Alemania saca los colores a nuestra Ley de Igualdad

Autor: LAURA DEL POZO

Que España siempre ha mirado con cierta envidia a Alemania no es nada nuevo, generaciones de españolitos emigraron al país germano en busca de una vida mejor y es en su espejo en el que nos gustaría mirarnos en cuando hablamos de política social y laboral. Pues bien, ahora las familias españolas tendrán otro motivo más para espiar con anhelo a nuestro socio de la Unión. Mientras en España tener un hijo supone un esfuerzo añadido a la economía familiar y un riesgo laboral para la madre, en Alemania el pasado 1 de enero, entró en vigor una ley por la que aquellos padres que reduzcan su jornada laboral para cuidar de los recién nacidos recibirán una ayuda equivalente al 67% de su salario durante doce meses. Además, si el otro progenitor toma otros dos meses de baja, el beneficio se amplía a los 14 meses. En total, la familia podrá percibir unos 25.200 euros al año. ¿Y todo esto para qué? Pues para animar a las parejas trabajadoras a tener más hijos.
En cambio en España, según el Instituto de Política Familiar (IPF), las ayudas a las familias siguen siendo meramente simbólicas, situándonos a la cola de Europa. Todavía quedan muchas promesas por cumplir y el nuevo permiso de paternidad parece insuficiente, sobre todo cuando se compara con las medidas tomadas en otros países. Eva Holgado, presidenta de la Federación Española de Familias Numerosas –en declaraciones a la Gaceta de los Negocios, Civilización, 3 de enero de 2007)– considera que “este permiso de maternidad puede considerarse un ejemplo de auténtica política familiar. En nuestro país tenemos que conformarnos con iniciativas tímidas, como el nuevo permiso de paternidad recogido en la Ley de Igualdad, que si bien es positivo, se queda en algo simbólico desde el punto de vista del apoyo a la familia”. La entidad, a la vista de iniciativas como la alemana, piensa que el estado debe empezar a considerar medidas que realmente permitan a las familias decidir libremente el número de hijos, sin que este quede condicionado por motivos laborales.

Enganchados a los libros

Fomentar la lectura entre la población infantil es cosa
de los padres, así que a continuación os damos cuenta
de algunas ideas para inculcar este hábito en las
familias. El portal Entre Padres (www.educared.net/entrepadres)
del programa EducaRed de Fundación Telefónica,
dedica un monográfico a este tema.

Autor: ZAIDA PÉREZ DE ARANDA

La lectura es sólo uno de los monográficos que el portal de EducaRed Entre Padres ofrece a los internautas. Y es que el año que acaba de terminar ha dado para muchos más temas: internet segura, la vuelta al cole, enseñar a comer o elegir juguetes han sido algunos de ellos. Y de cada uno los padres navegantes pueden encontrar un monográfico pinchando en la web www.educared. net/entrepadres/monograficos/ 05/temas.htm.

  LA LECTURA 
Lo cierto es que el reto paterno de estimular la curiosidad por los libros resulta cada vez más complicado en una sociedad en la que la televisión –cada vez más presente en los dormitorios de nuestros hijos– marca la pautas de conducta de unos menores que están más acostumbrados a leer sobre la pantalla que sobre el soporte tradicional del papel.
Las estadísticas corroboran el difícil momento en el que se encuentra el hábito de la lectura entre los menores: en 2005, sólo el 21´8% de los niños entre 6 y 11 años afirmaba leer todos o casi todos los días fuera de las obligaciones escolares. Si bien estas cifras son cuanto menos preocupantes, es en el sector de la población juvenil, de 12 a 17 años, donde el interés por la lectura se ve más amenazado.
Las especiales características de desarrollo y socialización de los adolescentes, así como la competencia feroz de los medios audiovisuales como forma de entretenimiento, alejan a los jóvenes de las bibliotecas y los acercan a los cibercafés.
Según el informe Barómetro 2005 sobre hábitos de lectura y compra de libros, encargado por la Federación de Gremios de Editores de España, el 43% de las personas de 14 y más años confiesa “no leer nunca o casi nunca”. ¿Qué indican estas cifras? A grandes rasgos, señalan que los adultos españoles no somos precisamente el mejor ejemplo para nuestros hijos en materia de promoción de la lectura.
Así, no debe extrañar que, según los últimos informes PISA, los alumnos españoles estén a la cola de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) en materia de comprensión lectora: el 21% de los estudiantes son incapaces de alcanzar el nivel básico en lectura (igual que ocurre en matemáticas).

  PAUTAS PARA LOS PADRES 
Sin lugar a dudas, difícilmente se sentirán atraídos nuestros hijos por la lectura si no disponen en su hogar del ejemplo de su propia familia. Es fundamental que los padres se esfuercen por encontrar, al término de su jornada laboral y en un ambiente familiar, un hueco de sosiego y reflexión para dedicar a la lectura.
La competencia del amplio abanico de entretenimientos domésticos que hoy en día están al alcance de los jóvenes dificulta la labor paterna de transmitir las bonanzas de la lectura. A menudo nos preguntamos: ¿qué puedo hacer para que mis hijos lean? Apuntad estas ideas:
1.No les obliguéis a leer: que sean ellos los que decidan cuándo, cuánto y dónde hacerlo.
2. Dejad que vuestra librería sea accesible para ellos: quitadle importancia a los libros y no les prohibáis leer “cosas de mayores” (es mejor explicarles por qué según qué libros no son adecuados para ellos).
3.Hacedles socios de una biblioteca y suscribidlos a revistas: el mero hecho de que llegue a casa un paquete a su nombre ya es un incentivo.
4.Visitad con ellos librerías y salones: las ferias y exposiciones pueden convertirse en un entretenimiento que acerque la literatura a tus hijos.
5. Adaptaos a sus gustos y compartid sus lecturas: regaladles libros sobre los temas que les interesan, instadles a que destinen su paga semanal a la compra de libros e incentivadles su poder de elección.
6. Acostumbraos a leer con ellos diariamente: leedles cuentos cada noche, divertíos juntos con la compañía de los libros.

  ANTES DE LOS SEIS AÑOS 
Una de las prácticas que es preciso desterrar es que el aprendizaje de la lectura se posponga hasta los seis años, edad en la que se inicia la escuela Primaria. No se ajusta a la realidad la idea de que los pequeños hayan de alcanzar cierto grado de madurez antes de entrar en contacto con los libros. Más bien al contrario: cuanto antes tengan un libro entre las manos, más rápido desarrollarán su intelecto. De hecho, si los niños se plantan ante una pantalla de televisión prácticamente desde la cuna, ¿por qué no enseñarles a leer desde sus primeros años de vida? Eso sí, a cada edad es recomendable leer unos libros determinados (más información en un solo clic: www.educared.net/entrepadres/ monograficos/02/reportaje3. htm)

MÁS MONOGRÁFICOS EN ENTRE PADRES
Internet es un nuevo mundo que ofrece oportunidades sin precedentes: para niños y jóvenes representa un nuevo espacio para comunicarse, buscar información, estudiar y jugar; pero es también un canal de transmisión de contenidos nocivos y refugio de acosadores. Por eso, desde el portal Entre Padres de EducaRed se ofrecen algunas pistas a los padres para que aprendan a afrontar la dicotomía de la red (www.educared.net/entrepadres/ monograficos/01/reportaje. htm).

Pero desde este sitio web también se trata otro tema de interés para los padres: elegir los juguetes. Y es que los juguetes son los primeros recursos pedagógicos con los que entran en contacto los niños. La percepción del juguete como una herramienta de carácter exclusivamente lúdica es una visión que es preciso desterrar. Lo cierto es que no está de más aprovechar el componente educativo del juego para introducirles en las etapas iniciales del aprendizaje escolar y, a medio plazo, inducirles a descubrir progresivamente cómo desenvolverse en el mundo exterior (www.educared. net/entrepadres/monograficos/ 05/reportaje.htm).

TV en el cuarto=cates

En la eterna disputa sobre los beneficios y peligros de las nuevas tecnologías en nues-tros hijos, pocas veces se dispone de datos que avalen unas tesis u otras. PADRES les ofrece en exclusiva un análisis de la influencia sobre el rendimiento escolar de algunos de los cacharros más habituales en las casas de los adolescentes, utilizando para ello la información facilitada por el programa PISA, un informe que permite medir el rendimiento escolar de los adolescentes en «puntos PISA» (la media es de 500) y calibrar la influencia de los distintos factores en los resultados.

Autor: José M. Lacasa

PISA son las siglas de un programa de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) que pretende medir el rendimiento de los sistemas educativos de todos los países desarrollados, además de ofrecer datos para analizar las posibles causas –de todo tipo– de los altos o bajos rendimientos de los alumnos.

El programa PISA examina cada tres años a miles de alumnos de 15 años de todo el mundo, y presenta sus conclusiones en un famoso informe –el último, en 2003– donde España siempre aparece en los últimos lugares de rendimiento. Sin embargo, PISA ofrece datos para hacer análisis más profundos o sobre temas tangenciales.
Por ejemplo, permite a cada país preguntar si sus alumnos poseen toda una serie de cacharritos –sean de carácter cultural, sean de puro entretenimiento– para averiguar cómo influyen en el rendimiento escolar. PADRES ha extraído los resultados de estos aparatos en algunos de los países de nuestro entorno.
Evidentemente, las nuevas tecnologías están en el punto de mira: unas parecen mejorar los resultados, otras empeorarlos. Sin embargo, el análisis permite afirmar que, curiosamente, la peor enemiga del rendimiento es una “vieja tecnología”: la televisión en el propio cuarto.


Televisión en el cuarto: sin duda, no hay peor enemigo de la escuela

No será por falta de avisos. Todos los que alguna vez han tratado temas de infancia/adolescencia y de rendimiento escolar han recomendado los mismo: ya sean educadores, médicos o responsables políticos, todos advierten que los electrodomésticos –ordenador, consola, televisión– deben situarse en las zonas comunes de la casa, nunca en el propio cuarto del menor.
Ahora PADRES les ofrece una evidencia empírica: el electrodoméstico más peligroso para el rendimiento escolar no es una “nueva tecnología”, sino un viejo enemigo, la televisión en el propio cuarto del menor.
Ya sea por la falta de sueño, por la distracción incontrolada que proporciona, o porque su nefasta programación “seque” el cerebro, el caso es que las diferencias de rendimiento entre los alumnos que poseen TV propia y los que sólo la tienen en el salón son enormes. .
De hecho, las diferencias brutas son escalofriantes (entre 30 y 40 puntos PISA de media, un abismo), pero como los alumnos de más bajo perfil socioeconómico son los que disponen con más frecuencia de TV propia, hay que “descontar” las ventajas de los alumnos de mayor nivel socioeconómico: aún así, las diferencias siguen siendo elevadísimas.
Un alumnos con TV en el cuarto pierde de media 23 puntos en matemáticas y 29 en lectura. Por sexos, mientras que las chicas pierden 20 puntos en matemáticas y 16 en lectura, los varones pierden 36 puntos en matemáticas y 35 en lectura. Un abismo que puede suponer, en muchos casos, el salto que separa la obtención del título de que su hijo engrose las abultadas filas del fracaso escolar.
Aunque el único país que ha preguntado por la “caja tonta” es Luxemburgo, en Austria preguntan por el DVD –lo que supone tener TV propia–, y los resultados siguen la misma tendencia, aunque lógicamente más moderada.


Vídeoconsola: el segundo enemigo del rendimiento

La vídeoconsola es uno de los electródomésticos que más influencia tiene en el rendimiento escolar de los quinceañeros. PISA pregunta por este juguetito en dos países, Irlanda y España, y en ambos países se obtienen resultados similares –por otra parte, nada sorprendentes.
Aunque no es nuevo el debate sobre las ventajas e inconvenientes de las consolas, lo que muestran los datos es que el hecho de que un quinceañero posea una vídeoconsola baja enormemente el rendimiento en lectura (18 “puntos PISA” en España y 21en Irlanda como media, una caída importante).

En el caso de las matemáticas se da un fenómeno curioso: mientras que las chicas apenas ven afectado su rendimiento, en los chicos la bajada de rendimiento es significativa: 14 puntos PISA en España y hasta 26 en Irlanda. Todo ello una vez eliminado la influencia socioeconómica.


Ordenador: pues depende de cómo se use…

La polémica sobre el uso del ordenador y el rendimiento escolar sigue viva, aunque algunos datos nos permiten entender algo de lo que está pasando. De hecho, PISA, en la edición 2003, preparó un cuadernillo específico sobre nuevas tecnologías, pero desdichadamente nuestros responsables educativos declinaron pasarlo a nuestros estudiantes.
Sin embargo, existen algunos estudios en otros países occidentales, como el de la Universidad de Munich o el elaborado por la propia OCDE. Sus conclusiones fundamentales son, entre otras, que la mayor o menor presencia de ordenadores en los centros no favorece el rendimiento escolar, y si los alumnos lo usan mucho puede llegar a ser contraproducente. O que la presencia de un ordenador en casa favorece ligeramente el rendimiento escolar, pero supone, sobre todo, una oportunidad: los alumnos que además de tener ordenador tienen un ambiente socioeconómico favorable aprovechan mejor las ventajas de la computadora que los que no lo tienen; los alumnos que utilizan el ordenador habitualmente para realizar tareas escolares o buscar información obtienen claramente mejores resultados.


Instrumento musical: una señal de estatus, no de mejor rendimiento

Aunque las diferencias brutas de rendimiento entre los alumnos que poseen un instrumento musical y los que no son en principio considerables, una vez que se elimina el efecto de los factores socioeconómicos, queda claro que su influencia positiva en el rendimiento educativo, tanto en lectura como en matemáticas, no sólo desaparece, sino que se vuelve ligeramente negativa. Tres son los países que han preguntado por la influencia de la posesión de un instrumento musical: Suiza, Escocia e Italia, y los tres tienen resultados similares (aunque en Suiza son considerablemente peores). Un instrumento musical puede quitar tiempo de estudio, pero seguro que compensa.


MP3: U2 puede empeorar las notas…

Evidentemente, el problema no es U2 –o cualquier otro tipo de música–, sino el tiempo que se le dedica. El caso es que tener un reproductor MP3 en Austria baja ligeramente el rendimiento escolar, aunque más en lectura que en matemáticas, y más a los chicos que a las chicas (por cierto, el menor impacto de cualquier cacharro en las chicas que en los chicos puede explicarse por el distinto desarrollo de ambos sexos a los 15 años: a esa edad, las chicas han madurado más y son menos influenciables). En la República Checa, sin embargo, la posesión de un discman reduce más acusadamente el rendimiento escolar. Claro que los checos están algo lejanos…


Música clásica: …pero Mozart no las mejora

En la zona flamenca de Bélgica –por cierto, la región que obtuvo los mejores resultados en PISA del mundo– no se les ocurrió mejor idea que preguntar a los alumnos sobre si tenían CD de música clásica. Los resultados parecían avalar que escuchar este tipo de música mejoraba el rendimiento. Sin embargo, un análisis más profundo permite afirmar que las ventajas de oír a Mozart se deben en realidad al ambiento socioeconómico, al estatus de la familia del alumno. Vamos, que si introduce a su hijo en el gusto por algunas de las joyas artísticas de la humanidad, seguro que le está haciendo un favor. Pero no le servirá para mejorar en el colegio.


Móvil: no hay manera de saberlo

No hay evidencia –al menos proporcionada por el informe PISA– de que la posesión del móvil descienda el rendimiento escolar. No es que no influya, es que no hay manera de saberlo: como el 95% de los alumnos de 15 años poseen teléfono móvil propio, si existe influencia en el rendimiento o no, no hay manera de saberlo, sencillamente porque no hay nada con qué compararlo. En el argot judicial, diríamos que este perpetuo compañero de nuestros adolescentes queda absuelto por falta de pruebas. Está probado que este cacharro es uno de que crean más distorsiones en un aula (de hecho, la Comunidad de Madrid acaba de prohibirlos), pero… hasta ahí podemos leer.

Hijos bajo la lupa

Contratar a un detective o investigador privado se está imponiendo como una peligrosa moda entre muchos padres para ejercer una vigilancia sobre sus hijos. Los resultados están casi garantizados, pero ¿resulta ético desde un punto de vista pedagógico? Y lo más importante, ¿resulta eficaz para el aprendizaje del hijo?

Autor: María del Carmen García

El detective espera bajo un ventilador de aspas con los pies encima de la mesa y una barba de cuatro días sobre la cara. Observa las leves manchas de su gabardina cuando de repente suena el teléfono. Siguiendo esta trama, lo lógico sería esperar la llamada de una mujer desesperada o de un oscuro y anónimo interlocutor. Sin embargo, cada vez más agencias de investigación reciben peticiones de clientes con una orden concreta, la de vigilar a su propio vástago. A pesar de la discreción que siempre rodea a este tipo de ocupaciones, algunas agencias consultadas, como las madrileñas Agencia Cárdenas o Adip Detectives reconocen como habituales este tipo de servicios.
Método-3, una agencia de detectives con sede en Barcelona (aunque operan a nivel nacional) no es ajena a esta moda y también han hecho de forma habitual seguimientos a jóvenes por encargo directo de sus padres. Este tipo de actuaciones, reconoce el detective de la agencia catalana Francisco Marco, suelen venir de clientes que ya han contratado con anterioridad los servicios de alguno de los investigadores o criminólogos de Método-3 para servicios relacionados con la empresa privada, y que ahora utilizan sus servicios de forma particular para vigilar a sus hijos.

UNA FUERTE SOSPECHA

Por lo general, un padre justifica este tipo de encargos en una fuerte sospecha sobre su hijo, habitualmente relacionada con el absentismo escolar o con el consumo de drogas. Los padres –en ocasiones al contrario que los propios detectives– consideran estos motivos lo suficientemente graves como para recurrir a estos métodos de control. Dependiendo del motivo de la sospecha, el seguimiento por parte de estos profesionales se realiza durante los periodos lectivos en caso de absentismo o en el tiempo de ocio (fines de semana), donde el detective frecuenta los ambientes del chico para tratar de confirmar las sospechas de los padres. Estos seguimientos tienen una duración media de tres días, una vez pasados los cuales el detective entrega lo que en su argot se conoce como un “informe puro”, convenientemente acompañado de fotografías o vídeos.
Las consecuencias psicológicas que para el niño pueda tener esta reciente moda no pueden todavía ser teorizadas, si bien desde el gremio de pedagogos y educadores se apunta a que contratar a un detective para seguir a un joven no es sino un tremebundo ejemplo de irresponsabilidad parental que no puede sino empeorar, en algunos casos de manera definitiva, la relación entre la cabeza familiar y sus vástagos.
Paralelamente, muchas agencias de investigación comienzan a hacer su agosto al haber vislumbrado un nuevo filón en este seguimiento juvenil. Las tarifas por uno de estos seguimientos (recordemos que de tres días) oscilan entre los 400 y los 750 euros diarios, dependiendo de si se contacta con un detective por libre o con una agencia. Es un precio alto que muchos padres están dispuestos a pagar por una verdad tangible y absolutamente empírica acerca de su hijo.
Contrastando las opiniones de los profesionales de la pedagogía, que sólo recomendarían esta medida en caso de que la vida del joven corriera auténtico peligro contra la frivolidad de muchos padres que, alertados por el boca a boca, deciden emprender tan arriesgada empresa, es a todas luces el joven quien tiene todas las posibilidades de, al igual que una hormiga puesta bajo una lupa al sol, acabar ardiendo hasta carbonizar la confianza con sus progenitores. Elemental, querido padre.


MOTIVOS Y PROBLEMÁTICA DE LA VIGILANCIA

• Los padres tienen una fuerte sospecha sobre alguna conducta de sus hijos que no ven adecuada o, por motivos laborales, están habituados a utilizar los servicios de un detective privado.
• El gremio de pedagogos y educadores considera esta práctica como un tremebundo ejemplo de irresponsabilidad parental que puede terminar con la confianza y empeorar las relaciones familiares.

"La enseñanza es la fregona de las profesiones"

Su infancia transcurrió en Irlanda, como relató magistralmente en Las cenizas de Ángela, pero años después emigraría a Nueva York, donde impartió clases en institutos de enseñanza secundaria durante nada menos que treinta años. Es sincero al decir: «En lugar de enseñar me dedicaba a contar historias, cualquier cosa con tal de mantenerlos callados y sentados. Ellos pensaban que les estaba enseñando. Yo pensaba que les estaba enseñando. Pero estaba aprendiendo».

Autor: Marta Serrano

El autor de Lo es y Las cenizas de Ángela es padre y abuelo. Hijo de inmigrantes irlandeses, tras una infancia llena de penurias  trabajó en Nueva York tres décadas como profesor. Hoy vive entre Nueva York y Connecticut. En esta entrevista aporta su visión sobre cuáles son las claves para la integración de los alumnos de origen extranjero, que cada vez son más en nuestro sistema educativo.

P. ¿Qué dificultades cree que deben vencer en España  los alumnos de origen extranjero?
R. Normalmente cuando en Estados Unidos se habla de integración, se habla de blancos y negros, y no es lo mismo que en España, sobre todo si hablamos de alumnos de origen iberoamericano. En cualquier caso, siempre que uno se traslada de un país a otro hay que hablar de asimilación, de encajar… En mi caso fue encajar las vivencias de un país pobre como Irlanda, católico, etc.,  en otro como Estados Unidos, que es un país rico, y con las particularidades de vivir en Nueva York. Entonces tuve que aprender muchas cosas sobre la comida, también aprender a sobrevivir y saber moverme en el metro, los autobuses, etc. Y también aprendí una forma diferente de hablar. Todo era diferente. En España por lo menos, cuando un alumno llega desde Colombia o México conoce la lengua.

P. ¿Y si no se domina la lengua, ¿qué debe hacer un profesor para ‘encajar’ a esos alumnos?
R. Debe utilizar la música. Cualquier tipo de música, la que a él le guste y también los cuentos infantiles. Mira, yo tenía un amigo americano que quería aprender irlandés y le llevaba a las librerías con cuentos para niños en irlandés porque si los niños pequeños son capaces de aprender enseguida un idioma, ¿por qué no los mayores? Los cuentos, como la música, ayudan… en general todo tipo de enseñanza que se convierta en algo divertido sirve. También se puede utilizar la gramática, por supuesto, pero los chavales muestran más resistencia a la gramática formal, a las clases de Lengua, que les seducen menos. Es mejor tratar de disuadirles con otras cosas y que aprendan prácticamente sin darse cuenta.

P. Las revueltas francesas del año pasado y los movimientos juveniles de bandas urbanas que vivimos actualmente,  ¿podrían evitarse o cree que irán a más?
R. Los franceses han querido terminar con cualquier tipo de símbolos religiosos en las escuelas, pero en realidad no estamos hablando de símbolos… ¿O es una cuestión en contra de los musulmanes? Si fuera una cuestión de símbolos también se prohibía llevar una cruz católica colgada al cuello. Es decir, no veo cómo se puede impedir que la gente lleve puesto símbolos de su propia religión. Cuando yo daba clase en un instituto de Nueva York los chicos negros llevaban sombrero y los profesores querían que se los quitasen. Pero ellos decían que se los quitarían cuando los judíos se quitaran la quipa… La quipa es un símbolo religioso y el sombrero no. Creo que hoy ese debe ser un debate superado. Algo cultural. ¿Por qué hay que decir lo que se puede llevar y lo que no?

P. Según relata en El Profesor, su método pedagógico en las clases de creación literaria siempre ha consistido fundamentalmente en contar historias. ¿Es partidario de que el profesor sea una especie de autoridad en el aula o debe ganar a los alumnos a través de sus clases?
R. Cuando uno habla de disciplina suena a algo muy serio. Si nosotros empezamos la clase cantando, por ejemplo, una canción, es disciplina, pero no es algo desagradable.
Creo que se habla demasiado de disciplina en lugar de hablar de  lo agradable que es aprender y el proceso de aprendizaje para profesores y alumnos. No digo con esto que el aula se convierta en un teatro o en un  patio de juegos. Pero creo que sí se pueden utilizar elementos de las artes escénicas junto a otros más tradicionales.

P. ¿Hasta qué punto educa a su juicio la familia? ¿Y el colegio?
R. Es difícil separar un mundo de otro porque creo que los niños se miran mucho en el ejemplo de sus padres. Si los niños ven que sus padres leen, leerán. Y si ven a sus padres todo el día peleándose, se llevarán una idea equivocada del matrimonio. No se puede establecer ninguna ley. Todo eso va en el proceso de aprendizaje, en el proceso educativo.

P. ¿Qué es un proceso de aprendizaje? ¿Cómo lo definiría?
R .Creo que es algo que ante todo se tiene que disfrutar tanto por parte de los profesores como de los alumnos. Creo que hoy en día la mayor parte de las clases están muertas. No hay ninguna pasión, ningún sentimiento… Y a los profesores les da miedo jugar, es decir, tener una actitud más lúdica en las clases por miedo a que recaiga en ellos el peso de la burocracia. Se tienen que limitar a las normas, al programa, etc.

P.¿Qué necesita el profesorado hoy en día para recupera el estímulo y la ilusión por su profesión?
R. Hoy la enseñanza es la fregona de las profesiones pero a los profesores, fundamentalmente, les tiene que gustar lo que enseñan.


TEACHER MAN

Teacher man es el original de El profesor (Ed. Maeva, 2006), un libro con un trasfondo autobiográfico que tendrá próximamente una versión cinematográfica según ha afirmado el propio autor.

El apoyo escolar, más que un complemento

¿Cuántas veces te has entrevistado con el tutor de tu hijo? ¿Es suficiente? A veces no tenemos claro cómo y cuándo debemos dirigirnos al centro donde estudian nuestros hijos, pero es importante acudir cada cierto tiempo.

Autor: José María Lahoz García

 
En más de una ocasión he escuchado excusas como éstas de los padres de mis alumnos: “No hemos venido antes para no molestar. Como parecía que no había problemas, no queríamos hacerles perder tiempo. Ya sabemos que tienen mucho trabajo…”.
Lo cierto es que el contacto periódico con el centro educativo es algo fundamental para que tu hijo aproveche al máximo las oportunidades educativas que se le ofrecen, ya que: la educación de nuestros hijos es un trabajo conjunto que realizamos junto con sus profesores, por tanto es absurdo llevarlo a cabo sin la comunicación y coordinación necesarias; conocer el centro y hablar con los profesores nos permite disponer de más datos para valorarlo; además, es un medio de formación a nuestro alcance y, por si fuera poco, cada vez que hablamos con el tutor se produce una especie de motivación mutua que hace que, tanto nosotros como nuestros hijos y el mismo profesor, dediquemos más atención e interés a la tarea que nos ocupa. 
Es recomendable entrevistarse una vez por trimestre, preferiblemente unos días después de recibir las notas. A principio de curso, lo razonable sería acudir a mitad del trimestre. No obstante, si algún acontecimiento nos hiciera sospechar que nuestro hijo puede tener un problema, valdría la pena contactar por teléfono con el tutor y valorar con él si es conveniente vernos. De todas maneras, no abuses de este recurso. No hace falta entrevistarse con el tutor si puedes resolver el problema por teléfono. Tampoco hace falta que llames por teléfono si puedes resolver el problema con una nota, y no es necesario que escribas una nota si tu hijo puede resolver la cuestión por sí mismo.

ENTREVISTA

Vale la pena concertar la entrevista con tiempo para que el tutor tenga ocasión de prepararla convenientemente.
Además de los datos que ya tenemos, es útil, durante los días previos a la entrevista, observar en nuestro hijo detalles como el tiempo semanal que dedica a hacer sus deberes y a estudiar, la calidad de los trabajos escritos que realiza en casa, las dificultades que encuentra, el cumplimiento de sus tareas domésticas, qué hace en su tiempo libre y su estado de ánimo. El día anterior a la fecha fijada es prudente que los padres dediquéis algún tiempo a preparar la entrevista de manera conjunta y que toméis nota de los temas que queréis abordar, de las informaciones que queréis transmitir y de las preguntas que os interese hacer.
Es fundamental asistir a la entrevista, tanto si es un encuentro rutinario como si es una petición del centro, con el convencimiento de que asistimos a una reunión con un colaborador. Sólo si la entrevista tiene lugar en un ambiente de confianza podrá dar los frutos deseados.
Para contribuir al buen ambiente, es interesante comenzar hablando de los temas más satisfactorios para ambos y abordar más tarde los asuntos más desagradables o peliagudos. En cualquier caso hay que intentar que la entrevista discurra en un tono amable y respetuoso, aun cuando las informaciones que recibamos no sean tan halagüeñas como desearíamos.
Es aconsejable llevar escritos los temas que queremos tratar y no dar oportunidades al olvido.
Lo más importante es acabar la entrevista con algunos propósitos concretos y, si es posible, llevárselos anotados. Una vez en casa hemos de conseguir mantener vivos los propósitos y valorar su eficacia en la siguiente reunión.

Aprender cuatro idiomas de forma natural

Suiza, país de naturaleza desbordante y finanzas saneadas. Un cruce de caminos que habla cuatro idiomas (alemán, francés, italiano y romance) y en el que el sistema educativo fomenta el aprendizaje lingüístico desde las edades más tempranas. Te proponemos conocer las peculiaridades de un modelo envidiado en toda Europa.

Autor: Nayra Suárez Guimerá

Quién diría que en un país de siete millones de habitantes perdido en medio de Europa su población tendría el porcentaje más elevado del continente en cuanto a número de lenguas habladas.
La cercanía con otros países con lenguas maternas tan potentes y arraigadas en la historia de Europa ha hecho que el pequeño país helvético se haya unido a los grandes y les haya sacado partido, tanto que ha hecho de los idiomas alemán, francés e italiano lenguas oficiales. Y una más: el romance o reto-románico, como también se conoce, lengua de origen latino hablado en el cantón de los Grisones.
Hoy día, la distribución es la siguiente: alemán (en su variedad suiza) 63,9%, francés 19,5%, italiano 6,6%, romance 0,5%, otros 9,5%. Ante tal diversidad idiomática, la normativa en las escuelas es que los niños deben aprender una segunda lengua nacional desde que empiezan a ir al colegio, aparte de la que se hable en su cantón de origen.
En principio, las cuatro lenguas suizas tienen los mismos derechos, pero en la práctica las cosas no son así, de modo que los grupos pequeños tienen que esforzarse por conseguir influencia económica y política.
Y desde tan pequeños, ¿ya con dos idiomas? Pues sí, y más que les llegan a partir de los 12 años, cuando unen otra de las lenguas oficiales o el inglés –cada vez más demandado–. Al tercer año de instituto escogen la cuarta, por lo que antes de los 16 años ya trabajan y conocen cuatro idiomas (cinco en el caso de los que viven en territorio romance). Ante esto, Donart Tschuor, profesor de secundaria en la Skundar Schule Ilanz, en el cantón grisón, al este de Suiza, opina que los chicos “están tan acostumbrados a escuchar diferentes lenguas desde que son pequeños, cuando viajan de una parte de Suiza a otra, que no les parece extraño”. El profesor Tschuor considera un privilegio poder recibir una educación lingüística tan amplia y natural en el proceso de aprendizaje de los chavales. “No se siguen métodos concretos ni especiales, sino que se van añadiendo las diferentes lenguas gradualmente”.
La lucha en Suiza se centra más en potenciar la enseñanza de idiomas oficiales que no en la de otros como el inglés o el español, pues muchos consideran que las suyas son ya suficientemente importantes y que no se deben perder, sobre todo en el caso del romance, hablado por un sector tan escaso; razón por la cual algunas instituciones reciben subvenciones del estado.
En definitiva, Suiza es un país en cuyo modelo educacional vale la pena fijarse. Los chicos y chicas llegan a la universidad con unos conocimientos sólidos y un dominio de los idiomas que les brinda la posibilidad de aprender otras lenguas con mayor rapidez y sin apenas dificultades. z

El niño como inversión

Hace escasas semanas una madre perdió la custodia de sus dos hijos. Los niños salieron de un casting permanente y volvieron al colegio. Este es un reportaje sobre cómo una sociedad obsesionada con el espectáculo, la fama y el dinero rápido puede devorar infancias.

Autor: ANGEL PEÑA

Cuando el pequeño Macauly Caulkin creció se encontró con una soledad terrible, de alcohol y desvarío en plena adolescencia, mucho peor que la que sufría su personaje en la simpática Solo en casa. A éste lo olvidaron sus padres al irse de viaje, dejándole a merced de unos cacos ineptos y, a la postre, inofensivos, incluso cómicos. A Macauly no lo olvidó nadie, al contrario, su precoz fama le apuntó con miles de focos, y su cuenta corriente –a la que no podía acceder por su supuesta condición de niño– engordaba. Y se rompió. Como tantos otros juguetes. Las ambiciones equivocadas o, simplemente, la pura avaricia de padres y representantes recolectaron antes de tiempo su talento.
El fenómeno del niño prodigio explotado por quienes ven su formación como una apuesta inversora que requiere rápida amortización no es nuevo. Alejandro Navas, profesor de Sociología de la Universidad de Navarra, recuerda que el año pasado el mundo entero celebró el 250 aniversario de uno de los mejores ejemplos: Wolfgang Amadeus Mozart. En efecto, cuenta uno de los primeros biógrafos del músico que, a punto de cumplir los seis años, su padre "quiso compartir con el mundo el milagroso talento de su hijo". La familia viajó por las principales cortes de Europa exprimiendo la música del joven genio… que murió agotado a los 35 años.
Pero sí es cierto que el fenómeno se reproduce en nuestra época con lamentable frecuencia. Navas reconoce que "en nuestra sociedad, obsesionada con el espectáculo, y la fama y el dinero rápido que proporciona, muchas veces los padres ven una mina de oro en un niño bien dotado para una especialidad artística o deportiva".
Precisamente en el deporte –desnaturalizado hasta convertirlo en metáfora cumbre del darwinismo social televisado vía satélite– encuentra Navas uno de los paradigmas de esos niños diseñados para triunfar desde la cuna: Tiger Woods. Su entorno asegura con orgullo que el mejor golfista de todos los tiempos aprendió antes a golpear la bola que a andar. ¿Infancia perdida?

¿Y los que no llegan?

 Al menos Woods, podrá argumentar algún cínico, ha ganado a cambio unos cuantos millones de dólares. Pero, ¿y los que no llegan? El diario Marca dedicaba recientemente su contraportada al futbolista Bruno Pellegrini, el último fichaje del Santos de Brasil, el equipo en el que triunfó Pelé. Bruno tiene seis años. En sus declaraciones ya aparecen los tópicos de rigor: "Siempre soñé con jugar en el Santos".
Días después, El País contextualizaba otro caso similar, el del boliviano Diego Suárez, de 14 años, con el título genérico "Los niños están de moda". Tiene lógica: se compra barato –Suárez cobra 55 euros al mes, una fortuna para su familia: cinco hermanos y casi ningún ingreso– y, si prospera, se vende caro a Europa.
¿Quién le devolverá la inocencia a la mercancía si no cumple con las desorbitadas expectativas que ha creado? Muy triste, de acuerdo, pero sinceramente, ¿cuántos padres dirían hoy no a un jugoso contrato? Porque no es sólo el hambre lo que empuja a muchos padres. La familia de Tiger Woods o Arancha Sánchez Vicario no eran precisamente pobres.
Paradójicamente, apunta Alejandro Navas, ese salto al vacío del menor es aplaudido en un mundo que, por otro lado, impone en el sistema educativo un igualitarismo políticamente correcto que pretende eliminar las élites. Destacar en el espectáculo o el deporte –sinónimos ya, prácticamente– es el summum, sobre todo si el éxito va acompañado de dinero rápido y fama catódica, pero "si se destaca en ámbitos intelectuales la cuestión es más problemática, ya que ser bueno en Matemáticas o Literatura no está tan bien visto en las escuelas de hoy", afirma el profesor del departamento de Educación de la Universidad de Navarra Javier Tourón. La vida del cerebrito no es fácil.
En el trasfondo de esta contradicción hay un equívoco sobre el concepto de formación. Tourón pone el dedo en la llaga al recordar que el objetivo de la educación es "la felicidad y el pleno desarrollo personal de las condiciones intelectuales, sociales, físicas de cada educando". En este contexto, razona, el éxito o la fama no son en sí mismos objetivos educativos, sino circunstancias que pueden sobrevenir en la vida de cada uno y que habrá que saber encauzarlas educativamente.
Por eso, dice Tourón, "una educación para el desarrollo personal es correcta, una educación para el éxito es un mal enfoque; la vida es, en cualquier caso, un conjunto de éxitos y fracasos, por lo que será necesario prepararse para ambas circunstancias. Ambos también son pasajeros, por lo que han de ser tratados como impostores".


Cuando la presión viene de fuera: exigencia de estado

Los padres no son los únicos culpables de un aceleramiento artificial de las capacidades para diseñar el éxito desde la infancia.  En ocasiones, los estados consideran a los niños como bienes públicos que deben amortizar según convenga a la nación. En los países comunistas esta tendencia se convierte en norma. Con la caída del muro, China ha quedado como su gran exponente. Ayudado además por la tradición oriental de sometimiento a los mayores y culto al esfuerzo, los ciudadanos se modelan desde el jardín de infancia. Con la celebración de los Juegos Olímpicos de 2008 en Pekín, se multiplican los casos de deportistas fabricados ad hoc: el niño se dedica a la especialidad que los preceptores deciden que, por su morfología, puede producir mayores beneficios en forma de medallas, records… Y lo hace en cuerpo y alma, 24 horas al día. Se le roba así el sagrado derecho a jugar. Porque, aunque resulta igual de nefasto permitir que se forme según su antojo, el menor tiene derecho a su ámbito de libertad, en el que la imaginación va asimilando la realidad a un ritmo natural.

Pero la presión excesiva puede llegar por otro lado. A veces es la propia sociedad la que asfixia, a través del sistema educativo. Alejandro Navas apunta el caso japonés, donde el índice de suicidios entre estudiantes adquiere tintes trágicos. Al haber unos filtros tan drásticos, que determinan el mayor o menor éxito según los centros de formación de élite a los que se acceda, el niño se ve envuelto en una feroz carrera hacia la excelencia educativa. Y la familia no quiere que la pierdan: cuando detectan que no están en cabeza, llegan las clases complementarias, la presión… Y, a veces, el chasquido.


Mentes privilegiadas

El repudio del niño explotado para colmar ambiciones ajenas conlleva el peligro de saltar a otro extremo también nefasto. No somos todos iguales. Y no crecemos todos de la misma forma. “Los alumnos de alta capacidad son distintos de los demás en el modo de aprender y de hablar, de relacionarse, en sus intereses intelectuales y de otro tipo. Y ellos lo saben, y sus compañeros también”, explica Javier Tourón.

En este contexto, matiza, “nadie debe burlarse de la potencia intelectual de un colega, como tampoco ningún estudiante de alta capacidad debe mostrarse arrogante con los que son intelectualmente más modestos. La aceptación tiene que ser mutua”.

A partir de ahí, hay que tener siempre en cuenta que un niño de alta capacidad es, ante todo, un niño como otro cualquiera, aunque diverso en algunas dimensiones en las que destaca particularmente. Por lo demás, la vida de un alumno de alta capacidad tiene que ser normal. “Pueden tener rarezas y problemas ciertamente”, reconoce Tourón, “pero como todos los demás alumnos; lo que realmente se convierte en un problema es la falta de atención educativa adecuada a los mismos”.

Por eso habrá que evitar a toda costa someterlos a un sistema educativo que liga irremediablemente la edad con el curso escolar, aconseja Javier Tourón. Los alumnos de alta capacidad deben ser atendidos en función de ésta y de acuerdo con su velocidad de aprendizaje que normalmente difiere de la de sus compañeros de curso. “Imponer un límite de velocidad artificial a estos alumnos supone un daño grande para la maduración de sus capacidades y para el desarrollo de su talento”, concluye Tourón.