Dos sendas hacia el bilingüismo

Dentro del colegio o como actividad extraescolar. A partir de un enfoque integral que cubre todo el horario lectivo o primando el aspecto lúdico y sensorial de la enseñanza. El Programa BEDA e English for Fun ofrecen dos alternativas para aprender inglés con sólidos cimientos aunque siguiendo caminos divergentes. El primero se extiende sin prisa pero sin pausa entre los centros concertados católicos de nuestro país. El segundo llega a España tras haber conseguido que miles de hijos de inmigrantes en EEUU se zambullan en el inglés de la forma más natural posible.

English for Fun: aprender con la experiencia

Hacer sus primeros pinitos en el mundo de la repostería cocinando esas clásicas galletas de inconfundible sello infantil que emulan, por ejemplo, un rostro sonriente o un delicioso astro. Ensayar y representar una obra de teatro o un espectáculo musical en formato micro. Crear figuras o trazos abstractos, experimentar con la mezcla de colores para que el alumno juegue y se exprese a través del arte pictórico. Casi cualquier actividad –siempre y cuando no se asemeje a una rígida clase de gramática– cabe en English for Fun (literalmente “Inglés para divertirse”), un original método para aprender el idioma por la vía lúdica y sensorial.

Dirigido a niños entre 1 y 12 años, por ahora con un solo centro en Madrid (aunque albergando ambiciosos planes de expansión para un futuro próximo), English for Fun ha llegado a España de la mano de su fundadora, Jill Stribling, una pedagoga norteamericana afincada en nuestro país desde hace casi una década. Tras enseñar en un centro de Infantil y a estudiantes de Primaria en el Colegio Americano de Madrid durante los últimos cinco años, Stribling ha apostado por importar su novedoso enfoque didáctico a nuestras fronteras.

Y es que la historia de English for Fun se empezó a gestar en los años noventa, cuando Stribling dirigió un programa de adquisición de competencias lingüísticas para el Departamento de Educación de Los Ángeles destinado a hijos de inmigrantes, sobre todo de procedencia latina. Su aproximación a la enseñanza del inglés como segunda lengua cosechó excelentes resultados, y el programa se expandió a otros lugares de EEUU. “El éxito del método”, comenta Stribling, estriba en el hecho de que “aprendes inglés de la misma manera que has aprendido español: viviendo situaciones cotidianas como cocinar, cantar, bailar, haciendo manualidades, escuchando historias y explorando el mundo en que vives con profesores nativos”.

Otro punto esencial de los “talleres” (así define Stribling las sesiones de dos horas que se imparten en su centro ubicado en la zona residencial El Viso, al norte de la capital) es que estos priorizan el tratamiento personalizado, adaptado a las necesidades del alumno. No en vano, en las diez salas de la primera sede de English for Fun se divierten y asimilan de manera natural el inglés un mínimo de cuatro alumnos y un máximo de seis. Todos divididos por edades y, si así se prefiere, a partir de un campo experiencial concreto: música, arte, ciencia, teatro…

Programa BEDA: la hora del bilingüismo en la Concertada

Cuando en 2008 se presentó el Programa BEDA (Bilingual English Development & Assessment), Emilio Díaz, secretario regional en Madrid de FERE –el organismo que agrupa a la mayoría de escuelas católicas concertadas de nuestro país–, enfatizó la importancia que su asociación ha otorgado tradicionalmente al aprendizaje de idiomas. Díaz se remontó a la labor que en este sentido desempeñaban, ya en el siglo XVII, numerosos colegios jesuitas. También habló de la ingente cantidad de iniciativas sobre enseñanza anglófona puestas en marcha durante los últimos tiempos por los colegios de FERE. Y concluyó que había llegado la hora de emprender un programa que articulase con solidez y rigor el bilingüismo en la Concertada católica.

Concebido en su origen para centros de la Comunidad de Madrid, BEDA ya funciona a pleno rendimiento en otras dos CCAA, Castilla-La Mancha y Murcia. Sin rivalizar con otros proyectos de enseñanza hispano-inglesa impulsados por las administraciones para la escuela pública, el programa aspira a introducir gradualmente (aunque de manera masiva) el bilingüismo en la Concertada. Sin prisa pero sin pausa. Y, ante todo, supeditando la incorporación de los centros a exigentes requisitos que garanticen una enseñanza idiomática de calidad y que no entre en contradicción con otros objetivos irrenunciables de los colegios de FERE.

Implantado actualmente en un centenar largo de centros, BEDA edifica la enseñanza bilingüe en cada uno de ellos a partir de un pilar básico: una estricta formación del profesorado que asegure que cada docente participante está realmente capacitado para desarrollar su tarea en una atmósfera que prima la convivencia e integración de dos lenguas muy diferentes. De esto se ocupan tanto los departamentos pedagógicos de FERE como otros agentes externos con los que colabora la organización, caso de la editorial Macmillan.

Quizá más importante aún es el modelo de evaluación elegido para verificar que el programa está cumpliendo sus objetivos. FERE ha optado por asociarse con la Universidad de Cambridge, cuyas pruebas de nivel (ESOL Examinations) gozan de gran prestigio en todo el mundo. Cambridge ESOL también se encarga de certificar las competencias lingüísticas del profesorado y de identificar los progresos (o en su caso deficiencias) del programa en su conjunto en cada colegio. A partir de la evidencia, FERE decide si es momento de avanzar hacia el fin último del BEDA (la “excelencia bilingüe”) o de ralentizar su desarrollo.

Papá, mamá: volved a clase

El noroeste de la Comunidad de Madrid encierra maravillosos secretos: la silla de Felipe II, desde donde el monarca observaba la evolución de la construcción del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, rutas estupendas para salir a conectar con el lado salvaje de la vida o restaurantes donde degustar el sabor de la carne de la famosa ternera de Guadarrama.

Pero hay uno más: una escuela de padres. El Colegio “Balder”, en Las Rozas, tuvo la idea de crear una, y surgió “por un lado, como respuesta a las preguntas que los padres nos planteaban, y por otro como una forma transmitir la importancia de ser coherentes educativamente: como bien dice un proverbio africano que hemos cogido para resumir esta actividad, se necesita a toda la aldea para educar a un niño, y queremos que los padres tengan la información necesaria y las herramientas para desenvolverse en casa y trabajar colegio y familia conjuntamente y así lograr los resultados esperados”, como nos dice Carmen, del departamento de comunicación del centro.

En estas “clases especiales” con los padres como alumnos y con el consultor pedagógico Isauro Blanco y la propia directora pedagógica, Carmen Serrano como “profes”, se tratan, muchas veces a través de los temas que proponemos en Padres y Colegios, asuntos tan interesantes como los estilos de comportamiento y aprendizaje, la superación de las crisis de oposición, la formación de la autodisciplina, las pistas para educar o la relación entre salud y Educación a través de buenos hábitos. En cuanto a la repercusión, nos comentan desde “Balder” que “el éxito es rotundo, y todos los materiales que entregamos, los colgamos en nuestra plataforma de comunicación interna, donde los padres tienen esos materiales y muchos otros a su disposición, a los que pueden recurrir, con la idea de facilitarles y asesorarles en este nada fácil trabajo de educar… algo a lo que nos ayuda cada mes Padres y Colegios, por supuesto”. Y algo que, de la mano de profesionales como los del cole “Balder”… ¡seguiremos haciendo encantados!

Si quieres hacernos llegar tu experiencia a 'Fans de Padres', puedes hacerlo a través del correo padres@padresycolegios.com

“No entiendo las matemáticas si no son para ayudar”

Siempre se ha tendido a considerar a los hombres de ciencia como individuos desprovistos de toda capacidad de empatizar con los demás. Una suerte de tipos que apenas salen de sus despachos o laboratorios, que maquinan en lenguajes ininteligibles para el resto del mundo y que se ríen cuando ven una fórmula mal escrita detrás de sus gafas remendadas con celo.

Pero la realidad, más allá del tópico, es que las matemáticas nos rodean y nos procuran dosis de felicidad más altas que muchas otras disciplinas: desde un punteo de Jimmy Hendrix hasta el algoritmo que permite que Google encuentre aquello que buscamos, o aquello que Google quiere que encontremos. Todo se puede explicar a través de esta ciencia, a pesar de que ha liderado los rankings de asignaturas más odiadas durante siglos.

Pues bien, Osvaldo Carrillo, director del Instituto de Matemáticas y Computación, no sólo encontró la manera de entender y hacer entender el álgebra y el cálculo infinitesimal: vio en las matemáticas una puerta para ayudar a los demás y una forma de explicar el mundo a través de un lenguaje algo más fiable que las palabras, que muchas veces tienen varios significados: “Pero no todo fue inmediato, ¿eh? Estaba haciendo el doctorado aquí, en España, y empecé a colaborar con algunas empresas con las que hacía trabajos de consultoría. Lo que empezó siendo un viaje de estudios acabó por ser algo más…”

P. ¿Y en qué momento decides apostar por la educación?
R. En realidad en todo momento estuvo ahí. La parte académica siempre me interesó, incluso en aquel entonces, pues estaba como profesor asistente en la Universidad. En realidad, estaba en el momento justo en el sitio adecuado, pues por mi trabajo en el mundo de la empresa, sabía dónde estaban las necesidades, y tenía el know how adecuado por pertenecer al ámbito académico.

P. ¿Te gustaron siempre las matemáticas o les cogiste el gusto según fuiste siendo adulto?
R. Toda la vida me gustaron y tuve la suerte en el trayecto de haber encontrado gente que amaba esta disciplina. En concreto, mi inspiración la encontré en un sacerdote que compaginaba su ministerio con clases de física y álgebra. Él me hacía pensar y me sirvió como modelo de conducta. Siempre sentí una gran admiración por él.

P. ¿Qué ejemplo te dio?
R. Amaba la enseñanza, la disciplina, digamos, académica, pero amaba tanto o más a sus alumnos. Para él eran lo más importante. De hecho, trabajaba gratuitamente en su parroquia y después de la eucaristía impartía clases de refuerzo a todo el que lo requería, en el salón parroquial. El salón se llenaba de niños de todas las edades y niveles, hasta gente de la facultad. Me motivó mucho esa forma de ser y de estar en el mundo.

P. Es una manera de utilizar las matemáticas para ayudar a los demás.

R. Sí. Las clases eran una excusa para hacer comunidad, pero se aprendía mucho. En un momento, se reunió conmigo. “Tengo un problema”, me dijo. “¿Un problema? ¿Usted?”

P. Te extrañaba, claro…

R. ¡Era la persona que más admiraba, no podía tener problemas! El caso es que me dijo que la clase había crecido mucho y que yo tenía mucho talento para las matemáticas y para explicárselas a los demás. Él se encargó de los alumnos mayores y yo de los más pequeños. En realidad, fue una ayuda para mí: él supo estimular mis talentos. Así empezó mi historia.

P. Los números son tu vida, entonces.

R. Creo que nunca he leído un libro en el que no saliera una fórmula…

P. Pero a las matemáticas se les suele tener manía, y perdona por el tópico, tal vez porque los alumnos no saben ver sus aplicaciones prácticas…

R. Las matemáticas pecan de teóricas por dos motivos: el profesor y el sistema. Nosotros intentamos enseñar las matemáticas de una manera más entusiasta y aplicada, pero hay errores desde la base: a día de hoy, desde primero de Primaria, al niño se le obliga a entrar en el mundo de los adultos.

P. ¿Qué quieres decir con el mundo de los adultos?
R. Pues, por poner un ejemplo, el niño sí o sí tiene que aprender la tabla de multiplicar o las sumas y las restas, pero no sabe decirte qué está haciendo. Sólo utiliza su memoria, no sabe pensar. Y eso se reproduce a lo largo de toda la vida. Cuando a un alumno de una ingeniería le pregunto por qué hace algo me dice: “porque me lo han enseñado así. Nunca me había planteado el motivo”.

P. No hemos acostumbrado a los niños a pensar…

R. Efectivamente. Todos los niños tienen imaginación, creatividad… y para las matemáticas también. Esa manera de enseñar de la que te hablo ha conseguido que veamos la ciencia como una materia gris y opaca, como un conjunto de cálculos. Pero las matemáticas son un lenguaje que hay que saber interpretar y que sirve para resolver problemas de la vida real.

P. Esa aplicación práctica es la que, precisamente, puede hacer que los niños disfruten de las matemáticas…

R. Claro. Es que no concibo las matemáticas si no son para ayudar, para solucionar problemas. Cualquier niño puede aprender este lenguaje y aquí utilizamos el juego y las aplicaciones prácticas para que lo entiendan. A través de la diversión: cómo una falta de Cristiano Ronaldo está rodeada de matemáticas. El sistema permite que se evalúe a los chicos por su buena o mala memoria: se sabe las tablas, se sabe las fórmulas y ha aprendido qué tipo de problemas necesitan según qué aplicaciones, pero no sabe pensar. Por eso es necesario un cambio de metodología, una escala de parámetros distintos sobre los que crecer.

P. Y el problema es que romper con lo establecido no es sencillo…

R. Claro. Si un niño quiere imaginar una solución diferente a la habitual, no va a poder desarrollarla, porque en el colegio le exigen la respuesta habitual. Los niños trabajan con las matemáticas manipulativas, no con las matemáticas intuitivas. Es necesario que aprendan a pensar.

P. En la peor crisis de la historia del capitalismo, ¿notas que la educación se está viendo dañada por la coyuntura económica?
R. Sin duda, sí. Es terrible que los intentos de salida a las crisis económicas nunca vengan de la mano de un cambio de paradigmas educativos. Es necesario ser más radical, porque utilizamos fórmulas antiguas para solucionar problemas actuales. La educación es la única manera de hacer frente a lo que tenemos encima.

Una liga de las estrellas del ingenio

El Grupo SIENA, con la colaboración del Instituto de Matemáticas y Computación, el Ministerio de Cultura y Tuenti, presenta este año una nueva forma de demostrar las habilidades matemáticas de los alumnos en una competición que hermana a estudiantes españoles y norteamericanos: la liga matemática.

A través de una serie de pruebas, los colegios que se apunten pueden optar a premios colectivos (equipos para el centro, visitas a las oficinas de Tuenti) e individuales para los ganadores (becas de estudio, material didáctico, etc). Además, con el desarrollo de la liga se promueven diferentes iniciativas, como motivar a alumnos con talento matemático o competir con EE UU cada trimestre. Para más información, los interesados pueden llamar al 902570967 o escribir a info@ligamatematica.com

Malos hábitos, peores resultados

Un reciente estudio desarrollado por Kellogg incide en la relación decisiva que hay entre los malos hábitos alimentarios, especialmente los que tienen que ver con el desayuno, y la obesidad infantil, un problema cada vez mayor que nos deja día a día menos margen de maniobra y que causa problemas decisivos que nos acompañan toda la vida.

La obesdidad infantil puede causar problemas físicos (diabetes tipo II, hipertensión, triglicéridos y colesterol, trastornos hepáticos,…) y psicológicos (baja autoestima, estigma social,…). Lo hemos escuchado en muchas ocasiones, más de las que hubieran sido necesarias para concienciarnos. Que el desayuno es la comida más importante del día es una frase que también llevamos escuchando a nuestras abuelas desde hace siglos. Pues bien: si unimos ambas líneas de argumentación nos encontramos con que uno de los factores determinantes de la obesidad infantil es hacer mal el desayuno.

Kellogg ha promovido el estudio sociológico “Hábitos de vida relacionados con la Obesidad Infantil”con una muestra de más de 1.000 padres y madres con hijos en edades comprendidas entre los 6 y 12 años. El resultado es esclarecedor y muy alarmante: solo el 7% de los niños de estas edades desayuna convenientemente, al margen de los factores habituales reseñados en el estudio, como una alta ingesta de grasas, un estilo de vida sedentario y poco ejercicio físico o no haber recibido lactancia materna. Pues bien: en el índice de prevalencia de hábitos alimentarios de riesgo, la omisión del desayuno o la falta de atención sobre el mismo (con poco tiempo, sin alguno de los alimentos básicos, etc) llega al 40%, una cifra realmente alta.

Más cifras

Según el informe de la Estrategia Naos, puesta en marcha por la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición, dependiente del Ministerio de Sanidad, en el mundo mueren 57 millones de personas al año. Atendiendo al “Informe sobre la salud en el mundo, 2002”, el aumento de las enfermedades crónicas es el responsable de las dos terceras partes de estas muertes y del 46% de la morbilidad global. Pues bien, las noticias no son esperanzadoras: según el informe presentado por Kellogg, a medida que los niños crecen empeoran sus hábitos de vida; realizan menos actividad física y cuidan menos la alimentación, pese a que el 83% de los padres los valora muy positivamente los hábitos alimentarios de sus hijos, puntuándolos por encima de 7 en una escala de 0 a 10.

El alto porcentaje de progenitores que considera que su hijo sigue unos hábitos de vida muy saludables subraya el grave problema de concienciación presente en la sociedad. De hecho, la Estrategia Naos propuesta por la AESAN coincide con las conclusiones del estudio de Kellogg y señala ámbitos de actuación muy concretos para trabajar sobre el grave problema de la obesidad infantil: el núcleo de profesionales de la salud, el colegio y el entorno familiar y su grupo social de referencia, con amigos y demás.

El desayuno, clave

Un porcentaje es clave a la hora de entender por qué los niños no desayunan correctamente: un 40% de los padres no conoce los alimentos que deben estar presentes en el desayuno. Este desconocimiento repercute en la alimentación de los más pequeños, ya que sólo un 7% de los niños realiza un desayuno completo compuesto por estos grupos de alimentos. Sin embargo, sorprende la percepción paterna, ya que un 30% de los padres consideran que sus hijos desayunan bien. En este baile de cifras está parte de la clave del estudio que ha presentado Kellogg, pues es necesario un cambio de paradigma y una concienciación que llegue, como ya hemos comentado, desde los tres ámbitos significativos que rodean la promoción de la salud de los niños: su referencia más cercana (casa y familia), los profesionales de la salud y su entorno social.

En este cambio de concienciación tienen un papel fundamental los padres: el estudio afirma que, pese a que el Ministerio de Sanidad cifra en un 45,2% el porcentaje de menores que sufre exceso de peso, sólo un 19% de los padres reconoce que su hijo está algo por encima de su peso, aumentando este porcentaje hasta el 24% en los niños de 11 a 12 años, sin duda la edad más conflictiva.

Falsos mitos

Es habitual que el desayuno se vea envuelto en algunos dimes y diretes que se encuentran lejos de la realidad. Por ejemplo, es habitual que los adultos, de cara a intentar solucionar un problema de sobrepeso, prescindan de desayunar. Pues bien, desayunar ayuda a mantener el peso dentro de límites saludables en mayor medida que si se omite esta comida tan importante del día. Cuando tu hijo desayuna no tiene tanta hambre a lo largo de la mañana y es más fácil que no picotee, lo que le ayuda a evitar que gane peso en exceso. Asímismo, el desayuno aumenta la glucosa, bajo mínimos tras 10 horas de ayuno durante la noche, lo que hace que el sistema nervioso funcione mejor, y esto se traduce en alegría y buen humor. Para concluir, es necesario volver a incidir en que los hábitos de vida que se adquieren durante la infancia y adolescencia son esenciales para mantener un estilo de vida saludable en la edad adulta, al margen de que, cada vez más, evitan problemas de integración, de socialización y de desarrollo individual de los niños, al margen de los de salud.

No quiere desayunar…

Pese a todos nuestros esfuerzos, nuestro hijo se empeña en no desayunar… Bien, hay varios asuntos a revisar.

  • ¿Desayunan los padres? Es importante que el niño reciba un estímulo positivo y un ejemplo de los adultos. Si sólo tomas un café deprisa y corriendo, no pretendas que él se siente a tomar una pieza de fruta…
  • ¿Tenéis tiempo suficiente para desayunar? Es un hábito que requiere muchas atenciones, y para eso es necesario tiempo. Si vais siempre con la hora pegada, es complicado que sientan que es importante desayunar, así que al menos hay que dedicarle, como mínimo, 15 o 20 minutos.
  • ¿Le resulta agradable desayunar? Puede parecer un tópico, pero si desayunar se ha convertido en algo poco agradable, desayunará peor. Habla con él, planea el día, incluso hablad de lo que vendrá con el tiempo libre de la jornada.
  • La creatividad, al poder. Claro que es más fácil ofrecer bollería industrial que una rebanada de pan, pero con una mínima inversión de tiempo, podrás alternar dulce y salado, frío y caliente, batidos o leche… No es necesario tener una carta de desayunos, pero ayuda.

Desayunar en familia

La obesidad infantil constituye un problema importante en España, donde ha alcanzado cifras preocupantes, que apuntan ya que cerca de un 30 % de la población infantil sufre en mayor o menor medida sobrepeso.

El dato es sobrecogedor porque nos pone de manifiesto una realidad que en nuestro país nos resistimos a reconocer y, sin embargo, es una cuestión seria. Hablamos de niños gorditos como algo tierno y gracioso, en sentido cariñoso, pero los pediatras y nutricionistas nos advierten que se trata de un grave problema de salud que hay que atajar cuanto antes.

En esta batalla contra la obesidad infantil, las familias tenemos una enorme responsabilidad, porque somos las verdaderamente capaces de generar el cambio de hábitos necesario para frenar este problema que afecta a los niños españoles. Somos los padres los que inculcamos los buenos hábitos de alimentación, los que marcamos los tiempos de las actividades sedentarias -TV, consolas…- que deben tener su espacio como parte del ocio, pero debe estar medido. Somos también las que podemos motivar para la práctica de determinadas actividades, las que fomentamos o facilitamos que nuestros hijos descubran y disfruten con el deporte.

El papel de la familia es fundamental y lo es porque es la principal escuela de valores, donde se adquieren los hábitos y costumbres que van a marcar nuestra forma de pensar y de vivir. La alimentación es una importante asignatura en esta "escuela de valores", porque no se trata de comer, sino de comer bien, disfrutando de los alimentos y usándolos para mejorar nuestro bienestar físico y mental. Comer en familia es vital para ello, porque sólo podremos inculcar y enseñar a nuestros hijos buenos hábitos de alimentación si esos buenos hábitos son también los nuestros. Si nosotros comemos fruta, ellos también la comerán; aunque se resistan al principio, verán la fruta como algo habitual en la mesa y seguirán esa rutina cuando tengan su propia vida.

Comer en familia nos da además momentos muy interesantes para la comunicación, para hablar padres e hijos, hacer partícipes a todos de nuestras alegrías y preocupaciones del día. Los actuales horarios laborales hacen difícil que a diario se pueda comer en familia, pero sí podemos desayunar en familia, empezar el día haciendo juntos la primera comida, la más importante según los nutricionistas. Esta es la verdadera asignatura pendiente en muchos hogares, donde nos pueden las prisas matutinas, llegar a clase, salvar el atasco… pero es cuestión de voluntad y de pensar que es realmente importante y que se trata sólo de 15 minutos menos de sueño. A cambio estaremos sembrando para que nuestros hijos crezcan más sanos, tengan un mejor rendimiento intelectual y sean, seguramente, un poquito más felices.

Las sombras de la adopción

La adopción de niños ha pasado de ser un asunto minoritario en nuestro país a convertirse en algo ya muy establecido, con una destacada visibilidad social que se manifiesta en las escuelas y en muchos otros ámbitos sociales. En pocos años, en España, han cambiado tanto la estructura familiar como la relación de filiación, que ya no es exclusivamente biológica.

Es cierto que en la mayoría de los casos, los procesos de adopción resultan satisfactorios y se consiguen los objetivos previstos. Pero conviene también saber que, por diferentes causas y motivos, no todos llegan a buen puerto. Según los datos proporcionados por Ana Berastegui, de la Universidad Pontifica de Comillas, un 15% de las familias que adoptan niños necesita ayuda psicológica en algún momento de un periodo que no termina nunca, pues el fenómeno de la adopción tiene sus lógicas particularidades.

Aunque se intenta preparar de la mejor manera posible a los padres para una decisión de tanto calado, no siempre están a la altura de la decisión que han tomado y, en algunos casos, a la mínima se desesperan, se sienten frustrados o fracasados y tiran la toalla. A veces las expectativas afectivas creadas con la adopción no se cumplen, y los padres adoptivos encuentran muchas trabas para educar a sus hijos en las mejores condiciones. El hecho de que un alto porcentaje de estas familias, un 15%, necesite ayuda, muestra a las claras que la adopción puede provocar a la corta o a la larga situaciones insospechadas, imprevistas, difíciles, que pueden ser el origen de nuevos problemas también psicológicos.

No siempre encuentran los padres, además, el apoyo que necesitan cuando aparecen los problemas. Y la reiteración de las dificultades acaba por abrumar a unos padres que quieren hacer las cosas de la mejor manera posible, pero que a veces ni aciertan ni tienen la respuesta esperada por parte de los hijos, sobre todo si éstos ya no son tan niños.

Quizás sea la adolescencia, como en tantas otras cosas, la etapa más conflictiva en la adopción. Los niños adoptados profundizan más en su personalidad, en su origen y en las causas de la adopción. De alguna manera, se sienten distintos y esta sensación puede afectar de muchas maneras a la relación que tienen con sus padres, ya de por sí complicada en la adolescencia, cuando los hijos empiezan a cuestionar a sus padres y sus valores.

No todos los niños reaccionan de la misma manera, ni los padres tampoco. Pero conviene estar alerta en esos años cruciales para enfrentarse, quizás, a situaciones novedosas originadas por el lógico deseo de los hijos adoptados de conocer mejor su historia personal, llena en muchos casos de agujeros negros. Si las familias necesitan ayuda psicológica, también los hijos la pueden necesitar para encauzar mejor su situación personal.

La fragilidad del ser humano

Beth vuelve de un viaje de negocios en Hong Kong. Llega con tos y una buena jaqueca, que atribuye al jet lag. Pero enferma gravemente y muere, en apariencia de una meningitis. Ante el estupor de su marido Mitch, su hijo también fallece. No son casos únicos.

Una epidemia de dimensión mundial empieza a hacer estragos, lo que lleva a los científicos a una carrera contra el reloj para dar con una vacuna que detenga al letal virus. Y hay reacciones de todo tipo, desde el bloguero que denuncia un complot del gobierno y la industria farmacéutica, al abandono que padecen determinados países menos favorecidos, o a la tentación de alertar del peligro a los más allegados en vez de pensar en el bien común.

Segunda colaboración del guionista Scott Z. Burns con Steven Soderbergh tras ¡El soplón!. La película, por su abundancia de personajes secundarios –¡qué gran reparto!–, de los que se muestran sus reacciones ante una situación extrema, se encuadra dentro del subgénero catastrofista, pero Soderbergh sabe inyectarle cualidades especiales. Juega mucho el director con un ritmo endiablado, donde partitura musical y sonidos múltiples extraños contribuyen a una atmósfera desasosegante e incómoda muy adecuada.

Acierta Soderbergh en no bombardearnos con una sobredosis de momentos límite. Sabe reflejar bien las reacciones globales, el despliegue mediático y preventivo, o los efectos del virus, con medida. Y se fija en la humanidad de los personajes, quizá incidiendo en la debilidad, en cómo se sobrepone el instinto de supervivencia a otras actitudes más heroicas.

Por supuesto, los científicos, cada uno a su modo, hace un gran trabajo, incluso con el riesgo de la propia vida, y hasta existe el siempre difícil camino de la rectificación, pero se echan en falta más reacciones generosas –apenas vislumbramos a una monjita asistiendo a un enfermo–, frente a la elemental de velar por los tuyos, o la egoísta de sacar tajada de una situación de pánico.

Ficha técnica

Título: Contagio
Dirección: Steven Soderbergh
Intérpretes: Matt Damon, Gwyneth Paltrow, Kate, Winslet, Jude Law, Marion Cotillard, Laurence Fishburne