Cursos de Verano, coge el avión y olvida a Cervantes

Con una familia nativa o en una residencia multicultural. En la campiña inglesa o a pie de playa californiana. Sea cual sea su opción, los cursos de verano para aprender idiomas son uno de los puntos fuertes en el calendario anual de un número creciente de adolescentes españoles.

Autor: RODRIGO SANTODOMINGO

Alentados por el progreso económico y la creciente necesidad de manejar idiomas, los cursos de verano en el extranjero son cada vez menos un artículo de lujo reservado a las economías más pudientes. Miles de chavales españoles cogen el avión cada verano con destino a un país foráneo. Su objetivo, convivir en un idioma distinto al castellano –inglés en un 90% de los casos– mientras llenan su memoria de recuerdos imborrables.
Afirma el presidente de Aseproce (Asociación Española de Cursos en el Extranjero), Juan Manuel Elizalde, que la secuencia del aprendizaje idiomático en período estival suele empezar con un campamento en suelo español, continúa con una primera salida a Inglaterra o Irlanda y culmina en un país fuera de Europa, sobre todo Estados Unidos y Canadá. En total, el 75% de adolescentes son acogidos por familias, mientras el resto vive en algún tipo de residencia.
Lo más habitual es que el salto transatlántico comporte también un cambio en la dinámica de las clases que acompañan la estancia veraniega. Mientras que las sesiones didácticas durante la estancia en las islas británicas son más formales y se centran normalmente en aspectos gramaticales, las del otro lado del charco tienen un carácter más desenfadado, poniendo el acento en las habilidades de conversación.Otro patrón que define a los cursos de verano allende los Pirineos es que en su gran mayoría tienen lugar en el mes de julio (un 80%), dejando en muchos casos agosto para reunir a padres e hijos en unas vacaciones compartidas.
Elizalde asegura que el sector ucha por conseguir una regulación específica que sirva para evitar experiencias desagradables: «no hablamos de fraudes, pero sí de empresas sin mala fe» pero que no cuentan con la experiencia o la infraestructura necesarias para ofrecer un producto de calidad.
El presidente de Aseproce considera imprescindible fijar un «estándar mínimo de calidad» para reducir al mínimo las quejas, casi siempre originadas en las «falsas expectativas» del cliente.

ESTADOS UNIDOS

¿Qué decir de Estados Unidos como escenario de experiencias lúdico- idiomáticas? Todos conocemos a alguien que ha cruzado el charco para empaparse del american way of life mientras mejora sus competencias de conversación, habitualmente tras haber recibido su bautismo anglófono en Reino Unido o Irlanda durante algún verano anterior.
Atrayendo a casi el 50% del contingente de adolescentes españoles que emprenden la aventura USA en época estival, California es la reina indiscutible en el negocio de los cursos de verano. Más allá del tópico de la playa glamourosa con chicos y chicas despampanantes, los puntos fuertes del estado más poblado de EEUU constituyen una lista sin fin. Ciudades vitales y en constante renovación como San Francisco o Los Ángeles, espacios naturales de belleza inabarcable como el Parque Natural de Yosemite (y sus sequoias gigantes), propuestas lúdicas y culturales para no parar… Además de cubrir los alrededores de los grandes núcleos urbanos, los destinos se reparten por todo el estado, llegando a otras muchas ciudades de tamaño medio como San Diego o Sacramento.
Ya a mucha distancia de California, en el segundo y tercer lugar de la lista aparecen los otros dos estados que completan la costa oeste de EEUU. Son Oregón (al norte de California), que aglutina al 15% de la demanda, y Washington (limítrofe con Canadá, no confundir con la capital del país), donde va uno de cada diez estudiantes españoles que se apuntan al verano USA. El primero ofrece, amén de una gran variedad paisajista (entre el desierto y la exuberancia de los grandes bosques del oeste), la tranquilidad de un estado poco poblado y sin grandes concentraciones metropolitanas. El segundo reserva muchas sorpresas, por ejemplo Seattle, su ciudad más extensa y una de las poblaciones de EEUU con más carácter.
Otras opciones apuntan hacia los ricos y cultos estados del noroeste agrupados bajo el nombre de Nueva Inglaterra (Maine, Massachusetts, Vermont…), los encantos sensoriales de Florida o Michigan y sus Grandes Lagos. Busque información y asesoramiento: la oferta es inmensa.

CANADÁ

Con largos meses de inhóspita climatología, la llegada del buen tiempo se vive en Canadá como en pocos países del mundo. Es entonces cuando las grandes extensiones de bosque inexplorado despliegan todo su misterio y toda su riqueza. Cuandolos miles y miles de lagos que salpican el territorio canadiense abandonan su condición de pistas de hielo naturales para convertirse en auténticos parques de los deportes acuáticos. Rica y poco poblada, Canadá disfruta de un estándar de vida excepcional, con poca delincuencia e inagotables oportunidades de ocio sano. Aunque hay programas para todos los gustos en las zonas más habitadas del país (casi siemppre al sur, más o menos cercanas a la frontera con EEUU), las polos que atraen más estudiantes españoles son los alrededores de las grandes ciudades anglofonas, sobre todo Toronto y Vancouver. Multicultural dinámica, la primera tiene todas las ventajas de una gran metrópoli a la americana: centro (downtown) bullicioso y barrios y barrios donde la tranquilidad y el contacto con la naturaleza son la ley. Otra opción es apostar por la vía francófona o más bien bilingüe de Québec. Para muchos, Monreal y Québec ville son algunas de las poblaciones con más sabor europeo de Norteamérica.

IRLANDA

Verdes prados, country life, trato distendido, carácter abierto… Los alicientes de Irlanda –país de apenas tres millones y medio de habitantes, proporcionalmente el que más chavales extranjeros recibe en verano– tienen mucho que ver con la calidad y estilo de vida de una nación donde las tradiciones se resisten al cambio como en pocos lugares del mundo.
Capital de tamaño asequible pero con una vida cultural (especialmente musical) que rezuma entusiasmo y vitalidad, Dublín y sus alrededores concentran buen parte de la oferta irlandesa. En verano, la ciudad que vio nacer a grandes hitos de la literatura universal como Oscar Wilde o James Joyce vive un proceso de ebullición y alegría contagiosa difícil de explicar para los que no solemos sufrir inviernos tristes y lluviosos.
Cork –segunda ciudad de Irlanda en población– es probablemente uno de los lugares del mundo con mayor concentración de oferta idiomática por kilómetro cuadrado, algo que se refleja en la multitud de servicios y facilidades que ofrece al público estudiante. Pero hay otras muchas poblaciones atractivas para enmarcar nuestro primer verano en el extranjero. Kilkenny o Limerick son sólo dos de ellas.

REINO UNIDO

El primer pensamiento –junto a Irlanda– que viene a la cabeza de todo padre que se plantee la posibilidad de enviar a su hijo al extranjero por vez primera. Y es que las credenciales del Reino Unido como destino idiomático veraniego son de sobra conocidas: garantía de calidad gracias a largos años de experiencia en la recepción y acogida de alumnado extranjero, excelente red de espacios educativos –muchos de ellos con siglos de historia–, clima benigno en época estival, multiculturalismo a raudales…
Por si fuera poco, Gran Bretaña innova y actualiza su oferta de cursos de verano cada año con el fin de adaptarse a las necesidades y gustos de un público crecientemente diverso. Todo tipo de deportes, visitas culturales, actividades artísticas… Si la mezcla del aprendizaje lingüístico con incentivos d
e carácter lúdico cada vez más personalizados es una tendencia imparable a nivel global, pocos países o regiones aglutinan tanta diversidad en tan reducido espacio geográfico.
Aunque las familias y residencias dispuestas a acoger adolescentes españoles se reparten por todo el Reino Unido, la palma se la llevan las tranquilas ciudades costeras del sur británico como Brighton, Portsmouth, Dover o Plymouth. También hay posibilidades infinitas en los alrededores de Londres (Great London) y en otras ciudades del interior como Reading o Bristol, mientras que los grandes núcleos industriales (Liverpool, Manchester), Gales y Escocia luchan por hacerse un hueco en un mercado que nunca cesa de crecer.
Claro que uno siempre puede sentir la llamada de la excelencia académica y buscar un paquete interesante en las archiconocidas Oxford o Cambridge, si bien estas dos ciudades atraen en mayor medida al público universitario y adulto. Tampoco faltan cursos atractivos en algunas de las poblaciones británicas con mayor encanto visual. Bath y Canterbury serían buenos ejemplos.

FRANCIA / ALEMANIA

Eclipsados por la primacía del inglés, el francés y el alemán suelen aparecer en la agenda de los padres españoles una vez que sus hijos ya controlan la lengua de Shakespeare. Hay excepciones –normalmente por un vínculo personal de alguno de los padres con el mundo francófono o de habla alemana–, pero lo habitual es que la opción de la vieja Europa surja tras una o varias salidas a países anglófonos.
Aunque a nivel global la emergencia de otros idiomas como el chino, el árabe, el ruso o el propio español hayan hecho perder aún más peso relativo al francés y el alemán, lo cierto es que ambos idiomas todavía conservan la vitola de lenguas internacionales con prestigio y utilidad en los negocios, la cultura o la política.
En Francia, la oferta se concentra en el sur, sobre todo en la Costa Azul y en las regiones meridionales bañadas por el Atlántico. La afinidad cultural y la cercanía son sin duda dos pluses a la hora de apostar por el país galo. Por su parte, Alemania reserva a nuestros hijos estancias en pequeñas ciudades de provincia con un amplio legado artístico tipo Friburgo, pero también abundan destinos más urbanos como las afueras de Colonia o el mismo Berlín.

DESTINOS ALTERNATIVOS: DEL MEDITERRÁNEO A LAS ANTÍPODAS

Con un crecimiento sólido y seguro, el mercado de los cursos de verano para alumnos españoles ha abierto en los últimos años fronteras que amplían el surtido tradicional. Exóticos o cercanos, la mayoría toman la playa y el buen tiempo por bandera, estirando los bolsillos tanto por arriba como por abajo. Otros como Suiza conservan el magnetismo de lo exclusivo y la elegancia que aportan siglos de historia educativa de primer nivel.

MALTA. El destino de moda para todo el que quiera maridar aprendizaje de inglés y cultura mediterránea. Colonia británica hasta 1969, este pequeño y densamente poblado archipiélago enclavado al sur de Sicilia tiene 400.000 habitantes, la inmensa mayoría con buen nivel del inglés, cuando no un dominio absoluto. Su alta densidad de población, el ambiente veraniego y los parecidos razonables con nuestro país aseguran contacto humano; su amplia gama de actividades de ocio, diversión a tope.

AUSTRALIA. Si el precio no es un problema, este país de dimensiones continentales despliega todo un abanico de posibilidades en ciudades costeras que aúnan tranquilidad, cosmopolitismo y buen tiempo. Con una naturaleza desbordante, las visitas a parajes inolvidables se dan por hecho. Además, y aunque no es bueno guiarse por el tópico, los australianos tienen fama de abiertos, cordiales y enemigos del prejuicio.

SUIZA. Alemán, italiano o francés. Elige idioma porque Suiza tiene cursos en sus tres lenguas oficiales. Orden, paz y tolerancia. Lagos, montañas y encantadoras ciudades medianas o poblaciones rurales de aroma alpino. Siempre con la elegancia y la tradición como marco, la histórica nación centroeuropea es una de las mejores alternativas al abrumador predominio anglófono.

OTROS. Poco a poco, los idiomas emergentes como el chino, el ruso o el árabe empiezan a construir sus propias infraestructuras para atraer a un número creciente de estudiantes foráneos. Por su parte, Nueva Zelanda y Sudáfrica han conseguido ganarse un hueco en el inagotable mercado del inglés. Algo olvidada, Italia sigue teniendo tirón: su idioma habla de arte, ópera, moda y diseño.

Vagancia. ¿Existe alguna vacuna?

En su cuarto, está. Y parece que estudia. Pero si no es tonto y suspende seis,
algo pasa. La vagancia se puede disimular muy bien. Por lo menos algunas de
sus formas. Esto quiere ser un prontuario, una cura de urgencia.

Autor: RAFAEL GÓMEZ PÉREZ

Vagancia es el nombre familiar de algo que ataca a cualquier ser humano hasta
alcanzar la «categoría» de pecado capital: la pereza. Ese gran escritor
contemporáneo que es Samuel Beckett escribió que «no hay pasión más poderosa que
la pereza». Pasión: algo que se padece. Con un poder extraño: el de conseguir
que no se haga nada. El poder de lo negativo.
La vagancia se suele dar mucho
entre gente adolescente o joven, casi siempre a partir de los 13 años. Ésa es la
edad del inicio de un desarrollo de la potencia, del vigor. La inteligencia
llega a su mayor punta en torno a los dieciséis años. Lo que se aprende a fondo
entonces dura toda la vida. Y lo que no se hace, una oportunidad
perdida.

CLASES DE
VAGANCIA

Se han descrito muchos tipos de vagancias. Éstas
son las más frecuentes:

ALBERTO, EL VAGO SELECTIVO.
Alberto repite curso y va camino del doblete. Sus padres no se explican cómo un
niño tan activo en la consola, tocando la guitarra y haciendo deporte sea
incapaz de aprobar un examen.
Diagnóstico y terapia. Es
probable que el futuro de Alberto no esté en los estudios, sino en un oficio. No
hay que desalentar sus aficiones, sino convencerlo poco a poco de que también
tiene que estudiar.

MARTA, VAGANCIA SENTIMENTAL. Marta
es muy sensible, con un gran corazón, dispuesta de palabra a ayudar a todo el
mundo de fuera de su casa, aunque luego no haga nada… En casa, pasividad total,
pero buenas palabras.
Diagnóstico y terapia. Se trata de una
mezcla de vagancia y de hipocresía. Uno de los remedios posibles: cuando
necesite urgentemente algo que requiera la ayuda de otros, hacer que ella
empiece haciendo lo que pueda.

ALICIA, VAGANCIA TÍMIDA.
Los padres de Alicia no se explican por qué una chica tan lista, según todos los
profesores, no destaca lo suficiente. Aprueba por los pelos. Lo pasa muy mal en
los exámenes, se angustia con los deberes.
Diagnóstico y
terapia.
La clave es que Alicia es tímida. Su vagancia es, más bien, un
no atreverse con lo que le parece difícil. El mejor remedio es que reciba
pruebas, incluso exageradas, de confianza en ella.

MIGUEL,
VAGANCIA FURIOSA.
Miguel no sólo no hace nada de nada, sino que se
enfrenta con violencia a quienes se lo dicen. Según él, tiene muchos problemas
que nadie entiende. Problemas de los que no habla, porque dice que sería
inútil.
Diagnóstico y terapia. Se trata de un caso fuerte de
egoísmo agudo, de ver la vida sólo dentro de sus intereses, prescindiendo por
completo de los demás. No hay que descartar que exista un problema más de fondo,
y consultar a un especialista.

PENSAMIENTO DE
FONDO

Lo contrario a la pereza se llama diligencia. La
palabra diligencia viene del verbo latino diligere, que quiere decir «amar». Por
eso quien ama no es nunca un vago: es activo, todo lo intenta, lucha por
todo.
¿No será que la vagancia es una consecuencia de la ausencia de amor?
Cuando la persona no responde ni a un «hazlo por mí» que le pide una persona a
la que dice querer, estamos ante un caso grave al que hay que prestar
atención.
Pero a quien no ama y por eso es vago, hay que seguir amándole, en
la espera de que responda algún día al amor con amor.

REMEDIOS

1. Despertar al
joven la curiosidad por algo útil y a la vez de interés: desde un puzzle hasta
un juego de rol. Tratar de que se interese por algo, siempre que no sea en
perjuicio propio o de los demás.
2. Proponerse metas cortas
y fáciles de cumplir. Por ejemplo, quien no estudia nada, estudiar media hora al
día; diez minutos más al día siguiente y así
sucesivamente.
3. Aprender a hacer cosas acompañado de
alguien: estudiar con otro, ayudar en la casa, en tareas
comunes.
4. Ponerle por delante ejemplos cercanos de las
consecuencias de la vagancia y rechazo de los demás. También ponerle ejemplos de
lo contrario, de la diligencia.
5. Hablarle de las ventajas
de ser diligente: La satisfacción por algo bien hecho y sentirse bien además de
lograr el respeto de los demás.

¿Al psiquiatra o al psicólogo?

Si nuestro hijo se tuerce un tobillo, no
dudamos en llevarlo al fisioterapeuta.
Igual de inmediata debe ser nuestra
conducta si observamos alguna dificultad
en el desarrollo del niño, ya sea física,
emocional, de conducta o problemas
en los estudios.

Autor: MARTA SERRANO

Si alguno de nuestros hijos se vuelve agresivo, llora sin motivo, está triste o
empieza a tener déficit de atención en el aprendizaje, a lo mejor no requiere
ningún tipo de tratamiento pero, sin duda, su mejora dependerá en buena parte de
nuestra actitud. Lo primero de todo es prestarle atención y observar atentamente
su comportamiento en casa.
En primer lugar, el psicólogo de la Fiscalía de
Menores, Javier Urra, recomienda «retirar» la palabra enfermo de nuestro
vocabulario y no adjetivar nunca a los niños. «Pablo no es hiperactivo, sino un
niño con …», señala.
Además, Urra pide a los padres «naturalidad en la
respuesta» ante cualquier problema que detectemos en el proceso de maduración
del niño e incluso ante la necesidad de visitar un especialista. Si observamos
un problema en casa, lo primero que debe hacer un padre es contrastar su opinión
con el tutor del niño.
Los niños pasan gran parte de su día en el centro
escolar; así que, mientras los padres conocemos a nuestros hijos desde una
perspectiva, el tutor puede completar la observación aportando otra visión.
Dentro del colegio no solo se conoce a los alumnos académicamente, sino que la
escuela es un entorno muy propicio para ver cómo es la adaptación del niño en
distintos ámbitos: personal, social, escolar… «Una vez contrastada la
impresión de la familia con la del tutor es cuando tomaremos la decisión de
remitir o no al niño a un profesional», señala Ana Aguilar Huerta, psicopedagoga
del colegio «Arcángel Gabriel» de Madrid.

 HABLAR CON EL COLEGIO


En muchos colegios privados y públicos existe un
gabinete psicopedagógico o departamento de orientación, que se encarga de apoyar
y orientar la acción educativa, posibilitando criterios de mejora en el diseño,
desarrollo, innovación y evaluación de los procesos educativos; es decir, tras
la valoración o diagnóstico psicopedagógico del alumno se pueden llevar a cabo
acciones para superar las dificultades de aprendizaje. Si es necesario, también
se actuará a través de programas de intervención específicos o de las
actividades de orientación personal o escolar que sean necesarias. Cuando la
problemática se escape de sus funciones, remitirán a la familia al profesional
que más nos pueda ayudar.
En los colegios públicos también existen distintos
organismos que se organizan en tres niveles; sectorialmente, a través de los
equipos interdisciplinares; en el centro, mediante la actuación de los miembros
del equipo en la institución o a través del departamento de orientación; y en el
aula, mediante la acción tutorial.
Respecto al interrogante de si acudir a un
psicólogo, a un psicopedagogo o a un psiquiatra, los expertos señalan que no se
puede hacer una diferenciación clara. «Desde mi punto de vista, –señala Ana
Aguilar–, el psicopedagogo es el más idóneo para aquellos trastornos o
dificultades más relacionadas con aspectos pedagógicos, escolares o académicos
(dislexia, bajo rendimiento, discalculia, problemas de atención,
etc.)».

 ¿A QUIÉN
ACUDIR?

De opinión similar es Javier Urra, para quien
«si el problema es cognitivo o de conducta (baja autoestima, inseguridad,
miedos…) es más adecuado acudir al psicólogo, mientras que cuando hay lesiones
neurológicas, crisis o patologías que puedan requerir medicación hay que acudir
al psiquiatra».
Esto es porque hay que tener en cuenta que la Psiquiatría es
una rama de la medicina (el psiquiatra puede realizar tratamiento farmacológico
mientras que el psicólogo no). Ante todo, no hay que tener miedo. Debemos acudir
a este tipo de especialistas como iríamos al oculista si nuestro hijo tuviera
una lesión en los ojos.
De hecho, en la realidad no hay una distinción tan
clara entre asuntos que deban tratarse desde una u otra especialidad de manera
específica, y en la práctica se llevan a cabo tratamientos conjuntos para
conseguir una mayor eficacia.
Por ejemplo «en un trastorno de déficit de
atención con hiperactividad, se llevaría a cabo un tratamiento farmacológico (si
fuese necesario), la ayuda psicológica (para aprender a autocontrolar su
conducta) y apoyo pedagógico (para mejorar el rendimiento académico)», señala
Ana Huerta. Los límites de las disciplinas citadas se solapan y las necesidades
de un niño en particular dependerán de sus circunstancias.

 DIFÍCIL DECISIÓN

Es difícil decidir cuándo acudir a un especialista,
aunque deberías hacerlo si:

– No habla a partir de los 2 años.
– No
logra jugar y entretenerse solo a los 3 años.
– Se hace pis o caca encima
durante el día, siendo incapaz de pedirlo con 3 años.
– Moja la cama de noche
pasados los 5 años.
– No se integra, no juega con otros a partir de los 4
años.
– Sufre crisis de llanto o nervios al separarse de sus padres, una vez
superado el período de adaptación a la guardería.
– No puede participar en
juegos que implican seguir reglas y esperar su turno, desde 6 años.
– Se
aburre con frecuencia.
– Se le nota triste o apático.
– Está irritable,
enfadado, agresivo o disconforme a menudo.
– Está inquieto y distraído, lo
que interfiere su aprendizaje y rendimiento escolar, a partir de los 5
años.
– No responde a las consignas estando en un grupo, a partir de los 5
años.
– Se bloquea ante situaciones de prueba, exámenes, etc.

Piercings: cuando la moda trae consecuencias

El piercing es una costumbre tan antigua como el hombre,
aunque en los países desarrollados se ha convertido en la
estrella del body art. No obstante, las perforaciones pueden
dar lugar a infecciones y otros efectos nocivos para la salud
por lo que, de estar decididos a hacerlo, hay que acudir a
un centro especializado.

Autor: ALEJANDRA RODRÍGUEZ

Aunque nos pueda parecer una moda reciente, lo cierto es que el piercing es una costumbre casi tan antigua como el hombre. De hecho, todavía hoy existen tribus primitivas que se perforan y laceran diversas partes de su cuerpo para simbolizar el paso a la edad adulta, como distintivo de un determinado estatus, para aumentar el atractivo sexual o por simple coquetería. En los países desarrollados el piercing se ha convertido en la auténtica estrella del body art; un término que engloba un número creciente de técnicas basadas en la decoración del cuerpo.
Esta moda tiene adeptos cada vez más jóvenes, pero antes de dar un paso tan importante es conveniente tener en cuenta que el piercing puede acarrear consecuencias no tan atractivas. Así, se debe poner empeño en buscar un sitio cualificado, aunque ello suponga un mayor desembolso económico. Hay que examinar el lugar en el que se va a hacer la perforación y verificar que se trabaja en él casi como en un quirófano. El anillador debe llevar guantes, mascarilla, desechar convenientemente el material de un solo uso en contenedores especiales, y esterilizar el reutilizable en autoclaves sanitarias. Debe explicar con detalle qué adorno es el más adecuado para cada zona, de qué material está hecho y qué cuidados deben aplicarse después de practicar la perforación.

 OREJAS

Perforar el cartílago, en lugar del lóbulo, eleva notablemente el riesgo de infección. Además, los tratamientos (antisépticos y antibióticos) no surten un efecto óptimo ya que esta zona está muy poco vascularizada y, en consecuencia, el tejido se regenera peor y los principios farmacológicos llegan con dificultad. Estas infecciones rebeldes pueden deformar el pabellón auditivo, cuya reconstrucción es dolorosa y cara. Conviene no colgar en las orejas abalorios demasiado aparatosos para evitar enganchones y desgarros.

 NARIZ

Aparte de desgarros y heridas, el piercing nasal puede acarrear infecciones por pseudomonas y estafilococos, ya que se trata de una zona permanentemente húmeda. Es necesario extremar la higiene de esta zona, tanto en el interior como en el exterior. Aún así conviene saber que con el tiempo el orificio practicado tiende a dilatarse, lo que puede facilitar la salida de la mucosidad.

 LENGUA

Anillarse la lengua puede acarrear infecciones severas, aunque es un tejido que cicatriza deprisa. Otro de los riesgos son los desgarros y los microtraumatismos dentales que pueden astillar los dientes e, incluso, provocar su caída. Si no se hace justo en el centro de la lengua, es normal que aparezcan dificultades para vocalizar. Es imprescindible mantener una estricta higiene bucal y optar por los abalorios de goma y silicona, mucho más blandos y ligeros que los metálicos. Hay que vigilar periódicamente el cierre del adorno para que este no se desprenda accidentalmente y se produzcan atragantamientos. Nunca se debe anillar la campanilla (úvula).

 LABIOS

Un piercing en esta zona (al igual que el anterior) hace que aumente la salivación, de manera que el líquido puede salir por el orificio, creando un efecto muy poco estético. Además, la humedad constante hace que la piel se macere alrededor del adorno, lo que eleva el riesgo de colonización bacteriana e infección. Asimismo, estos adornos pueden provocar erosión en las encías que pueden derivar en gingivitis y caída de piezas dentales. Si se lleva un piercing en cualquier parte de la boca es conveniente no fumar.

 GENITALES

Tanto en el varón como en la mujer los genitales son una zona de gran irrigación sanguínea, de manera que las hemorragias son el principal riesgo del piercing en el pene, el glande o el clítoris. Por su parte, el anillado del pezón puede acarrear desgarros, infecciones y deformidad en los conductos encargados de transportar la leche materna.

 OMBLIGO

Su forma profunda, su cantidad de pliegues, la dificultad para limpiarlo correctamente y la propensión a acumular humedad y sudor hacen del ombligo el candidato ideal a una infección postpiercing. Los usuarios que lo tengan demasiado prominente o los demasiado jóvenes deben abstenerse de llevar un anillo en esta zona.

El cine: una herramienta educativa infravalorada

“El cine está infravalorado como herramienta educativa porque quienes deberían usarlo (educadores, profesores, maestros, padres) lo utilizan poco. El cine no tiene por qué ser en sí mismo educativo, de hecho no es lo normal, pero con mediadores, cuando se plantea como elemento educativo, tiene mucho potencial para serlo”, afirma Enrique Martínez-Salanova, profesor de Tecnología Educativa, Antropología de la Educación, Didáctica y Comunicación e Imagen.
Su visión la comparte en gran medida Carmen Arocena, doctora en Comunicación Audiovisual y coeditora del libro Películas para la Educación: aprender viendo cine, aprender a ver cine, que considera que los filmes se utilizan como herramienta educativa “pero se desperdicia su potencial usándolos de manera equivocada, como aperitivo, como entretenimiento o avance de un determinado tema”. Para la experta, a menudo, en las experiencias que buscan incorporar el cine a la educación, se olvida que el cine “es un arte, una forma de lenguaje con sus juegos retóricos y estilísticos”, algo que le parece “injusto, una especie de falta de respeto” que no se comete, en cambio, con la literatura o con la música.
En el libro publicado por Cátedra del que Carmen Arocena es coeditora se abordan casi medio centenar de películas relacionadas con diversas temáticas de interés para niños y adolescentes, cintas que ofrecen “diferentes puntos de vista sobre un mismo tema y que confrontan ideas”, algo que la doctora en Comunicación Audiovisual considera “importante” porque solo del debate, de escuchar opiniones diferentes, “surge el aprendizaje”. Para Arocena, el visionado de películas contribuye a crear “futuros ciudadanos con criterio, capaces de expresar su opinión y de aceptar la del otro”, algo que adquiere especial relevancia en una sociedad como la actual, en la que estamos tan acostumbrados a consumir textos audiovisuales “que no somos conscientes de que son efectos de lenguaje y que, como todo lenguaje, pueden servir para mentir o para manipular”. Por tanto, educar con el cine también serviría para “enseñar a leer este tipo de mensajes y, de alguna manera, educar en un cierto gusto audiovisual”.
“El cine puede aportarlo todo a la educación de los niños”, afirma por su parte Martínez-Salanova, que destaca en especial el desarrollo de la capacidad “de curiosidad e investigación”. A juicio del docente, renunciando al cine y a su valor como herramienta educativa los profesores y sus alumnos “están perdiendo una ocasión imposible de recuperar”, ya que es de vital importancia enseñar a ver cine a los niños desde pequeños para que luego, durante su adolescencia y su adultez, “puedan seguir viendo cine con ciertos criterios”. En ese sentido, recuerda que el cine “es creatividad, es lenguaje, es historia, es música, es dramas humanos, es millones de cosas” y explica, como ejemplo, que incluso una película de historia, por inexacta que sea, “puede dar lugar a una investigación para ver qué hay de cierto y de falso en ella, de forma que del cine pasamos a los libros, a las enciclopedias, a internet… A la búsqueda de información”.
del cine al aula
Carmen Arocena reconoce que existe “un cierto desconocimiento” entre el profesorado sobre cómo sacar más partido a los filmes “porque trabajar con ellos requiere unas experiencias particulares” y un profesor, sea de la asignatura que sea, “no tiene por qué saber analizar películas”. En palabras de la doctora, lo más importante es elegir bien las películas, ya que “no es posible terminar de ver una buena película y seguir siendo el mismo”, además de que una película bien elegida “siempre puede propiciar un fructífero debate”.
Para Enrique Martínez-Salanova, por su parte, cuando queremos darle al cine una función educativa tiene que haber necesariamente “una introducción, un contexto y que la persona que actúa de mediadora tenga idea de para qué sirve esa película en concreto”. Al respecto, añade que los profesores tienen que trabajar previamente las películas y planificar un recorrido para conseguir el fin deseado y fomentar “el debate, el análisis, la búsqueda de conclusiones y las ganas de saber más” de los alumnos: “Si un filme es suficientemente interesante sobre él se puede trabajar durante todo un curso académico, sin necesidad de visionarlo cada día”.
Trabajar las películas para presentarlas a los alumnos de la forma correcta supone, por tanto, un trabajo extra para los profesores que no todos están dispuestos a asumir: “Hay muchos profesores que tienen a gala aburrir, que dicen que el conocimiento es aburrido y parten de esa premisa”, asegura el profesor de Comunicación e Imagen, que aprovecha para recordar a los docentes una máxima: que el cine es “una excusa, un pretexto y un recurso magnífico porque está filmado absolutamente todo el siglo XX y los anteriores han sido recreados”.

“Aprender transformando es motivador para el alumnado”

Juan de Vicente Abad, orientador del IES “Miguel Catalán” de Coslada, fue elegido en mayo docente más innovador de España en el Certamen D+I organizado por la Plataforma Proyecta, una iniciativa educativa de la Fundación Amancio Ortega y de la Fundación Santiago Rey Fernández-Latorre. El premio, que él atribuye a todo el equipo del trabajo del instituto público madrileño, reconoce la apuesta del docente por la metodología de aprendizaje-servicio, un sistema de trabajo que, según el jurado, ha contribuido a la innovación educativa “por su capacidad para actuar no solo en el aula sino también en el entorno, fomentando la implicación en el proceso educativo de las familias y las instituciones”. .
-Tras más de 20 años de trayectoria, ¿qué es lo que te ha convertido en el docente más innovador de España?
-Más que como un premio nominal lo veo como un premio a un equipo que llevamos más de 15 años trabajando juntos en algunos temas como son la gestión de la convivencia, la participación del alumnado en la solución de conflictos, la mejora del aprendizaje y, finalmente, en el sistema del aprendizaje-servicio. Hemos conseguido hacer de un centro “normal”, un centro de éxito
-Uno de los motivos que llevó al jurado de la Plataforma Proyecta a la concesión del premio es precisamente esa metodología de aprendizaje-servicio a la que hacías referencia antes. ¿En qué consiste exactamente?
-La idea pasa por poner en contacto lo que se trabaja en las asignaturas con la realización de un servicio en la comunidad. De modo que si estás estudiando en biología, por ejemplo, el sistema circulatorio, puedan los chicos organizar un maratón de donación de sangre en el hospital más cercano. De esta manera se ve la utilidad de las cosas que se aprenden y se presta un servicio a la comunidad, con lo que tiene esto de transformador. Para los chicos es algo absolutamente motivador y les hace adquirir un compromiso con su entorno porque ven el resultado de sus acciones. Y esto se puede aplicar a cualquier otra asignatura. Cada año desplegamos alrededor de 20 proyectos de aprendizaje-servicio.
-¿Se trataría entonces de crear conocimiento a la vez que se educa en valores a los estudiantes?
-En valores, en compromiso, en capacidad de trabajo, en asunción de responsabilidades… Trabajas un montón de cosas que desde un punto de vista puramente académico se perderían. La visión de aprender transformando es muy potente y motivador para el alumnado.
-Con esta forma de trabajo se convierte al alumnado en protagonista de su propio aprendizaje, ¿no?
-Sí, porque dan sentido a lo que hacen, ven que es algo que tiene sentido y conexión con la vida y que con pequeños esfuerzos colectivos se pueden transformar las cosas, algo que resulta muy esperanzador. Por ejemplo, ellos con sus acciones han triplicado el número de las donaciones de sangre en la ciudad de Coslada. O han conseguido que se adopten muchísimos más perros de la perrera municipal paseándolos para reducir su ansiedad.
-Muchas veces asociamos innovación a tecnología y vuestro proyecto pedagógico demuestra que la innovación es autónoma de la tecnología…
-Yo creo que son dos cosas independientes. La tecnología la puedes utilizar para innovar, pero también para ser pasivo, como pasa con las pizarras digitales, por ejemplo. Y eso no cambia el aprendizaje. Lo que lo cambia es la intención y la capacidad que tengas para utilizar los instrumentos de los que dispones. Nosotros utilizamos la tecnología, pero para nosotros no deja de ser un instrumento para transformar e incluir, que es lo que nos guía.
-Vuestra metodología rompe con la educación tradicional basada en la adquisición de conocimientos a través de clases magistrales. Cada vez son más las propuestas innovadoras que apuestan por la inclusión de competencias socioemocionales y de convivencia. ¿Crees que es importante este giro educativo y que se lleve a cabo de forma generalizada?
-Nosotros llevamos mucho tiempo trabajando en ese sentido y de hecho empezamos a hacerlo por ahí, por la convivencia, que pensamos que debe estar en la agenda educativa de los centros escolares. Las competencias socioemocionales deben estar en el currículo y deben trabajarse en el aula porque son fundamentales para aprender a relacionarse.
-Había más de 1.000 candidaturas procedentes de todas las etapas educativas preuniversitarias presentadas al certamen, lo que significa que hay mucha gente innovando en las aulas. ¿Es una buena noticia para la educación de nuestro país?
-Hay muchísimo talento, el problema es que muchas veces las administraciones no están liderando ni apoyando este proceso. Hay muchas ganas de innovar y de mejorar las cosas, pero falta que se facilite la tarea de los profesionales, legislar en ese sentido, reconocer el trabajo de los docentes que dedican horas y horas a preparar proyectos.
-Por contra, hay docentes que defienden que hay asignaturas con más peso que requieren una enseñanza menos emocional o tecnológica y más académica. En tu opinión, ¿se pueden aplicar este tipo de proyectos de la misma forma a Historia o Matemáticas que, por ejemplo, a la ya extinta Educación para la Ciudadanía?
-Completamente. Se trata de dar sentido a lo que se hace y cualquier asignatura académica, tengo el peso que tenga, debe tener un sentido. Todas las investigaciones en neurociencia apuntan a que la emoción juega un papel fundamental en el aprendizaje, sea cual sea el ámbito de conocimiento del que hablemos. Puede que haya aprendizaje sin emoción o incluso con emociones negativas. El problema es cuánta gente se queda fuera de eso. A nosotros nos interesan todos los alumnos, tengan más o menos dificultades, y con este tipo de proyectos tiramos de todos porque facilitan la inclusión y el aprendizaje.
-¿Qué convierte a uno en un buen profesor para el docente más innovador de España?
-Para mí la clave está en que te importen tus alumnos. Cuando te importan haces muchas cosas para demostrar ese interés. Y curiosamente, cuando esto ocurre, consigues que tú también le importes a ellos, sacando así lo mejor de cada uno.

Sus primeros pasos solidarios

Sembrar en nuestros niños la semilla de la solidaridad es hacerles conscientes de lo afortunados que son y ayudarles a ponerse en el lugar del otro. Les ayudamos a salir de su zona de confort por un ratito para mostrarles otra realidad mucho más dura y difícil.
Con la idea de que los niños de aquí ayuden a los niños de allí, Pepo Díaz fundó la ong Infancia Solidaria. “En ningún caso intentamos convencer a un niño de que se haga socio de la ong. Lo hacemos siempre con adultos. Pero cuando una persona decide ayudarnos, personalizamos su ayuda en un niño de su entorno (hijos, sobrinos, nietos…), y son estos niños los que reciben nuestras cartas contando todo lo que estamos haciendo con su ayuda. Ellos abren las cartas y observan por un rato las caras, y las historias, de niños que han tenido menos suerte que ellos al nacer, y lo que la ong está haciendo para ayudarles. Y os aseguramos que en muchas ocasiones se emocionan profundamente.” Nos explica Díaz. Es una forma de comenzar a inculcar el espíritu de la solidaridad desde muy temprana edad para cuando sean más mayores. Las aportaciones son realizadas por los adultos mediante donaciones periódicas desde 10€ al mes. Algunas iniciativas han partido de los propios niños, como una clase de quinto de el colegio Virgen de Europa de Madrid que realizó actividades para poder pagar los vuelos de una madre y un niño a Madrid para tener asistencia médica. El año pasado, cuatro niños en el día de su Primera Comunión pidieron dinero para poder apadrinar un niño, en lugar de regalos.
Poner algo de sí mismos
Desde muy pequeños pueden hacer cosas ellos mismos para ayudar a otros niños. La Fundación Dar trabaja con las casas de acogida de la Comunidad de Madrid, con las que tiene un fuerte compromiso. Los niños que viven en estas casas han sido separados de sus padres al perder la custodia por diferentes circunstancias. “La Fundación quiere que todos estos niños de las casas de acogida tengan un regalo en su cumpleaños, al final de curso por buenas notas o tengan un regalo que llevar a un cumpleaños que les inviten en el cole. Pero no queremos que los niños den el juguete que van a tirar porque ya no lo quieren, queremos que se impliquen y trabajen con ilusión pensando en quien lo va a recibir”, nos explica Pilar Extrada, su presidenta. Todos y cada uno de los juguetes que salen de Fundación Dar van hacia las manos de los niños que los necesitan, en las mejores condiciones, para que sientan que de verdad están recibiendo un regalo. Y ellos no lo saben, pero en sus manos cae un juguete que es más que eso… Es un juguete que ya tiene una vida propia porque ha pasado por las manos de otro niño y por las manos de los que han ido a aportar su granito de arena y dejar su esencia en alguno de estos juguetes. El trabajo se organiza las voluntarias de forma que sea productivo y los niños vean los resultados. Así en una zona se lavan y peinan las muñecas, en otra se ponen pegatinas a los coches o en otro se envuelven. Un trabajo en cadena que los niños realizan con mucha ilusión.

Jóvenes solidarios
Desde Cooperación Internacional se trabaja con jóvenes que quieren realizar voluntariado. “Partimos de nuestro lema “Living for others” para intentar inculcar en los más jóvenes la importancia de centrarse en los demás y dedicar nuestro tiempo a ellos, con los recursos que tenemos, sin necesidad de cambiar el mundo cambiando radicalmente nuestra vida, sino a través de pequeños gestos, sencillas acciones que pueden transformar la sociedad en la que vivimos”, nos explican desde la ONG.
El primer paso para ser voluntario es estar sensibilizado y formado, para ello se trabaja con los centros educativos su Plan de Acción Social. De tal manera que desde 1º de Primaria empiecen a trabajarlo y conozcan, a través de materiales educativos la realidad de las personas sin hogar, los niños hospitalizados, las personas con discapacidad o las situaciones de pobreza y exclusión en la que viven muchos niños de su misma edad. A partir de los 16 años ya pueden comprometerse y ser voluntarios en su en su entorno. Pueden trabajar con infancia y juventud en campamentos urbanos y actividades deportivas encaminadas a favorecer la integración. También se puede atender a mayores con visitas y acompañamiento en sus centros de residencia o domicilios. Otra acción de voluntariado está encaminada a hacer más agradable la estancia en hospitales con visitas periódicas a los enfermos allí ingresados o también iniciativas que favorezcan la integración social de personas con discapacidad. Los jóvenes pueden participar en las campañas de recogida de alimentos para personas en peligro de exclusión social y ofrecer desayunos solidarios para aquellos que están en la calle.
Todos podemos hacer mucho, pero a menudo no se sabe por dónde empezar. No es necesario grandes acciones sino conseguir que comprendan que con un poquito que hagamos cada uno, se puede ayudar mucho. Y nuestros niños ganarán en valores, sensibilización, empatía y aprenderán a apreciar más la suerte que tienen de haber nacido donde han nacido.

Uso seguro y responsable de las nuevas tecnologías para los profesores y las familias

Uno de los cursos está dirigido a profesores y educadores en general. Y es que, ellos son los que controlan el uso de las TIC en las aulas y por ello tienen que ayudar a los alumnos a utilizarlas con cabeza.
Desde hace varios años, vivimos en un mundo digital y esto nos da la oportunidad de cambiar las metodologías que se utilizan para la enseñanza. Es evidente, que esto conlleva una mejora del proceso educativo, pero hay que conseguir que se realice un uso saludable de las Nuevas Tecnologías.
Todos, incluyendo a los más pequeños de la casa, hemos vivido la incorporación de las TIC y también disfrutamos de las ventajas que nos ofrecen para nuestro día a día. Incluso se han convertido en algo indispensable para realizar algunas tareas cotidianas.
Pero los niños y adolescentes carecen de conocimientos sobre seguridad, privacidad, legislación aplicable o uso responsable de la herramienta. Por ello, a través de este curso queremos ayudar a los docentes a saber actuar ante un mal uso de las TIC. Para ello, les dotaremos de los conocimientos y los recursos necesarios para darles a los alumnos las pautas correctas.
Por otra parte, en el hogar los niños también tienen muchas posibilidades de acceso a los dispositivos tecnológicos. Es innegable que la mayoría de ellos tienen una gran habilidad pero desconocen cómo hacer un uso responsable de los mismos.
Buen ejemplo de ello es que el proyecto de investigación EU-NET-ADB refleja que España junto a Rumania se encuentra a la cabeza de los países europeos con mayor desarrollo de conductas adictivas a internet entre los adolescentes de 14 a 17 años.
Además en nuestro país, cerca del 22% de los jóvenes se encuentra “en riesgo” de desarrollar conductas adictivas a internet, uno de los mayores porcentajes de Europa. Es por ello que hay que hacer especial hincapié en el control y la supervisión del uso de las redes sociales por parte de los jóvenes.
El objetivo de ambos cursos es en definitiva proporcionar los conocimientos necesarios para concienciar sobre las consecuencias del uso abusivo e inadecuado de las nuevas tecnologías.
Los cursos están dirigidos a: profesores de primaria, secundaria y bachillerato, padres, familiares, tutores legales de menores que estén interesados en ampliar sus conocimientos sobre las TIC y les oriente en hacer un uso responsable de ellas para niños y jóvenes.
Ambos cursos se desarrollan en el Campus Virtual de Fundación MAPFRE, desde el cual podrán consultar los contenidos, conversar con los tutores y otros alumnos.

Ventajas de enviar a tus hijos al extranjero

Si estás considerando esta opción, te animamos a que te acerques a conocer de primera mano a los responsables de los colegios presentes en la feria para charlar con ellos y ayudarte a decidir y resolver dudas. Pero antes, te damos varias razones para convencerte de regalarle a tu hijo una inolvidable experiencia de vida y una pequeña guía de cuestiones a tener en cuenta para acertar con la elección más adecuada.
El número de estudiantes españoles en el extranjero crece cada año, tan sólo en Gran Bretaña estudian 10.000 niños españoles y somos el país que ocupa el quinto lugar del mundo en cuanto a jóvenes cursando un año escolar en Estados Unidos. El porcentaje de estudiantes procedentes de nuestro país a otros como Inglaterra, Alemania, Irlanda o Estados Unidos crece exponencialmente cada curso. En 2015 la cantidad de españoles estudiando en Estados Unidos aumento en un 15% con respecto al año anterior.
Las familias españolas son conscientes, cada vez más, de que estudiar fuera, además de ampliar los conocimientos de su hijo y brindarle excelentes oportunidades de futuro, es una de las experiencias más enriquecedoras que podrá tener en la vida. Por eso, cada vez más, deciden enviar a sus hijos al extranjero no sólo para aprender idiomas y estudiar, si no también para que vivan la experiencia que les marcará para siempre y les reportará futuros éxitos profesionales, personales e intelectuales.
VENTAJAS
n Apertura de mente, visión cultural ampliada. Los estudiantes que cursan un año en el extranjero aprenden a desenvolverse en un ámbito de diversidad, utilizando un idioma distinto al suyo, conviviendo en un entorno y en una sociedad y cultura distinta a la suya. Esto les obliga a romper con su forma de pensar, hasta entonces lineal, y tener una visión más amplia. Esa amplitud de miras y adaptabilidad a nuevos horizontes serán unas aptitudes que les acompañaran el resto de sus vidas y les serán muy útiles en todos los ámbitos de su desarrollo personal y profesional. El mercado de trabajo del siglo XXI pide, cada vez más, personas con esas características: abiertas, adaptables y que no tengan miedo al cambio.
n Aprender el idioma. La mejor forma de aprender y dominar una lengua es tener que utilizarla desde por la mañana hasta por la noche para todos los quehaceres y necesidades diarias y, además, estudiar en ella. Verse forzado a hablar el idioma, puede resultarle costoso al principio, pero, a lo largo de un curso termina convirtiéndose en algo fácil y casi natural y, al aprender la lengua en su país materno, el alumno adquiere un mejor acento y mayor fluidez. Al final, tu hijo sentirá el idioma como propio y no como algo aprendido. Y viviendo en el país, entenderá e interiorizará la esencia y expresividad real de ese idioma.
Además, dicen que un cerebro capaz de manejarse con efectividad en dos idiomas distintos hace que las personas sean más inteligentes, estén mejor preparados para la multitarea y sus cerebros se mantengan “en forma” durante más tiempo, así que las ventajas  son innegables.
n Aprender otras culturas de primera mano. No se trata sólo conocer el idioma, la música, la comida o el deporte que se practica en el país de acogida. La inmersión sociocultural en país extranjero ayuda a conocer la forma de pensar de su población, sus costumbres y forma de ver la vida, en ocasiones distintas a lo que se está acostumbrado. Entender y respetar sus normas ayuda a los jóvenes a ser más responsables y comprometidos con los demás.
Además, también podrán tener una perspectiva distinta de su propio país,  lo que les enseñará a ser más tolerante y reflexionar.
n Maduración, crecimiento personal.  Estar lejos de la familia y del hogar es también sin duda una experiencia de crecimiento personal y ayudará al niño a darse cuenta de sus valores y creencias y también a valorar más lo que posee, visto con la perspectiva de la distancia.
Estar lejos de casa implica tener que tomar decisiones sin la ayuda inmediata de los padres. Esas situaciones harán crecer a tu hijo con más confianza en si mismo, independencia y capacidad para enfrentarse a nuevas situaciones.
n Nuevas relaciones. Tu hijo tendrá la oportunidad de conocer a mucha gente y seguramente, algunas de esas personas llegarán a ser amistades que perduren en el tiempo. No sólo conocerá gente del país al que vaya, si no otros compañeros que estén en su misma situación. Amigos y conocidos para toda la vida y de diferentes partes del mundo.
n Hacer currículum. Haber vivido un año en el extranjero siempre será un credencial en el curriculum a la hora de hacer una entrevista de trabajo. Denota un desempeño del idioma y madurez añadida.

¿Obligarles a comer? La obsesión por el plato limpio

Ana Veiga

El 85% de los padres obliga a comer a sus hijos cuando ya han saciado su apetito, según un estudio realizado en la Universidad de California. Y, aunque se presupone buena voluntad y preocupación por la buena alimentación del pequeño, puede que en realidad le estemos transmitiendo todo lo contrario.
“Nadie debe obligar a comer a nadie”, sentencia tajante Carlos González, pediatra y autor del libro Mi niño no me come. “Cuando queda comida en el plato, hay que tirarla en la basura orgánica, y tomar nota para poner menos comida en el plato la próxima vez”.
No, González no es de la corriente de ‘lo que no comes, lo cenas’. Considera que lo ideal es conocer y respetar la cantidad de comida que requiere nuestro hijo/as. “Depende de cada niño, y se ha comprobado que algunos niños comen cada día el triple que otros de la misma edad y peso. Y para saber si el peso de un niño es correcto, hay que compararlo con las tablas de peso y talla, así como las de relación peso/talla, índice de masa corporal y velocidad de crecimiento”.
En caso de que el/la menor tenga un peso demasiado bajo para su edad o talla, debemos hacerle las pruebas oportunas, determinar si tiene alguna enfermedad y, si es el caso, tratarlo “pero jamás hay que obligarle a comer, porque sólo llevaría a retrasar el diagnóstico; la celiaquía, la tuberculosis, la insuficiencia renal, los parásitos intestinales… no se curan obligando al niño a comer”.
El estudio “Consecuencias de pertenecer al club del plato limpio” de la Universidad Cornell de Ithaca, afirman que los niños a los que se les ha obligado a comer tienen más posibilidades de padecer obesidad en la edad adulta. González matiza que el estudio solo les preguntó a un grupo de niños de cuatro años cuánta comida querían que les sirvieran, en una comida de prueba. “Aquellos niños cuyos padres afirman que les obligan a acabarse el plato, tendían a pedir que les pongan más cantidad” pero insiste en que “de ahí no se puede extraer que serán obesos en la edad adulta”. Aunque “dado que sufrimos una gravísima epidemia de obesidad infantil, cualquier factor que haga que los niños se sirvan más comida es preocupante”.
Esta tendencia a llenar el plato a pesar de lo que opine el pequeño comensal, puede venir de la educación alimentaria que hemos recibido en casa. Siempre es difícil romper con el ciclo en el que nos han criado. Aunque el pediatra ve una diferencia entre la forma en que nuestros padres nos obligaron a nosotros – y nuestros abuelos obligaron a nuestros padres-: “Los ahora padres y madres tuvieron poca obesidad infantil; y los ahora abuelos/as casi no la conocieron. Algo ha cambiado. Sí, los que ahora serían bisabuelos muchas veces obligaban a comer… pero obligaban a comer mucha menos cantidad, y sobre todo la comida era de mejor calidad que ahora. Los que ahora son abuelos pasaron toda su infancia sin probar la Coca-Cola, los donuts, el Cola Cao, las magdalenas, las bolsitas de patatas… No estamos haciéndolo “como nuestros abuelos, sino mucho peor”, remarca.
Y no solo eso. En muchos casos, se usa la comida como recompensa e incluso se podría decir que como herramienta para inculcar obediencia. En general, González está en contra de los premios y los castigos para modificar la conducta “Incluso si fueran útiles –muchos estudios demuestran que no lo son-, serían inmorales”.
Pero cuando el premio es algo comestible, hay un problema todavía más grave: sistemáticamente, el premio es comida insana. “Nunca ofrecemos como premio una manzana, unas acelgas o unas lentejas; siempre se «premia» con helados, pasteles, caramelos, aperitivos salados… Le estamos diciendo a nuestros hijos que ese tipo de comida es la mejor que hay, que es tan buena que es un premio. Esto es una de las razones que acaba provocando que sea precisamente esa comida que mostramos como trofeo aquella que el niño/a desea profundamente.
La neofobia
Hay muchas razones para que un niño rechace la comida. Para muchos niños, solo es una fase de su desarrollo. “Entre el año y medio y los seis años, la mayoría experimentan algo llamado neofobia”, explica Bee Wilson, periodista especializada en alimentación y autora de El primer bocado (First Bite).La neofobia es el miedo incontrolable e injustificado que se siente hacia cosas o experiencias nuevas. Y en el caso de lo niños, es habitual que se relacione con la comida.
Y manda un mensaje a los padres: “Cualquier niño es capaz de aprender a amar el brócoli. Pero se tarda a algunas personas más tiempo para llegar allí que otros”. Con esto, quiere tranquilizar a esos progenitores que se culpan –o que son culpados- por sus hijos e hijas ‘malcomedores’. Sobre todo, para que esa culpa no acabe derivando en una presión familiar a los niños para obligarles a comer. Si no tienen hambre, no la tienen. Es preferible enseñar sin obligar y “no convertir la cena en la hora más estresante y triste del día”.

CONSEJOS PRÁCTICOS
n Bee Wilson nos da pautas para gestionar el momento de la comida con nuestros hijos de la mejor forma posible.

n n Tres cosas que debes evitar:
n No lleves la culpa o la vergüenza a la mesa. El chocolate no es ‘malo’; y la ensalada no es ‘maravillosa’. Solo es comida.
n No les presiones para comer. El objetivo final es ayudarles a convertidse en adultos que disfruten de los alimentos en todas sus variedades.
n Si el niño/a no quiere probar comida nueva, prueba a ofrecérsela en pequeñas cantidades, tan pequeñas como un guisante. Con que lo prueben ya será suficiente; no esperes que coman el plato entero la primera vez.

n n Tres cosas que puedes hacer:
n En vez de insistir en que coman, trata de convertirte en el ejemplo que quieres ver en tus hijos e hijas.
n Sé amable y comprensivo/a, contigo y con ellos. Todos tenemos derecho a cometer fallos.