Las fantasías de María (II)

Autor: César Suárez

–Sí, sí, María –dije–. Pero no te disperses. ¿Por qué te castigó a ti tu profesora Inés?
–Pues mira, papá, porque como Pablo es mi novio me da la mano todo el rato porque dice que los novios están siempre de la mano, y como Sebas también quiere que sea su novia, pues no me suelta la mano para que no me vaya con Sebas. Pero yo ya le he dicho que Sebas no me gusta ni un poco, y además quiere ser profesor de matemáticas, como su padre.
–Ah, ya, ya entendemos – dijo Elisa fingiendo gran expectación-.
–Elisa, tenemos que hablar más a menudo con esta niña… –interrumpí.
– Entonces en clase ¿también estáis de la mano Pablo y tú?– preguntó Elisa.
–Sí, porque no me suelta. Se viene a mi lado y me da la mano debajo de la mesa y no me deja pintar ni nada. Así que ya me enfadé y me subí a la mesa y le tiré las pinturas y le dije que ya no era mi novio. Entonces la seño Inés me bajó de la mesa y me castigó mirando contra la pared…
Miré de reojo los esfuerzos de Elisa para aguantarse la risa.
– Lo peor es que todos se reían de mí y encima ya no sé si Pablo y yo seguimos siendo novios o no. Por eso me castigó la seño Inés, y me tiene manía… Y os lo quería contar a los dos…
–Bueno María, no te preocupes –dijo Elisa–. Tienes que portarte bien en clase y no distraerte. Ya sabes que la clase no es para jugar. Estoy segura de que tu profesora Inés no te tiene manía. Mañana en la reunión le voy a preguntar y después te cuento lo que me ha dicho, ¿vale?
–Vale mamá.
–Y ahora, a dormir. Hasta mañana, pequeña. Que duermas bien.
–Hasta mañana, mamá. Papá, ¿me acuestas?
En la habitación, María se pone de rodillas sobre la cama para rezar antes de acostarse. “Jesusito de mi vida, te pido por los de arriba y por los de abajo…”. “¿Cómo que por los de arriba y por los de abajo, María, qué oración es esa? Apago la luz, ¿eh?”
–Papá…
–Quéee.
–Tú crees que existen las tatarabuelas?
–¡Claro que existen! Venga, duérmete cariño…
–Papá, ¿y tú conoces a alguna tatarabuela?
–Nooo, pero existen. Son abuelas muy mayores.
–Y si no conoces ninguna, ¿cómo sabes que existen?
–María, ¡a dormir!

La interminable historia de Fantasía

Autor: RAFAEL GÓMEZ PÉREZ

La Historia interminable, del alemán  Michael Ende, escrita en 1979, es quizá una de las obras que mejor han hecho ver la gran aventura que puede ser aficionarse a leer en la adolescencia.
El protagonista, Bastián Baltasar Bux,  no es nada agraciado; es un niño algo gordo, torpe; sus compañeros se burlan de él y lo maltratan. Intuyen que a ese tío sólo le interesan sus historias inventadas… En realidad, como escribe Ende, “a Bastián no le gustaban los libros que, con malhumor y de forma avinagrada, contaban historias completamente corrientes de gente absolutamente corriente. De eso ya había bastante en la realidad. Además, muchos de esos libros le intentaban convencer de algo, y a Bastián eso le daba mil patadas. No, él prefería las historias fantásticas, ambientadas en mundos fabulosos, que le permitían dar rienda suelta a su imaginación”.
Un día, Bastián descubre en una librería un libro titulado La Historia interminable. ¿Se puede desear algo mejor?
Miró fijamente el título del libro y sintió frío y calor al mismo tiempo. Eso era, exactamente, lo que había soñado tan a menudo y lo que, desde que se había entregado a su pasión, los libros, venía deseando: ¡Una historia que no acabase nunca! ¡El libro de todos los libros!
Un nombre nuevo. Empieza a leer y no puede dejarlo. Cualquier persona que ama leer reconoce esa sensación y ese sentimiento. Nos hemos metido en lo que leemos, que ya no es algo exterior, de fuera, sino nuestro.
Para Bastián es imposible no seguir al joven Atreyu, por el mundo de Fantasía. ¿Qué quién es Atreyu?  La reina de Fantasía, la Emperatriz Infantil, ha encargado a Atreyu que busque remedio para su mal. El más horrible de los males que se pueden pensar: y es que la Nada avanza, quizá porque falta fantasía, y sólo se parará el más grande de los desastres, la muerte de Fantasía, esa invasión de la Nada cuando alguien encuentre un nuevo nombre para la Emperatriz Infantil…
Bastián se ha metido de tal modo en la historia que siente que forma parte de ella. Ha oído un grito de Atreyu. Por su parte, en un mágico espejo, Atreyu ha visto a Bastián leyendo la historia de Fantasía. Y Atreyu sabe y Bastián intuye que él, el torpe, el inútil, tiene la clave de la salvación de Fantasía, porque él puede dar un nombre nuevo a la Emperatriz Infantil. Dice el nombre –que yo aquí callo– y, por eso mismo, se mete de tal modo en lo que está leyendo que entra en Fantasía, siendo un personaje más. La misma Emperatriz Infantil le dirá: “Fantasía nacerá de nuevo a través de tus deseos, Bastián, que se harán realidad a través de mí”.
Mucho más. Hay mucho más en esta novela única. Pero lo esencial es ese amor por la lectura que favorece la fantasía, la imaginación, un amor que abre cientos de horizontes. La novela se ha llevado al cine en varias ocasiones, con resultados no del todo satisfactorios válidos. Entre otras razones porque no se ha sabido trasladar, con imágenes, las emociones de las palabras. Y es que, en contra de conocido tópico, una cuantas palabras verdaderas valen más que mil imágenes.
Este es un libro para esos lectores y lectoras precoces,  que han empezado desde los seis o siete años y que,  a partir de los 11 o 12,  se atreven con un gran libro.

Fantasía, evasión y lágrimas gordas

Autor: S.L.L.

En los últimos años estamos asistiendo en la pantalla grande a un creciente revival del cine de fantasía infantil y juvenil –con la exitosa saga de Harry Potter a la cabeza–, films que suelen caracterizarse por partir de un referente literario y por poseer cierto toque oscuro que los acerca en ocasiones al cine para adultos.
Así pasaba con Crónicas de Narnia, el anterior éxito de la productora Walden Media, y vuelve a ocurrir con su nueva película, Un puente hacia Terabithia, actualmente en nuestras salas. Basada en una novela de Katherine Parsons, la linea argumental de Terabithia es ya clásica en el género, la creación de un mundo imaginario como forma de evasión de una realidad menos agradable y satisfactoria. Aunque sin llegar a los niveles de la terrible Los héroes del tiempo de Terry Gillian y su cuasi epígono español El corazón del guerrero, aquí también el mundo real alcanza finalmente a los protagonistas provocando un brusco giro hacia el terreno del melodrama. Téngalo en cuenta a la hora de llevar a sus hijos al cine, durante la mayor parte del metraje estamos ante un film plácido pero lleve pañuelos suficientes para el final.

Ibuprofeno, el mejor analgésico para niños

Autor: padresycolegios.com

A la hora de aliviar el dolor de una fractura o de un esguince, el ibuprofeno es más eficaz que el paracetamol o la codeína. Esta es la conclusión de un estudio que publica la revista Pediatrics. Los responsables de la investigación analizaron la evolución de 300 niños de entre 6 y 17 años que habían llegado a urgencias con alguna lesión de este tipo. Un centenar recibió ibuprofeno, otros tantos paracetamol y un tercer grupo tomó codeína. Los autores evaluaron el dolor una hora después y, a continuación, cada media hora. Además, preguntaban a los niños si necesitaban más medicación analgésica. Pasada una hora desde que recibieran el medicamento, los niños del primer grupo tenían menos dolor. En concreto, había disminuido 24 puntos, en una escala de 0 a 100, mientras en los de paracetamol sólo bajaba 12 puntos y en los de la codeína, 11. Otros trabajos anteriores también han demostrado que el ibuprofeno es más eficaz que sus homólogos analgésicos a la hora de reducir la fiebre infantil.

Fuera zapatos ortopédicos

Autor: padresycolegios.com

En el último congreso de la Academia Americana de Cirujanos Ortopédicos (AAOS), celebrado recientemente en San Diego (EEUU), se ha puesto de manifiesto que no siempre es necesario el uso de zapatos ortopédicos para corregir el pie plano (carencia de curvatura en la planta del pie). Los bebés nacen sin esta curvatura, que se va moldeando con el paso de los años. Cuando esto no sucede, se habla de pies planos y hasta hace bien poco se trataba de corregir con estos antiestéticos zapatos o con plantillas específicas.
Sin embargo, si el paciente no experimenta dolor, ni tiene dificultad para caminar ni para llevar zapatos, el tratamiento puede no ser necesario. Únicamente si existen estas molestias debe plantearse alguna terapia, que puede ir desde plantillas hasta reconstrucción quirúrgica, para evitar que éstas desemboquen en dolencias de espalda, cadera o rodilla.

Luces que deslumbran

Para la mayoría, «Necesidades Educativas Especiales» remite a problemas de aprendizaje, dificultades idiomáticas e impedimentos varios. Es una categoría que también incluye a los alumnos con altas capacidades (antaño superdotados), una denominación en la que, con distintos grados, cabe entre el 3 y el 5% del alumnado. Aunque persisten problemas en su identificación, la gran duda llega a la hora de establecer la mejor estrategia para aprovechar su extraordinario potencial.

Autor: RODRIGO SANTOMINGO


Han sido quizá los grandes olvidados de los sistemas educativos contemporáneos. Volcada en el objetivo de la universalización y (una vez conseguida ésta) en atender correctamente a los alumnos con algún tipo de déficit de aprendizaje, las aulas de las últimas décadas han ido postergando uno de los desafíos más apasionantes para cualquier educador: retar a los más capaces y conseguir que su enorme potencial no se quede en mera promesa.

Tanto ha obviado la enseñanza reglada a su top intelectual que ni siquiera hoy en día es capaz de ponerse de acuerdo a la hora de denominar a los niños y niñas que lo conforman. ¿Superdotados? ¿Alumnos con altas capacidades? ¿Talentos precoces? ¿Simplemente genios?

Hay multitud de matices, pero el término más aceptado en la actualidad entre los expertos se refiere a altas capacidades.
Bien. Sabemos cómo llamarlos, pero seguimos sin estar muy seguros sobre quiénes son. Según la Organización Mundial de la Salud, todo aquel con un cociente intelectual (CI) por encima de 130. Para algunos autores, el mínimo común denominador sería un CI de 140. Otros lo elevan hasta 150.

Y claro, luego están los que no se fían de los test o estiman que son necesarios pero no suficientes. Es el caso de Nilda Aguirre, consultora del Programa de Atención al Alumnado con Altas Capacidades Intelectuales de la Comunidad de Madrid. “Muchas veces los test de inteligencia no identifican del todo qué niño es superdotado porque no tienen en cuenta, por ejemplo, si un niño es inmigrante y tiene la barrera del idioma”, declaró en una reciente entrevista a este semanario.
Aguirre y otros muchos abogan por complementar el test de CI con otro tipo de pruebas y entrevistas (escasamente estandarizadas, por cierto) que revelen talentos ocultos.

Lo que a su vez nos lleva a otra vuelta de tuerca que complica más aún las cosas: no hay un solo tipo de superdotación (o, digamos, “naturaleza de las altas capacidades”), sino varios. Como botón de muestra, sirva la clasificación propuesta por la profesora Mª Inmaculada Ramírez: superdotación creativa y con cociente intelectual elevado. Hay infinidad de ellas.

DILEMA

En definitiva, hablar de altas capacidades equivale a caminar sobre terreno pantanoso. Cuando toca calificar y evaluar a quienes las poseen, pero sobre todo en aquello que rodea las estrategias de actuación una vez que ya han sido identificadas.
Existe un dilema que actúa como principal semilla de la discordia. Se resume en la siguiente pregunta: ¿es bueno que los alumnos execepcionalmente inteligentes compartan pupitre con estudiantes mayores que ellos?
Para algunos nada indica empíricamente que dicha medida tenga que traducirse en inadaptación socio-emotiva. De hecho, no son pocos los que aseguran que el niño o adolescente con altas capacidades también suele madurar antes que sus iguales en otras facetas de su persona.

No todos piensan de igual forma. El francés Jean Terrasier acuñó en los años 90 el termino disincronía para referirse a un fenómeno que ya habían observado con anterioridad otros investigadores. Hablamos del desfase entre diferentes niveles de desarrollo (en especial entre el intelectual y el emocional), habitual entre los superdotados.
Problemas que Pilar Martín Lobo, psicóloga responsable de un programa de alto rendimiento que se lleva a cabo en un colegio de Llanera (Asturias), ha tratado de evitar manteniendo a los alumnos en los que se detectan altas capacidades en el curso que les corresponde por edad. Los más capaces ayudan a sus compañeros con problemas de aprendizaje (elaboran, por ejemplo, esquemas de asignaturas completas) y colaboran con el profesor. También inventan artefactos y profundizan en campos del saber no curriculares.

El profesor Javier Tourón responde a los que se muestran escépticos frente a la opción de acelerar el ritmo escolar sobre los “daños que se provocan a un niño con altas capacidades si no se cultiva adecuadamente su talento. Hay que tener en cuenta que si mutilamos su capacidad de aprender, estamos destruyendo uno de sus grandes activos”.
Tourón no defiende una u otra posibilidad, sino más bien dotar de una mayor flexibilización a los procesos educativos para avanzar hacia una idea de igualdad de oportunidades liderada por el principio “a cada uno según sus necesidades”.


ACELERACIÓN CURRICULAR Y ENRIQUECIMIENTO


Aunque con distintos nombres, básicamente existen dos estrategias para abordar el tratamiento diferenciado en los niños que muestran altas capacidades:

1. Aceleración curricular (estudiar contenidos en principio reservados a otros cursos superiores)

2. Enriquecimiento (ampliar horizontes sin sustituir los programas escolares previstos para su edad).

Resulta complicado delimitar donde termina un tipo de estrategia y empieza la otra. Para algunos expertos como el profesor Tourón (ver entrevista), ambas se solapan hasta el punto de que una conduce a la otra y viceversa.

Si nos referimos a la aceleración, la medida más controvertida (pero ni por asomo la única) es adelantar de curso académico al alumno para que estudie junto a compañeros mayores que él. También se puede acelerar (entendido como avanzar de curso) en algunas materias y en otras no, e incluso enseñar contenidos avanzados sin cambiar al chico o chica del aula que corresponde a su edad.

Ambas (aceleración y enriquecimiento) pueden llevarse a cabo dentro de la enseñanza reglada o en centros especiales fuera del horario escolar.

"Ningún estudio dice que la aceleración provoque trastornos emocionales"

Autor: RODRIGO SANTOMINGO

Profesor en la Universidad de Navarra y fundador de la sede española del Centro para Jóvenes con Talento (CYS en sus siglas en inglés), Javier Tourón es uno de los grandes expertos en altas capacidades de nuestro país. Tourón rechaza el término “superdotación” por obsoleto y por que da a entender que una dotación excepcional ya existe, cuando lo cierto es que la “alta capacidad” es ante todo un potencial por desarrollar.

P. Si aceleramos el ritmo escolar de un niño con altas capacidades, ¿corremos el riesgo de provocarle daños emocionales? 
R. No existen medidas universales para estos casos, aunque lo cierto es que ningún estudio ha demostrado que la aceleración sea dañina desde una óptica emocional o social. Otra cosa es que a determinados alumnos sí les afecte: una aspirina nos va bien a casi todos, pero a algunos puede producirles un agujero en el estómago…

P. ¿Aceleración implica siempre escolarizar al alumno en cursos superiores a los que le corresponden por edad?
R. No. Hay unas 20 medidas posibles para acelerar el proceso de enseñanza de un sujeto concreto. A unos les convienen unas, y a otros, otras. Puede no ser adecuado cambiarle de curso en todas las asignaturas, pero sí en algunas. O no cambiarle en ninguna. De hecho, yo entiendo enriquecimiento y aceleración como caras de la misma moneda: una debe llevar a la otra. En definitiva, se trata de ser flexibles y conseguir que sea el currículo el que se adapte al niño y no al revés.

P. ¿Hay países que muestran menos reparos que otros a la hora de subir de curso a sus alumnos con altas capacidades?
R. En Estados Unidos y Australia, por ejemplo, existe mucha tradición a la hora de poner en marcha este tipo de programas. También en Alemania. En el otro extremo, hay países como Noruega que prohíben por ley esta posibilidad. A nivel internacional, la tendencia es en cualquier caso hacia la aceptación de la superioridad intelectual de determinados alumnos.

P. ¿Disponemos en España de buenos sistemas para identificar a alumnos con altas capacidades?
R. Se estima que el 95% no están identificados o bien atendidos. Habría que poner en marcha procesos sistemáticos y anuales en todos los centros, con pruebas que aporten indicadores tanto generales (cociente intelectual) como específicos (capacidades matemáticas, verbales…). La formación del profesorado es otra asignatura pendiente.

Pequeños inversores: de la cuna al banco

os bancos y cajas de ahorro han visto un nuevo filón en el público infantil. Es evidente que no se trata de aumentar beneficios a partir de los escuálidos bolsillos de los más pequeños, sino más bien de una estrategia de fidelización con vistas al futuro.

Autor: ANGEL PEÑA

Si no quiere que su hijo sea un manirroto, la mejor herramienta es el ejemplo. Además, puede hacer uso de los clásicos: el cuento de la cigarra y la hormiga no ha dejado de funcionar durante siglos. Pero si quiere algo más sofisticado, no se preocupe: su hijo es un target en toda regla para las instituciones financieras. Sí, su hijo, con sus cándidos céntimos y el aguinaldo de la abuela.

Y eso que nuestros niños, según un estudio de Duracell, y como sospechábamos recordando nuestra infancia latina, más bien callejera, no son precisamente los más ahorradores de Europa. Sólo tres de cada diez reservan parte de su paga a tal fin, frente al 84% de los alemanes y el 64% de los holandeses. Aunque tienen excusa: nuestros niños reciben 3,08 euros a la semana, sensiblemente por debajo de la media europea, 3,59 euros. 

Pero un cliente es un cliente. Por muy pequeño que sea: Caja España ofrece una Cartilla Bebé que se puede contratar desde el mismo nacimiento. Por encima, el límite suele ser los 15 años. Entre ambas fronteras, el infinito.

Según un informe de Consumer.es, la gran mayoría de los bancos y cajas de España ofrecen cuentas de ahorros infantiles. Se caracterizan por tener una menor rentabilidad, pero a cambio inventan fórmulas innovadoras. BBVA, por ejemplo, dispone del programa Blue Joven; Ibercaja, su Club Joven; Caja España, el Área Joven…

CUENTAS PARA NIÑOS

Los productos van de las tradicionales libretas de ahorro, con un margen bastante estrecho de rentabilidad –0,4% la mayoría de bancos y cajas, 2% La Caixa y Caja Navarra, 2,25% Banesto, 3% BBVA–, a otros más ajustados a la demanda, con tipos de interés insignificantes pero un atractivo sistema de puntos canjeables por regalos: videoconsolas, literatura infantil, mochilas… Hay donde elegir. Pero, ¿hasta qué punto es sano introducir a un niño en los entresijos del dinero?

Para Gerardo Aguado, psicólogo infantil y doctor en Ciencias de la Educación por la Universidad de Navarra, hay que poner un límite. Por un lado, “el niño que no ahorra es un niño que no se frustra, acostumbrado a seguir todos sus impulsos: si quiere algo, lo compra, no sabe esperar”. Pero no hay que obsesionarle: “Si ahorra todo lo que le dan, se convierte en un viejito, y la avaricia es una patología”.

A Aguado no le enternece la estampa del niño que lee en las páginas salmón cómo van sus acciones: “Será probablemente un buen economista, pero hay que tener cuidado”. Acecha la falacia del dinero, la mentira del avaro, el poder como verbo: “Ese poder decir ‘si yo quisiera podría comprarme el coche’, sin darse cuenta de que el que mejor se lo pasa es el que tiene el coche”.

Para llegar al deseable término medio conviene seguir una serie de pasos. En primer lugar, es un error darle la paga para que la gaste y además un dinero para la libreta. “Eso no es enseñarle a ahorrar, sino hacerle un capitalito”, explica Aguado. El ahorro, para el niño, es una forma de aprender a pensar en el futuro. Él vive en el presente. Más allá queda la angustia. Por eso necesita su propio ritmo. “Hay que proponerle un futuro más limitado: esto te lo ahorras y la semana que viene te lo gastas”, dice Aguado. Además, para que no se deje atrapar por los cantos de sirena de la avaricia, hay que dejarle claro el valor de cambio del dinero. Si el niño ve que por meter dinero en la libreta de ahorro le dan una mochila, aprenderá mejor a relacionarse con el vil metal. Sabrá que no es mágico, sólo necesario.