Escuela de Padres 3.0. – Educar en la igualdad

La Educación en la igualdad también está en nuestra propia casa siendo modelos de referencia e impartiendo una Educación en el feminismo desde la infancia.

Por Elisa Sal 

Las mujeres llevamos más de un siglo luchando por defender nuestros derechos y la igualdad entre hombres y mujeres. Al contrario de lo que muchos creen, la lucha por la igualdad no es sólo en beneficio de las mujeres, sino en beneficio de todos, porque con la igualdad ganamos todos, la sociedad entera gana. La Educación en la igualdad también está en nuestra propia casa siendo modelos de referencia e impartiendo una Educación en el feminismo desde la infancia.

Y con hijos quiero decir, niñas y niños, no sólo se trata de educar a las niñas para que aprendan a defender sus derechos y su lugar en la sociedad, sino también a los niños varones para que crezcan respetando esos derechos y los defiendan igualmente porque será en beneficio suyo también.

Hay que ir eliminando los estereotipos de género liberando a las niñas de las etiquetas sobre que tienen que ser dóciles y complacientes, que tienen que portarse como “señoritas”, vestirse de color rosa, estar siempre bellas y perfectas, jugar con muñecas o a las casitas… pero también debemos liberar a los niños de la condición de tener que ser chicos fuertes y valientes, de tener que esconder sus emociones y sentimientos.

Hay que hablar de sexo y sexualidad desde edades tempranas, por supuesto, adecuando el lenguaje y la información que les damos a su comprensión de las cosas según su edad, pero tienen que aprender desde pequeños a amar su cuerpo, a conocerlo y a defenderlo porque es suyo y ellos marcan los limites. Que aprendan que decir “no” cuando “no” les parece lo correcto es motivo de orgullo. Hay que enseñarles que de la misma manera que esto se aplica para su vida y su cuerpo, se aplica para el de los demás.

Tienen que sentir que son personas completas, que no les falta ninguna mitad para evitar que luego sientan esa sensación de dependencia o de sensación de pérdida constante que luego generen situaciones de control y celos. Los padres y madres podemos fomentar todo esto dando ejemplo manteniendo con nuestra pareja una relación sana afectivamente, basada en el respeto y la independencia de cada cual, llegando a acuerdos de forma pacífica y, sobre todo, sin ningún tipo de violencia de género.

Tenemos que vigilar el lenguaje que utilizamos en casa, por ejemplo, erradicando frases que tienen como objetivo demostrar que alguien “ayuda en casa”. Tenemos que ser ejemplo de corresponsabilidad en el hogar, porque las tareas del hogar y de cuidado de los hijos son comunes, son cosa de dos. Y esto es general para todas las tareas que se hagan en casa o respecto a la familia, es decir, tenemos que demostrar a nuestros hijos que papá puede planchar la ropa y mamá puede hacer un agujero en la pared con el taladro, lo mismo que hacer que los hijos sean también partícipes y capaces de hacer sus propias tareas en el hogar, fomentando así el trabajo en equipo sin adjudicar tareas según género.

Dotarles de referentes de mujeres que han sido fuertes y capaces. Para ese cometido nos puede servir de ayuda la lectura y la cantidad de libros sobre grandes mujeres que han cambiado la historia que se han publicado con mucho éxito en los últimos años, libros que deberían de leer también los niños para que crezcan con los mismos referentes, sabiendo desde pequeños “que las chicas también pueden”.

Métodos innovadores: Juegos de rolen el aula

Los juegos de rol no solo se practican en el tiempo libre. Muchos profesores los utilizan ya en sus clases como elemento dinamizador que permiten ejemplificar los contenidos.

 

Terry Gragera

Hace muchos años, bastante antes de la fiebre del Pokemon Go, Óscar Recio Coll descubrió el “síndrome Pokemon”. “¿Cómo era posible que un alumno no supiera las tablas de multiplicar, una lista de vocabulario o un contenido concreto y sí se supiera listas enteras de Pokemon con sus evoluciones, poderes y características? Por motivación, por interés en ese tema en concreto”, explica este profesor de Inglés y tutor de aula multinivel. “Hice una prueba cambiando enunciados de ejercicios por esos mismos ambientados y adaptados en el mundo de los Pokemon y hubo un cambio significativo en la atención, lectura y desarrollo… ¡y los contenidos eran los mismos!”, recuerda.

A partir de ahí sus clases cambiaron y lleva ya 15 años utilizando los juegos de rol en el aula. Muchos otros profesores lo hacen también.

¿Qué aportan?

Los juegos de rol no son un simple entretenimiento. En el aula son un recurso pedagógico completo que conlleva interesantes aportaciones al alumnado. “Principalmente se integran en el nivel social, empático, gestión del error, desarrollo de estrategias cooperativas, planificación de acciones, revisión de información, además de desarrollo y mejora de las habilidades lingüísticas, de cálculo matemático, descubrimiento de personajes históricos, de libros, de obras artísticas, cine, música…”, enumera el profesor. Además de esto, sus aportaciones son:

  • En lo académico: Casi todas las asignaturas son susceptibles de utilizar juegos de rol. “Los trasfondos y ambientaciones son tan variados que la diversidad de las mismas hace que puedan establecerse conexiones con multitud de áreas con diferentes niveles de profundidad y complejidad”, explica Óscar Recio. Sin embargo, las materias más favorecidas por los juegos de rol son las de las áreas lingüísticas “ya que, a nivel formal, las situaciones de simulación de personajes son parte intrínseca del aprendizaje de una lengua”, concreta el profesor. “En otras áreas se puede aprovechar el arco narrativo en el que se desarrolla el juego para, directa o indirectamente, conectarlo con los contenidos curriculares o utilizarlo para dinamizar la presentación, investigación, estudio o evaluación de los mismos”, añade.
  • En lo grupal: Los juegos de rol “sobre todo fomentan la cohesión grupal, conseguir objetivos comunes, aceptación de capacidades individuales y grupales…”, subraya el experto.
  • En lo individual: ¿Cómo reaccionan los alumnos cuando se les propone el juego de rol? “Suelen hacerlo de manera positiva, incluso en muchas ocasiones tras una reticencia inicial. Obviamente no es la panacea; no sirve en todos los grupos ni en el total del alumnado, pero podríamos decir que es una estrategia metodológica que promueve la participación y el aprendizaje de una manera en la que el alumno participa de una experiencia inmersiva y creativa que pone de manifiesto la capacidad de uso de conocimientos y destrezas de forma dinámica”.

El papel del profesor

“En buenas manos, los juegos de rol pueden dar un gran resultado”, declara el profesor. Lejos de lo que pudiera parecer, las materias donde se cuenta con este recurso precisan de mucho tiempo de preparación. “Un juego de rol requiere de mucha experiencia como jugador de rol, como director de juegos de rol y una gran versatilidad y agilidad de adaptación a las reacciones del alumnado. La planificación es esencial, la relación de contenidos es básica, hay que realizar adaptaciones para que sea ágil para los participantes… El papel del profesor es multitarea, hay que controlar también la disciplina del juego”.

 

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¿Cuál es la reacción de los padres?

¿Qué sucede cuando un profesor plantea la asignatura como un juego de rol? ¿Cómo lo toman los padres? “Como todas las personas ante lo desconocido, principalmente tienen inseguridades sobre si una herramienta como un juego puede ser efectiva para el aprendizaje… y es normal porque no parece algo formal u oficial. Al no ver el libro parece que no se trabaja, pero en mi caso tenemos sesiones ‘formales’ con ‘material tradicional’, pero cuando saco todo ese contenido ‘formal’ y lo trasplanto a un trasfondo de ambientación de un juego de rol se pone en marcha todo lo que un alumno puede hacer”, argumenta Óscar Recio Coll.

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Relación familia-escuela: El respeto perdido al profesor

Padres que exigen en vez de dialogar. Otros que pasan directamente al insulto e incluso la agresión física. Azuzando el fuego, factores como la deriva en el trato entre adultos o las dudas que genera el cambio pedagógico. ¿Han perdido las familias el respeto al profesor?

 

Por Rodrigo Santodomingo

 

A la luz del conflicto, emerge un mantra: antes, la palabra del profesor iba a misa; ahora, los padres juntan filas con su hijo. Quizá sea una visión exagerada y parcial. En blanco y negro. Sin los matices de la complejidad educativa. O puede que ese cambio de tornas simbolice otra sentencia aun más contundente: demasiados progenitores están perdiendo (o han perdido por completo) el respeto al docente.

“Está ocurriendo. Por eso algunas CCAA han aprobando normativas para proteger al profesor”, asegura Pedro José Caballero, presidente de Concapa, la organización de padres mayoritaria en la Concertada. Postura antagónica ofrece Leticia Cardenal, su homóloga en Ceapa, la voz principal de las familias en la Pública: “no es más que una versión malintencionada según la cual los padres son lo peor; la realidad en las aulas no se vive así”.

Hace tiempo que el sindicato ANPE insiste en denunciar el trato degradante que, en su opinión, se dispensa al docente. Crisálida Rodríguez Serna, coordinadora estatal del Defensor del Profesor (su servicio de escucha y asesoría) confirma el fenómeno a tenor de las llamadas que reciben. Y sostiene que muchos padres se han “autoproclamado inspectores y a la mínima denuncian o van a ver al docente para enfrentarse a él”.

Ex-maestra, escritora y experta en la relación familia/escuela, Eva Bach puntualiza que “hay gran cantidad de padres exquisitos en su relación con el profesorado”. Pero suscribe que otros tantos “se han subido al carro del insulto y la descalificación fácil”.

Crisis de autoridad

Existe quorum sobre la erosión que en el pedestal docente ha provocado el desprestigio global de la autoridad. “A partir del 68 -y en España sobre todo con la llegada de la democracia- el concepto pierde fuerza”, apunta Bach. Desde esa óptica social y avanzando un par de décadas, el presidente de Concapa observa “cómo últimamente se han ido perdiendo las buenas formas entre adultos; parece que hay de imponer nuestro punto de vista, nuestro pensamiento único”.

Individuos con su verdad por bandera y legitimados para la grosería por tantos referentes mediáticos. “Esos programas con esas personas tan fantásticas y maravillosas porque confunden asertividad con mala educación”, apunta la coordinadora del Defensor del Profesor. “Las relaciones de calidad”, añade, por su parte, la escritora catalana, “requieren calma y generosidad, y esto escasea. Por el contrario abundan el estrés y la crispación, saltamos a la primera, a menudo tenemos poca paciencia y menos empatía”.

Si nos ceñimos a la esfera escolar, Bach identifica como germen de discordia el mayor nivel de estudios entre las familias. “El profesor ya no es referente del saber, el haber ido a la universidad no es la excepción. Hay padres con un historial académico superior al suyo que le miran por encima del hombro», asegura. Devaluación del estatus docente que se refleja -y a su vez procede- de la caída en los requisitos para acceder a la profesión. “Las notas de corte, sobre todo desde los 80, han bajado mucho. Alguna madre me ha llegado a decir que se conformaría con que su hija sirviese ‘al menos para maestra’”.

 

El profesor ya no es referente del saber, el haber ido a la universidad no es la excepción.

 

Todos fuimos alumnos

Despojado de ese blindaje de antaño, el docente actual ha de forjarse su propia autoridad día a día. Hablamos aquí de un respeto (o ausencia de) menos explícito. Uno que anida en las conciencias paternas y que trasciende -mientras explica- el choque verbal e incluso físico en los contactos con el profesor. “El respeto viene dado con el cargo, aunque es cierto que, con el avance del curso, por distintas circunstancias, se puede ir perdiendo. Esa palabra que tenía el profesor y que pensábamos que siempre era la más acertada, la más sabia… empiezas a cuestionarla”, admite la presidenta de Ceapa.

Una evidencia sustenta el juicio al profesor: todo padre y madre alberga ideas propias sobre cómo se debe enseñar. Opiniones en buena medida basadas en su experiencia como alumno y que algunos tratan de imponer. “Hay quien piensa que con sus recuerdos y cuatro cosas mal buscadas en internet ya es experto en Educación. Opinar alegremente demuestra una ignorancia atrevida”, dice Rodríguez Serna. Cuando el centro plantea una apuesta pedagógica alejada de la tradición, entra además en juego el factor generacional. “El enfoque por competencias, el aprender haciendo… son metodologías y estilos de enseñanza-aprendizaje muy incomprendidos por las familias”, explica la coordinadora del Defensor del Profesor.

En ocasiones, el pasado remueve a los padres y despierta emociones que engendran un deseo de venganza hacia la persona equivocada. “Si nosotros tuvimos una mala experiencia escolar, una relación conflictiva con uno o más docentes, y en su momento no supimos defendernos, ahora aprovechamos para resarcirnos, para saldar cuentas diciendo al profesor lo que en su momento no pudimos decir al nuestro”, analiza Bach.

 

En ocasiones, el pasado remueve a los padres y despierta emociones que engendran un deseo de venganza hacia la persona equivocada.

 

La autora barcelonesa piensa que otro mecanismo de defensa emocional puede echar leña a la hoguera del conflicto: “algunos padres se sienten culpables por pasar poco tiempo con sus hijos, y esa culpa les lleva a enfrentarse al profesor para demostrar al niño y a ellos mismos cuánto le quieren. Es una forma de amor muy perversa”. Sin ir tan lejos, Caballero reconoce que las familias “tienden a proteger y a ponerse del lado del hijo”, mientras que Rodríguez Serna percibe en esa actitud una “imposibilidad para controlar” al retoño en otras esferas de la vida doméstica.

Efectos a largo plazo

Se corre el riesgo de que el desencuentro padres/docentes active un círculo vicioso. Una enmarañada red de prejuicios y disposiciones negativas en la que ya no sabemos qué es causa o efecto. Alguien quien señala que ciertos profesores pecan de susceptibles, y en una mera sugerencia ven un ataque a su dignidad como profesional. Cardenal denuncia que algunos docentes perciben como una “intromisión cualquier intento de las familias por aportar o colaborar” en la vida escolar, y lamenta el aire “frío y burocrático” que envuelve últimamente los contactos con el centro. “Hay algo peor que la susceptibilidad: muchos sienten miedo”, asegura Rodríguez Serna, “y cuando sientes miedo, intentas defenderte, y cuando intentas defenderte, no siempre afrontas las situaciones desde la serenidad, sino que a veces recurres a la agresividad”.

Bach cuenta una anécdota que ejemplifica el recelo con que determinados centros miran a las familias. “Cuando me incorporé a un colegio, mis compañeros me recomendaron que saliera por la otra puerta para no encontrarme con los padres. Pensé que ocurría algo y les pregunté. Me respondieron ‘nada, simplemente mejor que no te los encuentres, son muy pesados’”.

¿El gran perjudicado? Siempre el hijo/alumno. “Cuando los padres descalificamos a un profesor, le negamos a nuestro hijo el permiso para aprender con él”, advierte la catalana. También se siembra en él la semilla de una planta venenosa: “le estamos mostrando ejemplos directos sobre cómo tratar sin respeto al que no nos gusta o con el que discrepamos. A la larga, esto puede comportar fragilidad o, en el otro extremo, tiranía”. Niños pagando a largo plazo la incapacidad de los adultos para sintonizar una senda común.

 

Cuando los padres descalificamos a un profesor, le negamos a nuestro hijo el permiso para aprender con él.

 

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Cómo actuar en caso de conflicto

Todas las fuentes consultadas para este reportaje coinciden: si el desacuerdo resulta inevitable, hay que mantener a los hijos al margen. “Nunca debemos desautorizar al profesor”, dice Leticia Cardenal, presidenta de Ceapa. Su homólogo en Concapa, Pedro José Caballero, añade: “como adultos, podemos abordar esas diferencias desde el diálogo, buscando el consenso, permitiendo que los alumnos se ocupen de su cometido: aprender”.

La coordinadora del Defensor del Profesor en el sindicato ANPE, Crisálida Rodríguez Serna, traza un símil familiar. “Es igual que en las relaciones de pareja, donde el padre no ha de contradecir a la madre delante del hijo y viceversa”. Rodríguez Serna apuesta por “contrastar todos los puntos de vista; también el del chaval, pero no solo”. Y la autora Eva Bach fija la frontera antes de ir a pedir cuentas al docente: “que no atente contra los derechos humanos, dé un trato vejatorio o contravenga el espíritu de la profesión”. Conceptos, por desgracia, ciertamente subjetivos.

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La silla de pensar, a examen

«Te has portado mal, a la silla de pensar». ¿Cuántas veces hemos escuchado esta frase o, incluso, hemos recurrido a ella? La silla de pensar es un recurso educativo que está siendo discutido en los últimos tiempos. Estas son las razones.

Por Terry Gragera

 

“Enviar a los niños a la silla de pensar o al rincón de pensar surgió como una técnica educativa mediante la cual se introduce el castigo a través de la reflexión. Esta forma de ‘educar’ es empleada con frecuencia tanto por las escuelas como por las familias de niños entre los 2 y los 6 años, aproximadamente”, explica Amparo Ibáñez, pedagoga en Valencia.

Para esta experta hay que tener en cuenta tres aspectos a la hora de recurrir a la silla de pensar, con la que se aparta al niño del grupo y se le tienen un tiempo fuera para que medite:

  • Edad del niño: “¿Realmente pensamos que el niño mientras está sentado en la silla está reflexionando sobre lo inapropiado de su conducta?”, se pregunta la pedagoga. “La silla no ejerce ese poder mágico, pero los padres y educadores sí. Cuando el niño todavía no ha desarrollado la capacidad de reflexionar por sí solo debemos acompañarlo y guiarlo en su pensamiento”, aclara. “Se trata de ir proporcionándole las estrategias adecuadas a su edad”, añade.
  • El valor del castigo: La silla de pensar es un tipo de castigo, de ahí que las nuevas corrientes pedagógicas la pongan en entredicho. “El castigo en sí es un método poco efectivo y a la larga puede incluso tener efectos negativos. Enseña al niño lo que no tiene que hacer en lugar de lo que tiene que hacer. Con el castigo la conducta se extingue temporalmente, pero puede volver a aparecer, por lo tanto es una situación puntual que en un momento ‘crítico’ nos saca del apuro. Quizá esta técnica supone el camino más corto, pero no el más eficaz. Cuando son castigados, los niños generan sentimientos negativos como el odio o la rebeldía, sentimientos que se convierten a la vez en reforzadores positivos de la conducta no deseada”, detalla Amparo Ibáñez.
  • Efectividad: ¿Puede un niño de cuatro o cinco años encontrar por sí solo una salida a su mal comportamiento? “A los niños debemos enseñarles alternativas a ese comportamiento que queremos corregir y enseñarles a reemplazar la mala conducta por otra más aceptable. En este sentido, creo más en un refuerzo positivo y equilibrado cuando hay conductas deseables que queremos instaurar, utilizando recompensas verbales como las alabanzas o físicas como los abrazos”, aclara la pedagoga.

En esta misma línea se expresa Ana Guillén maestra de Infantil del Colegio Santiago Ramón y Cajal de Fuenlabrada (Madrid). “No me gusta castigar a pensar porque pensar no es castigo, es un privilegio, por eso todas las sillas de los 25 alumnos de mi aula son sillas de pensar”, explica. “Hay que tener en cuenta que el niño convive con muchas situaciones de estrés en su vida diaria, casi no les dejamos momentos para hablar, su tiempo está muy estructurado, también les afecta el estrés del adulto. Aquí estamos con 25 alumnos, mientras que en Finlandia hay dos tutores con 8-12 niños… Pero, a pesar de todo ello, no pueden hacer lo que quieran, han de respetar a niños y a adultos por eso es importante tener una buena base de normas consensuadas con ellos”, detalla.

 

¿Refuerzo positivo?

Pero si no utilizamos técnicas como la silla de pensar, ¿qué recursos quedan para corregir las conductas inadecuadas de los niños? ¿Se puede conseguir solo con el refuerzo positivo? “A mí me funciona muy bien fomentar las buenas actitudes. En lugar de regañar a un niño que está mal sentado, digo: ‘¡qué bien está sentada Irene’, e inmediatamente, todos se sientan bien. Pero también hay casos en que se portan mal y esto no funciona; entonces les invito a abandonar la actividad, pero sin perder el contacto total, les invito a salir del grupo: ‘estás cansado, descansa un poco y cuando estés bien, te incorporas’. O si han pegado a un niño les hago ver que está triste y llorando”, revela Ana Guillén.

En lugar de regañar a un niño que está mal sentado, digo: ‘¡qué bien está sentada Irene’, e inmediatamente, todos se sientan bien.

La pedagoga Amparo Ibáñez ofrece otras alternativas ante actitudes disruptivas que no responden al refuerzo positivo, como la economía de fichas (sistema de recompensas), la extinción (eliminar lo que refuerce la actitud no deseada) y la sobrecorrección (el niño ha de corregir el daño causado), “por ejemplo, si ha pintado garabatos sobre la pared, le daremos la oportunidad de que los limpie, y si no hace caso, además de los garabatos deberá limpiar toda la pared”.

 

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La silla de la calma, la mesa de la paz

Estas son algunas opciones que pueden sustituir a la silla de pensar:

  • Sillón de la calma: Padres (o educadores) y niños se sientan juntos para hablar de lo que ha sucedido y poner palabras a las emociones del pequeño.
  • Banco de la amistad: Un lugar que se decora entre toda la clase y donde los niños se sientan juntos para dirimir sus conflictos.
  • Rincón para resolver conflictos: Una zona concreta donde pueden sentarse varias personas cómodamente para hablar con calma, mantener un diálogo pausado y ayudar al niño a encontrar alternativas a su comportamiento.
  • Mesa de la paz: Es un recurso propio de la pedagogía Montessori que puede utilizarse de forma individua o grupal. Es un lugar donde los niños saben que pueden ir a serenarse y que cuenta con materiales sensoriales para reconducir el nerviosismo y el enfado.

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Educar en el apego: La tribu conquista las aulas

Los hallazgos neurológicos respaldan que un entorno de afecto facilita el aprendizaje. La enseñanza basada en el apego promueve las ‘aulas tribales’.

 

Por Javier Peris

Que se aprende mejor con una relación de confianza y de afecto con el docente y con el resto de los compañeros no es una idea nueva, pero ahora viene respaldada con los hallazgos de la neurociencia y el denominado ‘cerebro social’. El concepto de la tribu como agente educador, que hizo popular en España el filósofo José Antonio Marina, está en la base de la propuesta, centrada en el aula, de Louis Cozolino, psicólogo estadounidense autor de ‘La enseñanza basada en el apego. Crear un aula tribal’, que ha sido traducido ahora al castellano (Desclée, 2019).

“La creación de un aula tribal es un acto subversivo”, afirma Cozolino para señalar las consecuencias negativas de la Educación estandarizada y sujeta a los mismos métodos pedagógicos y que se relaciona, en su opinión, con el individualismo y la competencia que extendió la Revolución Industrial. El concepto de la tribu, el entorno natural en la que se aceptan las dependencias y se trabaja por objetivos comunes, rompería con este esquema proporcionando un ambiente más propicio y eficaz para el aprendizaje.

“La capacidad de un alumno para aprender está influenciada profundamente por la calidad de su apego a los profesores y a los compañeros”. No es un enfoque voluntarista. Para Cozolino “los datos de la neurociencia social, antropología cultural y de la bioquímica apoyan la teoría de que nuestros cerebros evolucionaron para aprender de los profesores cariñosos y compasivos que nos conocen bien y que se concentran en nuestro bienestar”. Fomentar este ‘apego seguro’ entre docente y alumno, basado en compartir y no en imponer, se ha demostrado -el autor describe muchos ejemplos- muy eficaz para recuperar a niños y jóvenes para la instrucción y la Educación.

Recuperar a todos

En efecto, la enseñanza basada en el apego se demuestra especialmente eficaz en entornos difíciles, con circunstancias socioeconómicas complicadas que impiden a los alumnos y a sus familias valorar la importancia de la Educación. Se trata de dar un paso más en la enseñanza personalizada; no detenerse en el seguimiento académico del alumno y promover una complicidad sana con la situación personal del alumno.

Cruz Pérez, profesor de la Universitat de València y formador de docentes, es el editor y director de la colección ‘Aprender a Ser’ que ha publicado en España el trabajo de Cozolino. Pérez recalca la validez y la oportunidad del modelo del apego en la Educación en España: “Los datos del fracaso escolar son tremendos, y los profesores también tenemos nuestra responsabilidad en que muchos jóvenes abandonen el sistema educativo. Debemos hacer un esfuerzo para adaptar la docencia a aquellos casos en los que se viene de casa con graves problemas”.

El desafío, sostiene Cruz Pérez, no estriba tanto en la consecución de unos objetivos académicos como en inspirar y motivar a los alumnos con problemas para que logren unos objetivos personales: “Muchas veces lo primero que hay que decirles es: ¡olvídate de las comparaciones!”. Pero ¿hay margen en el sistema educativo para esta pedagogía? Para Pérez sí que existe: “Es verdad que los profesores se sienten cansados por la burocracia, desmotivados por la falta de alicientes, presionados por los demás agentes educativos… Mi opinión, sin embargo, es que lo que más desgasta es la falta de ilusión, y no sentirse apoyado en esa tarea de suscitar la motivación en un alumno”.

Gestionar el estrés

Sí, los docentes sufren estrés, pero ¿y los alumnos? Cozolino da a esta cuestión mucha importancia, porque “el estrés social debilita a docentes y alumnos”. La excitación excesiva es negativa, pero también la relajación, y esta es una afirmación que tiene una aplicación directa en la enseñanza: los niveles altos tanto de adrenalina como de cortisol acaban por inhibir el aprendizaje. Por eso, construir un ambiente con las dosis justas de estrés es una tarea básica para lograr un aula tribal; es decir, un grupo en el que sus individuos se sienten obligados a colaborar por motivos de apego, de familiaridad…, voluntariamente.

 

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No es un reto

“Jugar, explorar y aprender”. Así resume Cozolino un itinerario pedagógico muy conocido pero poco practicado. Quizá porque existen pocos manuales de uso. Entre las numerosas propuestas concretas destaca la importancia de las historias, de contar cuentos. Para un aula que basa su aprendizaje en compartir y en ayudarse, las historias motivan, sugieren, suscitan el debate y enseñan valores mucho mejor que la mera descripción. Y también aquí la ciencia despeja las dudas sobre su conveniencia: “Una historia bien contada proporciona al cerebro la mejor plantilla y la mejor estrategia posibles para la organización del pensamiento en los dos hemisferios. De hecho, la coherencia y la inteligibilidad de las narraciones que generamos están vinculadas a las relaciones seguras de apego, a la autoestima y a la regulación emocional” de los escolares.

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El suicidio adolescente y las llamadas de atención calladas

La adolescencia es una de las etapas más frágiles de la vida. Es un tránsito donde la soledad y la fragilidad son características nucleares. Para protegerse de ella y alejarse de los padres, el adolescente se refugia en sí mismo y en su grupo social.

 

El pasado 15 de mayo conocíamos la noticia del niño de 11 años que se lanzaba al vacío desde su casa ubicada en la localidad valenciana de Mislata. En su caso, pese a haberse arrojado desde un cuarto piso, se salvó porque cayó encima de un vehículo que amortiguó la caída. El niño sufría acoso escolar en el colegiopero sus padres denuncian que no se han tomado las medidas suficientes y que la autolesión de su hijo se podría haber evitado.

Para el doctor Sergio Oliveros, psiquiatra y fundador del Grupo Doctor Oliveros, es importante saber que «el adolescente lanza llamadas calladas de socorro que no debemos despreciar». Sin embargo, lo terrible es que tales llamadas con frecuencia no son atendidas por nadie. «Todos hemos oído a alguien decir con cierto desprecio Se ha cortado las venas, pero no es más que una llamada de atención. En efecto, es una llamada de atención, pero, lejos de ser una nimiedad, forma parte de un proceso que, de no ser atendido, puede culminar en la muerte del adolescente», advierte el experto.

 

Adolescencia, una etapa frágil

El suicidio es la segunda causa de muerte entre los 15 y los 24 años de edad sólo superada por los accidentes de tráfico. Una cifra escandalosa que no genera la necesaria atención.  En 2015 supuso el 5% (casi 200, mayoritariamente varones) de todos los suicidios en España y, aunque no se dispone de cifras oficiales más recientes, varios índices sugieren que está en aumento.

El suicidio es la segunda causa de muerte entre los 15 y 24 años.

La adolescencia es una de las etapas más frágiles de la vida. Es un tránsito donde la soledad y la fragilidad son características nucleares. Para protegerse de ella y alejarse de los padres, el adolescente se refugia en sí mismo y en su grupo social. «No es casual que juegos macabros como La ballena azul tengan estrechas similitudes con los ritos iniciáticos de sociedades tribales, sectas o colegios mayores (novatadas). El que los pasa se convierte en adulto y es aceptado por el grupo. Pero todo esto ocurre de espaldas a los adultos, no estamos invitados al juego. Eso impide que el adolescente pueda comunicar abiertamente a sus padres sus ideas y sufrimiento. Por tanto, los signos de alerta del suicidio, lo que denominamos llamadas calladas de ayuda, nunca son evidentes pero su observación y análisis puede dar la alarma a tiempo», sostiene el experto.

 

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Signos de alarma

-Menciones a la muerte, el más allá, desaparecer, no ser nada en el mundo.

-Conductas autolesivas: heridas por rascado, quemaduras, cortes.

-Síntomas depresivos: aislamiento, llanto, tristeza, irritabilidad, falta de apetito, bajo rendimiento académico, apatía, indecisión, ideas de culpa y vergüenza.

-Cambios en la conducta: conducta errática, inquietud, falta de concentración.

-Cambios en el sueño: insomnio nocturno e hipersomnia diurna, pesadillas.

-Disminución del peso.

-Ideas de desesperanza: las cosas no pueden mejorar hasta que no esté.

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El momento crítico lo suele marcar una mejoría súbita del estado de ánimo pues suele señalar que la decisión está tomada y la tentativa va ser inmediatamente ejecutada. «Sean 13 o 50 las razones, como en la serie televisiva y el juego de La Ballena Azul, podemos concluir que el suicidio adolescente no es nunca un hecho aislado, sino la culminación de un proceso que incluye intentos fallidos, por parte del adolescente de hacer notar al entorno, sobre todo a los adultos -y, principalmente, a los padres- que necesita ayuda. Cualquier llamada de atención requiere toda nuestra dedicación, incluso cuando tenga un carácter manipulador en apariencia», advierte Oliveros.

Desatender estas señales, actuar como si no pasara nada, hace que el adolescente caiga en la desesperación más profunda. «Es en ese estado en el que uno puede dejarse reclutar en juegos como La ballena azul o el Abecedario, entiende que no merece vivir y es cuando da la bienvenida a la tortura que otros ejerzan sobe él. Si uno no existe para nadie, no existe para sí mismo. Con el tiempo el adolescente se abocará al suicidio como una agresión póstuma a todos aquellos que no repararon o que indujeron su dolor como en la serie 13 Razones», razona el psiquiatra.

Por otra parte, «el manejo de las ideas de suicidio en un adolescente requiere una actitud comprensiva y receptiva, así como una valoración especializada minuciosa inmediata que incida en el desarrollo longitudinal del cuadro. Los síntomas depresivos graves deben ser abordados con antidepresivos vigilando el empeoramiento de las ideas de suicidio a corto plazo propio de esta población con estos fármacos. Cuando no se pueda asegurar la integridad física del paciente en el marco ambulatorio se procederá al ingreso psiquiátrico táctico», explica.

Por último, el experto advierte que es imprescindible el abordaje psicoterapéutico que debe incidir sobre los aspectos desadaptativos del adolescente, crear una relación de confianza y seguridad y reforzar la confianza en sí mismo. «En general, es recomendable alejar al paciente de las redes sociales y del teléfono para eliminar el eventual ciberacoso. La coordinación familia, colegio, psiquiatra y psicólogo es esencial», concluye.

 

 

Prevenidos en la Red

Hoy en día muchos de los juegos y webs que pueden visitar los niños permiten pagos integrados o servicios de streaming a demanda en los que se puede comprar con solo apretar un botón. Sin darnos cuenta, Internet puede convertirse en un serio riesgo financiero para las familias.

Hoy puede consultarse una abundante literatura sobre los peligros que acechan a los menores desde la pantalla de su inocente móvil: acoso, pornografía, abusos… Sin embargo, se echa en falta una mayor atención sobre los riesgos económicos que todos corremos, adultos y pequeños, cuando navegamos por la RedVíctor Bustillo Molinero, responsable de Recursos y Select de Cantabria y Asturias de Banco Santander, confirma que “hoy en día muchos de los juegos y las webs que usan los menores pueden generar a los padres un gasto incontrolado e inesperado. Por eso, es muy importante educar a los niños en los riesgos derivados de las webs o de las aplicaciones de los móviles”.

Así es. Muchos padres se han echado las manos a la cabeza porque un simple -y aparentemente barato- servicio de música on-line ha ido acumulando euros hasta producir una factura de un importe inaceptable. Y lo peor de todo es que, además de resultar casi imposible anular el ‘contrato’, desconocemos por completo el proceso de compraventa.

Este es sólo un ejemplo, y uno de los menos gravosos, de cómo puede perjudicar a la economía doméstica la falta de precaución en nuestra relación con la Red. Porque hay más y, por supuesto, más graves.

Banco Santander, a través de su proyecto divulgativo Finanzas para Mortales, resume unas reglas básicas de seguridad para operar en Internet.

No compartir las claves

Nunca hay que proporcionar datos personales a un comunicante sospechoso, ni por teléfono ni por correo electrónico. Parece sencillo, pero, evidentemente, el estafador se presentará como una empresa conocida, cuidará todos los detalles del correo o será muy persuasivo en la conversación telefónica.

Otro de los mecanismos de esta estafa, denominada ‘fishing’, es pedirte que accedas a tu banco pinchando en un enlace visible en un correo electrónico o en una web. Los destrozos que pueden ocasionar estos ladrones de datos pueden ser enormes; suplantando tu identidad se pueden realizar innumerables operaciones en Internet e incluso físicamente.

Para interiorizar esta idea basta con tener claro lo siguiente: los que necesitan de verdad nuestros datos ¡ya los tienen!, porque en su día se los facilitamos al banco en un entorno seguro y con una finalidad concreta.

Mantener en secreto las claves de acceso a las páginas de los bancos o de cualquier otro sitio de acceso registrado es otra precaución que parece evidente.

Sin embargo, son muchas las contraseñas que nos vemos obligados a recordar y podemos caer en la tentación de escribirlas en papel o en un archivo informático.

Tampoco es recomendable elegir claves relacionadas con otros datos personales que son más fáciles de averiguar, como el cumpleaños propio o el de algún miembro de la familia, o el aniversario de boda. Por último, nunca hay una buena razón para compartir nuestras claves con terceras personas.

El peligro también viene desde el aire. Nunca hay que acceder a páginas sensibles (las que requieren de una identificación) a través de un wi-fi extraño. Son muy habituales los espacios públicos, sobre todo comerciales, que ofrecen este servicio, pero también nuestro móvil puede conectarse sin avisar a una red abierta y desconocida.

Por otra parte, hay que habituarse a cerrar siempre la sesión después de visitar la página de un banco.

Y, en todos los casos, evitaremos riesgos si contamos con un buen programa antivirus, firewall y spy-ware, que debemos tener siempre actualizado en todos los dispositivos.

  • Comercio electrónico seguro: cada vez que se realiza una operación con una de nuestras tarjetas el móvil nos informa inmediatamente.
  • Las tarjetas prepago se pueden recargar con un importe concreto, de forma que sólo se podrá cargar, como máximo, el importe restante.
  • Otra precaución consiste en generar usuarios diferentes pero sólo uno de ellos, el que utilizan los padres, sería accesible con una contraseña, mientras el que usan los hijos no tienen acceso a las operaciones bancarias.
  • Y si por algún motivo pensamos que alguien ha podido tener acceso a una tarjeta de crédito, los bancos aconsejan anularla y proporcionan otra con mucha rapidez.

El banco te ayuda

Quien más entiende de seguridad en las operaciones por Internet es, lógicamente, el propio banco. No desdeñemos sus recomendaciones; no las hacen por rutina o por obligación legal, sino porque son los primeros interesados en que la actividad bancaria del cliente no registre incidencias ni corra riesgos innecesarios.

Los teléfonos de consulta que proporcionan en la web responden con rapidez a las dudas y sospechas que podamos albergar.

Vamos a ponernos en lo peor: creemos que alguien ha conseguido las claves bancarias, o bien estamos seguros porque hemos advertido una operación que nunca hemos ordenado.

Lo más importante es la rapidez. En primer lugar, cambiar la clave. Tampoco hay que esperar ni un minuto a comunicarnos con el banco que, si lo ve necesario, bloqueará inmediatamente la cuenta.

E, incluso, en el caso de que no resultemos perjudicados, hay que denunciar los hechos a las Fuerzas de Seguridad del Estado.

Salud infantil: Los niños hacen pesas

El deporte en la infancia es sano pero cuando hablamos de levantar peso o de hacerlo por motivos estéticos, la polémica se aviva.

 

Por Ana Veiga

Mens sana in corpore sano reza uno de los más famosos dichos en latín. No es novedad que hacer deporte es saludable tanto para nosotros como para nuestros hijos, aunque dentro de esa afirmación caben muchas posibilidades.

Según un estudio de la Iniciativa Europea de Vigilancia de la Obesidad Infantil de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 40% de los niños en España tiene sobrepeso –casi uno de cada cinco-, una cifra solo superada por Chipre en todo Europa. Y dado que el sedentarismo es otra de las caras del mismo problema, no es de extrañar que muchos padres y madres focalicen sus esfuerzos en intentar que sus hijos hagan deporte.

Pero esta moneda no se compone solo de cara y cruz; es, más bien, poliédrica. Otra de las cuestiones que perfilan sus aristas es el culto obsesivo al cuerpo. El número de niños de entre 6 y 12 años con trastornos de la conducta alimentaria (TCA) ha aumentado un 50% desde el año 2010 en España. De hecho, en el Servicio de Psiquiatría y Psicología Infantil y Juvenil del Hospital Universitario Niño Jesús – una de las referencias europeas en patologías infantiles- 80 de los 220 pacientes nuevos que reciben cada año en su Unidad de Trastornos Alimentarios son niños menores de 13 años. Esto supone un aumento del 200% respecto a años anteriores.

Así, casi a tientas, los padres y madres disputan la batalla y tratan de sortear todos estos peligros que acechan la salud de sus niños.

Pesas en la infancia

Durante décadas, se ha dicho que hacer pesas en la infancia era negativo para el desarrollo, dado que se creía que perjudicaba el cartílago del crecimiento.

Sin embargo, la Sociedad Canadiense para la Fisiología del Ejercicio afirma no hay una edad mínima para que los niños hagan ejercicios de fuerza. Según indican en su estudio Canadian Society for Exercise Physiology position paper: resistance training in children and adolescents, el crecimiento durante la infancia está controlado por hormonas anabólicas, como la somatropina, encargadas de hacer que las células crezcan. Y han descubierto que éstas no solo no sufren con los ejercicios de fuerza con peso sino que favorecen su estimulación. Sí advierten que se deben adaptar las cargas a su capacidad y entrenar de dos a tres días por semana en días no consecutivos.

Por otro lado, la investigación Resistance training, skeletal muscle and growth habla de la evidencia científica, que indica que el entrenamiento de resistencia produce un aumento de IGF-I en suero y que no hay un efecto perjudicial sobre el crecimiento lineal. Y aunque el debate sigue vivo y hay estudios que contrarios, nos preguntamos cómo se entrena a los niños en España.

En el caso de David García Oterino, entrenador personal en el Centro de Entrenamiento Personal DGO, su tarea es “ayudar a las personas a alcanzar sus objetivos físicos de manera personalizada y desde una perspectiva multidisciplinar. Entrenar bien es muy importante, pero de poco sirve si no cuidas tu alimentación, tu descanso, tu manera de pensar…”, afirma. Una frase que cobra especial importancia cuando se aplica a menores.

 

Entrenar bien es muy importante, pero de poco sirve si no cuidas tu alimentación, tu descanso, tu manera de pensar…”, afirma. Una frase que cobra especial importancia cuando se aplica a menores.

 

Por sus entrenamientos pasan niños de 6 a 18 años y, entre sus motivos para acudir, hay de todo: recuperación de lesiones, bajada de peso, fortalecimiento en general, preparación física específica para algún deporte, forma física general… “A veces también escogen como alternativa a deportes que no son de su agrado”, explica.

En otros casos, el enfoque se pone en muscularse, como sucede en los adolescentes que empiezan a coquetear con el fitness o incluso el culturismo, algo con lo que David no está del todo de acuerdo. No es que esté en contra de trabajar los bíceps pero no cree que nuestra atención se deba centrar en el aumento de la masa muscular de nuestros hijos. “El deporte en edades tempranas debe ir ligado a diversión, compañerismo, aprendizaje, superación, desarrollo psico-emocional… Cuando excedemos ciertos límites, el deporte se convierte en otra cosa”.

 

El deporte en edades tempranas debe ir ligado a diversión, compañerismo, aprendizaje, superación, desarrollo psico-emocional… Cuando excedemos ciertos límites, el deporte se convierte en otra cosa.

 

En cuanto al debate de pesas sí o no en la infancia, David insiste en que va a “depender de la forma física y del desarrollo del niño, no tanto de la edad” y aclara que “no tiene porque ser malo si está bien pautado y es supervisado por un profesional”.

Aunque otros entrenadores opinan diferente. No en vano hay un campeonato de culturismo europeo sub-21 en el que, de hecho, Daniel Peralta (16 años) ha sido el ganador en 2017. Es cierto que es un título que nadie había logrado tan joven pero sí participan y entrenan para ello a partir de los 16 años. Además, Peralta ha reconocido en varias ocasiones que empezó a hacer pesas ya con 13 años.

Y no es de los más jóvenes que cultivan su cuerpo hasta el extremo. El instagrammer iraní Arat Hosseini, de solo cuatro años, se ha hecho famoso en el mundo gracias –o por culpa de- su padre Mohamad Hosseini, quien lo entrena para convertirse en el nuevo Cristiano Ronaldo con polémicos y duros entrenamientos que publica diariamente en la red social. Sobre este caso, la psicóloga deportiva Ramírez Loeffler se muestra crítica: “Si tu hijo hace deporte por divertirse, genial; pero lo hace deporte porque tú subes un vídeo, le refuerzas, le haces sentir querido, él va asociando que eso es lo que se espera de él… y lo convertimos en un monigote”.

Educar en casa: 22 consejos para educar en la solidaridad

Educarles valores de solidaridad es esencial para cultivar su empatía social y que sean conscientes que todos vivimos dentro de una sociedad en la que colaboramos con el bienestar común.

Por Javier Peris

 

1 SOLIDARIDAD, COMPASIÓN, PIEDAD, GENEROSIDAD, CARIDAD… No importa qué término queramos usar porque todos sabemos a qué nos referimos: queremos que nuestros hijos piensen en los demás, que no sean ajenos a los problemas de tanta gente y que sean felices contribuyendo a hacer una sociedad más justa.

2 A VECES SE AMPLÍAN EN EXCESO LOS ENFOQUES. Hay fenómenos relacionados directamente con la solidaridad, como el comercio justo. Por el contrario, algunas propuestas de actividades escolares diluyen el objetivo cuando incluyen temas como los alimentos transgénicos, el medio ambiente o el ahorro energético. El voluntariado social, para entendernos, no siempre responde a la solidaridad de la que hablamos.

3 A PARTIR DE LOS 2 AÑOS LOS NIÑOS YA EMPIEZAN A TENER MÁS CONCIENCIA DEL OTRO, y en la escuela, que saben mucho de psicología evolutiva, se insiste mucho en compartir. Puede ocurrir que en la familia suceda todo lo contrario: el niño o la niña son objeto de una atención constante y, si es el caso, hay que esforzarse especialmente cuando la ausencia de hermanos hace imposible, o demasiado teórica, la conveniencia de compartir.

4 LA CAPACIDAD DE RACIONALIZAR, LA LÓGICA, se manifiesta abiertamente a partir de los 7 años. La curiosidad intelectual del niño se dispara y, si es capaz de sentir la empatía, también se le puede enseñar. Será con ejemplos y argumentos sencillos y también con historias. Los relatos de ficción, los cuentos, siguen siendo útiles, pero no hay nada más eficaz que sacar las enseñanzas de las relaciones más próximas, de la vida diaria.

5 EN EL TORBELLINO DE NORMAS, VALORES Y SENSACIONES QUE SACUDE AL ADOLESCENTE EJERCER LA SOLIDARIDAD consigue reducir el estrés y aumentar la autoestima, dos necesidades típicas de estas edades. Y al contrario que otras actividades que pueden realizarse en infantil, el voluntariado solidario en la adolescencia es más probable que tenga continuidad después.

6 PARA TODO NECESITAMOS UNA MOTIVACIÓN, UN ALICIENTE, UN EMPUJÓN. También para ser generosos. A veces lo hacemos por compromiso, para no desentonar en determinado ambiente, para enriquecer el curriculum, para sentirnos mejor… No importa, todo sirve. Es más, rara vez nos implicamos en un proyecto solidario mediando solo una reflexión desinteresada sobre el sentido de la vida.

7 PERO HAY QUE HACER ESA REFLEXIÓN. Si dejamos que nuestros hijos crean que la solidaridad surge sólo y cuando dura el sentimiento, la aparcarán cuando estén tristes, enfadados o resentidos, o cuando los problemas de dinero les ocupen y preocupen. Por eso es tan importante vincular la solidaridad a la justicia y a la dignidad. Por eso no debemos fiarlo todo a la empatía, porque esta también se equivoca.

8 EN EL COLEGIO NO ES RARO QUE LOS ALUMNOS RECIBAN ESTÍMULOS TEÓRICOS PARA LA COMPASIÓN Y LA ACCIÓN, pero los mejores talleres son los que ayudan, en vivo y en directo, a los demás. Si en la escuela, por los motivos que sean, no se organizan actividades de voluntariado, se pueden sugerir a la Dirección o bien impulsarlas a través del AMPA. Es muy probable que más de un padre o madre participe en una acción social local con la que se pueda colaborar.

9 TAMBIÉN RESULTAN ÚTILES LAS ACTIVIDADES QUE PROMUEVEN EL DEBATE Y EL DIÁLOGO, ESPECIALMENTE CON LOS ADOLESCENTES. Debemos ayudarles a racionalizar las pulsiones de generosidad y a proporcionar las reacciones ante la injusticia. Si dejamos la solidaridad al albur de los sentimientos las buenas intenciones serán tan caprichosas como las hormonas juveniles..

10 EN LA FAMILIA EL NIÑO APRENDE DE OTRA MANERA… PARA BIEN Y PARA MAL. Si se pasa el día escuchando amargas quejas sobre el recibo de la luz o los precios de la gasolina difícilmente entenderá las dificultades de los que no pueden pagar la calefacción en invierno y para quienes perder el bonobús es una auténtica tragedia. Valorar lo que se tiene es el primer paso y condición necesaria para ser solidarios.

11 ¿HAY ALGO MÁS VALIOSO QUE LA SALUD? Sabemos que no… pero siempre nos olvidamos. El contacto con personas enfermas o que sufren discapacidades serias es una experiencia positiva para todos. Y los niños no sufrirán ningún trauma, más bien al contrario: ocultarles estos graves problemas personales y sociales es hacerles un flaco favor, e impedimos que procesen lo negativo y descubran los valores positivos que surgen de estas situaciones.

12 ASOCIAR LA GENEROSIDAD A LOS EVENTOS MÁS FELICES: comunión, navidad, regalos de fin de curso… Si desde pequeños los hijos se acostumbran -casi siempre a disgusto- a dedicar una parte de esos regalos a otros que no tienen ninguno, de mayores les resultará muy difícil ignorarles cuando puedan disponer con autonomía de sus muchos o escasos recursos.

13 FOMENTAR LA ADMIRACIÓN POR MODELOS es un recurso pedagógico que se usa en muchos espacios de la Educación. Se puede comentar con los niños el ejemplo de personajes púbicos que destacan por su dedicación a los demás; también el de los más cercanos (seguro que los encontramos en la familia, en el barrio, en la escuela) para que vean que no sólo es propio de personas famosas.

14 HAY PRÁCTICAS SOLIDARIAS MUY EXTENDIDAS, COMO DONAR LA ROPA. Casi siempre apenas supone el esfuerzo de elegirla y empaquetarla. El peligro es convertir esta buena rutina en un simple recurso para hacer hueco en el armario. Por eso es conveniente que los hijos se acostumbren a terminar el trabajo trasladando personalmente el paquete a la parroquia o a la ONG, donde comprobarán cuánto vale lo que a ellos les sobra.

15 LA COMIDA, OTRA NECESIDAD BÁSICA QUE NOS ENSEÑARON A VALORAR DESDE PEQUEÑOS: NO TIRARLA, BENDECIR LA MESA… Aun hoy muchos adultos que no practican la religión siguen esa costumbre porque es una forma de no olvidar el privilegio de comer -y comer bien todos los días. Más trabajoso es obligar a los peques a comer de todo, pero también es la mejor forma de hacer aprecio a la comida.

16 QUÉ DURO PUEDE RESULTAR ALENTAR A LOS HIJOS A CUMPLIR SIEMPRE CON SUS OBLIGACIONES FISCALES, CON LA SEGURIDAD SOCIAL, CON LAS TASAS Y LAS MULTAS… Sabemos que el sistema no es perfecto, y quizá hemos sufrido personalmente sus excesos en alguna ocasión, pero también queremos que sean buenos ciudadanos, que entiendan los valores que hay detrás de esas normas, y que para criticarlas primero hay que cumplirlas.

17 POR ENCIMA DE LAS OPINIONES QUE CADA UNO TENGA SOBRE EL FENÓMENO DE LA INMIGRACIÓN, la realidad es que en este país del primer mundo convivimos con muchas personas que sufren graves carencias de vivienda, ropa, alimentación, separación familiar… De hecho buena parte del trabajo de las ONG españolas se dirige a personas extranjeras. Hay que evitar los prejuicios y hacer un esfuerzo de empatía para trasladar a los hijos que la solidaridad comienza por la señora que limpia la escalera.

18 PARA MUCHOS NIÑOS LA MENDICIDAD CALLEJERA ES LA PRIMERA IMAGEN REAL Y CERCANA DE LA POBREZA. Es una ocasión para hablar con ellos de estas personas que han hecho de pedir una forma de vida y un trabajo. Pero en nuestro país es raro el caso que está justificado. Los niños deben saber que suelen concurrir problemas de adicciones y desórdenes mentales (y tramas organizadas) y que existen unos Servicios Sociales que seguramente ya han intentado sacar a esas personas de la calle.

19 LOS ADULTOS ESTAMOS MÁS PREDISPUESTOS A DAR DINERO QUE TIEMPO. Los pequeños corren el peligro de aprender este recurso y darlo por suficiente. Por otra parte, cuando un adulto se implica por primera vez en un proyecto solidario descubre que cuesta más pedir dinero que entregarlo. Y aunque se repita mentalmente que el favor se lo está haciendo él al otro, siempre cuesta.

20 ¿SE PUEDE EDUCAR EN LA SOLIDARIDAD CUANDO MAMÁ O PAPÁ ES EGOISTÓN, ÁVARO, DESCONFIADO…? Afortunadamente sí, porque en general todos tenemos esos defectos, y además desde la infancia. Como en otras enseñanzas que intentamos transmitir a los hijos, se trata de decirles lo que está bien y mal intentando, al mismo tiempo, no dar mal ejemplo.

21 SÍ, OBLIGAR A SER GENEROSOS CONSTITUYE UNA AUTÉNTICA TAREA EDUCATIVA; no resulta fácil, por tanto, ni -demasiadas vecesgratificante. Pero no queremos tener hijos blanditos, con una moralidad inspirada en las películas de Disney, sino hombres y mujeres rectos que valoran el tiempo y el dinero y, por eso, se sienten obligados a compartir un poco de lo que a ellos les sobra.

22 “ME LO HE GANADO YO SOLO”. Tendemos a pensar que nos merecemos el éxito o la riqueza, y poco se puede hacer con quien de verdad se lo cree. El problema es que sus hijos crecerán escuchando esta mentira. El esfuerzo y la constancia contribuyen, por supuesto, a lograr objetivos, pero los hijos deben saber que nadie ha progresado sin ayuda… y suerte.