Se han detectado tres casos de leucemia en el CP "Juan Mena" de Palencia

Autor: Begoña LÓPEZ-ASIAIN MARTÍNEZ

Se han diagnosticado tres casos de leucemia entre los alumnos del centro público "Juan Mena" (Palencia), lo que ha alarmado a la comunidad educativa del lugar. Una de las razones que se han expuesto para explicar estos tres brotes de cáncer es la instalación de dos antenas de telefonía móvil cerca de la inmediaciones del centro. Los alumnos afectados son menores de diez años de 1º, 2º y 4º de primaria y todos responden positivamente a los tratamientos a los que está siendo sometidos.

El colegio denunció al Ayuntamiento de Palencia las antenas de telefonía para llevar a cabo su desinstalación y aseguró que tomaría las medidas pertinentes al respecto.

Por otra parte, tanto la Asociación de Vecinos como la Asociación de Padres de Alumnos afirman que tomarán también medidas para eliminar las antenas, sin descartar la posibilidad de que estos tres casos no sean más que una mera coincidencia y se hayan producido por causas diferentes.

La ley del más fuerte

Rabietas, burlas, insultos e incluso violencia física. Todas estas conductas se consideran actitudes agresivas. Arrebatos normales en la infancia pero que, a partir de los 2 años, deben ir desapareciendo.

Autor: Iván RODRÍGUEZ

Sábado por la mañana. Ana está de compras con su hijo en un supermercado. Al cruzar el pasillo de las gominolas, el pequeño le pide una bolsa. Su madre no accede a su petición y, ante la negativa, el niño comienza a gritar, a patalear, se tira al suelo e incluso lo golpea.

Esta historia con la que algunos padres se sentirán familiarizados, puede ser más o menos preocupante dependiendo de la edad que tenga el pequeño protagonista. Isabel Serrano Pintado, autora del libro El niño agresivo. Guía para padres y maestros, señala que este tipo de conductas son normales en la infancia y que el techo de estos comportamientos se sitúa en torno a los 2 años. A partir de esa edad, la actitud violenta suele moderarse. En concreto, hacia los 4 años empezarán a disminuir los impulsos destructivos y los intentos de humillar a los demás. Cuando los niños sumen un año más emplearán menos el negativismo, la rebelión o las acciones físicas de rechazo. Pero, ¿qué ocurre cuando el niño crece y no ha dejado en el camino estos hábitos? Según Serrano, podremos afirmar que un niño mayor es agresivo “cuando, entre otras, tiene la misma frecuencia de conductas coercitivas que el niño de 2 ó 3 años”.

¿NACE O SE HACE?

Las teorías de Freud o Lorenz que sostenían que la agresividad era un impulso innato de los seres humanos han sido marginadas por las corrientes actuales. Hoy en día se considera que los niños no nacen con este tipo de conductas violentas, sino que las aprenden. José Cardona Andújar, profesor de Educación de la UNED, señala que algunos de los factores que desencadenan este comportamiento son la inadecuada educación que se recibe en la familia (disciplina excesivamente dura o demasiado permisiva y falta de comunicación con los hijos), así como la falta de valores y principios morales persistentes en nuestra sociedad. Asimismo los problemas de convivencia y la influencia negativa de la televisión y los videojuegos también fomentan actitudes agresivas.

FRUSTRACIÓN

La conducta agresiva suele ser la respuesta de algunos menores ante una situación conflictiva. Mientras que existen niños que despliegan conductas de resignación, otros buscan ayuda y algunos se esfuerzan en superar los obstáculos a los que se enfrentan; también hay menores que responden agresivamente. Serrano también añade que los primeros perjudicados son los propios pequeños: “los niños agresivos no sólo hacen sufrir a sus padres, maestros y a otros niños, utilizando todos los medios posibles, sino que, en muchos casos, son niños frustrados que acaban dañándose a sí mismos, ya que provocan que los demás les rechacen”. Rabietas, burlas, insultos e incluso violencia física. Todas estas conductas se consideran actitudes agresivas. Arrebatos normales en la infancia pero que, a partir de los 2 años, deben ir desapareciendo.

VIVIR EN PAZ
El modo de afrontar este tipo de conductas agresivas debe gestarse tanto en los centros educativos como en el seno de las familias. El diálogo entre padres e hijos se torna fundamental a la hora de solucionar el conflicto. Daniel Tejada, pedagogo acostumbrado a trabajar con niños extremadamente conflictivos, asegura además que la imposición de normas de convivencia claras es la mejor vía para que el menor aprenda a solucionar conflictos de manera pacífica. Los padres deberán establecer asimismo un protocolo de actuación común con los educadores con el fin de homogeneizar estrategias. Según Isabel Serrano, la misión de ambos colectivos es “modelar comportamientos alternativos a la agresión”, así como “dejar claro qué conductas son permitidas en el centro o en casa y cuáles no”. Por último, destaca que “es contraproducente que yo le pegue a mi hijo para decirle que deje de pegar a su hermano, o que le dé un grito para conseguir que me obedezca”. El pequeño aprenderá estas conductas y, por tanto, reproducirá lo que vea.

MÁS INFORMACIÓN: UN ESTUDIO DE LA AUTORA DEL LIBRO EL NIÑO AGRESIVO. GUÍA PARA PADRES Y MAESTROS, PINCHANDO AQUÍ.

Un entrenador personal para aprender a comer bien

Una especie de «super nanny» dietética para enseñar pautas alimenticias correctas a toda la familia, es lo que propone un estudio publicado en la revista Archives of Pediatric and Adolescent Medicine.

Autor: Alejandra RODRÍGUEZ

Una de las claves que, en opinión de los especialistas, contribuiría a revertir la epidemia de obesidad que nos amenaza es recuperar los hábitos dietéticos saludables. Eso pasa por hacer partícipes a los más pequeños de las tareas de la compra, la selección de artículos y la confección de los menús planificándolos y, en la medida de lo posible, cocinándolos. También se ha propuesto recuperar la buena costumbre de hacer la mayor cantidad de comidas en familia, de apagar la televisión a la hora de sentarse a la mesa y de desayunar mejor.

Sin embargo, a la hora de la verdad, los adultos están faltos de conocimientos suficientes para llevar a la práctica todas estas teorías. No tienen la formación suficiente en materia de nutrición y dietética y tampoco recursos para introducir hábitos saludables debido a las jornadas laborales (demasiado prolongadas) y al ajetreo de la vida diaria (que obstaculiza un mínimo de planificación). Para ayudar a superar estas dificultades se están ensayando diversas soluciones y, si bien en la mayoría de los colegios ya se presta atención a este asunto para procurar que los pequeños aprendan a comer de manera sana, hay otras alternativas fuera de las aulas. Una de ellas es la que propone un estudio publicado en la revista Archives of Pediatric and Adolescent Medicine y no es ni más ni menos que poner un entrenador que enseñe todas estas pautas a la familia entera. Así, como Un entrenador personal para aprender a comer bien una especie de super nanny dietética, la persona en cuestión se dedicaría a enseñar a la familia a modificar sus estilos de vida en función de sus circunstancias particulares (número de miembros, horarios de estudios y trabajo, actividades extraordinarias, práctica de deporte y hobbies, gustos personales…).

En realidad, la figura del entrenador se está imponiendo en muchas esferas de la vida diaria. Así, son cada vez más las personas que hacen deporte con uno de estos profesionales. Los ejecutivos asisten a cursos en los que un entrenador psicológico les enseña a sobrellevar el estrés, a manejar situaciones difíciles y muchas psicoterapias se basan en acostumbrar a la mente a actuar y a pensar de manera equilibrada. Todas estas estrategias se complementan con instrucciones, consejos y pautas que se repiten y recuerdan convenientemente para ayudar a fijarlas en la memoria y que finalmente acaben adoptándose de manera automática, casi inconsciente. ¿Por qué no intentarlo a la hora de comer? El resultado parece esperanzador.

LA EXPERIENCIA

Un equipo de científicos franceses especializados en nutrición y hábitos de vida saludables diseñó un seguimiento en el que participaron algo más de un millar de chavales con sus respectivas familias. Este grupo fue dividido en tres colectivos. El primero actuó como control, de manera que siguió haciendo su vida de manera normal. El segundo recibió instrucciones precisas para tratar de disminuir la ingesta de grasas a menos del 35% de la energía diaria, así como para elevar el consumo de carbohidratos complejos (cereales integrales, legumbres, verduras…) a más de la mitad de los requerimientos energéticos cada día. El tercer grupo, además, fue entrenado para reducir la cantidad de azúcares de su dieta habitual.

A lo largo de los ocho meses que duró la intervención, todos los participantes tenían acceso a una página web en la que rellenaron cuestionarios sobre su dieta, actividad física, preparación de la comida y calidad de vida. Asimismo, los dos grupos que estaban siendo entrenados recibieron llamadas telefónicas en las que un dietista discutía con las familias acerca de sus hábitos alimenticios, sus preferencias culinarias y, en función de las respuestas, ofrecía consejos para mejorar en esta área. Al cabo de este tiempo, tanto los padres como los hijos habían alcanzado las metas que les habían propuesto los especialistas en lo referente a la calidad de su dieta. De hecho, los adultos habían conseguido bajar de peso y se encontraban en un umbral más sano. En cambio, los chavales no notaron este efecto beneficioso (muchos de ellos estaban obesos), lo que, en opinión de los expertos, indica la necesidad de orientar a los más pequeños en otras materias, además de sólo en la nutrición, como la actividad física, el deporte y otros trucos para quemar las calorías sobrantes. En cualquier caso, estos investigadores sostienen que la figura del entrenador personal induce transformaciones relativamente rápidas (siempre se ha dicho de que los hábitos de conducta son extremadamente difíciles de modificar) que, además, perduran en el tiempo, lo que multiplica enormemente sus beneficios a medio y largo plazo.

Qué hacer después de la ESO…

¿Qué opciones tiene nuestro hijo para seguir estudiando después de obtener el título de graduado en Educación Secundaria Obligatoria? Y en el caso que no haya aprobado, ¿qué salidas tiene? Actualmente, el sistema educativo español ofrece alternativas para ambos casos, pero muchas veces los padres no sabemos qué vía formativa es la que se adapta más a las preferencias y aptitudes de nuestros hijos.

Autor: Zaida PÉREZ DE ARANDA

El portal Entre Padres de EducaRed (www.educared.net/entrepadres) repasa este mes los distintos itinerarios educativos que pueden escoger nuestros hijos para encaminar su futuro profesional. Si nuestro hijo ha aprobado la ESO, la opción que más conocemos la mayoría de padres y que más demanda tiene es la de estudiar Bachillerato para, posteriormente, ir a la universidad: un 57,4% de los graduados españoles en Secundaria eligen esta vía para continuar sus estudios. El Bachillerato consta de dos cursos con distintas modalidades: Artes, Ciencias de la Naturaleza y de la Salud, Humanidades y Ciencias Sociales, y Tecnología. No obstante, a partir del próximo curso 2008-09, estas modalidades se verán reducidas a tres: Artes, Ciencia y Tecnología y Humanidades y Ciencias Sociales. Una vez obtenido el título de Bachillerato, éste permite a los jóvenes acceder a la universidad, previa prueba de acceso, a la Formación Profesional de Grado Superior, o a las enseñanzas deportivas o artísticas superiores, también mediante prueba de acceso.

Después de haber aprobado la ESO, otra alternativa para seguir los estudios son los Ciclos Formativos de Grado Medio, una opción minoritaria en España pero en auge en países como Reino Unido o Finlandia. A diferencia del Bachillerato, estos ciclos ofrecen formación para acceder a un campo profesional específico del mercado laboral. Una vez superado el ciclo y obtenido el título de técnico de una determinada profesión, los jóvenes pueden incorporarse directamente al mercado laboral, acceder a la FP de Grado Superior (previa prueba de acceso) o a cualquiera de las modalidades del Bachillerato.

Si nuestro hijo no ha superado la ESO, también tiene distintas opciones para seguir formándose. Si bien el 30% de los estudiantes españoles abandonan sus estudios antes de finalizar la Secundaria, muchos toman alguno de los itinerarios alternativos que ofrece el sistema educativo español. Por un lado, a partir de los 17 años se puede acceder a algún ciclo de FP de Grado Medio mediante una prueba de acceso específica. Por otro, a partir de los 16 años y hasta los 21 se pueden cursar los programas de Garantía Social, los cuales mejoran la formación general de los jóvenes y les capacitan para realizar distintos oficios entre las siguientes modalidades: iniciación profesional, formación-empleo, talleres profesionales o programas para alumnos con necesidades educativas especiales.

ALGUNOS CONSEJOS

Para guiar a nuestros hijos en su toma de decisión:
1. Interésate por las opciones que tienen tras acabar la ESO. Acompáñales a congresos de educación en los que se les informe.
2. Haz un esfuerzo por conocer sus intereses en materia de estudios. Debes saber qué se les da bien y qué no para ayudarles en la elección de su itinerario formativo.
3. No les presiones demasiado. Los libros no son siempre la mejor opción, depende de las aptitudes y actitudes del estudiante. La FP, los programas de Garantía Social o las escuelas taller también son opciones perfectamente válidas.

Para mantener su confianza una vez han escogido su camino:

1. Apóyales en su decisión, aunque no te satisfaga al 100%. Si son lo suficientemente maduros para tomar una determinación en contra de los consejos de sus mayores, merecen un margen de confianza.
2. Exígeles compromiso y responsabilidad. Procura que estén centrados, esfuérzate para convencerles de que esta decisión es realmente importante para ellos.
3. Infórmate sobre el itinerario escogido por tus hijos. Comprender la materia y conocer sus posibles salidas profesionales te ayudará a generar un clima de confianza con ellos.

SABÍAS QUE…
El portal Entre Padres ofrece este mes en su monográfico algunas curiosidades sobre las posibilidades al acabar la ESO:

• Más de 3 de cada 10 alumnos españoles abandonan los estudios después de terminar la Educación Secundaria Obligatoria (ESO).

• La Formación Profesional (FP), que durante muchos años ha sido considerada como una carrera estudiantil de segunda categoría en España, es hoy en día un camino cada vez más valorado por alumnos, padres y profesionales porque es una formación que responde a la demanda real de empleo.

• Francia y España han acordado unificar el título de Bachillerato en 2011. Los alumnos que obtengan el diploma tendrán el derecho a acceder directamente a la enseñanza superior francesa y española. Además, al menos dos disciplinas específicas serán impartidas en la lengua del otro país.

• Pese a que pocos países en el mundo han tenido el progreso educativo que ha tenido España en los últimos 20 ó 30 años, nuestros alumnos siguen estando por debajo de la media de la OCDE, según revela el recientemente publicado informe PISA 2006.

Desalojado un colegio en Cádiz por la rotura de productos químicos

Autor: Begoña LÓPEZ-ASIAIN MARTÍNEZ

El aula matinal del Colegio "Virgen del Carmen" de Setenil de las Bodegas (Cádiz) tuvo que ser evacuada por la rotura de unos frascos en el aula de Química que contenían productos tóxicos. En el momento del suceso, el edificio se encontraba vacío ya que los alumnos estaban en una función; sin embargo, el aula matinal del edificio adjunto en el que los niños desayunaban tuvo que ser desalojada.

Según fuentes del colegio, fue el cocinero del centro el que alertó de "un fuerte olor" a productos químicos y rápidamente se llevó a cabo el desalojo del centro. Así mismo, el Ayuntamiento de Setenil dio aviso al 112 para que se hiciese cargo del material, el cual se lo cedió a la Empresa de Gestión Ambiental (Egmasa), dependiente de la Junta de Andalucía.

Después de la retirada de los productos y de la ventilación del centro, los bomberos dieron luz verde para que fueran reanudadas las clases confirmando que "ya no existe riesgo para que los menores puedan regresar al mismo".

Chicos listos, caja tonta

¿Sabes más que un niño de Primaria? ¿Te atreves a contestar a la pregunta de cuántos huesos tiene el cuerpo humano? ¿Qué dos tipos de morfemas tienen las palabras? ¿Cuántos mililitros son 200 decalitros?

Autor: Ana María SERRANO

El hecho de que durante las emisiones del concurso conducido por Ramontxu los niños protagonistas llevaran el conocido “pinganillo” en el oído ha levantado sospechas entre telespectadores y críticos de televisión, llegando incluso a especularse sobre si el programa está “amañado”. Para David, de 16 años, Rubén, de 14, y Adrián, de 11, que no se han perdido un solo día el espacio, los cinco “cerebritos” de ¿Sabes más que un niños de Primaria?“saben demasiado”. Tampoco sus amigos se identifican con los ayudantes de los concursantes a los que califican de “empollones”, si bien reconocen que el concurso les gusta “porque a veces los adultos fallan las preguntas más tontas, que sé hasta yo”, señala Rubén, que se califica a sí mismo como “mal estudiante”.

Dicho pinganillo es muy necesario en TV, ya que por él se transmite información necesaria para la buena marcha del programa y da seguridad a los menores. De ahí a que “les soplen las respuestas” hay una diferencia difícil de demostrar. En cualquier caso, el programa busca el entretenimiento y, cómo no, las mayores cuotas de audiencia posibles, por lo que el hecho de que una respuesta se acierte o se falle no tiene un alcance mayor. ¿Sabes más que un niño de Primaria? ¿Te atreves a contestar a la pregunta de cuántos huesos tiene el cuerpo humano? ¿Qué dos tipos de morfemas tienen las palabras? ¿Cuántos mililitros son 200 decalitros?

La televisión a día de hoy es un negocio más y España no queda al margen del mercado internacional y las corrientes de opinión. No en vano, es una adaptación de Are you smarter than a fifth grader? (¿Eres tú más listo que un estudiante de quinto grado?), que fue el programa revelación de la temporada pasada en Estados Unidos. Se convirtió en el mejor debut de un programa en los últimos cinco años y cosechó para la Fox durante toda su emisión índices de audiencia similares a series ya consolidadas como CSIy House.

No obstante, los padres son quizá el sector más crítico y desconfiado con el programa. Manuel F. Montes, padre de dos gemelas que cursan 5º de Primaria, señala que “es obvio que está todo preparado”, pero añade que esto es así “como todo en televisión”. Luis Cava y Asunción Reina, también padres de niños de Primaria, critican que “los niños no tendrían que llevar “pin- ganillo” en el oído, porque eso nos hace pensar que les soplan las respuestas”. “Sería más honesto que los chicos se ajustaran más a un perfil real, como el de mis hijos, por ejemplo, y fallaran la mayor parte de las respuestas porque eso aún no lo han dado en clase o, simplemente, porque no se acuerdan”, añade.

EXPERTOS Y DOCENTES

Blanca Fontán, redactora de La Aventura del Saber, cree que este formato televisivo “se enfrenta al riesgo de trivializar los contenidos en aras de captar la atención de la audiencia. Por lograr una presentación más televisiva, se llega a caer en la banalización del conocimiento”. Por su parte, Francisco García, catedrático de la Universidad Complutense y experto en televisión educativa, y Gerardo Ojeda, director del Centro de Medios Audiovisuales de la UNED, consideran que la televisión educativa “sólo adquiere su relevancia a través de la interacción. Se hace necesario proponer actividades que interpreten el contexto de estos programas, que se sugieran otras fuentes para investigar sobre los contenidos planteados y se construyan instrumentos de evaluación acordes con estas iniciativas”.

Pilar García, del CP “Ciudad de Bajadoz”, en Madrid, y Sonia Fuentes, del “María Inmaculada” también de Madrid, explican que “como entretenimiento el programa está muy bien, pero la televisión no puede reemplazar la enseñanza presencial. Es decir, que la televisión educativa en un sentido amplio, independientemente de sus contenidos y formatos, necesidades y demandas, si no se encuentra apuntalada por la gestión educativa del docente, mediada por su interacción pedagógica, pierde gran parte de su potencial”.

FÍSICA Y QUÍMICA
El pasado 4 de febrero Antena 3 estrenó Física y Química. Tras toda la publicidad de la cadena para una serie que anunciaban como una historia contada por adultos que se relacionan con los menores, en teoría en tono realista, con un instituto como escenario, la realidad nos mostró a una profesora acostándose con uno de sus alumnos ya en el primer capítulo y el conflicto entre un padre y un hijo que comparten lugar de trabajo. ¡Y decían que era realista! Pues así, como una especie de versión española en el siglo XXI de Sensación de Vivir, la serie ha enganchado más a jóvenes que a mayores, que la consideran una serie más y ponen en duda los valores que se trasmiten, puesto que los ingredientes básicos de la exitosa receta no son otros que el puro entretenimiento basado en “bajas pasiones” sobre todo. Todo ello aderezado con cuestiones éticas, políticas, sociales, la violencia en las aulas y las maneras de atajarla, la desmotivación de los alumnos, la falta de interés por los estudios, las drogas, que no son otra cosa que el paraguas en el que los líos amorosos se desarrollan.

Se abre el plazo de solicitud de plazas escolares en Albacete

Autor: Begoña LÓPEZ-ASIAIN MARTÍNEZ

Se ha abierto el plazo de solicitud de colegios e institutos en Albacete tanto para niños de 3 años, que comienzan su etapa escolar, como para los adolescentes que pasen al instituto. La oferta educativa pasa por colegios bilingües, centros con aulas matinales, con servicio de comedor, programas de refuerzo e integración social, planes especiales de lectura y la posibilidad de informar en tiempo real y a través de internet de los avances de los alumnos.

Los padres tendrán que elegir entre los colegios e institutos más cercanos a su domicilio o a su centro de trabajo y tendrán que tener en cuenta dos puntos claves en su elección: el transporte que llevará a los alumnos y si disponen de servicio matinal de desayunos y comedor. Los colegios más solicitados son el "Príncipe Felipe", el "Diego de Velázquez", "Ana Soto" y "Cristóbal Valera", y los institutos más demandados son el IES "Ramón y Cajal", el "Andrés Vandelvira", "Los Olmos" y el "Diego de Siloé", que son los que ofertan más plazas. El plazo se cerrará el próximo 9 de marzo.

La tristeza me ha robado a mi padre

Cuando en una familia uno de los padres sufre una depresión, los hijos sufren y su maduración peligra ante las tentaciones de evasión, la falta de autoestima y el desconcierto. El cónyuge sano tiene que explicarles la situación e impedir que la tristeza inunde toda la casa.

Autor: Ángel PEÑA

Las comidas eran insoportables. Todos concentrados en el plato, callados. Sabíamos que cualquier cosa podría irritarle. Y después era casi peor. La sobremesa delante de la televisión, cuando se levantaba de la siesta, siempre con la mirada vacía. A veces lloraba. Y era mi padre. ¡Mi padre llorando!” No quiere dar su nombre. Aunque hace años que su padre ha superado una terrible y larga depresión, los recuerdos son aún demasiado hirientes. E íntimos. “Cuando empezó yo tenía unos 12 años, me sentía mal, me costaba relacionarme con los demás en el colegio, me sentía una piltrafa, lleno de complejos”.

SIN DESCUIDAR A LOS HIJOS

La depresión es, para muchos, la gran epidemia del siglo XXI. Pero, ¿qué sucede cuando esa acumulación patológica de tristeza recae sobre quienes tienen que servir de anclaje a los más vulnerables, los niños? Desgraciadamente, el contexto de una familia, el cónyuge sano de un depresivo se encuentra ante la difícil tesitura de atender a éste sin descuidar a sus hijos.

Aunque la respuesta de los niños en estos casos es tan múltiple como el carácter y las circunstancias de cada uno, Mario Saura, psiquiatra y profesor de Medicina de la Universidad San Pablo CEU, establece dos grandes grupos: “si son pequeños, entre 5 y 7 años, se puede manifestar en que dejan de jugar con otros niños y en la pérdida de apetito; más tarde, en la adolescencia, es más complejo, también hay trastornos de la conducta alimentaria, pero ya del tipo de anorexia y bulimia, y además del descenso de actividad, sobre todo las extraescolares, hay un retraimiento afectivo, aunque también puede haber manifestaciones de carácter agresivo”.

Los chavales se aíslan en el colegio, empiezan mentir con más frecuencia de la habitual en casa, no les atrae el deporte ni el cine ni la lectura, surge la hipocondría –ven un cáncer en cualquier mancha en la piel–, su autoestima se resquebraja… Entonces llega la reacción, que puede llegar a ser desproporcionada. En algunos casos, la idea es huir, evadirse de lo que se percibe como un problema irresoluble: tienden a escabullirse de la vida familiar y buscan la evasión donde sea, incluidas las drogas o el consumismo excesivo. En otros, al contrario, manifiestan lo que Saura define como “conducta regresiva”: piden al progenitor sano una exagerada atención, como una demanda de mimos impropia de su edad, para compensar la carencia afectiva del otro.

EL CÓNYUGE SANO

En cualquier caso, estamos hablando de síntomas o efectos que no tienen que darse necesariamente, o al menos no en un grado tan problemático. José Benigno Freire, profesor de Psicología de la Personalidad de la Universidad de Navarra, aboga por el sentido común del cónyuge sano, que debe, ante todo, explicarles a los hijos que su padre o su madre tiene una enfermedad, “e igual que a otros se les nota porque les sale un grano, a él o ella se le nota en ese mal carácter que tiene ahora, que no es pereza ni tristeza ni culpa de nadie”. Esto último es muy importante: “debe saber que no es una carga insoportable, que si no fuera por la enfermedad del padre o la madre, su relación sería como la de cualquier otro hijo”.

Una información que debe administrarse con tiento y paciencia: no hay que intentar que lo comprendan todo de golpe. Porque, como matiza José Benigno Freire, lo más importante es una actitud de fondo: “No dejar que la tristeza inunde toda la casa”.

Mario Saura aconseja al cónyuge sano que haga lo posible para que los niños sientan que todo continúa como antes de que apareciera la depresión y explicarles que no pasa nada, que se trata de una mala racha. Sólo si aprecia algunos de los síntomas de los que hablábamos antes, convendría acudir a un médico de confianza. En cualquier caso, la clave de su relación con ellos debe ser el equilibrio: “Deben descartarse las posturas negativas, como los castigos, las riñas o los gritos, pero también la sobreprotección”, dice Saura.

LA POSIBILIDAD DE UNA PELIGROSA HERENCIA
Sin alarmismos, pero con responsabilidad, debemos plantearnos que los niños con familiares depresivos están más expuestos. Juan J. Carballo, psiquiatra de la Clínica Universitaria de Navarra, explica que “la depresión tiene un fuerte origen biológico, aunque la mayoría de niños y niñas cuyos padres presentan un trastorno depresivo no padecerá ningún problema psiquiátrico”. Y da una lista de síntomas:
• Menor interés o dificultad para divertirse en actividades que antes eran sus favoritas.
• Gran irritabilidad, ira u hostilidad que dificulta la convivencia en casa. Tristeza frecuente, llanto y sentimientos de desesperanza.
• Falta de energía o cansancio. Quejas frecuentes sobre problemas físicos sin causa médica.
• Aislamiento social o falta de comunicación. Baja autoestima o sensación de culpa por cosas malas que puedan pasar. Sensibilidad extrema al rechazo y poca resistencia ante los errores.
• Disminución del rendimiento escolar.

Una investigación publicada en The journal of the American Medical Association, pinchando aquí.

TIRANOS DEL HOGAR

El chantaje emocional entre padres e hijos es una práctica mucho más común de lo que a priori podría parecer: los expertos señalan que cualquier persona puede servirse de una estrategia de presión sentimental en un momento determinado y más o menos esporádico. Sin embargo, cuando esta práctica se convierte en costumbre, aunque sea de forma inconsciente, nos encontramos ante un problema grave que puede tener consecuencias nefastas tanto para adultos como para niños. Y, lo que es peor, esconder otros males.

Autor: José Antonio MÉNDEZ

Detesta el violín. No le gustaba de pequeña y sigue sin gustarle ahora. La única diferencia es que Ana, una joven de 17 años que cursa 2º de Bachillerato en Madrid, ya no tiene que asistir a las clases de Música que durante años le han ocupado dos tardes por semana. “Iba porque a mis padres les gustaba, y cuando yo decía que no quería ir, me pedían que lo hiciese por ellos, porque les hacía ilusión”, comenta. Hace un año que lo ha dejado, aunque ahora la presión paterna le llega por la elección de su futura carrera. María y Carlos viven una realidad diferente. Su hija María José, de 14 años, ha logrado imponer su horario de llegada, consigue cualquier capricho que se le antoje y sólo obtienen un “la culpa es tuya, que me presionas”, cuando le piden explicaciones por sus malas notas. Ambos son casos típicos de chantaje emocional entre padres e hijos, una realidad que, según los expertos, es mucho más frecuente de lo que podríamos pensar.

SENTIMIENTO DE CULPA

Aníbal Cuevas, orientador familiar, miembro del observatorio Family Watch y autor del libro Más allá del sí, te quiero, asegura que este tipo de presión emocional “es desgraciadamente común. Hay muchísimos padres que tienen un altísimo sentimiento de culpa por no poder estar más tiempo con sus hijos. Esto les lleva, erróneamente, a suplir la falta de tiempo con cosas materiales y cesiones. Los hijos se dan cuenta y aprenden, de manera inconsciente, a chantajear a sus padres cuando quieren algo. La falta de tiempo obliga a éstos a ceder antes que a pararse a solucionar el problema. De esta forma, los niños se van convirtiendo en pequeños tiranos que aprenderán a repetir esos esquemas en su vida social”.

Eso sí, para infligir esta coacción afectiva no hace falta tener la mente retorcida de Joseph Goebbels, ni tampoco es necesario ser un pusilánime para sufrirla. El psicólogo escolar Jesús Ramírez afirma que “aunque puede tener un cierto componente de dureza emocional (tendencia al psicoticismo), cualquier persona puede ejercer (y de hecho ejerce) este tipo de presión. Los padres suelen imponer su autoridad mediante castigos o sanciones, lo que, por sí mismo, no supone ningún chantaje. La cosa cambia cuando esas sanciones se basan en amenazas de castigos inciertos (‘prepárate, que te vas a enterar’, ‘como hagas esto, atente a las consecuencias’), en la culpa de problemas propios (‘como me dé un infarto, vas a ser el/la culpable’) o en castigos infinitos (‘vas a ir al infierno’)”. Cuando son los hijos los que extorsionan a sus padres, el resultado “no cambia demasiado: ‘Si me tocas, te denuncio’, ‘como me castigues, me voy de casa’ o ‘saco malas notas porque no me dejas hacer nada’. Entre los más pequeños, también se da mucho eso de ‘a fulanito le dejan sus padres’”, afirma el psicólogo. Si usted se ha reconocido en alguna de estas máximas –o en otras del estilo “tú no sabes lo que me cuesta llevarte al colegio”, “eso me lo dices porque no me quieres”, “si no haces esto no eres buena madre”–, si se reconoce, decimos, no se alarme en exceso. Ramírez recuerda que “es raro que en un momento dado no se recurra a este tipo de expresiones. Sin embargo, cuando es algo frecuente en una relación, lo normal es que quien ejerce la presión padezca alguna merma afectiva o que, contrariamente a lo que se piensa, se trate de una persona débil, incapaz de afrontar las situaciones normales de convivencia”.

HAY SALIDA

A pesar de los riesgos que entraña padecer este tipo de presión emocional, no se trata de una situación irreversible. Como recuerda Aníbal Cuevas, “en esto, como en todo lo relacionado con la familia, hay que tirar por elevación y pensar que lo mejor es posible. Lo característico de la familia es el amor, darse a los otros sin pensar en uno mismo. Esa manera de actuar y pensar llena a las personas y les hace felices. Hay que preocuparse más por qué puedo yo hacer para ser mejor, cómo puedo ayudar a mis hijos a ser mejores (a ser mejores, no a tener cosas mejores), cómo puedo hacerles felices. Cuando se piensa así, las cosas se simplifican, se tiene una autoestima mayor y, por tanto, estamos vacunados frente a la manipulación y el chantaje”.

CÓMO RECONOCERLO
El psicólogo Jesús Ramírez define el chantaje emocional como “el hecho de obtener un beneficio a costa del sufrimiento no físico de los demás, mediante amenazas, culpas, etc.” Este tipo de extorsión conlleva unas prácticas de las que “cualquier persona normal puede hacer uso en alguna situación que le ‘venga un poco grande’”, dice Ramírez. Lo anómalo, sin embargo, es que estas coacciones se repitan de manera habitual. He aquí algunas pistas para detectar si su hijo le chantajea emocionalmente o si su pareja (o usted mismo) pueden llegar a ser chantajistas emocionales:
• Cuando se realizan amenazas de fuertes castigos con efectos desconocidos: “prepárate, que te vas a enterar”; “como no hagas esto, atente a las consecuencias”.
• Cesiones materiales para compensar la falta de tiempo juntos.
• Cuando se proyectan los deseos paternos sobre la vida de los hijos, y se imponen con razones sentimentales: “me hace tanta ilusión…”
• Cuando se compara una situación con otra similar, pero distinta: “a mis amigos les dejan”; “si trabajases en lo mismo que el padre de fulanito…”
• Cuando existe una situación personal que puede derivar en baja autoestima, se es más propenso a ser chantajeado o, incluso, a caer en una especie de “autochantaje” para compensar ante los hijos una supuesta carencia: si se está pasando por una mala racha económica, una enfermedad, falta de trabajo, etc., es más fácil caer en la presión y/o en la cesión excesivas.


CÓMO REACCIONAR
1. “Analizar si yo mismo lo hago, con qué frecuencia y por qué motivo. Sólo así podré controlarme y procurar que no vuelva a ocurrir”, propone Jesús Ramírez.

2. Si cedemos voluntariamente para compensar la falta de tiempo entre padres e hijos, “hemos de asumir que dejándonos chantajear estamos haciendo un gran mal a los hijos y les damos un mensaje antieducativo y perverso, que es que puedes conseguir lo que quieras de las personas que te quieren presionando”, afirma el orientador familiar Aníbal Cuevas.

3. Si no se ha sabido medir los castigos impuestos, es mejor cambiar el modelo, es decir, hay que premiar las buenas conductas en lugar de castigar por las malas. Por ejemplo, “cuando termines de estudiar, puedes ver la tele”, es un premio. “Si no estudias, no ves la tele”, es un castigo.

4. Con respuestas firmes ante chantajes directos: “hasta que no me lo pidas con educación no voy a hacerte caso”; “hay cosas que podemos negociar, pero otras son innegociables”….

5. Hacer caer en la cuenta del planteamiento erróneo del chantaje: “si sabes que lo que pides no es justo, ¿por qué insistes?”; “para exigir, tú también tienes que dar”…

6. Si se observa que la pareja suele presionar emocionalmente a los hijos, con frecuencia excesiva o con un daño emocional que pueda ser grave, conviene dialogar con ella, “explicándole que a mí también me pasa, pero que he decidido cambiar mi estrategia, ya sea por un castigo real o por premiar las conductas contrarias, e invitarle a que haga lo mismo. Si nos controlamos el uno al otro, conseguiremos que deje de ocurrir”, propone Jesús Ramírez. 

CONDUCTAS PARA PREVENIRLO
1. Fijar unas normas de conducta nítidas, simples y que se puedan cumplir con facilidad. Hacer que los hijos las cumplan, y dar ejemplo respetándolas. Ser adulto no aporta inmunidad, sino responsabilidad frente a las reglas.

2. “Conviene tener claros una serie de objetivos educativos: ¿Qué quiero para mis hijos? ¿Qué considero más importante para ellos? Hemos de plantearnossi nuestra idea del éxito está basada en el tener (dinero, prestigio social, títulos académicos…) o en el ser (generoso, laborioso, sincero…). En la medida en que tenga más peso el ser, seremos más fuertes frente a los chantajes”, afirma Aníbal Cuevas, del Family Watch.

3. Evitar el abuso de expresiones coactivas, siempre que sea posible (“o haces esto, o te preparas”) y acostumbrarse a hablar con los hijos para encontrar puntos de acuerdo en las situaciones que sí sean negociables.

4. Saber adaptarse a la edad evolutiva de los hijos, sin tratar de acelerarla ni de retrasarla. Si todos sus amigos salen hasta una hora determinada y razonable, él no tiene por qué regresar antes, ni después. Una excesiva cautela es tan perniciosa como la falta de mesura.

5. “Aceptar y acatar el papel de padres. Los hijos tienen sus propios amigos, y nosotros no somos sus amigos, somos sus padres. Eso no quiere decir que seamos sus enemigos”, recuerda Jesús Ramírez. Dicho de otro modo, establecer los límites desde la disciplina y el afecto.

MÁS INFORMACIÓN: ACCEDE AQUÍ A LAS ENTREVISTAS COMPLETAS CON EL ORIENTADOR FAMILIAR ANÍBAL CUEVAS Y EL PSICÓLOGO ESCOLAR JESÚS RAMÍREZ.

Mochilas: 4 kilos más que hace 15 años

Si realmente el peso de la mochila escolar supone un problema grave para la salud de nuestros hijos, ¿por qué con el paso de los años y los cambios de currículo nadie aporta soluciones?

Autor: Marta SAHELICES

Un curso más la polémica referente al peso de las mochilas escolares asalta nuestros hogares, ya sea en forma de noticia (“Italia regula por ley el peso de las mochilas de los escolares”) o de charla afable con alguna madre a la salida del colegio. La información nos desborda y realmente no sabemos si nos enfrentamos a un problema nuevo o a un mal con el que convivimos desde hace años. Verdadero es que hace 15 años, cuando los niños estudiaban 7º de EGB (por poner un ejemplo) cursaban como mínimo dos asignaturas menos, las que ahora en 1º de ESO se denominan optativas, por lo que en la actualidad los pequeños trasladan en sus macutos dos libros más. Además, en los 90 la mayoría de colegios públicos y concertados no obligaban a los alumnos a usar el chándal del uniforme ni a cambiarse para las clases de Educación Física, por lo que tampoco debían transportar las prendas deportivas.

Salvando este tipo de diferencias sustanciales, habría que analizar otros factores culturales que provocan que los alumnos de la actual Secundaria carguen con más peso. Por ejemplo, el hecho de que los profesores hace años dictaran los ejercicios en los cuadernos antes de salir de clase ayudaba a no tener que cargar con los libros que ahora se denominan de ejercicios, una solución fomentada por las editoriales para dividir el peso en dos, pero que finalmente provoca que los chicos se lleven a casa ambos tomos, más el correspondiente cuaderno –no olvidemos que el de texto es indispensable para consultar–.

Aún así, los especialistas en traumatología pediátrica insisten en que la mochila convencional es el mejor modo para que los chavales transporten el peso, siempre que el tiempo de carga no supere los 15 minutos. José Ricardo Ebri, traumatólogo infantil que ha estudiado el peso que soportan casi 400 escolares entre 14 y 15 años, asegura que la carga media de los chicos es de 7,5 kilos, por lo que las patologías asociadas a las mochilas son infundadas. Por su parte, un estudio descriptivo realizado en el CEIP “Real Mentesa” de La Guardia (Jaén) asevera en sus conclusiones que el 68,9% de los niños supera en su mochila el 10% de su peso corporal, que es lo estimado como saludable.

Los datos no aclaran demasiado la cuestión, por lo que quizás la solución no pase por las mochilas de ruedas (recientemente denostadas por los traumatólogos por su peligro para las muñecas infantiles), o por las taquillas en los centros, sino por regular de forma estatal el peso de las mochilas, como harán nuestros homólogos europeos. Así el debate de una vez se cerraría y nuestros pequeños, en cualquier caso y frente a cualquier currículo, estarían protegidos ante el peso del saber, que en este caso sí que ocupa lugar.

PESO MEDIO EN KILOS HACE 15 AÑOS Y AHORA
7º EGB 1º ESO
Libros de texto (sin contar gimnasia, que no tenía libro de texto): 715 g x 7= 5,005 kg + cuadernos (contando con que se utilizaran para varias asignaturas): 60 g x 4= 240 kg + estuche: 500 g + estuche de compás: 200 g

TOTAL: 5,945 kg

Libros de texto (nueve asignaturas obligatorias y dos optativas): 715 gr x 11=7,865 kg + libros de ejercicios: 200 gr x 2= 400 g + cuadernos: 60 gr x 11= 660 g + estuche: 500 g + estuche de compás: 200 g + chándal: 550 g
TOTAL: 10,175 kg

* Este cálculo es estimativo y en ningún caso puede considerarse como un dato científico del peso de las mochilas. Los libros dependiendo de las editoriales tienen pesos diferentes, al igual que los estuches y cuadernos.

LA MOCHILA ADECUADA
• Lo principal es que la mochila sea adecuada, anatómica, de tirantes anchos y acolchados. Tanto los tirantes de los hombros como el cinturón de enganche –si lo tiene– han de ser extensibles. Mejor con respaldo duro, con ejes laterales y con compartimientos desmontables.
• El peso de la mochila no deberá superar el 10% del peso corporal del chico.
• El tamaño no ha de superar el del torso del niño.
•Hay que evitar que el chico cargue peso innecesariamente, debe ser aplicado a la hora de organizar sus libros según el horario escolar para que no tenga que llevárselos todos cada día.
• Los objetos pesados deberán colocarse de forma vertical, al fondo de la mochila y pegados a la espalda.
• Muy importante: los chicos deberán llevar siempre la mochila sobre los dos hombros, ya que por muy buena que sea, si transportan el peso sobre un hombro solo pueden provocarse lesiones permanentes en la espalda.
• Si la mochila es de ruedas, los pequeños deberán empujarla hacia adelante, nunca tirar de ella.
 
MÁS INFORMACIÓN: ACCEDE AQUÍ AL PROYECTO DE LEY ITALIANO SOBRE EL PESO DE LAS MOCHILAS Y A UN ESTUDIO SOBRE EL USO DE LA MOCHILA ESCOLAR.