Algunos consejos de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción

Para ayudar a paliar la creciente angustia de los padres en lo relativo a las drogas, la FAD ha publicado, en colaboración con la editorial Temas de Hoy, el libro “¿Qué les digo?”, una guía práctica con información básica. Aquí van algunas de las claves que aporta:

Para ayudar a paliar la creciente angustia de los padres en lo relativo a las drogas, la FAD ha publicado, en colaboración con la editorial Temas de Hoy, el libro “¿Qué les digo?”, una guía práctica con información básica. Aquí van algunas de las claves que aporta:
Para niños de hasta seis años
4“En estas edades, no conocen las drogas ni se interesan por ellas, por eso cuando respondamos a sus preguntas o toquemos el tema hemos de hacerlo con naturalidad y sin alarmismo”.
4“Los niños hacen lo que ven hacer, por eso los adultos hemos de ser coherentes con lo que hacemos delante de ellos”.
4“Las normas son necesarias. Está claro que los padres han de ser pacientes. Si criamos a un niño que respeta las normas de casa, tendremos a un adolescente que respetará espontáneamente las normas sociales”.
4“Las mejores respuestas en estas edades suelen ser las más simples”.
4“Debemos evitar mentir, banalizar o frivolizar, pasarle la pelota a otros, asustar o atacar.
De los 6 a los 12 años:
4“Son perfectamente conscientes de que las drogas existen y de que hay personas que las consumen”.
4 “Por lo general, adoptan una actitud de rechazo hacia las drogas. El consumo de alcohol y tabaco les ocupa, y a menudo les preocupa”.
4 Los medios de comunicación y el grupo de amigos comienzan a ejercer una influencia que compite con la nuestra”.
4 “Hasta los doce años, difícilmente encontrará drogas (a excepción de alcohol y tabaco), y es precisamente éste el momento de iniciar las acciones preventivas”.
4 Es muy posible que, como padres, tengamos que ‘abrir la brecha’ de la comunicación, aunque debemos estar preparados para situaciones en las que nuestros propios hijos tomen la iniciativa.
4Es positivo conocer a los amigos de nuestros hijos; fomentar actividades en el hogar.
4 Debemos evitar desconfiar, formular preguntas-trampa, juzgar a priori o rebuscar en sus cajones algo que ‘lo inculpe’, alarmarnos sin razón.
De los 12 a los 16:
4Por lo general, adoptan una actitud de rechazo inicial hacia las drogas (entre los 12 y los 13 años). Pero los años siguientes suele transformarse en curiosidad y fantaseo.
4Los medios de comunicación y el grupo de amigos comienzan a ejercer una potente influencia.
4Nuestro objetivo último es guiar a los hijos hacia una maduración responsable, de forma que vayan siendo progresivamente autoeficaces.
4Las drogas son para los adolescentes una realidad más. El enfrentamiento con las drogas es parte del crecimiento.
4Si creemos que en nuestro hogar puede haber un consumo problemático de drogas, debemos afrontarlo con prudencia. Si vemos que el consumo es muy problemático, debemos buscar ayuda y motivar hacia el tratamiento.

 

Para niños de hasta seis años

-“En estas edades, no conocen las drogas ni se interesan por ellas, por eso cuando respondamos a sus preguntas o toquemos el tema hemos de hacerlo con naturalidad y sin alarmismo”.

-“Los niños hacen lo que ven hacer, por eso los adultos hemos de ser coherentes con lo que hacemos delante de ellos”.

-“Las normas son necesarias. Está claro que los padres han de ser pacientes. Si criamos a un niño que respeta las normas de casa, tendremos a un adolescente que respetará espontáneamente las normas sociales”.

-“Las mejores respuestas en estas edades suelen ser las más simples”.

-“Debemos evitar mentir, banalizar o frivolizar, pasarle la pelota a otros, asustar o atacar.

 

De los 6 a los 12 años:

– “Son perfectamente conscientes de que las drogas existen y de que hay personas que las consumen”.

– “Por lo general, adoptan una actitud de rechazo hacia las drogas. El consumo de alcohol y tabaco les ocupa, y a menudo les preocupa”.

– Los medios de comunicación y el grupo de amigos comienzan a ejercer una influencia que compite con la nuestra”.

– “Hasta los doce años, difícilmente encontrará drogas (a excepción de alcohol y tabaco), y es precisamente éste el momento de iniciar las acciones preventivas”.

– Es muy posible que, como padres, tengamos que ‘abrir la brecha’ de la comunicación, aunque debemos estar preparados para situaciones en las que nuestros propios hijos tomen la iniciativa.

– Es positivo conocer a los amigos de nuestros hijos; fomentar actividades en el hogar.

– Debemos evitar desconfiar, formular preguntas-trampa, juzgar a priori o rebuscar en sus cajones algo que ‘lo inculpe’, alarmarnos sin razón.

 

De los 12 a los 16:

– Por lo general, adoptan una actitud de rechazo inicial hacia las drogas (entre los 12 y los 13 años). Pero los años siguientes suele transformarse en curiosidad y fantaseo.

– Los medios de comunicación y el grupo de amigos comienzan a ejercer una potente influencia.

– Nuestro objetivo último es guiar a los hijos hacia una maduración responsable, de forma que vayan siendo progresivamente autoeficaces.

– 4Las drogas son para los adolescentes una realidad más. El enfrentamiento con las drogas es parte del crecimiento.

– Si creemos que en nuestro hogar puede haber un consumo problemático de drogas, debemos afrontarlo con prudencia. Si vemos que el consumo es muy problemático, debemos buscar ayuda y motivar hacia el tratamiento.

 

"Es responsabilidad de todos la falta de educación en hábitos saludables"

Ferrán Adrià ha pedido al Gobierno español que aproveche la próxima presidencia de la Unión Europea para impulsar que se imparta en los colegios una asignatura sobre alimentación saludable. Como presidente del Consejo Asesor de la Fundación Alícia trabaja, en colaboración con otros profesionales como el cardiólogo Valentín Fuster, en enseñar a los niños que la alimentación es una prioridad para su salud y en mejorar los hábitos alimentarios de nuestra sociedad.

Esmeralda Mardomingo
Ferran Adrià ha pedido al Gobierno español que aproveche la próxima presidencia de la Unión Europea para impulsar que se imparta en los colegios una asignatura sobre alimentación saludable.
Como presidente del Consejo Asesor de la Fundación Alícia trabaja, en colaboración con otros profesionales como el cardiólogo Valentín Fuster, en enseñar a los niños que la alimentación es una prioridad para su salud y en mejorar los hábitos alimentarios de nuestra sociedad.
P. ¿Con qué objetivo se crea la Fundación Alícia?
R. Alícia es un centro que investiga en cocina con rigor científico para conseguir que todos comamos mejor de lo que lo hacemos.
P. ¿Cuáles son las actividades concretas que se realizarán en los colegios?
R. Está definido el objetivo a alcanzar, pero el cómo exactamente -que es la clave de un cambio de actitud vital real- está trabajándose con un equipo de expertos pluridisciplinar, con profesores y con tres escuelas piloto.
P. Junto al cardiólogo Valentín Fuster también está desarrollando varios proyectos fuera de nuestro país ¿nos podría explicar en qué consisten?
R. El Doctor Fuster, amigo y admirado, trabaja en otros grandes proyectos de educación para la salud en países como Colombia.
P. ¿A qué porcentaje de niños españoles afecta la obesidad en estos momentos?
R. A demasiados. Según los datos del sistema nacional de salud publicados en 2007, un 18% de niños entre 2 y 17 años padece algún tipo de sobrepeso y alrededor del 8% ya han desarrollado obesidad. Esto representa más de un millón y medio de niños.
P. ¿De quién es la responsabilidad de que desde pequeños no se inculque la salud como prioridad?
R. De todos. De no tener precisamente esa actitud y valorar  por tanto la necesidad de transmitirla.
P. ¿De qué forma padres y profesores pueden educar a los niños de la importancia de una dieta saludable?
R. Los padres son los primeros responsables de procurar una dieta sana y apetecible a sus hijos. Preparar una buena comida no es difícil ni caro. Y dedicar un poco de tiempo a cocinar para la familia es el mejor ejemplo de cuáles son las cosas que importan.
P. ¿Se debería implantar en los planes de estudio una asignatura obligatoria de alimentación saludable?
R. La escuela no puede ser el único responsable de la educación de los niños en todos los aspectos de la vida. Tiene que ser un medio que contribuya a aprender a comer sano. Pero la reponsabilidad es mucho más compleja, los primeros educadores tienen que ser los padres, pues sólo el 20% de las comidas se realizan en la escuela. También es necesario que los medios de comunicación, los programas televisivos, los municipios, la Administración… contribuyan en la educación de hábitos de vida saludables en general.
P. Siempre ha insistido en que la gastronomía no es ir al Bulli sino comer en casa ¿cuáles son sus recomendaciones para que la compra en el hogar no se dispare de presupuesto?
R. Dedicar un rato a planificar el menú, aprovechar la temporada, recordar siempre que es mejor una buena sardina que una mala langosta… Continúa habiendo muchos productos deliciosos y accesibles a un bolsillo medio de nuestra sociedad.
P. ¿La clave para que los niños aprendan a comer bien desde pequeños pasa por sensibilizar a los padres de la importancia de una dieta saludable?
R. El problema es porqué, a estas alturas, aún no estamos sensibilizados. Por falta de información al respecto no será.
P. De qué forma se puede motivar a los padres para que cambien su actual estilo de vida y que redunde en la salud de toda la familia?
R. Hay que empezar a plantearse -eso sí, cada día- por qué, si preparar el mejor zumo de naranja para los nuestros no requiere ni dos minutos, no lo hacemos.
P. Si estamos a la vanguardia mundial de cocina, ¿podemos estarlo también en gastronomía, en alimentación para escuelas, hospitales…?
R. Al final la materia es la misma, el arte o forma de preparar la comida. Se trata de aprovechar nuestra buena experiencia  en alta cocina y aplicar el mismo esfuerzo, rigor e imaginación a la cocina diaria de estos colectivos, de la mano de los expertos en nutrición. Además de una responsabilidad social, puede ser una aportunidad para nuestro país. En la Fundación Alícia ya hemos empezado a trabajar en ello. z

P. ¿Con qué objetivo se crea la Fundación Alícia?

R. Alícia es un centro que investiga en cocina con rigor científico para conseguir que todos comamos mejor de lo que lo hacemos.

 

P. ¿Cuáles son las actividades concretas que se realizarán en los colegios?

R. Está definido el objetivo a alcanzar, pero el cómo exactamente -que es la clave de un cambio de actitud vital real- está trabajándose con un equipo de expertos pluridisciplinar, con profesores y con tres escuelas piloto.

 

P. Junto al cardiólogo Valentín Fuster también está desarrollando varios proyectos fuera de nuestro país ¿nos podría explicar en qué consisten?

R. El Doctor Fuster, amigo y admirado, trabaja en otros grandes proyectos de educación para la salud en países como Colombia.

 

P. ¿A qué porcentaje de niños españoles afecta la obesidad en estos momentos?

R. A demasiados. Según los datos del sistema nacional de salud publicados en 2007, un 18% de niños entre 2 y 17 años padece algún tipo de sobrepeso y alrededor del 8% ya han desarrollado obesidad. Esto representa más de un millón y medio de niños.

 

P. ¿De quién es la responsabilidad de que desde pequeños no se inculque la salud como prioridad?

R. De todos. De no tener precisamente esa actitud y valorar  por tanto la necesidad de transmitirla.

 

P. ¿De qué forma padres y profesores pueden educar a los niños de la importancia de una dieta saludable?

R. Los padres son los primeros responsables de procurar una dieta sana y apetecible a sus hijos. Preparar una buena comida no es difícil ni caro. Y dedicar un poco de tiempo a cocinar para la familia es el mejor ejemplo de cuáles son las cosas que importan.

 

P. ¿Se debería implantar en los planes de estudio una asignatura obligatoria de alimentación saludable?

R. La escuela no puede ser el único responsable de la educación de los niños en todos los aspectos de la vida. Tiene que ser un medio que contribuya a aprender a comer sano. Pero la reponsabilidad es mucho más compleja, los primeros educadores tienen que ser los padres, pues sólo el 20% de las comidas se realizan en la escuela. También es necesario que los medios de comunicación, los programas televisivos, los municipios, la Administración… contribuyan en la educación de hábitos de vida saludables en general.

 

P. Siempre ha insistido en que la gastronomía no es ir al Bulli sino comer en casa ¿cuáles son sus recomendaciones para que la compra en el hogar no se dispare de presupuesto?

R. Dedicar un rato a planificar el menú, aprovechar la temporada, recordar siempre que es mejor una buena sardina que una mala langosta… Continúa habiendo muchos productos deliciosos y accesibles a un bolsillo medio de nuestra sociedad.

 

P. ¿La clave para que los niños aprendan a comer bien desde pequeños pasa por sensibilizar a los padres de la importancia de una dieta saludable?

R. El problema es porqué, a estas alturas, aún no estamos sensibilizados. Por falta de información al respecto no será.

 

P. De qué forma se puede motivar a los padres para que cambien su actual estilo de vida y que redunde en la salud de toda la familia?

R. Hay que empezar a plantearse -eso sí, cada día- por qué, si preparar el mejor zumo de naranja para los nuestros no requiere ni dos minutos, no lo hacemos.

 

P. Si estamos a la vanguardia mundial de cocina, ¿podemos estarlo también en gastronomía, en alimentación para escuelas, hospitales…?

R. Al final la materia es la misma, el arte o forma de preparar la comida. Se trata de aprovechar nuestra buena experiencia  en alta cocina y aplicar el mismo esfuerzo, rigor e imaginación a la cocina diaria de estos colectivos, de la mano de los expertos en nutrición. Además de una responsabilidad social, puede ser una aportunidad para nuestro país. En la Fundación Alícia ya hemos empezado a trabajar en ello.

 

I+D en la alimentación

I+D en la alimentación

Alícia es el nombre por el que se conoce la Fundación Alícia, Alimentación y Ciencia, una entidad sin ánimo de lucro creada en el año 2004.

Alícia es el nombre por el que se conoce la Fundación Alícia, Alimentación y Ciencia, una entidad sin ánimo de lucro creada en el año 2004. Es un centro de investigación dedicado a la innovación tecnológica en cocina y a la difusión del patrimonio agroalimentario y gastronómico. Tiene una clara vocación social con el objetivo de promover una buena alimentación.
Esta Fundación, creada por la Generalitat de Cataluña y Caixa Manresa, cuenta con un Consejo Asesor presidido por el chef Ferran Adrià y con el asesoramiento del cardiólogo Valentín Fuster.

Es un centro de investigación dedicado a la innovación tecnológica en cocina y a la difusión del patrimonio agroalimentario y gastronómico. Tiene una clara vocación social con el objetivo de promover una buena alimentación.

Esta Fundación, creada por la Generalitat de Cataluña y Caixa Manresa, cuenta con un Consejo Asesor presidido por el chef Ferran Adrià y con el asesoramiento del cardiólogo Valentín Fuster.

 

Las dos caras del trabajo infantil

¿Son determinadas formas de trabajo infantil un peaje obligatorio para que los países subdesarrollados salgan de la pobreza? ¿Qué tipo de empleos deberían prohibirse a toda costa? Todos compartimos el sueño de un mundo en el que los niños puedan estudiar sin carga laboral alguna. Las divergencias surgen a la hora de trazar el camino a seguir.

RODRIGO SANTODOMINGO
Supongamos que una comitiva de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) desembarca en cualquier país en vías de desarrollo. Su objetivo, convencer al gobierno de turno sobre la imperiosa necesidad de erradicar sin demora el trabajo infantil de su sistema productivo.
Intuyen los técnicos de la OIT que la vertiente humanitaria del problema (la negación del derecho a la Educación y a gozar de una infancia plena sin presiones laborales) no conmoverá necesariamente a sus interlocutores. Por eso vienen provistos de refinadas predicciones estadísticas sobre los inmensos beneficios económicos de acabar con una práctica que (haciendo caso omiso al diablillo del relativismo, ya saben, en Occidente no, en otros países sí) todos consideramos aberrante.
Si el país está en el África Sub-sahariana, por cada dólar invertido en atajar la plaga retornan cinco para la economía nacional. En Asia, siete. Las ventajas son “enormes, casi astronómicas en términos de productividad, aumento salarial y recaudación de impuestos”, aseguraba hace un par de años Frans Roeselaers, director del Programa Internacional para la Eliminación del Trabajo Infantil (IPEC en sus siglas en inglés), durante la presentación del informe que recoge tan optimistas cálculos.
“¿Y esto para cuándo?”, preguntan algo escépticos los países pobres. “De aquí a 20 años”, responde la OIT. Mientras, sólo cabe hablar de costes. Para infraestructuras educativas y formación del profesorado. Para arreglar los desajustes en el mercado laboral. Para que las familias puedan apañárselas sin esa fuente de ingresos que antes se enfundaba el mono de trabajo y ahora viste de escolar.
No al boicot
“Planes integrales”, “visión multidisciplinar”, “intervenciones micro”. Son todas expresiones utilizadas por la directora de sensibilización de Unicef-España, Marta Arias, cuando habla de posibles estrategias en la lucha contra el trabajo infantil, un fenómeno que no desaparecerá “mientras exista pobreza”.
Arias insiste en la importancia de evitar “prácticas contraproducentes” como el boicot a productos sospechosos de haber sido elaborados con mano de obra infantil. En Bangladesh, unos 50.000 niños que trabajaban en la industria textil fueron despedidos tras aprobar EEUU una ley de importación llena de buenas intenciones. Su destino fue en muchos casos la prostitución, la mendicidad o un nuevo empleo en la minería.
Incluso aquellos estados que más empeño ponen en alejar a sus niños de la vida laboral se niegan a concretar soluciones tajantes o a aceptar fechas límite impuestas por la comunidad internacional. En 2000, Bill Clinton propuso sancionar a las naciones que consintieran las peores formas de trabajo infantil. Brasil e India criticaron duramente una iniciativa que tildaron de “moralista” y encaminada a ralentizar el despegue de las economías emergentes. También recordaron que el mundo rico hizo la vista gorda con el empleo de menores hasta que su desarrollo económico le permitió terminar con lo que muchos consideran un “mal necesario” intrínseco al sistema capitalista.z

 

Supongamos que una comitiva de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) desembarca en cualquier país en vías de desarrollo. Su objetivo, convencer al gobierno de turno sobre la imperiosa necesidad de erradicar sin demora el trabajo infantil de su sistema productivo.

Intuyen los técnicos de la OIT que la vertiente humanitaria del problema (la negación del derecho a la Educación y a gozar de una infancia plena sin presiones laborales) no conmoverá necesariamente a sus interlocutores. Por eso vienen provistos de refinadas predicciones estadísticas sobre los inmensos beneficios económicos de acabar con una práctica que (haciendo caso omiso al diablillo del relativismo, ya saben, en Occidente no, en otros países sí) todos consideramos aberrante.

Si el país está en el África Sub-sahariana, por cada dólar invertido en atajar la plaga retornan cinco para la economía nacional. En Asia, siete. Las ventajas son “enormes, casi astronómicas en términos de productividad, aumento salarial y recaudación de impuestos”, aseguraba hace un par de años Frans Roeselaers, director del Programa Internacional para la Eliminación del Trabajo Infantil (IPEC en sus siglas en inglés), durante la presentación del informe que recoge tan optimistas cálculos.

“¿Y esto para cuándo?”, preguntan algo escépticos los países pobres. “De aquí a 20 años”, responde la OIT. Mientras, sólo cabe hablar de costes. Para infraestructuras educativas y formación del profesorado. Para arreglar los desajustes en el mercado laboral. Para que las familias puedan apañárselas sin esa fuente de ingresos que antes se enfundaba el mono de trabajo y ahora viste de escolar.

 

NO AL BOICOT

“Planes integrales”, “visión multidisciplinar”, “intervenciones micro”. Son todas expresiones utilizadas por la directora de sensibilización de Unicef-España, Marta Arias, cuando habla de posibles estrategias en la lucha contra el trabajo infantil, un fenómeno que no desaparecerá “mientras exista pobreza”.

Arias insiste en la importancia de evitar “prácticas contraproducentes” como el boicot a productos sospechosos de haber sido elaborados con mano de obra infantil. En Bangladesh, unos 50.000 niños que trabajaban en la industria textil fueron despedidos tras aprobar EEUU una ley de importación llena de buenas intenciones. Su destino fue en muchos casos la prostitución, la mendicidad o un nuevo empleo en la minería.

Incluso aquellos estados que más empeño ponen en alejar a sus niños de la vida laboral se niegan a concretar soluciones tajantes o a aceptar fechas límite impuestas por la comunidad internacional. En 2000, Bill Clinton propuso sancionar a las naciones que consintieran las peores formas de trabajo infantil. Brasil e India criticaron duramente una iniciativa que tildaron de “moralista” y encaminada a ralentizar el despegue de las economías emergentes. También recordaron que el mundo rico hizo la vista gorda con el empleo de menores hasta que su desarrollo económico le permitió terminar con lo que muchos consideran un “mal necesario” intrínseco al sistema capitalista.

 

QUÉ

Ni las voces más autorizadas se ponen de acuerdo. Unicef advierte que desde que el tema figura en el top de la agenda humanitaria internacional se “han utilizado multitud de medidas y definiciones”, lo que ha creado “confusión en torno a la naturaleza exacta del problema”. El último intento de acotar en pocas palabras un fenómeno tan complejo data de 2008, e incorpora como novedad las tareas domésticas que arañen tiempo al estudio, tradicionalmente obviadas en las estadísticas.

La definición tipo suele tener zonas blancas (no es trabajo infantil echar una mano en casa o en el negocio familiar, los empleos “ligeros” a partir de ciertas edades) negras (prostitución, guerra, esclavitud) y una pantanosa escala de grises. ¿Qué entendemos por “nocivo” para la salud física y mental? ¿Y por “dignidad” del niño? Ambigüedad léxica que obliga a la Organización Internacional del Trabajo (OIT) a relativizar el término: “la respuesta (a qué es trabajo infantil) varía entre países”.

Otra opción pasa por fijar límites horarios. Antes de los 11 años, proscrito. Entre 12 y 14, no más de 14 horas. A partir de esa edad, carta blanca para que cada país legisle a su manera sin consentir que los menores de 18 años desempeñen labores de alto riesgo. Son los parámetros más utilizados por Unicef y la OIT.


CUÁNTO
Seguro, entre 150 y 200 millones.  La fragilidad burocrática de los países pobres, la opacidad de la economía sumergida, el interés por falsear cifras y la propia esencia difusa del término no contribuyen precisamente a conseguir cálculos precisos. ¿Probable entonces que sumen más? Hay quien dice que podría ser al contrario, ya que en ocasiones es necesario extrapolar datos y recurrir a otras licencias que pueden distorsionar la realidad, aunque no sabemos si para bien o para mal.
Antes de la crisis, la tendencia descendente (según la OIT, entre 2000 a 2004 pasamos 211 a 190 millones) hizo soñar con metas nutridas por alardes de optimismo y algunas gotas de ingenuidad: erradicar por completo las formas más crueles antes de 2016, finiquitar el asunto en todas sus formas de aquí a 30 años. Ahora prima la cautela, los “ya veremos” y el temor a que el próximo recuento depare sorpresas desagradables.


DÓNDE
En números absolutos, Asia ocupa el primer lugar con más de 120 millones, aproximadamente el 20% de su población menor de 14 años. El África Sub-sahariana aparece, con tasas superiores al 25%, como la región más castigada en términos relativos. Latinoamérica es el milagro: asevera la OIT que en cuatro años redujo sus cifras de 17 a 5 millones.
Aquejada de gigantismo demográfico y siniestros contrastes, India lidera la clasificación por países con entre 30 y 40 millones de infantes sin infancia. Le siguen muy de lejos Bangladesh, Perú, Pakistan y Brasil.


CÓMO
En contra del tópico que nace en el hollín de las novelas de Dickens y viaja en el tiempo hasta los infames tugurios donde pequeñas manos zurcen material deportivo de marca, la inmensa mayoría de los niños trabajadores (casi un 70%) se dedica a la agricultura. Le sigue el sector servicios (puestos callejeros, todas las modalidades de empleos urbanos poco cualificados) con un 22%, mientras que la industria sólo recoge al 8% restante.

 

Juan Felipe Hunt, director de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en España

Juan Felipe Hunt, Director de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en España

Siendo tan ambiguas, ¿sirven de algo las definiciones sobre trabajo infantil?

Sí sirven. Todas las definiciones tienen algo de pragmático, se trata de saber dónde estamos, con qué fenómeno nos enfrentamos. Eso hay que tenerlo claro. Otra cosa es que en el camino se acepten tareas que no dañen el desarrollo físico, emocional y educativo del niño.

Siendo tan ambiguas, ¿sirven de algo las definiciones sobre trabajo infantil?
Sí sirven. Todas las definiciones tienen algo de pragmático, se trata de saber dónde estamos, con qué fenómeno nos enfrentamos. Eso hay que tenerlo claro. Otra cosa es que en el camino se acepten tareas que no dañen el desarrollo físico, emocional y educativo del niño.
¿Y qué lo daña? Trabajar en una mina, sí; echar una mano en el negocio familiar, probablemente no. Hay ejemplos claros, pero otros muchos no tanto.
Existen zonas grises, claro, ¿dónde no las hay en este mundo? Aún así considero que nuestra organización lo define de manera bastante exhaustiva. También es importante la distinción entre las peores formas de trabajo infantil (prostitución, niños soldado, esclavos o en condiciones de semiesclavitud) y el resto. Terminar con las primeras es nuestro objetivo prioritario; con las segundas, el objetivo final.
Occidente lo utilizó para desarrollarse hasta bien entrado el siglo XX, y su erradicación fue un proceso muy progresivo. ¿Cómo se convence a los países pobres de que hay que terminar radicalmente con él, cuanto antes?
Diciéndoles que es un desastre para todos. Las familias obtienen una renta, sí, pero hipotecan el futuro de su hijo. Nuestra organización también ha demostrado que el coste económico para el país es brutal. Desde cualquier punto de vista, supone un error de bulto pensar que pueda ser beneficioso. Perpetuarlo condena a toda la sociedad a la pobreza.
Pero en el corto plazo, los niños pueden ser obligados a emplearse en trabajos peores, las familias dejan de percibir un ingreso, los empresarios han de contratar mano de obra más cara y el estado debe invertir en Educación. Un esfuerzo enorme.
Cada país tendrá que ir a su ritmo, establecer plazos o fechas límite es muy difícil. Ahora con la crisis hemos detectado un incremento de niños trabajadores, niñas sobre todo. Algunos estados han reducido los programas de ayuda, quizá a los padres que han perdido sus empleos no les quede otra que movilizar a todos los recursos familiares para sobrevivir. Esto no ayuda.
Antes de la crisis íbamos a mejor. Todas las regiones redujeron sus cifras entre 2000 y 2004. El caso de Latinoamérica asombra: de 17,4 a 5,7 millones de niños trabajadores en cuatro años.
Sí, sorprende. Las cifras son el resultado de los programas de alfabetización y apoyo a la infancia que se han llevado a cabo, sobre todo y por importancia demográfica en Brasil y México, aunque también en otros países como Venezuela y Bolivia. La tendencia global era muy buena, y confiamos en que los efectos de la crisis, que habrá que analizar cuando remontemos el vuelo, no la invierta.

 

Siendo tan ambiguas, ¿sirven de algo las definiciones sobre trabajo infantil?

Sí sirven. Todas las definiciones tienen algo de pragmático, se trata de saber dónde estamos, con qué fenómeno nos enfrentamos. Eso hay que tenerlo claro. Otra cosa es que en el camino se acepten tareas que no dañen el desarrollo físico, emocional y educativo del niño.

 

¿Y qué lo daña? Trabajar en una mina, sí; echar una mano en el negocio familiar, probablemente no. Hay ejemplos claros, pero otros muchos no tanto.

Existen zonas grises, claro, ¿dónde no las hay en este mundo? Aún así considero que nuestra organización lo define de manera bastante exhaustiva. También es importante la distinción entre las peores formas de trabajo infantil (prostitución, niños soldado, esclavos o en condiciones de semiesclavitud) y el resto. Terminar con las primeras es nuestro objetivo prioritario; con las segundas, el objetivo final.

 

Occidente lo utilizó para desarrollarse hasta bien entrado el siglo XX, y su erradicación fue un proceso muy progresivo. ¿Cómo se convence a los países pobres de que hay que terminar radicalmente con él, cuanto antes?

Diciéndoles que es un desastre para todos. Las familias obtienen una renta, sí, pero hipotecan el futuro de su hijo. Nuestra organización también ha demostrado que el coste económico para el país es brutal. Desde cualquier punto de vista, supone un error de bulto pensar que pueda ser beneficioso. Perpetuarlo condena a toda la sociedad a la pobreza.

 

Pero en el corto plazo, los niños pueden ser obligados a emplearse en trabajos peores, las familias dejan de percibir un ingreso, los empresarios han de contratar mano de obra más cara y el estado debe invertir en Educación. Un esfuerzo enorme.

Cada país tendrá que ir a su ritmo, establecer plazos o fechas límite es muy difícil. Ahora con la crisis hemos detectado un incremento de niños trabajadores, niñas sobre todo. Algunos estados han reducido los programas de ayuda, quizá a los padres que han perdido sus empleos no les quede otra que movilizar a todos los recursos familiares para sobrevivir. Esto no ayuda.

 

Antes de la crisis íbamos a mejor. Todas las regiones redujeron sus cifras entre 2000 y 2004. El caso de Latinoamérica asombra: de 17,4 a 5,7 millones de niños trabajadores en cuatro años.

Sí, sorprende. Las cifras son el resultado de los programas de alfabetización y apoyo a la infancia que se han llevado a cabo, sobre todo y por importancia demográfica en Brasil y México, aunque también en otros países como Venezuela y Bolivia. La tendencia global era muy buena, y confiamos en que los efectos de la crisis, que habrá que analizar cuando remontemos el vuelo, no la invierta.

 

Sin fronteras de idiomas

Según la última encuesta de la Oficina Estadística Comunitaria (Eurostat), un 46% de los adultos españoles no conoce ningún idioma extranjero. Sin embargo, el 68% de los alumnos de ESO estudia algún idioma, mayoritariamente inglés, y casi un 30%, dos o más lenguas. Estos datos parecen demostrar un cambio generacional en el desconocimiento de idiomas en España.

zaida pérez de aranda
Vivimos en plena era de la globalización y la desaparición de fronteras, un contexto en el cual los idiomas se convierten en una herramienta clave para comunicarse, buscar trabajo o estudiar. Por eso, el portal Entre Padres de EducaRed (www.educared.net/entrepadres) dedica su especial de este mes a analizar el conocimiento de idiomas en España, las técnicas de aprendizaje y los beneficios de aprender otras lenguas en edad infantil.
Lo cierto es que parece ser que los idiomas empiezan a no ser la asignatura pendiente de los españoles. Así lo demuestran los datos que Eurostat divulgó con motivo del Día Europeo de las Lenguas –celebrado el pasado 26 de septiembre– sobre la percepción que tienen los adultos de sus competencias lingüísticas y el aprendizaje de idiomas en Secundaria. Con los datos en la mano, comprobamos que casi el 68% de los alumnos de ESO estudia una lengua extranjera, mayoritariamente el inglés, y el 28% encuentra tiempo para estudiar dos o más idiomas. No obstante, casi la mitad de los españoles (el 46,6%) de entre 25 y 64 años afirma que no sabe hablar ninguna lengua extranjera, mientras un 35% reconoce conocimientos de algún idioma. Este porcentaje coloca a España en la cola de Europa en conocimiento de lenguas, sólo por detrás de Hungría y Portugal.
desde pequeños
Ante la dificultad de aprender al menos un idioma, los expertos aconsejan que lo hagamos desde pequeños. En ese sentido, un estudio de la Uníón Europea confirma que al activarse muy pronto su aptitud natural para el aprendizaje de lenguas, los niños disponen de más tiempo para asimilar y adquirir una experiencia lingüística y cultural que puede beneficiar a su desarrollo en general –tanto cognitivo, social y cultural como lingüístico–.
Pero, ¿cuál es el mejor momento para empezar a aprender otro idioma? Para los expertos en Psicología Evolutiva la barrera se sitúa en los tres o cuatro años, momento en el que el niño no ofrece resistencia a entender mensajes sencillos en otro idioma y reproducirlos poco después.
Según la doctora Laura-Ann Pettito, directora de la investigación sobre la educación bilingüe en la Sociedad Americana de Neurociencia, enseñar a los niños a hablar simultáneamente dos lenguas equivale a “crecer como si tuvieran dos seres monolingües alojados dentro del cerebro”. Si bien la doctora reconoce que, como en cualquier proceso de aprendizaje, se pueden producir inconvenientes como problemas de comprensión y uso de formas gramaticales, morfología y articulación, de contenido (semántico) y de vocabulario (expresión).
los mejores métodos
El tiempo necesario para aprender un idioma es diferente para cada persona pero, antes de nada, hay que asumir que se trata de un proceso a largo plazo. Según los expertos, la clave es trazarse objetivos a corto plazo para ganar en motivación. Así, el profesor Richard Vaughan plantea el proceso de aprendizaje en tres fases:
1. Fase cualitativa, para afianzar un período en el que dotarse de las estructuras básicas del idioma.
2. Fase cuantitativa, en la que el alumno pueda comenzar a comunicarse en situaciones reales.
3. Fase de perfeccionamiento, para buscar una mayor precisión oral ampliando gramática y vocabulario con nuevos términos, giros y expresiones.
En cuanto al método de aprendizaje, existe una variada oferta de sistemas y técnicas para nuestros hijos: centros multimedia, sin horarios prefijados y que se valen de soporte informático; clases de idiomas tradicionales; Escuela Oficial de Idiomas (EOI); inmersión lingüística en un país extranjero durante una temporada; cursos de autoformación que permiten a los alumnos estudiar por su cuenta; idiomas online… El portal Entre Padres explica cada uno de estos métodos, además de aportar consejos para lograr que los niños disfruten aprendiendo idiomas. z

 

Vivimos en plena era de la globalización y la desaparición de fronteras, un contexto en el cual los idiomas se convierten en una herramienta clave para comunicarse, buscar trabajo o estudiar. Por eso, el portal Entre Padres de EducaRed (www.educared.net/entrepadres) dedica su especial de este mes a analizar el conocimiento de idiomas en España, las técnicas de aprendizaje y los beneficios de aprender otras lenguas en edad infantil.

Lo cierto es que parece ser que los idiomas empiezan a no ser la asignatura pendiente de los españoles. Así lo demuestran los datos que Eurostat divulgó con motivo del Día Europeo de las Lenguas –celebrado el pasado 26 de septiembre– sobre la percepción que tienen los adultos de sus competencias lingüísticas y el aprendizaje de idiomas en Secundaria. Con los datos en la mano, comprobamos que casi el 68% de los alumnos de ESO estudia una lengua extranjera, mayoritariamente el inglés, y el 28% encuentra tiempo para estudiar dos o más idiomas. No obstante, casi la mitad de los españoles (el 46,6%) de entre 25 y 64 años afirma que no sabe hablar ninguna lengua extranjera, mientras un 35% reconoce conocimientos de algún idioma. Este porcentaje coloca a España en la cola de Europa en conocimiento de lenguas, sólo por detrás de Hungría y Portugal.

 

Desde pequeños

Ante la dificultad de aprender al menos un idioma, los expertos aconsejan que lo hagamos desde pequeños. En ese sentido, un estudio de la Uníón Europea confirma que al activarse muy pronto su aptitud natural para el aprendizaje de lenguas, los niños disponen de más tiempo para asimilar y adquirir una experiencia lingüística y cultural que puede beneficiar a su desarrollo en general –tanto cognitivo, social y cultural como lingüístico–.

Pero, ¿cuál es el mejor momento para empezar a aprender otro idioma? Para los expertos en Psicología Evolutiva la barrera se sitúa en los tres o cuatro años, momento en el que el niño no ofrece resistencia a entender mensajes sencillos en otro idioma y reproducirlos poco después.

Según la doctora Laura-Ann Pettito, directora de la investigación sobre la educación bilingüe en la Sociedad Americana de Neurociencia, enseñar a los niños a hablar simultáneamente dos lenguas equivale a “crecer como si tuvieran dos seres monolingües alojados dentro del cerebro”. Si bien la doctora reconoce que, como en cualquier proceso de aprendizaje, se pueden producir inconvenientes como problemas de comprensión y uso de formas gramaticales, morfología y articulación, de contenido (semántico) y de vocabulario (expresión).

 

Los mejores métodos

El tiempo necesario para aprender un idioma es diferente para cada persona pero, antes de nada, hay que asumir que se trata de un proceso a largo plazo. Según los expertos, la clave es trazarse objetivos a corto plazo para ganar en motivación. Así, el profesor Richard Vaughan plantea el proceso de aprendizaje en tres fases:

1. Fase cualitativa, para afianzar un período en el que dotarse de las estructuras básicas del idioma.

2. Fase cuantitativa, en la que el alumno pueda comenzar a comunicarse en situaciones reales.

3. Fase de perfeccionamiento, para buscar una mayor precisión oral ampliando gramática y vocabulario con nuevos términos, giros y expresiones.

En cuanto al método de aprendizaje, existe una variada oferta de sistemas y técnicas para nuestros hijos: centros multimedia, sin horarios prefijados y que se valen de soporte informático; clases de idiomas tradicionales; Escuela Oficial de Idiomas (EOI); inmersión lingüística en un país extranjero durante una temporada; cursos de autoformación que permiten a los alumnos estudiar por su cuenta; idiomas online… El portal Entre Padres explica cada uno de estos métodos, además de aportar consejos para lograr que los niños disfruten aprendiendo idiomas.

 

La princesa de Asturias visita un Centro Modelo de EducaRed

La Princesa de Asturias visita un Centro Modelo de EducaRed

La Princesa de Asturias ha visitado, el pasado 16 de octubre, el CP “San Félix” de Candás para conocer su proyecto de integración de las TIC en la educación.

Y es que “San Félix” es uno de los Centros Modelo de Educared (www.educared.net), un programa promovido por Fundación Telefónica, que ha dotado de medios informáticos a varios colegios de toda España, a la vez que ha definido para ellos una estrategia metodológica de innovación pedagógica y ha puesto a su disposición un equipo de formadores y orientadores que apoyan a profesores y alumnos en su trabajo diario de implantación de las nuevas tecnologías en los procesos de enseñanza y aprendizaje.

Acompañada, entre otros, por el presidente del Principado, Vicente Álvarez Areces; el consejero de Educación, José Luis Iglesias Riopedre; el delegado del Gobierno en Asturias, Antonio Trevín; el alcalde del concejo de Carreño, Miguel Ángel Riego González, y el vicepresidente ejecutivo de Fundación Telefónica, Javier Nadal, la Princesa Leticia Ortiz, tras descubrir una placa conmemorativa del centro, mantuvo una reunión con los promotores del proyecto y el equipo directivo y, posteriormente, hizo un recorrido por las instalaciones y por varias aulas educativas para conocer de cerca el funcionamiento de este innovador programa pedagógico para la implantación de las TIC.

¿Qué hacemos con el pequeño?

Nos gustaría que nos orientaran sobre lo siguiente: tenemos dos hijos, el mayor, estudia cuarto de Derecho y no nos plantea ningún problema pero no sabemos qué hacer con el pequeño.

Nos gustaría que nos orientaran sobre lo siguiente: tenemos dos hijos, el mayor, estudia cuarto de Derecho y no nos plantea ningún problema pero no sabemos qué hacer con el pequeño. Este año estudia 2º de Bachillerato y, aún no sabe qué quiere estudiar. El mayor siempre lo tuvo claro y fue un buen estudiante pero Pablo se limita a darnos largas y a “remolonear”, se pasa la vida dibujando y haciendo deporte. Tenemos pensado matricularle, también en Derecho; de este modo, podríamos ayudarles a establecerse los dos juntos. ¿Cómo podemos hacerle ver que esa es la mejor opción y que tiene que aprender de su hermano?
Ángeles (Valencia)
Estimada Ángeles, vuestro planteamiento es muy bueno “sobre el papel” pero, quizá, no sea el que desea o necesita Pablo. En ocasiones nos empeñamos en intentar utilizar el mismo “molde” para nuestros hijos y nos olvidamos de que cada persona es singular y única.
El desarrollo de cada uno, sus intereses y aptitudes conforman parte de la singularidad y la riqueza del ser humano. Tal vez Pablo no os transmite sus intereses porque asume que la decisión ya está tomada o quizá, se limita  a dejarse llevar porque no confía en que toméis en cuenta sus opciones.
Será él quien tendrá que sentarse a estudiar y a trabajar cada día. Si no se siente implicado e interesado en el plan, si no lo considera su “proyecto”, las posibilidaes de abandono son muy altas.
Os animaría a que os sentarais  a analizar con él distintas alternativas, haciéndole ver que él es parte importante de la decisión y que no es indispensable que siga los pasos de su hermano. Panteadle los puntos positivos de vuestra opción pero animándole a que exprese si ese proyecto es intresante para él o si está más motivado por otras salidas profesionales.
Si a pesar de todo continúa sin implicarse ni plantear su decisión, quizá sería conveniente que contactarais con un centro de psicología para realizar un estudio de orientación vocacional que pueda ayudar a Pablo a encaminar su futuro profesional.

 

Este año estudia 2º de Bachillerato y, aún no sabe qué quiere estudiar. El mayor siempre lo tuvo claro y fue un buen estudiante pero Pablo se limita a darnos largas y a “remolonear”, se pasa la vida dibujando y haciendo deporte. Tenemos pensado matricularle, también en Derecho; de este modo, podríamos ayudarles a establecerse los dos juntos. ¿Cómo podemos hacerle ver que esa es la mejor opción y que tiene que aprender de su hermano?

Ángeles (Valencia)

 

Estimada Ángeles, vuestro planteamiento es muy bueno “sobre el papel” pero, quizá, no sea el que desea o necesita Pablo. En ocasiones nos empeñamos en intentar utilizar el mismo “molde” para nuestros hijos y nos olvidamos de que cada persona es singular y única.

El desarrollo de cada uno, sus intereses y aptitudes conforman parte de la singularidad y la riqueza del ser humano. Tal vez Pablo no os transmite sus intereses porque asume que la decisión ya está tomada o quizá, se limita  a dejarse llevar porque no confía en que toméis en cuenta sus opciones.

Será él quien tendrá que sentarse a estudiar y a trabajar cada día. Si no se siente implicado e interesado en el plan, si no lo considera su “proyecto”, las posibilidaes de abandono son muy altas.

Os animaría a que os sentarais  a analizar con él distintas alternativas, haciéndole ver que él es parte importante de la decisión y que no es indispensable que siga los pasos de su hermano. Panteadle los puntos positivos de vuestra opción pero animándole a que exprese si ese proyecto es intresante para él o si está más motivado por otras salidas profesionales.

Si a pesar de todo continúa sin implicarse ni plantear su decisión, quizá sería conveniente que contactarais con un centro de psicología para realizar un estudio de orientación vocacional que pueda ayudar a Pablo a encaminar su futuro profesional.

 

Unos osos muy parecidos a los hombres

Dino Buzzati (1906-1972) fue un periodista italiano que, además, escribió algunas novelas. Una de ellas, El desierto de los tártaros (1940) le dio fama internacional. Cinco años después escribió el relato juvenil La famosa invasión de Sicilia por los osos que, como todos los buenos ejemplos de literatura juvenil, se puede leer desde los 9 años hasta los 90, como poco.

RAFAEL GÓMEZ PÉREZ
Dino Buzzati (1906-1972) fue un periodista italiano que, además, escribió algunas novelas. Una de ellas, El desierto de los tártaros (1940) le dio fama internacional. Cinco años después escribió el relato juvenil La famosa invasión de Sicilia por los osos que, como todos los buenos ejemplos de literatura juvenil, se puede leer desde los 9 años hasta los 90, como poco.
Érase una vez. Hay que imaginar que, en aquellos lejanos tiempos antiguos, en Sicilia había más montañas que ahora (no hay muchas), y que esas montañas estaban habitadas por numerosos osos. Pues en aquella época que se pierde en la noche de los tiempos, gobernaba Sicilia un tirano, cosa que ocurre en las mejores familias y naciones. Le llamaban el Gran Duque.
Los súbditos del Gran Duque están hartos de él, lo detestan, pero no pueden hacer nada. Hasta que una feliz conjunción de los poderes mágicos del profesor De Ambrosiis y el decidido empeño de los osos por ayudar a los hombres hacen posible el milagro: el Gran Duque es destronado.  Algo ha tenido que ver también el rey Leoncio que, entre otras cosas, quiere vengar cómo su hijo Tonio fue raptado por unos  esbirros del tirano. Todo el mundo humano está de acuerdo en que los osos, que han demostrado valor, sabiduría y humanidad, gobiernen ahora Sicilia. Así lo hacen, instaurando un régimen de paz, justicia y esperanza.
Esos hombres… “De una parte vanagloria, y de la otra, ¡victoria!”, se canta después de que los osos han vencido al Gran Duque. También el profesor De Ambrosiis presume de lo suyo. En una palabra, los valientes enemigos de la tiranía empiezan a creérselo.
Primero, los osos empiezan a parecerse demasiado a los hombres. Se aburguesan, desean disfrutar a lo máximo de las ventajas del poder, usan ese poder para  aprovecharse de él en beneficio personal… En pocas palabras: esos osos no son ya los aguerridos osos de la montaña, sino unos animales domésticos llenos de caprichos y de vicios. Al final, como era de esperar, y como sucede tantas veces en la política de los hombres, se instaura otro tipo de corrupción. Los osos empiezan a acumular riqueza, como si de vulgares corruptos inmobiliarios se tratara.
El rey Leoncio no puede estar más disgustado. Al final, los osos, abandonando el poder y las riquezas, regresan a sus montañas para poder vivir dignamente como lo que son: osos.
Aprender la justicia. Uno de los valores del relato de Buzzati, además de las divertidas ilustraciones realizadas por él mismo, es tratar de cuestiones de justicia y libertad, que no son muy frecuentes en este tipo de literatura. Los relatos infantiles y juveniles han sido tradicionalmente más singulares que sociales, entre otras cosas porque la historia “social” corre el riesgo de caer más fácilmente en un adoctrinamiento político, una especie de educación para la ciudadanía, para entendernos.
Buzzati salva esta dificultad haciendo que los protagonistas no sean hombres, sino osos, para concluir que el mal uso del poder hace que unos valientes y naturales osos se parezcan demasiado a hombres corrompidos.
Compensa leer este relato que en España está publicado en 2007 por
ediciones Gadir, 146
páginas. z

 

Érase una vez. Hay que imaginar que, en aquellos lejanos tiempos antiguos, en Sicilia había más montañas que ahora (no hay muchas), y que esas montañas estaban habitadas por numerosos osos. Pues en aquella época que se pierde en la noche de los tiempos, gobernaba Sicilia un tirano, cosa que ocurre en las mejores familias y naciones. Le llamaban el Gran Duque.

Los súbditos del Gran Duque están hartos de él, lo detestan, pero no pueden hacer nada. Hasta que una feliz conjunción de los poderes mágicos del profesor De Ambrosiis y el decidido empeño de los osos por ayudar a los hombres hacen posible el milagro: el Gran Duque es destronado.  Algo ha tenido que ver también el rey Leoncio que, entre otras cosas, quiere vengar cómo su hijo Tonio fue raptado por unos  esbirros del tirano. Todo el mundo humano está de acuerdo en que los osos, que han demostrado valor, sabiduría y humanidad, gobiernen ahora Sicilia. Así lo hacen, instaurando un régimen de paz, justicia y esperanza.

 

Esos hombres… “De una parte vanagloria, y de la otra, ¡victoria!”, se canta después de que los osos han vencido al Gran Duque. También el profesor De Ambrosiis presume de lo suyo. En una palabra, los valientes enemigos de la tiranía empiezan a creérselo.

Primero, los osos empiezan a parecerse demasiado a los hombres. Se aburguesan, desean disfrutar a lo máximo de las ventajas del poder, usan ese poder para  aprovecharse de él en beneficio personal… En pocas palabras: esos osos no son ya los aguerridos osos de la montaña, sino unos animales domésticos llenos de caprichos y de vicios. Al final, como era de esperar, y como sucede tantas veces en la política de los hombres, se instaura otro tipo de corrupción. Los osos empiezan a acumular riqueza, como si de vulgares corruptos inmobiliarios se tratara.

El rey Leoncio no puede estar más disgustado. Al final, los osos, abandonando el poder y las riquezas, regresan a sus montañas para poder vivir dignamente como lo que son: osos.

Aprender la justicia. Uno de los valores del relato de Buzzati, además de las divertidas ilustraciones realizadas por él mismo, es tratar de cuestiones de justicia y libertad, que no son muy frecuentes en este tipo de literatura. Los relatos infantiles y juveniles han sido tradicionalmente más singulares que sociales, entre otras cosas porque la historia “social” corre el riesgo de caer más fácilmente en un adoctrinamiento político, una especie de educación para la ciudadanía, para entendernos.

Buzzati salva esta dificultad haciendo que los protagonistas no sean hombres, sino osos, para concluir que el mal uso del poder hace que unos valientes y naturales osos se parezcan demasiado a hombres corrompidos.

Compensa leer este relato que en España está publicado en 2007 por ediciones Gadir, 146 páginas.

 

 

PARA JÓVENES

Frank Cottrell Boyce, Lluvia de millones, Salamandra, Barcelona, 2005, 187 páginas. Otro libro para aprender: dos hermanos reciben, como caída del  cielo, una lluvia de millones. ¿Qué hacer? Para uno, lo mejor es gastarlo en sí mismo, disfrutar a tope y olvidarse de todo. Para el otro hermano, algo se podría hacer por los demás, ahora que pueden.