Una evaluación más enriquecedora para profesores y alumnos, menos farragosa para unos, menos temida para otros, con menos notas pero una información más rica, que permita crecer a ambos en el proceso de enseñanza y aprendizaje. Es lo que proponen Mariana Morales y Juan Fernández desde las páginas de 'La evaluación formativa', porque no hay cambio posible en el sistema si la evaluación se sigue entendiendo exclusivamente como veredicto y no como alto en el camino.




