José María Aresté
Antonio Méndez Esparza, madrileño formado cinematográficamente en Estados Unidos, sigue empeñado en retratar la realidad que le interesa de ese país tras su aplaudido debut Aquí y allá, que en 2012 fue mejor película en la Semana de la Crítica en Cannes. Y en efecto, con un estilo muy indie, imprime a La vida y nada más un sentido grande de realismo, lo que vemos parece muy autentico, cosas que pasan, “c’est la vie”. La película se estrena en cines de toda España el 1 de diciembre.
En un pequeña ciudad innombrada y como otra cualquiera de Estados Unidos, Andrew es un joven negro a punto de llegar a la mayoría edad, que ya he tenido que pasar por los juzgados, acusado de robos de poca monta, pero que le han puesto en el punto de mira de condenas más severas si no cambia. Es un buen chico, pero vive en un hogar desestructurado. Su padre está en la cárcel, apenas le recuerda, aunque le manda cartas, nunca ha ido a verle. Su madre Regina se desloma trabajando como camarera, criando a una niña pequeña, y tratando de que el camino de Andrew no se tuerza. Un cliente del bar ronda a Regina, parece buen tipo, busca una relación, ella le gusta. Pero no se llevará bien con el hijo mayor.
Los anteriores son algunos trazos con los que se compone la narración, pero no le hacen justicia a esta maravillosa película. El mérito de Méndez Esparza, que menciona explícitamente como influencia el neorrealismo italiano, es lograr que la cotidianeidad nos interese, que no componga una historia de buenos y malos, y ofrezca en cambio una interesante radiografía de la sociedad americana sin tremendismos, donde poco parece importar que manden Trump o Clinton, con personas de carne y hueso no perfectas pero revestidas de enorme dignidad. Y con sorprendente autenticidad, se señalan las dificultades de integración y promoción de las personas, hablando de los prejuicios raciales, la marginalidad, los hogares rotos, señalando cómo es determinante un entorno familiar que facilite las cosas, junto a una gran fuerza de voluntad.
La narración fluye muy bien, en lo que se dice, y también en la elocuencia de lo que no se dice, pero se ve. Están muy bien trazadas además las relaciones entre los personajes, y los actores, no profesionales, son un prodigio de naturalidad, con mención especial para Regina Williams, la madre. Nunca se cae en los clichés típicos de historias de chavalas impelidos a la marginalidad, sino que somos testigos de las evoluciones de auténticos seres humanos, muy creíbles.
Puede sorprender que un español se atreva a contar una historia que transcurre en Estados Unidos, y en un ambiente no demasiado presente en las películas que copan la cartelera. La clave sin duda, es que se trata de una historia universal, que se puede entender en cualquier parte del mundo.
Pero también, como explica Antonio Méndez-Esparza, se produce un enriquecimiento mutuo, y él y su equipo han aprendido mucho rodando La vida y nada más: “La película ha cambiado nuetras vidas y nuestra manera de entender el mundo que nos rodea. Ha sido un emotivo y gratificante viaje. Esperamos que cambie la perspectiva de la gente tanto como cambió las nuestras. Hago películas para entender realidades diferentes a la mía. Quizás nunca empiezo una película con autorreflexión sino, en lugar de ello, la empiezo con curiosidad, admiración y sentido de la naturaleza política de la película. Soy un extraño aquí en los Estados Unidos, y un extraño en el mundo de los personajes de la película. Yo guío a los actores, y ellos también me guían a mi. Y puedo decir que es un privilegio poder ser testigo de esto.”
Ver tráiler de la película «La vida y nada más»en www.decine21.com
ANA VEIGA
No puedo saltar eso, no puedo… Soy muy malo en gimnasia”. Esta frase la habrán pronunciado muchos niños –actuales y pasados- en el mundo. En algún momento, todos hemos pensado que no éramos capaces de hacer algo. Confiar más en nosotros mismos y tener una visión optimista de lo que podemos alcanzar, nos ayudaría a sobrepasar ese límite de lo que creemos posible. Y si es así con nosotros, no iba a ser menos con nuestros hijos.
Para derribar una barrera, hay que empezar por el principio y ver dónde están arraigados sus cimientos. En el caso de nuestros hijos, debemos preguntarnos de dónde procede su falta de confianza. ¿Por qué no se consideran buenos en algo? ¿Esa desconfianza en su propia capacidad nace de una crítica nuestra?
Entre adultos, los comentarios sobre la poca habilidad de un compañero pueden influirle negativamente, pero el impacto de esta influencia no es comparable con el que tendrá si quien lo escucha es nuestro hijo. La personalidad de los niños se construye en torno a los dos años. Y sí, es muy maleable; especialmente si quien la moldea son un referente para ellos, como sus padres.
Por eso, la forma en que les transmitimos sus errores y aciertos y cómo gestionar sus emociones definirá en gran medida si será un adulto con confianza, que afronte los problemas en la vida con optimismo. O lo que es lo mismo, que tenga la “predisposición a entender y a analizar la realidad desde su aspecto más positivo”, tal y como define la RAE.
Esto no quiere decir que haya que alabarlo por todo. Por supuesto que todos comprendemos que hay niños más duchos en unas actividades o habilidades que en otras. Y que, por más optimista que sea el niño, es posible que no sea capaz de cantar bien o de ser un gran dibujante. Pero dejemos que lo descubra por si mismo, que analice sus límites, sus gustos y encuentre sus puntos fuertes. Puede que nos sorprenda.
De esto, sabe mucho la escritora y activista política Hellen Keller, quien ya en 1903 decía: “Ningún pesimista ha descubierto el secreto de las estrellas, ni ha navegado por mares desconocidos, ni ha abierto una nueva puerta al espíritu humano”. Teniendo en cuenta que Keller consiguió ser la primera persona sordociega en conseguir una licenciatura y acabó por convertirse en una reconocida literata, parece que sabe de lo que habla cuando anima a usar el optimismo como catapulta de las propias posibilidades.
Así que, sobre todo, tratemos de hablarle a nuestros hijos sobre sus capacidades como experiencias transitorias de aprendizaje, como fases de una evolución de la que ellos mismos serán dueños.
El optimismo inteligente
La palabra optimismo viene del latín optimum (“lo mejor”). El filósofo Voltaire fue quien popularizó esta palabra en 1759. Desde entonces, la sociedad y la idea asociada al término han ido evolucionando. Hoy en día, la psicología estudia el optimismo como un rasgo disposicional –bajo nuestro control– de la personalidad que oscila entre los acontecimientos externos y la interpretación personal de éstos. Y se caracteriza por una tendencia a confiar en que el futuro sea favorable. El optimista inteligente es capaz de centrarse en las soluciones en vez de en los problemas. Es consciente de que está en una situación de crisis pero eso no le paraliza como al pesimista, ni espera que la solución llegue por arte de magia como el optimista iluso.
Pero ¿se puede enseñar a un niño a ser optimista inteligente? Según el psicólogo Martin Seligman, sí; de hecho, lo explica muy bien en su libro Niños optimistas: Cómo crear las bases para una existencia feliz. Y es que, aunque curiosamente Seligman se reconoce como pesimista, es el padre la Psicología Positiva (P+, nacida en 1998), una rama de la psicología que busca comprender los procesos que subyacen a las cualidades y emociones positivas del ser humano. La P+ se sustenta en tres pilares: la experiencia subjetiva positiva -en pasado, presente y futuro-, los rasgos positivos individuales y las instituciones positivas, como “los tipos de comunidades, las familias, las escuelas…”. Tras años de investigación, Seligman se obsesionó con esta idea y con la posibilidad de desarrollar una «inmunización psicológica» infantil contra la depresión. Quería conseguir vacunar a los niños contra gran parte de los futuros trastornos mentales que podían desarrollar. No podía pasar por alto que, según la OMS (Organización Mundial de la Salud), las tasas de depresión se disparan en la adolescencia; y que existen investigaciones que demuestran que la mitad de los adultos que tienen problemas de salud mental, tuvieron síntomas antes de los 14 años. “La enfermedad de la depresión se puede prevenir fomentando una sensación de optimismo y autocontrol”, sostiene el psicólogo, basándose en los resultados de su Programa de Resiliencia PENN (PRP).
El PRP se suele aplicar en alumnos de 10 a 14 años a través de 12 sesiones de 90/120 minutos estructuradas en torno a la enseñanza de 7 habilidades de resiliencia –que, como sabemos, es la capacidad de los seres humanos para adaptarse positivamente a situaciones adversas-. Los resultados de varios estudios del PRP han demostrado que ayuda a prevenir depresión y ansiedad en los jóvenes.
Seligman estaba tan convencido de las bondades del PRP que en 2008, se llevó a 15 de sus entrenadores a Victoria (Australia) para implantar el programa en la Escuela Secundaria de Geelong, donde instruyeron a los docentes sobre cómo utilizar las habilidades de su propia vida personal y profesional para enseñar a los niños. Esta enseñanza a los formadores es esencial porque, para Seligman, ninguna técnica, estrategia o teoría será eficaz si no se parte del convencimiento por parte de quien la utiliza o imparte de que el cambio es posible.
La clave de su programa: Dar herramientas para gestionar las emociones negativas y potenciar el optimismo y confianza en el futuro en base al ejemplo.
ADRIÁN CORDELLAT
La disciplina positiva ha cogido impulso en España en el último lustro, casi un siglo después de que Alfred Adler y su discípulo Rudolf Dreikurs (padre de la Educación democrática) pusiesen las bases de una idea educativa a la que décadas más tarde darían forma definitiva las psicólogas Jane Nelsen y Lynn Lott.
Para Marisa Moya, maestra, psicóloga y entrenadora en Disciplina Positiva, ésta implica “una manera de organizar la vida, de mejorar el trato humano, de educar desde el afecto y la firmeza a la misma vez, no unas veces siendo amables y otras firmes, que es lo que solemos hacer los educadores”. Según Moya, en la disciplina positiva el mensaje de amor hacia los niños “debe ser incondicional y debe llegar siempre”, de forma que usemos las estrategias que usemos el niño sienta “que se confía en él, que está siendo apoyado, que es entendido y que va a ser ayudado”.
Para Bei M. Muñoz, que imparte cursos sobre disciplina positiva y la aplica indistintamente en el aula con sus alumnos (de momento en prácticas) y en el hogar con sus hijas, la Disciplina Positiva no deja de ser una forma más de llegar a la Educación respetuosa: “ni es la única ni es la mejor, pero es con la que yo me siento más cómoda para explicar lo que siento a padres, educadores y alumnos”, afirma. Según la experta, el hecho de ser una metodología vivencial, práctica y con unas bases muy sólidas, hace que sea “muy fácil de asimilar”. Llevarla a la práctica en el día a día, no obstante, reconoce que “no es tan sencillo porque estamos muy condicionados por nuestras creencias limitantes y nuestra propia infancia, pero al menos la base, el camino a seguir, está claro”.
Para Marisa Moya, el primer y fundamental pilar de la disciplina positiva “es el principio de la búsqueda de conexión”, que tiene el respaldo de los últimos descubrimientos en neurociencia. Según la experta, tenemos un cerebro social y gregario de forma que la finalidad de todo comportamiento que llevamos a cabo “siempre va a ser una búsqueda de conexión que engloba dos conceptos: el sentimiento de pertenencia y el sentimiento de contribución o interés social”.
valorar el respeto
El segundo pilar sería el de respeto mutuo, que según Muñoz “deriva del equilibrio entre la amabilidad y la firmeza”, que debe garantizar que todas las relaciones se dan en un entorno en el que no tienen cabida el miedo o la culpa, sino el respeto y la dignidad. En tercer lugar Marisa Moya señala la importancia de pensar en la eficacia a largo plazo. “No nos interesa resolver el problema de cualquier manera si esto es a costa de que el niño pierda la confianza en el adulto o en sí mismo”, argumenta.
Si estos tres primeros pilares son firmes, el cuarto, que hace referencia al desarrollo de habilidades socioemocionales, tendría, según la entrenadora en Disciplina positiva, muchas posibilidades de tener éxito ya que se garantizaría el abordaje de los problemas “de una forma en la que el niño vea en el adulto una persona que le respeta, que no le amenaza, que mantiene la conexión pese a las circunstancias”. En ese sentido, Moya destaca “el valor de la calma en el conflicto”, ya que la calma de los niños proviene de la calma del educador: “Hay que mostrar a los niños con calma y seguridad cuáles son las alternativas que existen, enfocando en soluciones, buscando acuerdos, generando situaciones que se resuelvan ganando todos”. Y por último, según Marisa Moya, estaría la capacitación infantil a través del aliento. Una capacitación que no consiste en decirle a los niños que son capaces, en alabarlos de forma gratuita, sino en conseguir “que ellos puedan sentir que el valor lo llevan dentro, que pueden influir y modificar las situaciones, que pueden valorar los errores con tranquilidad”.
Ana Veiga
Un niño con depresión necesita, al igual que un adulto, de una terapia psicológica y, en casos muy graves y puntuales se puede llegar a aconsejar complementar la terapia con fármacos, afirma la psicóloga Laura Aguilera. “Sin embargo, los padres pueden aportar mucho a su hijo en este momento tan delicado que está viviendo con ciertas actitudes que le ayudarán a nivel emocional dentro de la familia”, añade Aguilera. La fundadora del Centro PAI en Barcelona y autora de la Guía para entender la depresión infantil enumera una serie de consejos para padres cuyos hijos están sufriendo este trastorno afectivo:
n El niño necesita atención, sentir que el interés se centra en él.
n Prestad más atención de lo habitual a vuestro hijo y jugad con él, ya que a través del juego le será más fácil hablar sobre sus problemas y vosotros tendréis acceso a información que, de otra manera, no podríais obtener.
n Leedle libros infantiles y estad atentos a las pistas. “Debéis indagar sobre lo que piensa sin que se sienta analizado a través de este tipo de actividades”, sostiene Aguilera.
n Mimadlo, tranquilizadlo y estad muy pendiente de él. “Que se sienta querido en todo momento pero, ¡ojo! sin sobreprotegerlo ya que puede sentirse agobiado”.
n Reforzad su comportamiento positivo y elogiadlo. “Mostraos abiertos y animadle a que exprese sus sentimientos”.
n Analizad los cambios recientes en la vida de vuestro hijo. Esto puede daros información del motivo por el que está deprimido.
n Fomentad hábitos de vida saludables como, por ejemplo, hacer ejercicio, jugar al aire libre, procurar que el niño duerma el tiempo necesario, preparar comidas saludables, limitar las horas del ordenador o la televisión y proporcionar un ambiente seguro dentro del hogar donde pueda sentirse cómodo y relajado. También ayuda establecer y mantener unas rutinas y marcar un horario para cada actividad.
n Estad atentos si se muestra agotado o estresado. Quizá sería necesario hacer un cambio en el calendario de actividades del niño.
n Tenéis que estar activamente implicados en la intervención del tratamiento de la depresión infantil que está padeciendo vuestro hijo. Esto incluye todos los entornos del pequeño: familiar, social y escolar. El niño debe sentirse seguro, ver en sus padres una figura de estabilidad y de protección, apunta Aguilera.
Otra psicóloga, Amaya Gómez Calvo, recomienda antes que nada acudir al pediatra para descartar cualquier causa orgánica.
Además, Gómez Calvo añade que es muy importante que el centro psicológico que atienda a vuestro hijo esté en contacto frecuente con vosotros y os proporcione pautas para saber gestionar adecuadamente.
n Por otra parte, el centro psicológico también se tiene que coordinar con el centro escolar del menor para que el profesorado sepa cómo manejar esta situación.
n En situaciones de depresión severa y en los estados más graves los menores pueden autolesionarse, dañarse gravemente y mostrar conductas de autolisis (autodestrucción), explica esta experta. Por este motivo, sostiene que es muy importante proteger y preservar al menor y no dejarle solo sin observación directa.
n Por último, esta psicóloga recalca que es imprescindible una buena evaluación psicológica y en algunos casos, psiquiátrica para proporcionar los tratamientos adecuados.
adrián cordellat
Hablamos, por tanto, de una capacidad que siempre ha estado ahí, pero cuyo nombre e importancia no se ha generalizado hasta los últimos años, convertida hoy la resiliencia en una de las características más buscadas y cotizadas entre los empleadores.
Para José Luis Gonzalo, psicólogo clínico y co-organizador del evento Conversaciones sobre apego y resiliencia infantil, la resiliencia iría incluso un paso más allá de esa capacidad de adaptarse y sobreponerse a una adversidad e implicaría también la capacidad de la persona “para crecer a partir de la misma y salir transformado y fortalecido”.
De ahí su importancia en un entorno tan cambiante y volátil como el actual, una circunstancia que hace más trascendental si cabe su desarrollo en los niños de hoy, que serán los adultos del mañana. “Todos sabemos que las dificultades, conflictos y adversidades son parte de la vida y el desarrollo del ser humano pasa por una serie de desafíos, algunos que les provocarán dolor y frustración, pero si confían en sus recursos y en el apoyo de los suyos podrán salir adelante. La resiliencia es una actitud y, por lo tanto, es un potencial de esperanza que ayuda a las personas a recuperarse de situaciones complejas”, argumenta Maryorie Dantagnan, pedagoga, psicóloga y co-directora del centro IFIV de Traumaterapia infanto-juvenil sistémica.
Partamos de la base, como explica Gonzalo, de que no existen recetas mágicas para desarrollar la resiliencia en los niños y de que ésta se va consiguiendo a lo largo del desarrollo vital “siempre y cuando los padres y adultos que formen la red psicosocial del niño se impliquen y trabajen por y para ello”. Los padres también son una pieza central para Dantagnan que destaca la necesidad de reconocer a los progenitores “como fuentes principales de los buenos tratos de sus hijos, que a su vez explicarían sus capacidades de resiliencia”.
Teniendo en cuenta esto, surge una pregunta: ¿Podemos criar hijos resilientes si nosotros, como padres, no lo somos? Para José Luis Gonzalo este hecho “dificulta” el desarrollo de la resiliencia en los niños porque éstos necesitan “a ese adulto competente”. No obstante, hay caminos para la esperanza, porque como afirma el experto los padres “pueden dejarse ayudar” y, además, los niños pueden desarrollar un proceso resiliente “gracias a otras personas como las familias de acogida o educadores (en casos graves de desprotección), el círculo familiar extenso o los maestros”.
Para desarrollar la resiliencia Gonzalo destaca la necesidad de todo niño de contar a su lado con al menos una persona “que crea en él durante todo el tiempo que dure su crecimiento y maduración y satisfaga sus necesidades (físicas, afectivas, éticas y normativas)”. Un adulto que según el psicólogo debe ser “coherente pero flexible, estable emocionalmente, afectivo pero firme, y que estimule el desarrollo del niño a través del juego”.
Unas características que adquieren importancia porque los niños, sobre todo, aprenden de lo que ven en sus referentes: “Aprende de cómo actuamos, de la coherencia entre lo que decimos y hacemos, de cómo reflexionamos y afrontamos las dificultades y adversidades de la vida. Aprenden de lo que ven y de lo que les inculcamos y enseñamos, porque lo interiorizan”, reflexiona.
Maryorie Dantagnan destaca lo vitales que resultan las experiencias que los niños viven en su primera infancia, durante sus tres primeros años de vida, ya que los cuidados, la estimulación, la protección, y el afecto por parte de los cuidadores primarios que se ofrecen durante esta etapa “favorecen la emergencia de la resiliencia ofreciendo vinculaciones afectivas seguras, fiables y continuas”.
“Lo malo es que nuestra sociedad fuerza a los niños a una autonomía cada vez más prematura y al háztelo tú mismo”, añade por último José Luis Gonzalo, que considera que el ritmo de vida actual, con cada vez menos tiempo y energías para dedicar a los niños, tampoco ayuda. “Lo que está en juego a medio y largo plazo es nada más y nada menos que la salud mental y el bienestar físico de la sociedad”.
Alrededor de 700 chicos y chicas de entre 16 y 21 años de 54 poblaciones valencianas diferentes han comenzado su participación en el programa “Jove Oportunitat -JOOP-” del Institut Valencià de la Joventut, una acción que se extenderá hasta el mes de julio y que va dirigida a jóvenes que abandonaron el sistema educativo y que, por su bajo nivel de formación, tampoco encuentran su encaje en el mercado laboral.
Según señala el director general del IVAJ, Jesús Martí, “Se trata de jóvenes que llegan al programa muy desorientados, desmotivados y con bajos niveles de autoestima. Lo que les ofrecemos es la oportunidad de dar un giro radical a su vida, de cambiar su visión de sí mismos y del mundo. Y, a partir de ahí, empezar a construir su futuro, personal y profesional, convencidos de que si quieren, pueden”.
La singularidad del programa puesto en marcha por el IVAJ es la combinación de estrategias de coaching grupal e individual, con monitores, psicólogos y pedagogos, y la orientación laboral sobre las diferentes familias profesionales, con visitas a más de 20 empresas en toda la Comunitat Valenciana.
JOOP es financiado por el Fondo Social Europeo, dentro del objetivo de mejora de la empleabilidad del colectivo juvenil, pero, a diferencia de otros programas que se dirigen directamente a la búsqueda de empleo, el programa del IVAJ pretende que los jóvenes vuelvan a su etapa formativa, para obtener una titulación de técnico medio. Por ello, en su fase final, tras los módulos de “coaching actitudinal” y de orientación laboral, en JOOP se preparará a los jóvenes para el examen de acceso libre a la FP de Grado Medio.
El director del IVAJ, Jesús Marti, aclara: “Queremos lo mejor para nuestros chicos y chicas. Y lo mejor, a su edad, no es que trabajen sino que mejoren su cualificación. Por eso en JOOP les ayudaremos a que descubran cual es su vocación, para que ese deseo de conseguir el trabajo con el que sueñan, se convierta en la motivación que necesitan para comenzar los estudios de una FP”.
padres
Cada vez más jóvenes optan por este tipo de estudios como alter-nativa a la universidad por su formación práctica y su fácil acceso al mercado laboral. La Feria de los Colegios ofrece este año información sobre los ciclos y centros de FP en sus eventos de febrero de Madrid y Va-lencia.
Hasta ahora, parecía que la “única” opción considerable tras el Bachillerato para obtener una buena titulación académica era la universidad y que todas las demás alternativas de estudios eran consideradas menores. Pero esta tendencia está cambiando. La Formación Profesional está ganando consideración como un sistema formativo igualmente válido que el universitario con una mayor vertiente práctica y mayor cercanía con las empresas. Y los padres españoles están perdiendo la reticencia a que sus hijos estudien FP y confiando en el mismo sistema en el que, cada vez más, confían las empresas. Los datos así lo avalan: en los últimos cinco años el número de alumnos de FP ha aumentado en un 34%. El curso pasado, más de 700.000 estudiantes optaron por la Formación Pro-fesional. Se estima que en 2020 dos tercios del crecimiento del empleo lo ocuparán titula-dos en FP.
En un entorno actual con un exceso de universitarios, la formación más pegada a las em-presas se prevé que sea la de mayor éxito. Se trata de aprender haciendo.
Por ello, el Ministerio de Educación está fomentando su estudio y desarrollando un real decreto de FP Dual, que establecerá las bases de esta modalidad de estudios que combi-na formación en el centro y prácticas en empresas. Al mismo tiempo, todas las Comuni-dades Autónomas están potenciando las oferta de Ciclos Formativos para responder a la demanda de las familias.
En España hay 5.886 centros de Formación Profesional. Y más de 300 titulaciones dife-rentes que abarcan todos los ámbitos académicos. Títulos que abarcan muy diversas dis-ciplinas que van desde actividades Físicas y Deportivas, Administración y Gestión, Artes y artesanías, Comercio y Marketing, Química, Vidrio y cerámica, Sanidad, Industrias alimen-tarias, Imagen Personal, Imagen y Sonido, etc… La mayoría de ellos con un altísimo gra-do de inserción laboral, sobre todo en el caso de los Ciclos Superiores.
Además, la Formación Profesional cuenta con muchas otras ventajas: es más económica, las tasas de matriculación son más asequibles que las de la universidad; es más corta: la duración de los estudios es más breve que los universitarios; la relación con el profesora-do más cercana y los profesores trabajan directamente en el sector y, también, gracias a el Programa Erasmus+, se pueden realizar prácticas en el extranjero y la convalidación de títulos en Europa es prácticamente automática.
FECHAS, LUGARES Y HORARIOS
– Madrid, 24 y 25 de febrero, Museo del Ferrocarril, www.museodelferrocarril.org
– Valencia, 24 y 25 de febrero, Hotel SH Valencia Palace.
Horarios:
– Sábado: de 10 a 20 horas
– Domingo: de 10 a 14 horas
Olga Fernández
Nicolás (12 años) es un niño de talla baja y en el colegio sus compañeros, e incluso algún profesor, le llaman “El Pequeño Nicolás”. Una etiqueta graciosa, pero estigmatizante. Nicolás reproduce esta misma conducta con otros niños: “Eres tonto porque suspendes”, “eres fea porque estás gorda”. A su vez, los demás niños replican el patrón de conducta. Etiquetar es una costumbre que muchas veces se promueve desde casa: los padres adjudican adjetivos a los niños a modo de “gracia” sin tener en cuenta las consecuencias. Desde la plataforma BullyingSOS advierten que “una “etiqueta” puede llevar a vivir a nuestro alumno o hijo, una situación de acoso escolar o “bullying” viéndose afectada su autoestima y capacidades como persona”. Las etiquetas merman la autoestima del niño, aunque no se digan con intención de hacer daño: “lento”, “vago”, “torpe”, “tozudo”, “despistado”, “llorón”… no gustan a los niños y no deberían utilizarse. “Tanto los padres como los profesores tiene una gran influencia a la hora de mermar la autoestima de los niños”, dice Astrid Illán Redondo, psicóloga y profesora en la Universidad de Comillas, en Madrid. La experta destaca que el trabajo en casa es muy importante: “Hay que educar en la aceptación del otro aunque sea diferente, deben ver que hay más opciones además de ellos mismos; y enseñarles a resolver los conflictos desde la asertividad no desde la agresividad”, explica.
Fomentan el acoso
El nivel de autoestima es otro de los aspectos que debe tenerse en cuenta en el niño para evitar situaciones de acoso. Las etiquetas negativas (“tonto”, “patoso”, “lento”, “vago”, “gordo”) tienden a crear en el niño una baja autoestima que llega a anular al pequeño.
¿Cómo saber si tiene baja autoestima? Según la psicóloga, hay que fijarse en estos signos: rechaza hacer actividades intelectuales, deportivas o sociales por miedo al fracaso; engaña, miente, echa la culpa a los otros; se vuelve pequeño otra vez; no confía en sí mismo; siente que no tiene el control sobre lo que ocurre; muestra agresividad, timidez excesiva y violencia. Por el contrario, el niño con alta autoestima confía en si mismo y en sus capacidades; tiene ganas de probar nuevas actividades y de aprender; presenta una actitud cooperadora y sabe hacer autocrítica y aprender de los errores.
PAUTAS PARA NO ETIQUETAR
– La psicóloga Astrid Illán recomienda evitar siempre el “eres” porque condiciona al niño.? “Hay que centrarse en la conducta, no en la persona. Y reformular las expresiones: decir “yo creo que en este examen podrías haberte esforzado más”, en lugar de “eres un inútil”, aconseja. Otro ejemplo: “Tu no vales” es incorrecto, se debe sustituir por “el trabajo que has hecho no vale”. “Siempre hay que dejar una puerta abierta a la corrección de la conducta”, resume la psicóloga. Desde BullyngSOS también aconsejan una serie de pautas a la hora de evitar “etiquetas” o de actuar cuando el niño ha sido etiquetado:
– Evitar las expresiones “siempre” y “nunca” porque limitan cualquier intento de cambio.
– Resaltar las cosas que han hecho bien para potenciar su confianza y autoestima, en lugar de resaltar continuamente lo negativo.
– Invitar a la reflexión cuando se equivoquen para que resuelvan la situación con la ayuda del adulto. Hay que ofrecerles soluciones para evitar la frustración.
– Si el niño ha sido etiquetado en el colegio, no hay que culparle. Hay que subir su autoestima para que supere la situación, algo que se consigue con una buena autoestima. Poner énfasis en aquellas cosas que sabe hacer y reforzar éxitos del pasado y del presente, aunque sean cotidianos, ayudará a que el niño pueda ver sus posibilidades fuera de la “etiqueta”.
– Si el pequeño está muy afectado por la etiqueta, se aconseja hablar con los profesores para contrastar y tener otra punto de vista de la situación.
Os proporcionamos una serie de consejos prácticos para festejar el día del cumpleaños de vuestros hijos de una forma sana y divertida, sin que la celebración se os vaya de las manos.
Para los niños es importante celebrar su cumpleaños porque, como afirma la psicóloga Maribel Paz, “de esta forma reafirman su identidad, toman conciencia del paso del tiempo y fomentan el sentimiento de alegría de haber nacido, estar sano y vivir en sociedad”. De la misma opinión es Sonia Martínez Lomas, psicóloga y directora de los Centros Crece Bien en Madrid: “El momento del cumpleaños de un niño es un momento perfecto para hacerle ver todos los progresos conseguidos en un año, nos brinda la oportunidad de darle un feedback de todo lo que ha logrado: así reforzamos su autoestima y le hacemos sentir único”.
Además, hacer del día de su nacimiento algo especial implica otros factores positivos: “Compartir el día con otros niños de su edad les permite socializar y vivir la alegría junto a los otros. El sentimiento de importancia y de ser el centro de atención también se comparte y los padres pueden enseñar cómo debe actuar el anfitrión con sus invitados”, añade Paz, especialista en terapia infantil y adolescente.
Recomendaciones
Sin embargo, de un tiempo a esta parte parece que se ha impuesto la moda de los cumpleaños infantiles a lo grande (parques de bolas, talleres temáticos…).
-Para evitar esta presión social, no caer en excesos innecesarios y no permitir que este tipo de celebraciones se nos vayan de las manos, los psicólogos apelan al sentido común: “Los gastos, las fiestas y las invitaciones han de hacerse con moderación, acorde a las circunstancias y creencias personales y a los recursos disponibles. Nunca según las modas, tendencias o presiones de los vecinos y familiares. Tú eres el padre o la madre y como tal tienes tus valores y creencias y marcas tus límites en tu casa y tu familia. Hay que ser asertivo en este punto. Lo que está claro es que un cumpleaños no se puede convertir en una comunión”, opina Maribel Paz.
“El momento del cumpleaños de un niño es un momento perfecto para hacerle ver todos los progresos conseguidos en un año, nos brinda la oportunidad de darle un feedback de todo lo que ha logrado: así reforzamos su autoestima y le hacemos sentir único”
-A los niños podemos dejarles decidir algunas cosas, pero ellos no marcan las normas, sino que la mayoría de las decisiones deben ser de los padres. En las elecciones, él o ella deben ser partícipes de la responsabilidad de haber elegido. “Que pueda invitar a dos, tres o cuatro amigos con los que pasar el día, que comida dar, que el pueda preparar la tarta para todos o que elija algunos detalles de la fiesta. En este punto es muy importante decir que la elección siempre debe conllevar responsabilidad. No se puede dar a elegir todo sin tener que tomar ninguna responsabilidad en su elección. Es decir, eliges la tarta pero participas en su confección; eliges amigos, pero te encargas de invitarlos, etc… Si no puede tomar la responsabilidad de algunas cosas, quizá tampoco debería poder elegirlas”, sostiene Martínez Lomas. “Él no marca las normas ni pone los límites de la casa. Él puede tener sus preferencias y expresarlas, pero no siempre se consigue lo que se desea, ni se puede hacer lo que uno quiere, con lo cual hay que llegar a la mejor solución posible dentro de las posibilidades que se tienen”, añade Maribel Paz.
-La clave no es hacer cosas extraordinarias, sino vivirlas como extraordinarias. No hay que caer en la saturación de sorpresas porque cuando algo es excesivo acaba acarreando emociones negativas: tres regalos sorprenden, quince aburren. Los niños no necesitan el nivel de intensidad y sorpresas al que, a veces, les sometemos. Podemos probar con cumpleaños cooperativos, en los que son los propios niños los que organizan y preparan cosas para el cumple, añade la directora de los Centros Crece Bien.
-Durante la planificación del cumpleaños es un buen momento para hacerle ver lo especial que es nuestra familia porque tenemos nuestra propia forma de celebrar cumpleaños: entre todos podemos elegir ciertos aspectos de la celebración con los que todos podamos disfrutar: somos únicos.
«No hay que caer en la saturación de sorpresas porque cuando algo es excesivo acaba acarreando emociones negativas»
-Es muy importante ser conscientes de los valores que transmitimos en la celebración: “Hay que enseñarle lo importante del momento, no lo superfluo”, insiste Martínez Lomas.
Las fake news son trending topic, tema absoluto del momento, materia de calado para noticias, reportajes, entrevistas y libros. Por algo fue elegida palabra inglesa del año en 2017 por el Diccionario de Oxford. A las fake news se las sitúan tras la elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos. Y se sabe que a través de noticias falsas se ha intentado influir en la situación de Cataluña y en la campaña del brexit británico, por poner solo dos ejemplos.
El potencial de viralidad e influencia de las noticias falsas es tal que Emmanuel Macron, presidente de Francia, anunció a principios de año que presentará un proyecto de Ley para luchar contra las fake news. La primera ministra británica, Theresa May, anunció por su parte la creación de una agencia de seguridad nacional para combatir la desinformación provocada por éstas. En España, por su parte, según datos del Edelman Trust Barometer 2018, el 77% de los ciudadanos se muestran preocupados por los efectos de las fake news.
“Las fake news no son un invento de la era digital, la manipulación de la información ha sido utilizada desde la antigüedad. Lo preocupante de esta época es que el mundo digital potencia y acelera sus efectos”, reflexiona Salva Rodríguez Ojaos, pedagogo, asesor en innovación educativa y autor de La educación que deja huellas y no cicatrices (Ediciones DeFábula). Una aceleración en la que tienen mucho que ver las redes sociales por su capacidad de viralizar contenidos, pero también de generar lo que Sergio Andrés Cabello, profesor de Sociología de la Universidad de La Rioja y miembro del Comité de Sociología de la Educación de la Federación Española de Sociología (FES), denomina el “efecto espejo”: “accedemos solo a los contenidos que confirman nuestra visión de la realidad y en las redes sociales nos relacionamos generalmente con gente que piensa como nosotros, lo que hace que confiemos más en esas fuentes sin apenas contrastar o cuestionarnos la información”.
Escasa alfabetización mediática
El citado barómetro Edelman Trust deja entre sus resultados dos datos especialmente preocupantes. El 63% de los participantes en el estudio reconoce abiertamente que no saben distinguir el buen periodismo de los rumores o falsedades; en igual porcentaje, los encuestados opinan que el ciudadano español medio no está preparado para discernir entre una noticia real y una falsa. En este contexto, ¿puede jugar la escuela un papel decisivo para que las generaciones del futuro den la vuelta a esas estadísticas?
“Las fake news no son un invento de la era digital, la manipulación de la información ha sido utilizada desde la antigüedad. Lo preocupante de esta época es que el mundo digital potencia y acelera sus efectos”
“Tengo la impresión de que cada vez que aparece un problema social enseguida pensamos que la solución está en la escuela. Sin duda, la escuela debe jugar un papel esencial en este sentido. No obstante, la escuela podría solucionar el problema para los menores, pero no para el resto de los ciudadanos”, responde Rafael Feito Alonso, catedrático de Sociología en la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense de Madrid, que lamenta que el sobrecargado currículo educativo español no haya dejado cabida tradicionalmente a aspectos que se salgan de él, como pueden ser las fake news y, más concretamente, el análisis de prensa y de los medios de comunicación: “nuestro currículo no permite que el cerebro se relaje y se haga el tipo de preguntas que podrían cuestionar las falsas noticias”.
Su opinión la comparte Carlos Maciá-Barber, profesor de Periodismo en la Universidad Carlos III de Madrid e investigador de ética en los medios, que considera que “nunca” se ha formado “de modo adecuado” a la infancia y la juventud para saber “qué es un medio de comunicación, cómo funciona, qué intereses hay en la empresa informativa o cómo se decodifican las diferentes clases de mensajes periodísticos”. Un mal que considera “endémico” y cuyo resultado, afirma, es la ausencia de “alfabetización mediática” de la ciudadanía.
Aprender a gestionar la información
Afirma Salva Rodríguez Ojaos que uno de los grandes retos de la escuela en el siglo XXI es enseñar a los alumnos y alumnas “a procesar y gestionar la gran cantidad de información” a la que se enfrentan a diario, un cambio de perspectiva que implica también un cambio en la función que tradicionalmente se ha atribuido a la escuela: “durante mucho tiempo la función de la escuela fue exclusivamente la de transmitir información. En la actualidad necesitamos que nuestros alumnos y alumnas aprendan a gestionarla”.
Un cambio que, según Carlos Maciá-Barber, entronca con el mandato constitucional de especial protección de la infancia y la juventud, también presente en la relación de niños y jóvenes con los medios por su mayor indefensión ante la amenaza que suponen las fake news. En ese sentido, para el docente universitario, si no protegemos a los menores ante la mentira, “éstos vivirán en la ignorancia y serán manipulados con facilidad”, de forma que “todos tenemos la obligación de contribuir a formar conciencias críticas ante cualquier información, proceda de donde proceda. Y las aulas son su entorno habitual”.
«Nunca se ha formado de modo adecuado a la infancia y la juventud para saber qué es un medio de comunicación, cómo funciona, qué intereses hay en la empresa informativa o cómo se decodifican las diferentes clases de mensajes periodísticos”
No en vano, como anuncia el propio Maciá-Barber, desde la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE), con el apoyo de la Asociación de Universidades con Titulaciones en Información y Comunicación (ATIC), se está promoviendo una iniciativa que busca incluir como materia obligatoria en Secundaria este tipo de formación en el pacto educativo de Estado que actualmente se encuentra en fase de negociación. “Ojalá se materialice. Sería la primera piedra para que nuestros hijos y nietos estén mejor informados y sean mucho más libres que sus padres y sus abuelos”, afirma el investigador, que de esta forma señala también a las familias como base para educar ciudadanos críticos: “¿Están preparados padres y abuelos para ayudarles en esa tarea? No. Por eso, deberían arbitrarse talleres –en los propios centros educativos, por ejemplo-, para educarles de un modo similar. De lo contrario, la semilla que se plante y se cuide en la escuela acabará por marchitarse”.
Cómo y cuándo abordar las fake news en la escuela
En la actualidad el abordaje de las noticias y la reflexión sobre éstas en el aula parte más de iniciativas particulares de profesores o centros. En ese sentido, Rafael Feito Alonso pone el ejemplo de dos colegios públicos madrileños, La Navata (Galapagar) y El Trabenco (Leganés), en los que “los niños han de presentar a su clase, tanto al profesor como al resto de sus compañeros, noticias que mayoritariamente proceden de la prensa y que han de comentar conjuntamente”. Una práctica que se lleva a cabo con alumnos de segundo de primaria y que el profesor de la Universidad Complutense de Madrid entiende que debería ponerse en marcha desde “que el alumnado se desenvuelva con cierta solvencia en la lectura”.
Esta opinión la comparten el resto de expertos consultados. En ese sentido, Sergio Andrés Cabello matiza que el abordaje concreto de las fake news es “más determinante” en el caso de los estudiantes de Secundaria, ya que a estas edades “se generaliza la familiarización con las redes sociales”. No obstante, insiste en la necesidad de utilizar “herramientas y mecanismos adaptados a cada edad” para abordar la temática e integrarla en el currículo de manera transversal, “de forma que afecte al conjunto de la formación” y también incida en la “propia formación del profesorado”, cuya labor, según Feito Alonso, se torna “absolutamente indispensable” en este nuevo contexto.
¿Y cómo abordar el tema en el aula? Para Carlos Maciá-Barber “enseñar a hacer es el mejor camino”, por lo que anima a los profesores a valerse de casos de actualidad para llevar las fake news al ámbito escolar: “por desgracia sobran casos reales que muestran cómo la noticia falsa campea a sus anchas y las funestas consecuencias que provoca. Esos ejemplos cotidianos, que entran fácilmente por los ojos, pueden comprenderse. Y es muy ilustrativo trabajar ejemplos concretos: detectar los errores, contrastar la información y descubrir la verdad. Eso convence al niño de la utilidad de esa acción y crea un hábito en él”.
«Todos tenemos la obligación de contribuir a formar conciencias críticas ante cualquier información, proceda de donde proceda»
Actividades todas ellas que según Salva Rodríguez deben ir encaminadas a potenciar el espíritu crítico de los alumnos, a hacerles ver la importancia de cuestionarse la información que recibimos: “es necesario emplear metodologías que no tengan a los alumnos y alumnas como sujetos pasivos del aprendizaje, sino como creadores responsables de su conocimiento. De esta forma aprenderán a no aceptar nada sin contrastarlo, sin cuestionárselo, a dejar de lado los prejuicios y a basar sus opiniones en datos sólidos”.
Como concluye Maciá-Barber parafraseando uno de los eslóganes más emblemáticos del periodismo norteamericano, la idea es inculcar la desconfianza que se presupone a todo buen periodista en los ciudadanos del mañana: “Si tu madre te dice que te quiere, compruébalo”.
Italia y Suecia ya luchan contra las fake news desde el aula
El pasado 31 de octubre entró en vigor en 8.000 escuelas secundarias de Italia la iniciativa Basta Bufale, encabezada por el Ministerio de Educación y la presidenta de la cámara baja del parlamento italiano, Laura Boldrini. “Las noticias falsas son gotas de veneno en nuestra dieta web diaria y terminamos infectados sin siquiera darnos cuenta. Lo correcto es darles a los niños la posibilidad de defenderse de las mentiras», afirmaba la política en declaraciones a The New York Times. La iniciativa, llevada a cabo en cooperación con compañías digitales líderes como Facebook o Google, fuentes informativas para muchos jóvenes italianos, busca preparar a los adolescentes para discernir la realidad de las noticias falsas a través de una serie de mandamientos que bien podrían formar parte de un manual de estilo periodístico: no compartir noticias sin contrastar, hacer uso de Internet para verificarlas o buscar siempre las fuentes y las pruebas de la información.
Suecia, por su parte, aplicará cambios en el currículo educativo a mediados de este año. Unos cambios en los que el desarrollo de un pensamiento crítico ocupará un lugar destacado. Así lo confirmaba el ministro de Educación Gustav Fridolin en declaraciones al periódico sueco The Local. «Ha habido cierta ingenuidad al hablar de la sociedad de la información porque se ha generalizado la idea de que todo el conocimiento está a solo un clic de distancia y que no necesitamos saber todo lo que necesitábamos antes cuando es exactamente todo lo contrario: necesitamos conocimientos básicos de lectura, escritura y aritmética básica para que no puedan engañarnos», explicaba.
«Las noticias falsas son gotas de veneno en nuestra dieta web diaria y terminamos infectados sin siquiera darnos cuenta. Lo correcto es darles a los niños la posibilidad de defenderse de las mentiras»
Para Sergio Andrés Cabello se trata de dos iniciativas “muy interesantes y necesarias” enfocadas desde el punto de vista de la función de la escuela y la educación “en la formación de ciudadanos críticos, de personas que sepan buscar y acceder a las fuentes de información, que sean capaces de cuestionar y contrastar las mismas, de ver las diferentes visiones de un fenómeno”. No obstante, matiza que este tipo de medidas, para tener verdadero éxito, deberían encajarse “dentro de un proceso más global de formación de ciudadanos críticos”.
Una percepción que comparte Carlos Maciá-Barber (“La educación es la esencia para resolver todos los males que asolan el mundo y para solventar toda clase de problemas”), que también insiste en la necesidad de acompañar estos proyectos educativos “de otras medidas políticas y sociales de control y coerción que coadyuven a remediar la lacra de las noticias falsas”. Al respecto, por último, apunta a que el problema es que por lo general no existe apoyo, ni medios materiales, ni presupuesto para desarrollar esas otras medidas: “Algunas iniciativas de asociaciones de periodistas o de ciertos medios tratan de acercar la prensa a la escuela. Eso está muy bien, pero apenas cubren los canales en los que se vierte con mayor facilidad la mentira: los medios audiovisuales y las redes sociales. Sin un decidido apoyo de las principales instituciones políticas y educativas es tarea heroica lograrlo. Pero hay que empeñarse, cueste lo que cueste”.
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