Uno de cada cuatro niños sufre ansiedad por el confinamiento según Save the Children

La ONG Save the Children ha entrevistado a más de 6.000 niños, niñas y familias en Alemania, Finlandia, España, Estados Unidos y el Reino Unido para conocer cómo está afectando la emergencia sanitaria y el confinamiento obligado por el coronavirus a su estado emocional y psicológico. Los datos son preocupantes: prácticamente uno de cada cuatro niños estaría sufriendo síntomas de ansiedad por el aislamiento social y muchos de ellos corren el riesgo de sufrir trastornos psicológicos permanentes, incluida la depresión, si la situación se cronifica.

Save the Children señala que los sentimientos de impotencia, soledad y miedo a la exclusión, el estigma o la separación de los seres queridos son comunes en cualquier epidemia, pero advierte de que la falta de juegos al aire libre, así como el estrés prolongado, el aburrimiento y el distanciamiento social pueden provocar en los niños y niñas problemas de salud mental.

“Las personas que están al aire libre de manera habitual tienen una actividad más baja en la parte del cerebro que se enfoca en las emociones negativas repetitivas. Esta es una de las razones por las que la infancia puede desarrollar sentimientos negativos o incluso depresión durante el confinamiento dentro del hogar”, advierte Anne-Sophie Dybdal, experta en Protección Infantil y Salud Mental de Save the Children.

Como reconocen desde la ONG, es cierto que varios países han comenzado a desbloquear gradualmente las medidas de aislamiento. En España, por ejemplo, los niños ya pueden salir una hora a la calle. Sin embargo ese tiempo aún es muy limitado y las escuelas permanecen cerradas, una situación que afecta a casi 1.300 millones de estudiantes en todo el mundo. Save the Children alerta de que este distanciamiento social y la imposibilidad de ir al colegio deja a los niños y niñas que sufren violencia o pobreza en una situación especialmente vulnerable.

Los datos para la preocupación

Las encuestas realizadas recientemente por Save the Children en los países antes citados reflejan cifras preocupantes sobre la salud mental de muchos niños y niñas. Por ejemplo, en Finlandia, 7 de cada 10 menores participantes en el estudio tenían ansiedad y el 55% sentía fatiga. En el Reino Unido, casi el 60% de los niños y niñas que hizo la encuesta temía que un pariente pudiera enfermar y en Alemania 3 de cada 10 estaban preocupados por no poder terminar el curso escolar. En Estados Unidos un cuarto de los entrevistados sentía ansiedad.

En España, donde Save the Children entrevistó en el inicio de la crisis a casi 2.000 familias con pocos recursos, en 4 de cada 10 hogares  los niveles de estrés y problemas de convivencia habían aumentado, en buena medida por las malas condiciones de habitabilidad y el tamaño reducido de las viviendas.

Propuestas con la mirada puesta en la infancia

Desde Save the Children se hace un llamamiento a todos los gobiernos para que en la respuesta a la crisis por la Covid-19 prioricen e inviertan en la educación y en la salud física y mental de todos los niños y las niñas. En ese sentido, la organización insta a los líderes mundiales a que:

  • Los niños y niñas tengan acceso a servicios de apoyo durante y después de las medidas de confinamiento. Se debe priorizar el trabajo de los trabajadores sociales, incluso clasificándolos como servicios esenciales, para que tengan los recursos y la capacidad para hacer su trabajo.
  • Las escuelas, los servicios sociales y las autoridades supervisen a la infancia durante los periodos de aislamiento. Esto incluye garantizar que la educación online y a distancia sea accesible para todos los niños y niñas, y que contenga mensajes sobre salud, higiene y seguridad.
  • Las familias y los profesores deben recibir apoyo para mantener la estructura y la rutina de los niños y niñas, para mantenerles involucrados en las actividades de juego y aprendizaje.
  • Se establezcan mecanismos para la detección temprana de posibles problemas de salud. Los cambios repentinos en el comportamiento, la tristeza persistente, la preocupación excesiva, la falta de concentración, los problemas para dormir o el agotamiento pueden derivar una depresión.

Los pediatras hacen público un documento con recomendaciones para la vuelta a las aulas

La Asociación Española de Pediatría (AEP) hizo pública esta semana su propuesta en relación a la apertura gradual de las áreas de educación infanto-juvenil. Para los pediatras, las medidas de educación a distancia promovidas durante las semanas de confinamiento «han permitido una cierta continuidad de la educación en modo “emergencia” pero no serán sostenibles a largo plazo; sobre todo una vez los adultos vuelvan a sus actividades profesionales rutinarias».

En ese sentido, desde la AEP se proponen una serie de medidas por grupos de edad para que la apertura del sector se instaure «lo antes  posible» (para evitar el gran impacto que ya ha ocasionado el cierre de las aulas), pero de manera gradual y minimizando el
riesgo de nuevas infecciones. En ese sentido destaca una de las recomendaciones: que los alumnos de las escuelas infantiles no se incorporen hasta el control total de la epidemia. Según los expertos, las escuelas infantiles «son las áreas de máximo riesgo por la enorme dificultad de cumplir las medidas de aislamiento. Por la necesidad de contacto físico estrecho entre el profesor-cuidador y los niños, este grupo de edad (0 a 3 años) es el de mayor nivel de riesgo de cara a un posible contagio o transmisión del coronavirus».

Educación primaria: Como norma general, se recomienda flexibilizar el horario de entrada y salida, y reducir el tiempo presencial en la medida de lo posible, establecer horarios por turnos y combinar períodos de actividad académica presencial con la no presencial.

  1. Clases niños de corta edad, 3-5 años: deben seguirse recomendaciones muy similares a las de las guarderías (número de alumnos, comedores, juegos en patios…) ya que el riesgo de contagio sigue siendo elevado. Se recomienda además suspender las actividades extraescolares no incluidas en la enseñanza reglada. Ya que a esta edad es muy difícil seguir las normas de distancia y medidas protectoras, en este periodo que incluye los dos años de educación preescolar, no se recomienda el uso sistemático de mascarilla ya que es difícil que se pueda cumplir, pero se extremará el distanciamiento social en lo posible. Al ser igualmente potencialmente infecciosos, estos preescolares deben de ser estrechamente vigilados para diagnosticar precozmente su posible infección y proceder a su aislamiento. Durante los periodos tanto escolares como vacacionales debe considerase prioritario preparar a estos preescolares de la mejor manera posible para la transición al siguiente periodo.
  2. Mayores de 5 años: podrá incrementarse el número de alumnos y la actividad similar, pero con mayor vigilancia de las medidas de distanciamiento social, higiene y de vigilancia de casos y diagnóstico-aislamiento-cuarentena. La apertura debe ser gradual y debe iniciarse con grupos reducidos de niños, para poder cumplir la normativa del distanciamiento social. Puede ser recomendable en grupos de no más de 15 niños para las materias clave a esta edad en la educación primaria. Pudiendo organizarse dos turnos de clases en mañana y tarde, incluso días alternos durante la semana y/o cuatro turnos escalonados, o reduciendo el periodo de la jornada global y minimizando el periodo de patio, para evitar contagios. El uso de mascarilla en estos alumnos de primaria puede ser ya implementado con mayor seguridad, en periodos de mayor riesgo, así como mantener en el distanciamiento social.

En ambos grupos de edad se recomienda desarrollar actividades de información y entrenamiento en medidas de protección frente a la infección por coronavirus, potenciando la “educación para la salud” y hacerlos sujetos activos en la adopción y mantenimiento de las normas mediante la designación de delegados o referentes. En estos grupos de corta edad será preciso, si la escolarización finalmente fuese intermitente o fraccionada, proponer actividades en las que puedan participar otros agentes sociales (museos, bibliotecas, ayuntamientos…) que puedan asumir parte del horario escolar con actividades formativas más lúdicas. Este periodo es igualmente crítico, como el de las escuelas infantiles para prever ayudas sociales para la conciliación.

Educación secundaria: Se estima que en este periodo el nivel de riesgo de contagio puede ser más bajo porque el alumnado ya habrá aprendido la responsabilidad de las mediadas de distanciamiento, higiene y protección, pero deberán de reforzarse. La distribución de alumnos, horarios partidos y clases presenciales debe ser similar a la Educación Primaria, pero priorizando como presenciales las materias más esenciales y considerando en este periodo muy importante incluir la jornada educativa alternativa en domicilio, de mañana o tarde para trabajo online. Es necesario considerar que los menores de 14 años no pueden permanecer solos en el domicilio y habrá que prever un acompañamiento de padres/adultos, adecuando también su jornada laboral, o incluso con profesores desplazados a domicilios para grupos reducidos de varios alumnos y como en la etapa anterior organizar parte del horario escolar a desarrollar en actividades lúdicas que puedan asumir desde la Comunidad (museos, bibliotecas, ayuntamientos…).

La prevista mezcla de contenido presencial con contenido online debe organizarse de forma adecuada para no incidir en las inequidades actuales en relación al nivel socioeconómico, sobre todo considerando la ya existente brecha digital. En ocasiones los apoyos adicionales deberán particularizarse en situaciones de especial carencia social para un soporte añadido de recursos.

 

Padres y madres aliados con la tecnología: Si no puedes con tu enemigo…

La tecnología rodea el mundo de los niños y la podemos utilizar para educar y compartir aficiones con nuestros hijos.

Por Eva Carrasco

La tecnología utilizada adecuadamente es un instrumento muy útil y atractivo para exponer contenidos formativos y educativos. Además, los niños son ya nativos tecnológicos, lo que quiere decir que van a necesitar aprender a utilizar la tecnología. Pero María Ibáñez, psicoterapeuta y codirectora del Centro Psicología e Introspección, advierte: “Es importante que este uso de dispositivos tecnológicos sea adecuado en función de la edad de los niños y de su desarrollo madurativo, y que los padres eduquen a sus hijos sobre el uso adecuado de esas tecnologías. Desde enseñarles a no dar datos personales, ni enviar fotografías a desconocidos, hasta discriminar entre actividades tecnológicas beneficiosas, como aprender a pintar un cuadro viendo un vídeo, a las perjudiciales, como compartir un vídeo en el que se acosa a otro niño”.

La mejor manera de educar sobre cómo usar la tecnología es hacerlo en familia, lo que permite hacer uso y supervisión al mismo tiempo. Para ello, según aconseja la psicoterapeuta, “es buena idea buscar contenidos adecuados a la edad de los niños, pero que también puedan interesar a los padres. Por ejemplo, un videojuego que enseñe a cocinar si a los padres les gusta la gastronomía, o relacionado con la música, el baile, la pintura… que los padres también disfruten de la actividad, y a ser posible que sean actividades creativas, más que pasivas”.

El acompañamiento

Esta labor de acompañamiento a medida que crecen es quizás la más difícil, ha advertido la consultora de comunicación María Zabala, durante su intervención en el ciclo “La Educación que queremos”, organizada por la Fundación Botín, “pues aquí los padres debemos interesarnos por sus vidas online y afrontar la tecnología con toda la naturalidad que podamos, de forma que estemos en disposición de ofrecerles alternativas cuando no nos guste lo que ven o hacen, y alabar los logros y aciertos de su actividad digital. A las chicas les atraen más las redes sociales y a los chicos los videojuegos a través de plataformas como Twich o Roblox. Lo ideal es que comiencen a introducirse en estas aplicaciones con los padres e ir aprendiendo juntos”.

Zabala lo tiene claro: “La wifi es nuestra. Ellos tienen Internet porque nosotros queremos». Y si se saltan la norma, tendrá consecuencias. La mayoría de las consolas tienen una clave que debe ser controlada por los padres, esto exige una labor de aprendizaje por parte de los adultos para conocer la conectividad de los juguetes, que cada vez es mayor.

Tanto Google como Apple tienen cuentas para menores de forma que piden autorización al móvil de los padres antes de descargar una aplicación. Además, a través de los dispositivos se pueden configurar los tiempos de conexión.

El ejemplo de los padres

Es importante que el uso de los dispositivos tecnológicos sea una actividad en sí, y evitar que sea un complemento distractor durante otras actividades familiares. Es decir, no usarlos durante los tiempos de comida, o en la cama o el baño. En ese sentido, advierte Ibáñez, “quizá es donde los padres están menos concienciados de que ellos están sirviendo de modelos a los hijos y deben cuidar de no hacer uso del móvil mientras se cena, por ejemplo, o no trabajar con el ordenador mientras se está haciendo una actividad familiar. Si los padres se dan cuenta de que les cuesta prescindir de los dispositivos tecnológicos, deben aprender a resolver las causas de ese impedimento. Por ejemplo, si observan que utiliza el móvil para evadirse de algunos conflictos, afrontarlo y aprender a resolver dichos conflictos”.

No se nos puede olvidar que somos nosotros los que introducimos la tecnología en la vida de los niños. Quizás sea tan simple, o tan complicado, según indicó Zabala durante su intervención en el citado ciclo de la Fundación Botín, “como educar en lo digital igual que lo hacemos con el resto de cuestiones y entender la tecnología como contexto personal, social y global, poniendo el foco en las personas. A estas alturas no tiene mucho sentido ni la prohibición total y la barra libre de wifi”.

Juan Lucas Onieva: “Es esencial manifestar y verbalizar las emociones”

‘Cuentos con emoción’ ayuda a padres y docentes a identificar y gestionar las emociones de niños y jóvenes a través de veintinueve historias. “Las emociones en la educación son más que una moda”, asegura su autor.

Por Javier Peris

Los últimos estudios han contado hasta 32 emociones diferentes. Cuentos con emoción contiene 29 relatos, cada uno de los cuales va acompañado por una ilustración y cinco actividades o preguntas didácticas para que los más jóvenes, con el apoyo de sus padres, tutores o docentes, puedan reconocer, expresar y gestionar sus emociones de forma positiva. Los cuentos, con un trasfondo educativo, narran historias cotidianas donde niños y niñas viven experiencias curiosas y reales, con distintos tipos de familias, y donde la intriga y la sorpresa juegan un papel protagonista. JuanLucas Onieva es doctor en Educación y máster en Innovación educativa. Ha impartido clases en Puerto Rico, Corea del Sur y España, y actualmente en la Universidad de Málaga. Es coautor, junto a Eugenio Maqueda, de Cuentos con emoción (Desclée De Brouwer, 2019).

Las emociones están de moda, también en el ámbito educativo. ¿Por qué?

Creo que es más que una moda. Los avances en las neurociencias están confirmando la importancia de las emociones en el día a día, porque convivimos permanentemente con ellas. Para conocer y procesar mejor este abanico de sentimientos es importante que sepamos definirlas, para lo cual debemos utilizar un lenguaje rico y expresivo.

¿La emociones son buenas, malas o regulares?

Simplemente son necesarias. Una emoción tan sencilla y básica como el asco, pero también desagradable, nos puede salvar la vida ante un alimento en mal estado.

¿Cuáles son las más importantes para los niños y jóvenes?

Hay unas emociones básicas: alegría, tristeza, asco, sorpresa, miedo, ira… Se les llama primarias, mientras las secundarias estarían más sujetas a circunstancias concretas: calma, culpa, celos, preocupación, soledad…

¿Qué busca la educación emocional y qué medios se usan?

Lo principal es aprender a reconocerlas en uno mismo: qué sentimos y por qué. A partir de ahí hay que evitar los extremos: el enfado o la excesiva alegría, por ejemplo. Hoy existen materiales didácticos muy prácticos para que padres y docentes ayuden a niños y jóvenes a identificar y gestionar las emociones.

¿Es el ámbito escolar el más proclive a manifestar las emociones?

Sin duda. La escuela constituye todo un mundo, un pequeño mundo, en el que además hay muchos que están a disgusto. Los propios profesores a veces no saben cómo responder ante la ira o la rabia de los alumnos. En la propia universidad, donde trabajo, se observa diariamente esta explosión de emociones.

¿Y cómo hay que responder?

Sobre todo hay que escuchar, saber escuchar y fomentar así la expresión de esas emociones. Es esencial verbalizarlas, expresarlas. Yo recomiendo para ello escribir un ‘diario de emociones’; un instrumento que no debe ser usado para evaluar ni calificar sino para aprender a conocerse con la ayuda de padres y docentes. También de forma oral y en grupos hay actividades tremendamente provechosas que provocan testimonios de una sinceridad y compañerismo insospechados.

¿Cómo educar en las emociones en la familia?

Es un entorno muy delicado. He visto a muchos padres que descubren que no conocen a sus hijos, y viceversa. Precisamente el cuento facilita el acercamiento de padres e hijos porque se van conociendo de una manera amable y con cierta distancia emociones que de repente reconocen en sus propias relaciones.

¿Son los padres conscientes del papel de las emociones?

Los padres, como los docentes, necesitan formarse en el manejo de las emociones. De la misma forma que se acostumbran a gestionar las emociones en su vida de pareja, hay que esforzarse por hacer lo propio en la relación con los hijos. Y, como he recalcado antes, hay que empezar por saber escuchar.

¿Pueden colaborar escuela y familia?

Todo centro educativo también es de los padres y para los padres. Hay cursos y talleres de formación en los que participan juntos padres, docentes y jóvenes, pero estas actividades deberían estar más extendidas.

Hablemos de los cuentos. ¿Es la ficción especialmente adecuada para educar en las emociones?

Por supuesto, pero como curiosidad le diré que de los veintinueve relatos sólo dos son ficticios. El resto reflejan situaciones reales vividas e historiadas de forma que sirvan para reflexionar, reconocer las emociones y aprender a gestionarlas.

Aun así, no parece una tarea fácil.

De entrada educar las emociones puede parecer estresante. Treinta jóvenes delante de ti sentados, inquietos… Tenemos claro el objetivo pero es más decisivo el cómo. ¿Cómo mantener la atención, la motivación…? ¿Qué necesitan en concreto estos alumnos? Pues bien, dentro de esta complejidad los niños al final tienen ganas de saber y los docentes, de enseñar, y para que elencuentro sea exitoso es imprescindible un ambiente de convivencia. Primero, convivencia; luego, todo lo demás. En otros países, como los nórdicos, cuidan hasta la forma de situar mesas y sillas en el espacio del aula.

22 consejos para aprender a estudiar a distancia

¿El telestudio ha llegado para quedarse? Lo que está claro es que ya nada será como antes de la crisis del coronavirus. Los colegios van a tomarse más en serio los recursos a distancia y las familias, todas, tendrán que asegurarse de poder acceder a las plataformas digitales con todas las garantías de rapidez y calidad… y saber usarlas.

Por Javier Peris

1. UN SALTO CUALITATIVO. La experiencia del confinamiento ha puesto en evidencia el uso limitado y amateur de las TIC en el entorno escolar. Hasta ahora se contaba con la Red para realizar trabajos y compartir tareas, plazos, calificaciones y poco más, aunque eso se hiciera con flamantes tabletas compradas al propio colegio. Ahora se trata de adaptar la docencia y el aprendizaje al mundo digital con todas sus consecuencias.

2. DISPUESTOS A APRENDER. En un futuro muy próximo se generarán más contenidos y tareas específicas para este medio, se incrementará la comunicación personal y colectiva del aula en red y se ensayarán evaluaciones a distancia. Y hay que estar preparados. Sobre todo los padres, no tanto para hacer los deberes a los hijos como para ayudarles a sacar el máximo rendimiento y evitarles distracciones y pérdidas de tiempo.

3. HARDWARE SUFICIENTE. Asegurarse de que los equipos son más que suficientes para el trabajo concreto. Manejar imágenes pesadas no es lo mismo que trabajar con archivos de Excel. Ir justos de recursos y memoria se traduce en pérdidas de tiempo y productividad. Además, hay que tener en cuenta si el equipo lo comparten el estudiante y su familia.

4. SOFTWARE NECESARIO Y AUTORIZADO. La escuela debe proporcionar la plataforma y los programas necesarios dotados de la misma seguridad y garantía que los d el centro. Hay que evitar, por comodidad o rapidez, descargarse cualquier tipo de software aunque sea de uso libre. Y, por supuesto, no fiarse de programas y aplicaciones novedosos que están proliferando para ‘ayudar’ a los escolares.

5. SEGURIDAD DOMÉSTICA. Prevenir que ningún otro miembro de la familia tenga facilidad de acceso a los programas de la escuela, sus contenidos y comunicaciones. Unos pueden, inadvertidamente, ocasionar problemas o pérdidas de información. Otros, los padres, deben evitar curiosear y, mucho menos, participar en ellos de cualquier forma. La responsabilidad, para lo bueno y lo malo, es de los hijos.

6. SEGURIDAD INFORMÁTICA. Si se trabaja dentro de una plataforma de la escuela, no serán necesarias medidas de seguridad especiales. Sin embargo, si los equipos se usan para otros fines, la plataforma puede acusar los errores o ataques que sufra el equipo por otras vías. La escuela debe orientar sobre los antivirus, testar la seguridad de la red y formar a los chicos en las cautelas necesarias.

7. NO IMPROVISAR. Sí, más trabajo para los docentes, pero sobre ellos recae el grueso de la responsabilidad de que el telestudio resulte eficaz. Debe programar las tareas, vigilar su cumplimiento, programar reuniones y que estas sean operativas y útiles, detectar errores y ser ágil en los inevitables cambios en la planificación. Los padres, por su parte, pueden ayudarles a testar la eficacia de los recursos; incluso tener su propio espacio en la plataforma.

8. CUIDAR EL MATERIAL ESCOLAR. Es una batalla tan antigua como la escuela: educar en el cuidado de los libros y materiales. Pues bien, las pantallas, los cables, esas tabletas que van de un lado a otro son material escolar y hay que cuidarlos. Cuesten mucho o poco, pertenezcan al colegio o a la familia. Y no sólo lo que se ve: hay que vigilar los espacios de memoria disponible, ordenar los archivos, no mezclarlos con otros contenidos…

9. AUSTERIDAD.No se estudia mejor ni se aprovecha más el tiempo con más ‘gadgets’, aplicaciones y accesorios. El mundo digital, sobre todo entre los jóvenes, promueve motivaciones aspiracionales e incluso alguna competencia entre compañeros. Ni lo uno ni lo otro se traduce en más rendimiento; más bien todo lo contrario. Crea distracciones y hace perder una enormidad de tiempo descargando, configurando, ensayando… y comentando.

10. CONTROLES. Igual que en el trabajo presencial, respetar el horario escolar es básico. En el mundo laboral hay multitud de aplicaciones y recursos que favorecen el orden, la puntualidad… Sólo es cuestión de tiempo que estas rutinas y aplicaciones se trasladen al telestudio y, como cualquier otra imposición, no serán bien recibidos. Los padres sí deben conocer estas obligaciones e integrarlas en el seguimiento del estudio.

11. INCIDENCIAS TÉCNICAS, CAMBIOS Y AMPLIACIONES. La asistencia informática en remoto es una práctica ya habitual y contrastada en el teletrabajo, pero en los centros escolares… Si desde el colegio se planifica bien la plataforma sólo en muy contados casos será necesaria la presencia de un informático en el hogar. Una plataforma lenta y con demasiadas incidencias producirá pérdidas de tiempo y estrés en el estudiante.

12. LA IMAGEN Y LA VOZ. La búsqueda de concisión, el apresuramiento o la torpeza en las explicaciones por escrito son demasiadas veces fuentes de malentendidos y fallos en la comunicación. Una conversación que se alarga por correo o u otro medio escrito con el docente o con un compañero puede resolverse con una simple videollamada. Las reuniones virtuales pueden resultar, por otra parte, necesarias y motivadoras, aunque deben tener su horario determinado.

13. ¿DÓNDE LO HE LEÍDO? No multiplicar innecesariamente los canales de comunicación: Whatsapp, correo de la escuela, correo personal, teléfono fijo, móvil… Hay que elegir por qué canales se van a compartir o comentar los contenidos. Redes como Instagram o Facebook no tienen por qué contener mensajes ni información relacionadas con los estudios. Y el Whatsapp, aunque algunos docentes lo usan con sabiduría, tampoco parece el canal más idóneo.

14. ACUSES DE RECIBO. En teoría del lenguaje se le llama función conativa: ¿sigues ahí? Establecer fórmulas breves y sencillas para acusar recibo de todas las comunicaciones. Así todos saben en qué punto se encuentran a la hora de hacer una consulta, poner una tarea o programar una evaluación. Demasiadas veces, las fechas de entrega se pierden en la memoria y en los dispositivos.

15. Y TODO BIEN PRESENTADO. En la escuela se valoran y se transmiten las buenas formas a la hora de expresarse o de presentar un trabajo, e incluso unos mínimos en el aspecto personal. El telestudio no es una coartada para abandonar estas exigencias. En la comunicación no personal también existen cortesías y cautelas relacionadas con la imagen, el lenguaje y la expresión y presentación escritas.

16. CONCILIACIÓN, ORDEN. En el teletrabajo se recomienda evitar la tentación de mantener la comunicación casi las 24 horas. El caso de los estudiantes es el mismo, aunque se trate más de una cuestión de orden, también en el uso del tiempo.

17. INTERFERENCIAS… Las distracciones hoy en día no proceden del televisor ni del ruido que llega del parque sino de los móviles. Reservar el smartphonepara lo personal, lo social y lo lúdico. Durante el estudio, con Internet o sin él, hay que mantener alejados los dispositivos que no se necesiten para estudiar, hacer las tareas, trabajos….

18. DESCANSAR LA VISTA. Ya estábamos preocupados por la vista de los niños y adolescentes (y también de los adultos) y todo indica que la cosa va a ir a peor. Los tiempos de descanso, o esos pequeños incentivos que se aconsejan para evitar la procrastinación, deben tener lugar, a ser posible, al aire libre, o en espacios diferentes al que dedicamos a estudiar.

19. LOS BUENOS COMPAÑEROS. Hay que aprovechar las TIC para solventar dudas, comentar las dificultades e, incluso, para motivarse. Trabajar en equipo, sin abusar y con unos objetivos muy concretos, es hoy más fácil y cómodo que nunca… El problema –en esto no ha cambiado nada– es el compañero. Si nos distrae, si no tiene ni idea o, peor aún, si no pone interés… más vale estudiar solo.

20. APRENDER Y COPIAR. Durante el confinamiento muchos colegios han probado por primera vez las ventajas e inconvenientes del teleestudio. Además de la capacidad de aprender de los propios errores, hay que estudiar con mente abierta las ideas de otras escuelas que puedan ser útiles para adaptarlas.

21. SÍNDROME DEL COSMONAUTA. Esta expresión nació en el entorno de las empresas con delegaciones locales para señalar algunos problemas que crea trabajar a distancia de los jefes o del lugar donde se toman las decisiones. Esta separación suele producir malentendidos, confusión de objetivos y prioridades, excesivo espíritu crítico e incluso desafección. En el ámbito escolar es un riesgo menor pero que hay que considerarlo.

22. SÓLO ES UN MEDIO, Y NO EL MÁS IMPORTANTE. Se suele decir que, en cuestiones de tecnología, todo lo que se puede hacer… se acaba haciendo. La tecnología actual permitiría hacer muchísimas más cosas en el ámbito del telestudio pero ¿son todas necesarias o convenientes? Aunque parezca obvio, hay que resaltarlo: la educación es mucho más que la mera instrucción. Se educa también con el roce, con la forma de estar, en los pasillos, en el recreo, en el comedor… La educación es eminentemente presencial.

Claves para una buena comunicación en familia

¿Hablamos?’ es un libro escrito por Ferrán Ramón Cortés y Alex Galofré. Su objetivo es facilitar espacios de comunicación en la familia, en la pareja, en los equipos de empresa…

Por Eva R. Soler

Los autores recalcan las bases para fomentar conversaciones que potencien el entendimiento entre todos los miembros de la familia.

“Como familia necesitamos conocernos mejor, ser capaces de decirnos lo que nos une o lo que nos separa, alinear preferencias o visiones, deshacer malentendidos, resolver conflictos, compartir vivencias o borrar creencias. Y lo tenemos que hacer hablando”, sostienen Ferrán Ramón Cortés y Alex Galofré en ¿Hablamos? (Ed. Penguin Random House) y nos aconsejan las siguientes dinámicas para crear espacios de comunicación en casa:

-Establecer unas reglas. Es la base para que la comunicación fluya sin reparos y sin miedos. Entre todos podemos construir un decálogo que aborde cuestiones como: ¿Qué está permitido decir? ¿Son importantes la sinceridad y el respeto? ¿Qué nos falta para abrirnos? ¿Qué nos sobra? ¿Qué es importante que pase a partir de ahora? Es fundamental que para la elaboración de estas reglas participen todos los miembros de la familia.

-Hablar en primera persona para evitar los juicios y los ataques. Cada uno habla de lo que le pasa sin atacar y sin juzgar. Es decir: “Tú no me estás faltando al respeto, sino que yo no me siento respetado”. Hablo de lo que me está ocurriendo, no de lo que tú estás haciendo. Esto parece un cambio muy pequeño, pero es radical para que las conversaciones puedan funcionar.

-Hacer uno mismo lo que le gustaría que hicieran los demás. Si tú quieres que tu hijo haga algo, hazlo tú mismo. La valentía es un ingrediente fundamental para una buena comunicación y nos toca a los padres ponerla encima de la mesa. “Si yo me abro con mi hija y le cuento mis preocupaciones, es posible que le esté dando un ejemplo para que ella haga lo mismo. Si simplemente le pregunto ¿cómo estás? lo más seguro es que se me cierre en banda”, afirma Ferrán.

-Entender que los conflictos son positivos. “Que se genere un conflicto es una buena noticia porque significa que nos estamos atreviendo a hablar y a dar nuestra opinión”, sostiene Alex. Nuestra opinión no siempre va a coincidir con la del otro, por lo que tenemos que aprender a debatir y a discutir para llegar a una acción que nos ayude a un entendimiento. “Por el contrario, tapar conflictos es crear un enrarecimiento del ambiente que degrada la convivencia de forma alarmante”, añade Ferrán. Podemos utilizar las reglas de comportamiento para resolver los conflictos.

-Promover una mirada de los rasgos positivos de todos. Podemos organizar una sesión que recupere para cada miembro algo que apreciemos y que nos gusta de él. Es el momento de propiciar una mirada limpia, nueva, con ojos nuevos para mirarnos como somos. A este ejercicio lo llaman el redescubrimiento: Se trata de que todos los miembros nos digamos: “Es verdad que… seguido de un reconocimiento: “Es verdad que eres muy ordenado o muy generoso”. Recuperemos una mirada positiva en vez de centrarnos en lo que no soportamos y que nos hace olvidar lo bueno.

-¿Qué necesitamos los unos de los otros? Después de ese ejercicio, nos podemos pedir entre nosotros lo que necesitamos unos de otros. Y que entre todos podamos decir: Para que la familia funcione necesitamos que tú hagas… Y así, con todos. Esto nos ayuda a alinearnos, a sincronizarnos y a potenciar el valor que tiene cada uno.

-Los padres tienen que ser uno más.“A la hora de elaborar reglas, de realizar esos ejercicios, de iniciar una conversación…los padres tienen que ser uno más, porque a la que sale la autoridad paterna, todo se va al traste. Es decir, los padres tenemos que saber estar y ser capaces de escuchar y recibir el feedback de lo que le está molestando a un hijo. No puede salir ese punto de autoridad: yo soy tu padre y sé por qué hago esto. El hijo de 8 años o el adolescente tiene que tener la misma fuerza y la misma voz que los padres porque si no, difícilmente, se van a sentir identificados y no van a querer conversar, ni participar en lo que propongamos”.

-Realizar una ITV familiar. La familia está viva y en continuo movimiento así que, ¡ojo! porque a lo mejor en un momento dado funciona bien la comunicación, pero si nos acomodamos, las complicidades pueden caducar y pasado un tiempo, nos convertimos en perfectos desconocidos. Por eso, es importante revisar que lo que creemos y percibimos del otro sigue siendo así. En este sentido, funciona bien la dinámica de las creencias: Por ejemplo: “Tengo la creencia de que te molesta que te de feedbacky por eso, no lo hago tanto como antes”. A partir de la confirmación o el desmentido podemos volver al camino de la complicidad.

Propuestas para que el confinamiento no frene el aprendizaje de inglés

El confinamiento está pasando factura a la salud de los niños, sobre todo de los más pequeños, afectando a todas las áreas clave del neurodesarrollo de la primera infancia. Esto incluye desde la falta de movimiento o la limitación de las relaciones sociales, lo que puede causar cierta irritabilidad en su comportamiento; hasta el juego o el aprendizaje, que en esta situación de cambio puede ocasionar falta de concentración.

Asimismo, los pequeños también tienen una fuerte necesidad de interactuar con otros niños, lo cual está siendo limitado durante el confinamiento. Este punto es vital en la enseñanza de un segundo idioma ya que, para su desarrollo, siempre debe favorecerse, en la medida de lo posible, el pensamiento en esa lengua y el uso social de la misma.

Ahora, la principal fuente de comunicación son los padres y hermanos. Por ello, para fomentar el contacto con el idioma, es recomendable introducir el inglés en el tiempo de juego. Esto no solo ayuda al lenguaje, sino que también brinda a los padres la oportunidad de relacionarse con sus hijos y divertirse juntos. Si, por el contrario, no se favorece el contacto con el idioma durante un periodo de tiempo prolongado, podría darse una importante pérdida de vocabulario. Además, la falta de familiaridad y de exposición a los sonidos del idioma en cuestión derivaría en un retroceso del aprendizaje del mismo.

Consejos y propuestas de actividades sin salir de casa

Raffaele Forgione, country manager Helen Doron España, propone una serie de ideas, consejos y actividades para seguir aprendiendo inglés sin salir de casa.

Refuerzo positivo: Un niño que es estimulado con métodos que ayuden a desarrollar su autoestima, incluso cuando hace algo mal, va a crecer con mayor confianza y seguridad en sí mismo y aprenderá los contenidos mejor. No se trata de premiarles por una frase bien dicha o una actividad realizada adecuadamente, sino de crear un ambiente en el que se sientan seguros y confiados, en el que un error no signifique un fracaso, sino un estímulo para volver a intentarlo. Incluso cuando se sienten bloqueados, no quieren participar en un juego, pierden o lo hacen mal, la respuesta debe ir siempre dirigida a que no tengan miedo y no piensen que equivocarse va a suponer tener una consecuencia negativa.

Escucha repetida: Desde muy temprana edad escuchar canciones o ver dibujos animados y películas en inglés puede contribuir en gran medida a desarrollar el vocabulario y fortalecer la comprensión oral. Es recomendable exponer a los niños a diario al idioma (al menos 20 o 25 minutos al día) para que no pierdan el contacto con el mismo y lo interioricen como algo natural y habitual. Así, cada día aprenderán nuevas palabras, nuevas estructurales gramaticales y nuevos sonidos que les ayudarán a seguir desarrollando su aprendizaje de forma intuitiva. También en casa, los padres y hermanos mayores pueden contribuir a que los más pequeños se familiaricen con el inglés aunque no dominen la lengua. Podemos, por ejemplo, nombrar en inglés los productos básicos con los que más se relacionan a diario (alimentos, rutinas como lavarse los dientes, hora del baño…) y repetir las palabras o expresiones clave que habitualmente decimos en español (“hora de dormir”, “¿tienes sueño?”, “¿estás cansado?”, “buenos días”) e ir añadiendo vocabulario y expresiones progresivamente.

El juego como herramienta de aprendizaje: El juego es un recurso infalible para que los niños conecten con sus intereses, presten atención y se diviertan al tiempo que adquieren nuevas habilidades. Puesto que la imaginación no tiene límites, hay infinidad de opciones a la hora de crear juegos divertidos que nos permitan reforzar aptitudes y conocimientos concretos. Juegos matemáticos y con el lenguaje, así como las manualidades pueden servirnos muy bien para que nuestros hijos sigan aprendiendo y en contacto con el inglés.

Los efectos del confinamiento en las familias con hijos con necesidades especiales

Por Diana Oliver

 

Rodrigo, el hijo mayor de Vanesa Pérez Padilla, psicóloga y autora del blog ¿Y de verdad tienes tres?, tiene un trastorno del espectro autista severo, además de una epilepsia refractaria y una gran afectación cognitiva. Desde que cerraron el centro al que acude su hijo, Vanesa ha pasado por todas las fases posibles: de la tristeza y la desesperación al consuelo y la calma. Dice que tiene suerte porque, aunque no ha sido fácil, se ha sentido muy arropada por los profesionales del centro desde que empezó el confinamiento por coronavirus. “Su labor trasciende lo meramente educativo, para mí suponen una extensión de la familia, y sé que somos muy afortunados”, cuenta.

Las profesionales del centro educativo se han volcado con ellos especialmente por la situación tan particular que les ha tocado vivir: desde el inicio de la crisis, su marido permanece fuera de España por motivos laborales por lo que es la única cuidadora de Rodrigo y sus dos hermanos. Desde el centro le hacen llegar actividades a realizar relacionadas con la autonomía de su hijo, así como herramientas y aplicaciones que pueden ser de utilidad, pero la psicóloga también llama por teléfono todas las semanas para interesarse por el estado de todos. También por el de ella. “Hace especial hincapié en mi estado emocional, en mis necesidades y es una charla distendida en la que el apoyo percibido a mí particularmente me resulta fundamental y muy reconfortante”, explica. Y es que, si ya es complejo el día a día en una situación de emergencia sanitaria como la provocada por el COVID-19, triple salto mortal para las familias con un hijo o hija con alguna discapacidad o con una enfermedad grave.

Los efectos del confinamiento en niños con necesidades especiales

Según Àngels Ponce, terapeuta familiar especializada en acompañar a familias con hijos con discapacidad, aunque el grado de afectación del confinamiento en los niños y adolescentes con necesidades especiales depende mucho de cada caso, en general considera que les puede afectar en gran medida. “Han perdido sus rutinas y esto puede desorientarles, incluso desconcertarles si no pueden comprender. También han perdido apoyos específicos que incidían en aspectos concretos de su desarrollo, como los profesionales especialistas: fisioterapeutas, logopedas, terapeutas… Se han quedado sin el contacto con sus amigos, compañeros y profesores”, explica. Reconoce también que, como otros niños y jóvenes, también han ganado pasar 24 horas con sus familias, en casa, incluso la posibilidad de participar más activamente en la dinámica familiar.

¿Cómo le ha afectado a Rodrigo el confinamiento? Responde Vanesa que sobre todo a nivel emocional ha sido complicado por el hecho de romper su rutina diaria de prepararse para ir al colegio. “Es un niño que funciona muy bien con su entorno estructurado y eso se ha desvanecido de la noche a la mañana; y sin saber por qué, porque no alcanza a entenderlo. No comprende el orden temporal”. Además, asegura Vanesa que no tener un desgaste mínimo, “dado que en el centro, tanto el área motora como el área cognitiva requieren de un esfuerzo enorme y lo cansan”, también termina pasándole factura porque es algo que su madre no puede suplir en la misma medida. Como consecuencia: duerme peor, está más nervioso, tiene más conductas relacionadas con la autoestimulación, grita más y come peor. Este es el aspecto que Vanesa ve más problemático, ya que hay días en los que su hijo no ha comido más que un poco de leche en el desayuno. “Hay una mezcla de inapetencia y rechazo conductual”, lamenta.

A medida que ha avanzado el tiempo de confinamiento, Rodrigo ha ido adquiriendo su propia rutina dentro de casa. Cuenta su madre que se ha autorregulado en cierta manera, pero, por el contrario, se pasa el día con la tablet algo que reconoce “no es, ni de lejos lo deseable”, y con muchas estereotipias que ya habían superado. Además Rodrigo tiene un hermano y una hermana, que también han pasado sus altibajos. “El pequeño prácticamente ha perdido las ganas de jugar a nada si no es con alguien (algo que no es posible más allá de un ratito) y se ha volcado en los dispositivos electrónicos, lo que supone una lucha. Especialmente duro está resultando el hecho de que no esté su padre, y ha desarrollado miedos por todo. Su hermana tiene momentos de adolescencia precoz, de aislamiento, rebeldía y aburrimiento. Pero imagino que como todos los niños. Pese a todo, lo están gestionando mejor de lo que pensaba”, señala.

El confinamiento no sólo tiene efectos inmediatos tanto en los niños y adolescentes como en sus familias sino que a medio y largo plazo también tiene consecuencias. Para Ángels Ponce puede suponer una gran sobrecarga para las familias, “que se suma al resto de factores de riesgo (preocupación por la salud, economía familiar, teletrabajo, etc.) y que puede desembocar con el tiempo en estrés y ansiedad”. Para muchos menores con discapacidad significa también la pérdida de una estimulación específica que necesitan para avanzar. “Se trata de una pérdida importante porque no se trata de contenidos académicos sino de tratamientos específicos muy necesarios que no se pueden recuperar”, sostiene.

Sin medidas específicas y acosados en las salidas terapéuticas

Algo que hemos visto en redes sociales durante todo el confinamiento son las historias de padres y madres con hijos o hijas con necesidades especiales que han sido insultados, e incluso amenazados, cuando hacían uso de las “salidas terapéuticas” permitidas para este grupo de población. Pero hay más. Si la infancia y la adolescencia no han estado presentes ni en los discursos ni en las medidas, tampoco se ha tenido en cuenta la casuística de estos menores: fue necesario que entidades y familias explicaran esta situación y así que pudiera ser considerada como una excepción. “Ha costado tres modificaciones de decretos hasta dar con la definición correcta con las garantías legales. Y aún así hemos experimentado un linchamiento social por parte del entorno cuando nos ven en la calle con nuestros hijos”, relata Vanesa, quien asegura que cada vez que ha puesto un pie en la calle ha sentido tanto miedo que le resulta increíble que la gente les increpe. “Que tu hijo se golpee, se agreda o te agreda no es algo que nadie desee y se necesita gestionar, de ahí que se permita que algunos tengamos esa opción”, lamenta.

Para Carmen Jáudenes, coordinadora Comisión Educación CERMI Estatal, esta crisis ha evidenciado carencias que ya existían también dentro de nuestro sistema educativo, también respecto al alumnado con discapacidad. “Esta crisis ha hecho emerger en toda su magnitud las carencias que ya conocíamos, haciendo aflorar además una falta de previsión respecto a cómo ofrecer respuestas, tanto al propio alumnado y a sus familias, como al profesorado, que no cuenta con formación suficiente respecto al diseño de contenidos multimedia accesibles o al manejo de soportes accesibles, entre otros”. También desde Plena inclusión denunciaban la falta de apoyos de un sistema educativo que ha dejado atrás a 70.000 alumnos con discapacidad intelectual o del desarrollo. “El alumnado con discapacidad intelectual o del desarrollo se ha convertido, con el cierre de los colegios, en un grupo especialmente vulnerable debido a las dificultades que tiene para seguir desde sus hogares los contenidos que se están facilitando a través de internet”, denunciaban a través de un comunicado.

Considera la coordinadora de CERMI que esta situación ha abierto la puerta a un futuro no lejano en el que la tecnología y la teleformación estén muy presentes. “El objetivo debe ser que este futuro tecnológico sea una oportunidad y no una nueva barrera”, dice, y añade que en la excepcionalidad del momento actual “hemos podido ver de cerca los riesgos de que sean muchos los que se queden descolgados del sistema si no se hace una adecuada previsión y planificación de este tránsito” por lo que cree que se trata de un momento que será decisivo para la toma de conciencia acerca del futuro de nuestro sistema educativo en su conjunto. “Principios como equidad, calidad e inclusión, entre otros, deben situarse en el horizonte de cualquier propuesta”, apunta.

 

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Cuidar al cuidador

 

El agotamiento se ha apoderado de Vanesa, que dice estar agotada de no dormir. “Mi mayor reto es lograr dormir de la mejor manera posible porque de esas escasas horas de sueño depende mi estado de ánimo el resto del día”. Desde el inicio de la crisis, a los cuidados de Rodrigo se une el cuidado de otros dos niños y todo lo que lleva asociado. “Madre, padre, profesora, compañera de juegos, psicóloga, sanitario, terapeuta… Todo esto mientras trato de trabajar algo, mantener blog y redes, la intendencia de la casa, la limpieza y gestiono mi propia angustia; la que me genera la incertidumbre en la que vivimos, el no poder estar con mi madre, los miedos que me asaltan día tras día”.

¿Quién cuida al cuidador? Es una cuestión que se plantea desde hace años por parte de asociaciones y de los propios cuidadores de enfermos crónicos, personas con alguna discapacidad y mayores y niños. En el caso de las familias con niños y adolescentes con necesidades especiales, atravesar un confinamiento supone no tener espacio ni tiempo para esos cuidados que el cuidador necesita para poder seguir sosteniendo. Expertas como Àngels Ponce insisten en la necesidad de que el cuidador reconozca la complejidad de la situación, que sea consciente de sus limitaciones, rebaje las exigencias y, sobre todo, encuentre un momento en el día para pensar qué necesita para sentirse bien, y así poder seguir adelante. En definitiva, que el cuidador se pueda cuidar dentro de sus posibilidades y de sus circunstancias personales.

Admite Vanesa que todo esto es un ejercicio de fortaleza diario que no puede sostenerse demasiado, así que cuando no puede más me desahoga, resetea y vuelve a coger las riendas. “Ha sido un camino en el que pasé del Todo va a ir bien al No es verdad, esto no está bien para nada”. Ahora cuenta que se mantiene en una especie de equilibrio en el que ha relajado autoexigencias, en el que he entendido que no puede estar en todo con todos, que es una situación excepcional y que llega a donde llega.

“Hay que aceptar que hay días en los que estás de humor para hacer un bizcocho y jugar con ellos, y otros días en los que te cuesta levantarte y respirar. Es una situación que nos pilla de nuevas a todos, por mucha experiencia que tenga en pasar temporadas largas sola con los tres y en estar encerrada en casa. Esto es algo totalmente distinto porque también están el miedo y la incertidumbre. No pienso en mañana, ese día ya llegará y ya veremos cómo lo afrontamos”, concluye.

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Familias de acogida: una oportunidad para crecer en familia

Por Diana Oliver

En nuestro entorno hay niños, niñas y adolescentes que por diferentes motivos no pueden vivir con sus propias familias pero siguen necesitando crecer y desarrollarse en un entorno adecuado. El acogimiento familiar no sólo supone un beneficio personal a todos los niveles para los niños y niñas que no pueden vivir con su familia biológica, también es la protección de un derecho reconocido por la Convención Internacional de los Derechos del Niño: el derecho de todo niño a crecer en una familia. En España, según los últimos datos oficiales pertenecientes a la Estadística Básica de Protección a la Infancia, a 31 de diciembre de 2018, los niños, niñas y adolescentes atendidos por el sistema de protección a la infancia fueron de 40.828. De ellos, no todos fueron protegidos con las mismas medidas: el 48% entraron a formar parte de acogimientos familiares, pero algo más del 52% quedaron en acogimientos residenciales.

Durante el año 2019, Cruz Roja Española, a través del proyecto de Acogimiento Familiar, ha atendido a más de 4.800 niños, niñas y adolescentes, y familias acogedoras (modalidad de extensa y ajena) y han ofrecido apoyo y soporte a 1.632 acogimientos. Partiendo de que un niño necesita crecer en un entorno familiar, ¿por qué es importante el recurso de acogimiento? Responde Carmen San Martín Cabezón, técnica del Programa de Infancia en Dificultad Social de Cruz Roja Española, que tanto el acogimiento residencial como el familiar son medidas de protección a la infancia complementarias y responden a necesidades, expectativas y momentos vitales diferentes en el desarrollo de los niños y niñas. Sin embargo, también señala que en la actualidad, tanto el marco legislativo estatal como el territorial de protección a la infancia, coinciden en “priorizar el acogimiento familiar frente al residencial basándose en el total consenso entre los diferentes profesionales de la protección a la infancia que afirman que el acogimiento familiar es la medida más idónea, y la que mayores elementos reparadores aporta en los niños, las niñas y adolescentes que han sufrido las consecuencias provocadas por su exposición temprana al desamparo y/o maltrato familiar”.

De hecho, se volvió a insistir en ello durante el IV Congreso “El interés superior del menor. El acogimiento familiar: hacia nuevos modelos”, celebrado el pasado mes de noviembre de 2019. La entonces ministra de Sanidad, Consumo y Bienestar Social, María Luisa Carcedo, destacó durante la inauguración que, tanto para el Ministerio como para el Gobierno, “las experiencias bien diseñadas confirman los beneficios de esa medida en la evolución e integración social de los niños, niñas y adolescentes”. Esa prioridad del acogimiento familiar frente al acogimiento residencial queda recogida legalmente desde julio de 2015, momento en el que se publica la Ley Orgánica 8/2015 de 22 de julio, de modificación de protección a la infancia y adolescencia (LOMSPIA) y la Ley 26/ 2015, de 28 de julio, de modificación del sistema de protección a la infancia y a la adolescencia (LMSPIA).

Sin una cultura del acogimiento familiar

Cruz Roja Española, a través de su programa de Infancia en Dificultad Social, lleva trabajando en el acogimiento familiar desde hace más de 30 años a través de un servicio de soporte psico-social y de mediación entre los servicios de protección a la infancia y a las familias interesadas en realizar esta labor solidaria. Psicólogos, trabajadores sociales, educadores sociales, psicopedagogos y voluntarios formados son los encargados de estos acompañamientos. “En la actualidad, Cruz Roja impulsa esta modalidad de cuidado alternativo en 20 provincias, acompañando a las familias a lo largo de todo el proceso del acogimiento, desde su entrevista informativa inicial en la que las familias deciden o no continuar con su compromiso con el proyecto, hasta la despedida de un niño o niña acogida, pasando por las fases de valoración, formación, preparación del acogimiento, seguimiento y finalización”, explica Carmen San Martín a Padres y Colegios.

Cabe plantearse si existe en España una cultura de acogimiento o si realmente falta aún mucha pedagogía social en este sentido. Para la portavoz de Cruz Roja, la realidad es que a día de hoy no existe aún una verdadera “cultura de acogimiento” donde la ciudadanía esté dispuesta a embarcarse en un proceso que conlleva un esfuerzo y compromiso. “El acogimiento familiar en familia ajena en nuestro país no ha tenido el mismo desarrollo ni reconocimiento social que el acogimiento residencial, aún siendo conscientes de lo positivo de sus efectos sobre la vida de los niños y niñas que se ven separados de sus familias”, sostiene.

También considera Carmen San Martín que hay que tener claro que existen grandes diferencias territoriales en nuestro país en cuanto al fomento del acogimiento familiar, debido a que la protección a la Infancia en nuestro Estado está descentralizada dictando cada Comunidad Autónoma normas propias que regulan esta materia. Debido a este modelo, insiste San Martín en que existen diferencias y desigualdades entre las comunidades en el desarrollo e implantación del acogimiento familiar. Por ello, asociaciones nacionales y locales trabajan como Cruz Roja Española para sensibilizar a la sociedad española en esta medida urgente y necesaria de protección a la infancia.

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Tú serás mi hogar

Desde el Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social se lanzó a finales de 2019 una campaña de fomento del acogimiento familiar de niños, niñas y adolescentes tutelados bajo el lema “Tú serás mi hogar”. El objetivo de la misma es sensibilizar a la población acerca de la importancia de proteger el derecho de todos los niños y niñas a crecer en una familia.

En esta misma línea divulgativa, Cruz Roja Española desarrolla desde 2018 el proyecto “Ser Acogedor” con el que busca aprovechar el potencial de las herramientas digitales (Facebook, Twitter, Instagram, correo electrónico, chat y la web www.cruzroja.es/acogimientofamiliar) para sensibilizar a la población sobre la medida de protección y ofrecer información, orientación y apoyo a tres perfiles: familias interesadas en acoger, familias acogedoras y profesionales que trabajan directa o indirectamente con la infancia.

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El confinamiento acelera la exigencia de medidas urgentes para la conciliación laboral y familiar

Poco después de empezar el confinamiento, la Asociación Yo No Renuncio del Club de Malasmadres se preguntaba ya si teletrabajar en casa con niños se podía entender como conciliación. Dos meses después la respuesta parece clara: no.

Es más, la falta de conciliación de las familias, según la asociación, se habría acentuado con la grave crisis sanitaria por el Covid-19, lo que les ha llevado a lanzar la la petición ‘Esto No es Conciliar’ en change.org/EstoNOesConciliar  para exigir medidas de conciliación de carácter urgente al Gobierno de España.

Según explican desde Yo No Renuncio, la situación vivida en los últimos dos meses ha destapado la ‘no conciliación’ de nuestro país sujetada por dos pilares que ahora faltan: los abuelos y abuelas y los colegios y escuelas infantiles. Ante esta situación muchas mujeres se han visto obligadas a renunciar a su trabajo de diferentes maneras: excedencias, reducción de jornada y permisos no retribuidos e incluso el abandono del puesto de trabajo en los casos más extremos.

La petición de la asociación recoge una propuesta con 3 medidas para proteger a todas las familias y favorecer la conciliación.

  1. Teletrabajo por imperativo legal como medida correctora temporal, dada la actual situación de emergencia, pero también como medida que debe extenderse más allá del fin del estado de alarma, hasta poder tener certeza de la manera en que se hará por ejemplo, la vuelta a las aulas en septiembre. El Gobierno ha prorrogado el carácter preferente del teletrabajo frente a cualquier otra medida, pero se quejan las organizadoras de la iniciativa de que no obliga a la empresa a mantenerlo aunque el/la trabajador/a lo haya venido realizando con normalidad, eficacia y sin perjudicar a la empresa: «Si así se viene desarrollando la actividad desde la entrada en vigor del Decreto del estado de alarma, no existen fundamentos razonables para denegarlo por parte de la empresa ya que la situación que dio lugar a su implantación no ha cambiado sustancialmente».

  1. Facilitar la adaptación de jornada y la reducción de la misma sin pérdida salarial, siendo el Estado el que asuma el coste. Cuando el teletrabajo no fuera posible, el/a trabajador/a tendrá opción de adaptar su jornada laboral lo máximo posible, siendo de obligado cumplimiento para la empresa el respeto a este derecho ya contemplado en el ET sin tener que acudir a la vía judicial para hacerlo valer. El mero hecho de tener menores a cargo o personas dependientes, ya ha de suponer una presunción de la necesidad de conciliar vida laboral con familiar y no se pueden anteponer los criterios empresariales a las necesidades vitales de niños, niñas y dependientes.

 

  1. Ayuda retributiva para la contratación de personal para aquellas familias en que todos los progenitores o tutores legales estén trabajando fuera del hogar. Cuando ni el teletrabajo ni la adaptación o reducción de jornada son posibles, bien por características laborales o bien por circunstancias económicas familiares justificadas, el Estado debe articular una ayuda para estas familias, dirigida a la contratación de una persona cuidadora de los menores o personas dependientes. Esta ayuda de carácter económico es distinta del IMV, ya que va destinada a aquellas familias que aun trabajando, no tienen solvencia suficiente para costear los gastos de un cuidador, pero quedan fuera de los requisitos para obtener aquella.