacidad de amarle (25%).

 

 

 

 

Sin ninguna ayuda

 

 

 

El cuidado del bebé sigue siendo una tarea esencialmente femenina. En casi la mitad de los hogares es ella quien realiza, sola o casi sola, todas las tareas relacionadas con su crianza, con un 33% de las madres que juega este papel en exclusiva y un 16% que lo hace de manera mayoritaria.

Entre las tareas que las madres asumen de manera mayoritaria se cuentan aquellas que requieren más paciencia o mayor disponibilidad de tiempo: llevarle al pediatra (84%), vestirle (60%), levantarse para la noche para atenderle (59%), dormirle (56%), bañarle (52%) y darle el biberón o la papilla (51%).

Mucho más alentador resulta el dato de ese 44% de madres que afirma, por el contrario, que el padre juega un papel de igualdad en el cuidado del bebé. Las tareas que comparten el padre y la madre a partes iguales tienen, por lo general, un carácter más lúdico: jugar (61% de las parejas), hacerle mimos (56%), cogerle en brazos (54%), cambiar pañales (53%), llevarle de paseo (52%) y atenderle cuando llora (52%). En cuanto a las tareas que el padre realiza de manera exclusiva o mayoritaria, son meramente testimoniales: jugar (9%), bañarle (8%) y llevarle a la guardería (7%).

 

 

 

 

La conciliación, más cerca

 

 

 

Un 50% de las mujeres que trabaja fuera de casa opina que la dirección de su centro de trabajo está orientada a favorecer la conciliación entre la vida laboral y la maternidad. Entre las medidas más habituales que se adoptan para lograr este propósito se citan la flexibilidad en los horarios (52%), en los permisos y en las excedencias (52%), beneficios sociales para las madres con hijos pequeños (24%) y, en menor proporción, flexibilidad para poder trabajar a distancia (11%).

Sin embargo, aún queda un 38% de mujeres trabajadoras que opina que la dirección de su centro de trabajo no está orientada a favorecer esta conciliación, y un 22% de madres que afirma haber tenido dificultades para compaginar el trabajo con el cuidado del bebé.

Aunque ya son más las madres satisfechas en este sentido que las que se pronuncian en sentido contrario, no hay que dejar de considerar que casi 4 de cada 10 mujeres todavía tiene quejas al respecto, y que el número de hijos que ellas decidan tener en el futuro estará determinado, en gran medida, por la evolución de este aspecto.

¡A comer!

Medir, esterilizar, calentar, triturar, mezclar… ¿Cómo lo hacían nuestros antepasados para darles de comer a los bebés sin biberones, potitos y demás preparados infantiles de laboratorio? Pues sólo con leche materna. Y luego como a uno más de la familia. Así de simple.

La lactancia materna y el minimalismo alimenticio vuelve con fuerza después de décadas de práctico desuso. La Asociación Española de Pediatría (AEP), la Organización Mundial de la Salud (OMS), Unicef y la Academia Americana de Pediatría (AAP) recomiendan la lactancia materna hasta los 2 años o incluso más; dar el pecho exclusivamente hasta los 6 meses de edad, e introducir otros alimentos complementarios a partir de esa edad a la vez que se continúa con lactancia materna.

Muchas son las ventajas que se le atribuyen a la lactancia materna:
• Favorece la maduración del sistema nervioso.
• Es más fácil de digerir que la leche de fórmula, no produce tanto estreñimiento, ni molestias gastrointestinales, cólicos o diarreas.
• Aporta todos los nutrientes necesarios para su crecimiento, así como anticuerpos para protegerles de las enfermedades.
• Además, la lactancia materna favorece el contacto físico y la creación del vínculo de apego entre madre e hijo, fundamentales para su desarrollo físico y psicológico.

Y el asunto no se queda ahí: un nuevo estudio estadounidense, realizado por expertos del Brigham Women’s Hospital y de la Facultad de Medicina de Harvard, señala que las mujeres que amamantan a sus hijos tienen menos riesgo de enfermedad coronaria.

La leche materna, además, es estéril, antiséptica, está siempre lista para el bebé en cualquier lugar y momento, a la temperatura correcta, incluso a mitad de la noche y además es gratis. Es cómoda, pues la leche siempre estará a punto: temperatura adecuada y composición perfecta, y no habrá que comprar ni esterilizar tetinas ni biberones, ni estar pendientes de que no falten los polvos o el agua hervida o embotellada, y no será ningún problema cuando falten la luz o el gas.

En los tiempos de nuestras bisabuelas, las mujeres aprendían el arte de amamantar de sus propias madres, hermanas, vecinas y amigas. Sin embargo, hoy en día es muy probable que ninguna mujer de la familia o amiga cercana hayan lactado. Es aquí donde los grupos de apoyo a la lactancia, como la Liga de la Leche (www.laligadelaleche.es), pueden ayudar a las madres inexpertas. En ellos se tiene la oportunidad de aprender de otras madres lactantes con más experiencia, cuáles son las posturas correctas y aclarar dudas y preguntas. Las mujeres que asisten a los grupos de apoyo, por lo general, logran una lactancia más fácil, exitosa y lactan durante más tiempo.

A los 6 meses

Incorporarse al trabajo tras la baja maternal y continuar dando el pecho al niño es posible. Por un lado, siempre que sea posible, se trataría de ajustar los horarios de trabajo para poder estar más tiempo con el bebé. El pediatra Carlos González dice que para estos casos “la opción más utilizada es extraerse la leche y almacenarla en la nevera para cuando no se está en casa”. Según la AAP, no tiene sentido introducir otros alimentos antes de tiempo para que el niño se “acostumbre” antes de que su madre empiece a trabajar. La introducción de alimentos antes de los 6 meses puede ser causa de alergias e intolerancias.

Si el bebé ya tiene más de 6 meses, se puede aprovechar el tiempo que no está la madre en casa para ofrecerle papillas y purés, y cuando ésta regresa se le da el pecho. Sin embargo, no siempre es posible y se debe recurrir a la lactancia artificial. Aún así, la transición a los sólidos no tiene por qué verse afectada por esta sustitución.

Una alimentación sólida

A partir de los 6 meses, si el bebé toma otros alimentos, la leche materna (o artificial) debe ser al menos el 50% de la energía que recibe. Los alimentos nuevos deben introducirse poco a poco, de uno en uno, cada tres o cuatro días, para observar si aparecen reacciones alérgicas a algo. Además, de esta forma facilitamos que el niño se acostumbre a los sabores nuevos.

Durante el primer año de vida, es preferible ofrecer primero el pecho y luego los alimentos que complementan la leche materna (por eso se le llama “complementarios”).

No hay ninguna razón para introducir primero la fruta y luego la verdura o hacerlo al revés. Hay que basarse en las costumbres locales y familiares, así como en los productos de la tierra. Según Carlos González, el principal objetivo es que se acostumbren a tomar lo que se come en casa. “Si ahora puede con una cucharada de arroz con tomate, cuando sea mayor tomará más cantidad. Si sólo se toma un biberón con cereales no habrá avanzado nada, porque no deberá alimentarse a base de cereales de farmacia cuando crezca”, dice el doctor González.

Medidas especiales

Aunque si bien no es importante el alimento que se ofrece primero, sí es aconsejable ofrecer cuanto antes alimentos que contengan hierro, es decir, carnes primero y pescados hacia los 9 ó10 meses.

El organismo del bebé no está preparado para digerir todos los tipos de alimentos, por eso el gluten (presente en cereales con trigo, cebada, centeno o avena) se debe evitar antes de los 7-8 meses. Lo más adecuado es introducirlo en pequeñas cantidades, al mismo tiempo que se continúa dando el pecho. Antes de los 12 meses tampoco se recomienda dar alimentos alergénicos (leche de vaca, soja, clara de huevo).

Los alimentos pueden ofrecerse triturados al principio y troceados o chafados a partir de los 8 meses. Los frutos secos, no molidos, no se deben dar antes de los 6-7 años, ya que existe riesgo de atragantamiento que puede ser grave.

Es importante evitar al principio alimentos que pueden contener muchos nitratos (remolacha, espinacas, zanahoria), la col, nabos y espárragos. No se debería añadir azúcar ni sal a los alimentos del bebé durante el primer año. Después es conveniente utilizar pequeñas cantidades de sal yodada.

Los cereales pueden prepararse con leche materna, agua o caldo, o añadirlos a las papillas. No es necesario darlos con una leche artificial. Tanto el arroz como el maíz son seguros, ya que no contienen gluten.

Mientras el bebé hace unas 4 tomas de pecho, no necesita otros alimentos lácteos como yogur, queso u otras leches en papillas o purés. Para darle un toque sabroso y mediterráneo, se le puede añadir al puré de verduras un poco de aceite de oliva .

Recuerda que hay que respetar el apetito del niño y dejar que el pequeñín “experimente” comiendo primero con sus dedos y luego con la cuchara. Y otro punto muy importante para Carlos González: “Nunca fuerces al pequeño a comer”.


Puede empezar a comer…

La introducción de otros alimentos no se hace tanto en función de la edad como del grado de maduración y de desarrollo psicomotriz del bebé.

Según la OMS, la criatura está lista para empezar a tomar otros alimentos cuando:
• Es capaz de sentarse sin ayuda (seria muy difícil dar de comer a un niño que se cae para los lados).
• Pierde el reflejo de extrusión, que hace que los niños expulsen con la lengua cualquier cosa sólida que entra en sus bocas como la cuchara.
• Muestra interés por la comida de los adultos. Es una buena idea que el niño coma en la mesa con todos, la comida también es un acto social y el niño puede ver y aprender.
• Sabe mostrar hambre y saciedad con sus gestos. Al ver acercarse una cuchara, el niño que tiene hambre abre la boca y mueve la cabeza hacia delante. El que está saciado, la cierra y mueve la cabeza a un lado.

Desarrollo armónico y calidad en el aprendizaje

En las diferentes reuniones que tenemos los equipos educativos de la zona norte 5 y 10 de Casas de Niños y la Escuela Infantil de Fuente el Saz, valoramos la posibilidad de enfocar nuestra formación para favorecer el desarrollo armónico y la calidad del aprendizaje en los niños de Educación Infantil, sobre todo en el nivel de 0 a 3 años a través de sus educadoras.

Para ello, en colaboración con el Centro Territorial de Innovación y Formación (CTIF) Madrid Norte, hemos realizado un curso dirigido a:

• Crear un ambiente afectivo para favorecer la confianza y expresividad.

• A tomar conciencia corporal para favorecer el desarrollo motor.

• A desarrollar la capacidad de empatía para favorecer la socialización.

 

En cifras

Se ha trabajado con una gran ponente, Sylvie Bignon (experta profesora de yoga, terapeuta y relaxóloga), que nos ha enseñado la gran importancia del estado físico, psicológico y espiritual del ser humano y de qué manera todos nosotros, como profesores, para llevar a cabo una buena educación, debemos tener un buen nivel de autoconocimiento y un bienestar adecuado para trabajar con los niños.

Todo lo que hemos ido vivenciando en nosotras mismas, lo hemos puesto en práctica en el aula y os podemos asegurar que hemos tenido unos resultados sorprendentes. Los niños han sido muy receptivos y se entusiasmaban con todo lo que les proponíamos.

 

La energía

Hemos conocido los diferentes tipos de respiraciones y cómo alimentarnos con la energía que nos ofrecen, la enorme importancia de la concentración y del ambiente apropiado y necesario para facilitar un buen aprendizaje.

Otras cosas que también hemos descubierto son el valor que debe tener el orden en el aula y lo fundamental de crear un clima distendido y relajante.

A lo largo de las diferentes rutinas de cada día, ofrecemos un momento a los/as niños/as para que puedan descansar y así consigan bajar su ritmo y encuentren un momento de paz y tranquilidad que les permita sentirse bien con ellos mismos.

 

Actividades

En la Casa de Niños de Valdeolmos hemos trabajado las siguientes actividades con los niños, pero previamente hemos seguido ciertos rituales que nos parecían muy importantes para ayudar a que el momento y las propuestas de actividad fuesen más atractivas para ellos.

Antes de cada sesión hemos crea?do un espacio relajante, poniendo velas y un quemador de esencias con un aroma agradable, hemos intentado crear un clima más acogedor, bajando la luz y poniendo música ambiental que nos invitase a la relajación, posteriormente les hemos contado a los niños que íbamos a practicar yoga mientras jugábamos –no nos gustaba iniciar la sesión sin contar con su motivación– y finalmente íbamos realizando cada una de las actividades que pasamos a enumerar:

• Respiración: respirar por la nariz tumbados, con los pies ligeramente separados, con los brazos separados del cuerpo y las palmas de las manos colocadas hacia arriba.

• Observar la respiración: fijándonos cómo entra y sale el aire por la nariz, notando cómo sale el aire de ésta.

• Mover las manos, abrir y cerraras. Rotar el cuello, estirar los píes y encogerlos.

• Contamos un pequeño cuento en el que somos leñadores, vamos al bosque, nos agachamos a recoger un hacha, la levantamos y la bajamos con fuerza como si estuviéramos cortando un tronco de árbol…

• Colocar las manos una frente a otra en el abdomen, y sentir cómo la barriguita las sube y baja. Inhalar el oxígeno, exhalarlo, sentir cómo sube y baja el aire dentro de nuestro cuerpo.

• Hemos puesto nuestros cuerpos en movimiento, mientras imaginábamos que éramos una flor y sentíamos cómo el aire nos acariciaba, nos movía y nos hacía echarnos hacia delante, hacia atrás, a los lados…

• Hemos jugado a ser gatos e intentábamos redondear y hundir la espalda.

• También jugamos a ser águilas: abriendo y cerrando las manos, llevando los puños a los hombros, elevar los codos.

• Imitamos a los monos y posteriormente buscábamos la postura correcta.

• Hemos practicado la Cruz de San Andrés.

• Nos frotamos las manos hasta que estuvieron bien calientes, y así experimentamos el campo energético que emanaba de nuestro cuerpo.

• Por parejas, como si estuviésemos frente a un espejo, realizamos la actividad anterior, pero sin llegar a tocarnos.

• Colocados todos en círculo con las manos cogidas nos miramos uno a uno.

• Sentados en la silla, hemos levantado los brazos, echando los hombros hacia atrás, y hemos levanto los brazos.

 

Evaluación

Con las familias hemos utilizado estrategias para ayudar a frenar su ritmo en los encuentros puntuales que tenemos con ellas, tanto en la entrada como en la salida de la escuela.

En ocasiones hemos observado que su postura corporal era diferente a la habitual, bien porque estaban muy cansados, bien porque nos ha hecho deducir que su estado anímico era malo, y nos hemos parado a preguntarles si todo les iba bien, a darles las gracias por prestarnos su colaboración, a ofrecerles una sonrisa, a hablarles de manera pausada y tranquilizadora, etc. Eso les ha ayudado a esbozar una pequeña sonrisa, e incluso a marcharse a casa con una carga de energía renovada, puesto que se han sentido escuchados y valorados. Quién sabe… ¡quizá ese día nadie había tenido una palabra o un gesto amable con ellos/as!

El trato con los niños requiere una gran dosis de tranquilidad y paciencia, y saber en todo momento con claridad lo que se pretende conseguir, para lograr un equilibrio adecuado en el desarrollo de su personalidad.

 

Masajes para los bebés

Con los más pequeños del aula, niños del nivel 0-1 y 1-2 años, hemos de?sarrollado sesiones de masaje metamórfico, que es una técnica muy sencilla pero muy potente.  Consiste en aplicar un masaje sutil en las plantas de los pies, las manos y la cabeza. Con ella aprendemos a centrarnos en nosotros mismos y vivenciar todo nuestro cuerpo…

El resultado de este masaje se manifiesta por una transformación en nuestra manera de ser y en nuestras actitudes frente a la vida. Nos facilita el desbloqueo de nudos de estrés que se han producido tanto en la etapa de gestación como en momentos posteriores y que han derivado en problemas emocionales (miedo, ansiedad, culpa…), todo lo que finalmente acaba siendo la causa de enfermedades físicas. Es útil para personas que quieran disolver bloqueos, personas que buscan su desarrollo personal, mujeres embarazadas o aquellas que piensan tener hijos, pues ayudará a romper los nudos de estrés, ansiedad y bloqueos de la futura madre y de su futuro hijo.

 

Por Mª Pilar Caballero Benito, Ana Mª Cobos Sánchez

CN Valdeolmos (Madrid)

Morir de inanición cultural

A diario acuden a nuestras obras escénicas padres con niños de 0 a 3 años que nos han ido desgranando su visión más o menos profunda sobre la primera infancia.

Se trata de un espacio de observación social y pública singular donde se pone de manifiesto una enorme cantidad de información sobre cómo se relacionan los padres con sus hijos de 0 a 3 años. Hoy en día la Cultura sigue estando abrumadoramente vetada a los niños recién nacidos y por extensión a sus padres. Durante esos tres años, los padres no encuentran actividades destinadas específicamente a la relación intensa que mantienen con sus hijos, actividades destinadas a cultivar esa relación única, maravillosa e irrepetible.

A lo largo de estos últimos 10 años, hemos observado el enorme potencial de estas experiencias escénicas para el desarrollo no sólo de los bebés, sino también de los adultos que les acompañan en silencio. Iniciarse en el arte del Teatro a través del encuentro entre diferentes generaciones permite entrar en la Cultura de otro modo. Dejamos de un lado el entre-tenimiento (que es como no tener nada), el pasa-tiempo, el matar el tiempo, para entrar de lleno en el cultivo de las semillas del tiempo.

De una forma muy estereotipada y muy alejada de toda exploración científica, hemos llegado a creer que los recién nacidos son una tabla rasa que no se entera de nada, que nos es capaz de expresar lo que le ocurre, con la que solo podemos comunicarnos a través de un magma sensorial abstracto. Vemos a la primera infancia como una etapa donde el ser humano esta completamente discapacitado para toda experiencia, incluida  la experiencia artística.  Nuestra frustración por no entender lo que nos quieren comunicar nos ha llevado a llamarles infantes: los que no tienen el uso de la palabra.

Sin embargo, nuestra experiencia nos ha demostrado todo lo contrario, que los bebés nacen como espectadores que atesoran todo el potencial de la humanidad, toda la riqueza sensitiva, emocional, e intelectiva porque en realidad no son los “peques” de la casa, sino los más avanzados, los más viejos,  puesto que atesoran un cruce genético más que sus padres. Sus estructuras heredadas arquetípicas les permiten entran de lleno en el símbolo, en el mito, en la poética. Su tremenda velocidad de desarrollo neuronal les abre sin dificultad las puertas para crear nuevas sinapsis, explorar nuevas áreas del cerebro en todo lo relacionado con lo desconocido. Son capaces de aventurarse como exploradores y vivir sin trabas ni miedos todo aquello que es nuevo o que no son capaces de entender. A medida que hemos ido despreciando a los seres humanos cuando nacen y creado modelos de hijos para que sean los más parecidos a sus padres, hemos ido trabando el potencial con el que nacemos. Hemos llegado a creer que la razón lo puede todo, y que todo lo que escapa al entendimiento y a nuestra capacidad de consciencia, o no forma parte de la realidad o por resultarnos ilegible, no existe. Por ese camino encontramos adultos moribundos por inanición cultural, incapaces de expresarse emocionalmente, sensitivamente o capaces de disparar sus neuronas a lugares desconocidos. Los recién nacidos tienen – entre otras muchas cosas- la responsabilidad de transformar a sus padres para que amen lo desconocido, para aventurarse de nuevo en el juego de la vida.

 

Con la vista en los exámenes

Ya estamos en marzo, a apenas tres meses del final de curso. Si habéis pensado en recurrir a ayuda externa (profesor particular o academia), éste es el momento. Os ayudamos a tomar la mejor decisión.

Profesor particular

Hace unos años algunas empresas apostaron por profesionalizar la figura del profesor particular, tradicionalmente asociada a aquel joven universitario que cuelga carteles en las paradas de autobús con la esperanza de empezar a ingresar sus primeros euros. Estas son las dos principales que operan en nuestro país:

Acadomia
Acadomia ofrece clases particulares a domicilio para todas las materias de todos los cursos entre Infantil y Bachillerato, así como idiomas, música e informática. Tras una visita a la agencia elegida, la familia espera en torno a una semana a que se le asigne profesor, siempre titulado universitario o en el último curso de carrera, y un coordinador pedagógico. En esa primera visita se formaliza una matrícula trimestral de 31,20 euros o semestral de 49,90 euros que también sirve para los hermanos del alumno. Se traza entonces un plan formativo que oscila entre una (el mínimo) y dos clases semanales de 90 minutos, adaptables según el ritmo. Los horarios abarcan todo el día e incluyen fines de semana. Las clases se pagan por adelantado y la agencia otorga cupones a los padres para que se los den al profesor en cada sesión. Cuatro clases de hora y media, 162 euros. En idiomas sube un poco: 176 euros.
www.acadomia.es

Educa-System
Con una oferta que abarca los temarios de todos los cursos de enseñanza obligatoria, programas especiales de letras y ciencias, así como técnicas de estudio, Educa-System también dispone de clases de instrumentos, idiomas e informática básica. Hay que abonar una matrícula semestral de 54 euros válida para toda la familia antes de que el profesor (titulado universitario) realice la primera visita al domicilio, que es cuando se decide la carga lectiva idónea para cada caso. La empresa recomienda entre hora y media y cuatro horas semanales, y cuenta con un plan especial para los alumnos que afrontan la Selectividad. También existe un método orientado a repasar durante las vacaciones. Cuantas más clases se compren, más baja el precio. Entre 10 y 36 horas, 26 euros por hora. Entre 36 y 65, 25 euros. Más de 65, 24,5 euros.      
www.educa-system.com

 

Academia

No ofrecen un servicio individualizado y hay que desplazarse, pero resultan mucho más baratas que un profesor particular. Como en botica, hay de todo. El mejor consejo es acercarse a dos o tres y hacer preguntas certeras sobre el número de alumnos máximo por aula, la formación de sus profesores y el rigor de los datos tipo “90% de aprobados garantizado” que muy probablemente nos enseñarán. Si no tenemos conocidos para que nos cuenten experiencias previas, internet es la solución:

Academias.com
Excelente buscador de todo tipo de academias a nivel nacional. Ideal para aquellos que no saben por dónde empezar. Ocupa cualquier campo imaginable  (oposiciones, diseño, secretariado…) y dispone de muchísimos registros, así que lo mejor es ir directamente a “ESO y Bachillerato”, meter nuestro código postal y esperar a que en la pantalla aparezcan academias cercanas a nuestro domicilio. Para una localidad como Majadahonda salen tres. En León ciudad, seis. Provincia de Málaga, 30. Provincia de Madrid, 195. Hay donde elegir. Cada resultado viene con información que sumistra la propia academia: contacto, cursos, horario…

Kumon
Una opción alternativa a la academia tradicional son los más de 181 centros que enseñan en España a partir del método Kumon (www.kumon.es), ideado por un padre japonés para ayudar a su hijo con las Matemáticas y luego extendido al ámbito de la lectura. Lo principal es que se apuesta por la capacidad de síntesis y el trabajo diario como una garantía a largo plazo, y se procura aprender de los errores. Las sesiones tienen lugar todos los días pero no duran más de media hora. La matrícula son 40 euros y cada mensualidad 62 euros.

 

Solo ante el peligro

Antes de recurrir a ayuda externa, quizá deberíamos plantearnos hasta qué punto ésta es necesaria e incluso útil. Necesaria porque no es bueno que acostumbremos a nuestros hijos a que alguien haga su trabajo (o parte del mismo) cuando está perfectamente capacitado para realizarlo con un mínimo esfuerzo. Un chaval de inteligencia normal puede aprobar cualquier asignatura de Secundaria (otra cosa es que queramos todo sobresalientes) dedicándole tres o cuatro horas semanales de estudio intensivo y algo más cuando llegan los exámenes, pero es más cómodo si vienen a casa y se lo cuentan.

Y útil porque los suspensos pueden ser síntoma de muchas cosas: la pereza es la más obvia, pero no hay que descartar cualquier problema de aprendizaje, cuestiones de ansiedad y bloqueo o incluso actitudes negativas ante el estudio con las que nuestro hijo quiere en realidad lanzarnos otro mensaje. En este caso, el diálogo o la ayuda de un especialista pueden ser la solución.

De todas formas, pronto o tarde habrá que sentarse a hincar codos en silencio y con las únicas armas de la concentración y la voluntad. Estos son algunas nociones básicas para ayudar a rentabilizar al máximo la experiencia:

Espacio. Que sea siempre (o al menos siempre que se pueda) el mismo. Cómodo pero austero. La mesa de estudio es para estudiar: si el ordenador está a mano, mal empezamos. Con silla ergonómica y luz enfozada desde la izquierda (para diestros) o la derecha (zurdos). Unos 20-22 grados de temperatura.

Tiempo. Una buena planificación del tiempo disponible contribuye enormemente a reducir la ansiedad, mala compañera del estudio. Hay que ser cumplidor pero realista. Decir “voy a estudiar de lunes a viernes de cinco a nueve” queda muy bonito, pero al cabo de dos días desanima a cualquiera y puede resultar contraproducente. También es necesario saber manejar los tempos del curso. No es lo mismo últimos de marzo que primeros de junio

Orden. Cada uno tiene su método, pero unos apuntes desastre con borrones y tachones por doquier no suelen ser el mejor amigo del estudio eficiente. Tener los apuntes bien claros y legibles y saber pefectamente donde tenemos cada cosa (libros, calculadoras, materiales de consulta…) ayuda a no perder tiempo (¡ni los nervios!) de forma inútil.

El buen examen según Obama

Una de las principales asesoras educativas de Barack Obama se ha dedicado a analizar cómo examinan a sus estudiantes los países que ocupan el top educativo mundial. Presentadas hace unas semanas, sus conclusiones perfilan un sistema de evaluación en el que el alumno no repite como un loro sino que demuestra un conocimiento profundo de la materia.

El mismo día que Linda Darling-Hammond dio a conocer los resultados de su estudio Sistemas de Evalución que Apoyan  un Aprendizaje de Alta Calidad, Barack Obama anunciaba (en un acto casi simultáneo) que EEUU necesita repensar la forma en que se examina a sus alumnos. Muchos interpretan que Darling-Hammond, principal asesora educativa de Obama durante su campaña presidencial,  ha marcado el camino a seguir tras sintetizar los métodos más habitualmente utilizados en los países que reinan en la Educación mundial (Finlandia, Hong Kong, Holanda o Singapur) y en los estados con mejor rendimiento (Vermont, Maine, Connecticut o Kentucky) de la superpotencia.

“Las naciones que han conseguido mejorar regularmente el aprendizaje de sus alumnos han creado un estilo de evaluación que insiste en cómo se utiliza el conocimiento para resolver problemas y desarrollar habilidades cognitivas”. Extraída de las primeras líneas del informe, la cita revela el mensaje esencial lanzado por la profesora que coordina la investigación educativa en la excelsa Universidad de Stanford: los mejores huyen de los exámenes puramente memorísticos. Quieren que sus alumnos demuestren que han entendido lo que se les enseña y no que se limiten a volcar como autómatas lo que ha dicho el profesor o dicta el libro de texto.

Preguntas open-ended

El examen tipo incluiría preguntas open-ended (de final abierto o sin una única solución posible) que requieren analizar, aplicar conocimiento y, normalmente, escribir “extensamente”. Con ellas se pretende “dar al alumno la oportunidad de desarrollar la capacidad de organizar y sintetizar información y de utilizarla en situaciones nuevas”. Darling-Hammond pone un ejemplo:  en lugar de “¿Bajo qué supuestos actúa la lluvia ácida?”, la cuestión alternativa open-ended sería “Supón que tienes que construir una estatua que soporte los efectos de la lluvia ácida. Describe y explica tu propuesta”.

La profesora añade que estos países también suelen otorgar un lugar preponderante a la elaboración de trabajos en clase y fuera de ella del tipo “proyectos de investigación” o “desarrollo de productos”. Y que enfatizan las presentaciones orales, un rara avis evaluativo en países como el nuestro.

A lo largo del estudio, Darling-Hammond no se cansa de repetir que muchos tienden a olvidar que, más allá de comprobar las competencias de los alumnos, los exámenes son una impagable fuente de información para mejorar otras facetas ensenciales de las dinámicas de enseñanza-aprendizaje como son las técnicas pedagógicas o el diseño curricular. De hecho, los profesores de los sistemas educativos más eficientes casi siempre se involucran de manera activa en la elaboración de las pruebas y las utilizan para contrastar su propia valía profesional.

 

Evaluaciones externas

Darling-Hammond es consciente de que la forma de examinar que propone plantea serias limitaciones a la hora de efectuar evaluaciones externas, donde unos criterios de corrección objetivos se antojan imprescindibles. Apuesta por un “equilibrio” entre ambos enfoques. La autora añade que en los países con mejor rendimiento no se abusa de las pruebas de evaluación generales en Primaria (no más de dos), aunque sí son habituales en Secundaria.

"La escuela tiene que preparar ciudadanos"

La música de Bach, un retrato original de Santa Teresa de Jesús o un manuscrito de Cervantes bien podrían transportar al más común de los mortales al siglo XVII. Y es lo que sucede al entrar en el despacho de Víctor García de la Concha, profesor, un asturiano que decidió tirar por el Esla hacia el sur para llegar a convertirse en salmantino.

Mejor dicho: salmanticense. De hecho, charlar con él, como queda reflejado en esta entrevista –recogida también en la colección Castellanos y leoneses: por derecho, de El Mundo– puede transportarle a uno a la misma plaza de San Cristóbal. En la mirada del viejo profesor se intuye un viso de nostalgia, una añoranza de pupitre y monotonía de lluvia tras los cristales. Los días felices: “Era catedrático en la Universidad de Zaragoza y me encontraba muy a gusto. Había empezado a formar uno de los mejores departamentos de Literatura Española de España”.

P. ¿Y cómo llegó a Salamanca?
R. Un día recibí la llamada de Fernando Lázaro Carreter, que ya era amigo mío. Me dijo: “Tienes que ir a Salamanca, olvídate de ir a Madrid. Se ha jubilado César Real de la Riva y allí hay una magnífica biblioteca, una tradición estupenda…”.

P. Está claro que le convenció.

R. Tanto que al final acabé en Salamanca. Llevo treinta años en su Universidad y ahora soy emérito. Fui a Salamanca con el propósito de quedarme allí de por vida. Y así está siendo.

P. ¿Ya pensaba en la Academia?
R. Entonces no pensaba, ni se me ocurría pensar, en ella. Lo que quería era estar en una capital de provincias, en una Universidad como la de Salamanca…

P. Lo que siempre le ha gustado ha sido la enseñanza.

R. Es que no he sabido ser otra cosa que profesor, porque me gusta mucho dar clase. De hecho, he seguido dando clase, aún después de ser elegido académico. E incluso después de ser elegido secretario de la Academia.

P. Querencia por las aulas…
R. Efectivamente. Cuando fui elegido director de la Academia, hice un arreglo con el departamento para que pusiera las clases reunidas por horarios y continuar impartiendo clase. Eso sí, a los alumnos de los primeros cursos.

P. Un profesor que era director de la RAE, nada menos…
R. A mí me parecía hasta hermoso que los alumnos que llegaban tuvieran como profesor al director de la Academia.  
Las monturas de las gafas de Víctor García de la Concha descansan sobre una vena azulada que atraviesa su nariz. El viejo profesor regresa a sus preocupaciones, las mismas que, por lo demás, ha tenido siempre:
“Los alumnos llegan peor preparados que nunca. Es un hecho real, que deriva de una cosa muy sencilla: los planes de estudio del Bachillerato han reducido el papel de las Humanidades”.

P. Las cosas han cambiado…
R. Esto también me lo comentan colegas: en carreras que son vocacionales, la gente llega con lo mínimo, de tal forma que los profesores de la universidad tienen que hacer una especie de cursillo para explicar los rudimentos y poder comenzar a explicar universitariamente lo que son la lengua y la literatura latina.

P. ¿Hay responsabilidad política?
R. Sin duda, debido al caos de cada gobierno que ha llegado y se ha sentido en la obligación de modificar los planes de enseñanza. No ha habido un pacto de Estado en el que la educación fuera discutida por todos.

P. Ese problema también afecta al castellano.

R. Deriva de esa misma raíz. Al hablar de esto siempre aprovecho para recordar a mi maestro de escuela. Se llamaba Luis Cortés y era un hombre con un gran gusto literario.

P. Le enseñó a amar la lectura…
R. Efectivamente. Mi primer día de clase, tendría siete u ocho años, había dibujado con pinturas de colores a don Quijote y Sancho Panza. Todos los días nos leía un trozo de “El Quijote” y teníamos que resumirlo. También debíamos aprender poesías. Para mí eso fue impagable.

P. Ahora “El Quijote” lo vemos en internet.

R. Vivimos en una sociedad predominantemente audiovisual. Por lo tanto, hoy los chicos, ven, ven y ven, pero ya no hablan. Y no digamos leer. El enriquecimiento del vocabulario, del léxico, viene dado por el ejercicio de la lectura reflexiva, de una lectura, como diría Kafka, delicada, en la que los dedos hablen…

P. Se han terminado las adaptaciones de grandes libros…
R. No, verá… Ahora en los quioscos se está vendiendo la Biblioteca Clásica de Gredos y hay ediciones en fascículos, a buenos precios. El problema está en la enseñanza, que no fomenta el ejercicio de la lectura.

P. ¿Y cómo se crean lectores?
R. Hay que aficionarse a la lectura desde niño, leyendo lo que sea. Si es Harry Potter, pues Harry Potter.

P. ¿Qué leyeron sus hijas?
R. “Los Cinco” o “Celia”. Es importante que los niños se aficionen a leer con algo adecuado a ellos. No es normal que un niño lea “La vida es sueño”.

P. ¿El problema es hacer accesible la cultura?
R. El problema no es ya que una persona tenga mayor o menor cultura literaria, sino que tenga una cultura humanística. Eso es lo que forma a un ciudadano excepcional. No estamos hablando de cultura libresca, sino de ciudadanía.

P. Y eso se forma en la escuela. Volvemos al principio…
R. La escuela tiene que preparar ciudadanos. Esto no hace falta inventarlo, pues ya lo inventaron en el siglo XV. Para formar los nuevos estados sabían que la manera de educar era instruir a los alumnos humanísticamente.

Fellini, Santa Teresa, Pérez de Ayala… Los nombres flanquean el escritorio de Víctor García de la Concha y sobrevuelan la conversación, que, inevitablemente, deriva hacia el castellano y sus usos. Así que tomen nota: como decía André Glucksmann, “no hay palabra más seria que palabra de maestro

P. ¿Cuál es el reto del español?
R. El español es la segunda lengua de comunicación internacional occidental. Debemos mantener e impulsar un gran número de hablantes, una gran unidad, una presencia fuerte en el ciberespacio y un reconocimiento diplomático, en el amplio sentido de la palabra. Así podremos asegurar la presencia y la fortaleza del español.

P. ¿Descansa en algún momento de su cargo? ¿Se cabrea cuando lee o escucha incorrecciones?
R. Me cabreo, y bastante. No me puedo liberar fácilmente de esto porque tengo un gravísimo problema, que es la diferencia horaria. Cuando yo salgo de aquí, empieza el día en Hispanoamérica…

P. Por ejemplo, en su ocio, ¿ve el cine en versión original o doblado?
R. No me importa ver las películas dobladas, no.

P. Aunque intuyo que si se tiene que quedar con algo de cine, es cine español…
R. Me apasiona Rafael Azcona. Todo lo que hizo es ejemplar.

P. ¿Y la música, también en español?
R. Lo siento. Aquí gana Bach.

P. Una última cuestión: un libro.

R. No se puede evitar acudir al tópico que, por otra parte es lógico: en ‘El Quijote’ empieza y termina todo.

Una aclaración: podríamos decir que, cuando estamos en España, hay que hablar de castellano y que, cuando salimos, tenemos que hacerlo del español. Es una distinción que parece gratuita pero que, si reflexionan  sobre ella, se antoja bastante preci
sa. Y en la precisión reside buena parte el trabajo de este profesor que ha estudiado a Garcilaso de la Vega, a Fray Luis de León o a las vanguardias españolas. Lo viejo y lo nuevo. Y así debe de ser. Como saben los académicos más recientes: “Son los más fieles a la tradición académica. Jueves tras jueves, Pérez Reverte me increpa, dice que somos unos laxos… Y Javier Marías también está en esa línea de fidelidad a no rebajar, a tratar de elevar. A igualar por la altura y no por la base.”

En el edificio de la calle Felipe IV la modernidad y la tradición se abrazan. Ahí está, como ejemplo, Víctor García de la Concha, un hombre que combina el “Aire de su vuelo”, un bello volumen de estudios sobre la libertad de espíritu en el siglo XVI, con el impulso del diccionario on line y sus setecientas mil visitas diarias. Pero no debe sorprendernos. No importa el medio sino su uso. Y eso él lo ha asumido a la hora de dirigir una Academia que ya está en el siglo XXI.